Diego Fernando Torres - Mitificar el linaje

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Mitificar el linaje Elaborado por Diego Fernando Torres Gómez

LICENCIATURA EN LITERATURA

ESCUELA DE ESTUDIOS LITERARIOS

FACULTAD DE HUMANIDADES

2020 “EL AÑO DE LA PANDEMIA

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Tabla de contenido Introducción……………………………………………………………......………………. 3 Héroe pío………………………….………………………………………...…………….....4 Elocutio Virgiliana…...…………………………………………………………………...…7 Augurios en Eneida…………………………..…………………..………..……………….10 Bibliografía…………………………………………………………………….…………. 13

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¿Qué pueblo hay tan apartado, qué gente tan bárbara, César, de la que no haya espectadores en tu ciudad? Ha llegado el labrador tracio desde el Hemo de Orfeo; ha venido también el sármata alimentado con la sangre de sus caballos; y el que bebe las primeras aguas del Nilo conocido, y aquél a quien zarandean las olas del Océano más remoto. Se apresuran a llegar los árabes, vienen precipitadamente los sabeos, y los cilicios se empapan aquí con sus propias lluvias de azafrán. Llegan los sicambros con sus cabellos recogidos en un nudo, y los etíopes con sus cabellos recogidos de otra suerte. Las lenguas de estos pueblos suenan diversas, pero no hay más que una cuando proclaman que eres el verdadero padre de la patria. Marcial Introducción Cualquier medio capaz de difundir ideas resulta de interés a quienes se sientan en el trono del poder, sin importar la época. Por lo tanto, la religión y el arte poseen un gran poder de propaganda, no son meros objetos inofensivos; si se asiste a un culto o ritual, si se lee un poema o asistimos a una obra dramática, quedaran pequeñas ideas o sensaciones en nuestro interior. Octaviano, conocido posteriormente como César Augusto, y los anteriores césares romanos eran conscientes de esto. Su batalla por consolidarse en el poder y mantenerse ahí también se daba en el terreno de las representaciones. La época augustal se caracterizó por el Genius Augusti1 o, parafraseando a Hugo Bauza y a P. Zanker, el giro de las corrientes artísticas, la religión y las costumbres hacia un discurso que políticamente hablando, glorificara la raza augusta y justificara sus acciones. Es ahí donde entra Eneida, un poema que conecta los ancestros de Augusto con las divinidades. La obra fue encargada a Virgilio, quien la compondría durante gran parte de su vida, y en sus últimos momentos pediría que fuera quemado el manuscrito, pues su posición respecto al gobierno del César siempre fue de duda, que por lo demás, de haber sido manifestada en público o en su obra, habría causado un pretorico para el poeta. Este trabajo lleva por título Mitificar el linaje porque precisamente indaga en la elocutio viginilana, o cómo mediante un uso del lenguaje hipnotizante y cargado de metáforas se llega al punto de la glorificación del viaje de Eneas y la imposición de sus deseos por sobre los otros pueblos italianos. El enfoque se pondrá sobre la narración que construye al héroe, las metáforas que usa Virgilio y los augurios complacientes con Eneas. 1

Zanker trata el asunto en Augusto y el poder de las imágenes.

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Los héroes y los poetas son de la Misma raza, el último hace lo que El primero concibe.” Alphonse de Lamartine “Un héroe lo es en todos sentidos y Maneras, y ante todo, en el corazón Y el alma.” Thomas Carlyle El héroe pio Eneas corresponde a lo que Carlyle clasificó como archégetes2, es decir, el líder o fundador de una raza, ciudad o nación. En el caso de Eneas, el llamado a la heroicidad se da cuando su antiguo hogar, Troya, es saqueado por los aqueos y devorado por el fuego. El destino impone a Eneas como el refundador de la futura ciudad troyana, y este debe obedecer, y efectivamente lo hace, cumpliendo así con el requisito del arquetipo del héroe. El viaje de Eneas empieza así desde los vestigios y las cenizas, tono que caracteriza la obra, pues si un requisito para la epopeya es que el héroe se encuentre con estorbos y dificultades aparentemente imposibles de superar, Eneida cumple con rigor también esta condición. De hecho, lo anterior causa que desde el principio del poema podamos ver algo que se presenta mucho en el héroe como arquetipo, la imperfección, ya sea física o sobretodo, moral, Bauza se refiere a este aspecto: “(…) la naturaleza del héore es compleja, dado que también encontramos en ella aspectos grotescos, salvajes, violentos e incluso sanguinarios (…)” (1) Eneas no llega a tanto la mayoría del tiempo, pero sí le vemos blasfemando, renunciando a su destino o directamente rechazándolo a través de distintos pasajes, debemos ponernos en el contexto clásico para entender la gravedad de estas dos conductas, sumado también a la muerte Dido, “Estos seres singulares, obnubilados por su propósito de querer cambiar el mundo, muchas veces no alcanzan a medir las consecuencias –en ocasiones trágicas- de sus empresas. Es en ese contexto como hay que entender el proceder de Áyax en el mundo antiguo (…)” (2). Las escenas referentes a la blasfemia y la muerte de Dido no están solo porque representen situaciones comunes al referente del héroe. También son nombradas porque se relacionan con la modalidad de héroe pío que posee Eneas: su deber va más allá del amor o la pasión carnal, debe asegurarse de que los troyanos encuentren la ciudad donde fundar el nuevo imperio, ese su imperativo. A continuación se desglosan las situaciones:

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Archégetes también fue epíteto bajo el que se adoró a Apolo en algunas partes de Italia, al respecto se puede encontrar información en la Historia de la guerra del Peloponeso.

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Como primer ejemplo, tenemos a Eneas, reuniendo a su familia en el templo, con la idea de escapar de la ciudad en ruinas, sin embargo, Creusa, su consorte no aparece, esto detona el desespero del héroe y la blasfemia anteriormente mencionada. Eneas regresa a buscarla y solo encuentra su fantasma, casi no se nos da información de la manera en que murió. Lo que cabe resaltar el mensaje que la sombra difunta da a quien fuera su esposo en vida. “»Ni la eché menos hasta haber llegado Todos los míos, con turbada huella, Al templo antiguo y salvador collado: Reunímonos; ¡faltaba sola ella! Faltaba a su hijo, en lágrimas bañado; Faltaba a mí, que en áspera querella, ¡Oh entre males tamaños mal supremo! De hombres y Dioses con furor blasfemo. »Tiémblame el corazón, se me eneriza El cabello, la sangre se me hiela: Mas ella hablando así me tranquiliza Y futuros destinos me revela: «¿Por qué tu corazón se martiriza, »O a do tu loca fantasía vuela? »Templa el furor: no temerario oses »Al imperio oponerte de los Dioses. »Vencer no pienses mi eternal reposo, »No contigo llevarme a otra ribera: »Védalo aquél que todopoderoso »En las sedes olímpicas impera. »Vasto mar que surcar, amado esposo, »Largo destierro que cumplir te espera; »Mucho errarás; empero, finalmente, »Llegarás a las playas de Occidente: (…)” Libro I, versos CXLIII, CXLIX, CL. Podemos ver a un Eneas turbado, que vaga acongojado buscando a Creusa por las calles en medio del caos. Debe confrontarse con el hecho de ver arder sus dos hogares: Troya en llamas al igual que la morada que compartía con su consorte. Cuando la encuentra, Creusa solo es una sombra o «alto fantasma». Con sus palabras, la sombra aleja cualquier intención que no sea dejarla descansar en paz: «Vencer no pienses mi eternal reposo», se trata de un adiós definitivo: «No contigo llevarme a otra ribera», además, se puede interpretar como una advertencia para Eneas no intente seguirla a la muerte mediante el suicidio, pues: «ribera» también puede ser la del río Aqueronte, donde deberá ir la sombra de la consorte. La sombra profetiza el destino que se ha tejido para el héroe: largo exilio y sufrimiento en el mar, hasta que llegue a las islas italianas, donde deber cimentar la bases del futuro

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imperio. Eneas en un primer momento trata de aferrarse con sus brazos a la sombra, y por extensión al ciclo de su vida que está a punto de dejar en las ruinas troyanas, pero la sombra desaparece y no le queda otra opción que emprender la senda de la heroicidad pía. Un segundo ejemplo, el episodio referente al amor entre Eneas y Dido, tiene gran importancia pues define qué tipo de héroe es Eneas, debido a que la pasión por la reina es un obstáculo a su causa, pues su destino no es el amor, es fundar los muros de la estirpe romana. El suicidio de Dido es una daño colateral desde el punto de vista de Eneas y el destino. Luego de la pasión efímera que vivieron, Fama se encarga de esparcir mala reputación contra la reina. Eneas abandona la isla de Cartago, dejando a Dido sumida en despecho y amargura; las manos de la reina empuñan la espada que se acerca al pecho de esta, mientras las naves de Eneas se alejan del puerto. Tiempo después Eneas debe descender al inframundo junto a Sibila, y se encuentran con la sombra de Dido, la cual vaga en los terrenos de los que murieron de amor: “«¡Infeliz Dido! ¿Conque no mentía En nuevas que me trajo funerales La fama? ¿Tú empuñaste daga impía? ¿Yo causa hube de ser de tantos males? Mas por todos los astros, Reina mía, Te juro, y por los Dioses celestiales, Y por estas mansiones justicieras, Que partí a mi pesar de tus riberas. »La férrea voluntad del Cielo santo Que a esta abismosa eternidad me envía, Lo mismo allá, con invencible encanto Me arrancó de tu lado y compañía. Ni pensé nunca que a delirio tanto Te pudiese arrastrar la ausencia mía. ¡Mas ten! ¡vuelve! ¿a quién huyes? ¡Ley severa Permite vernos por la vez postrera!» Tal dice el héroe a la infelice amante, Por si en su ánimo airado tierno cava O amansa su mirada centellante; Las razones el llanto entrecortaba. Mas ella, vuelto el tétrico semblante, Torvos los ojos en el suelo clava, Y tanto muestra que la voz la toca Cual si ya mármol fuese o firme roca. Y de pronto indignada huye y se esconde En la parte del bosque más espesa, Entre acopados árboles, en donde Al renovado amor que le profesa,

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Siqueo como de antes corresponde. Enéas, de piedad el alma opresa, A la sombra siguió por trecho largo Llorando para sí su lloro amargo. (…)” Libro VI, versos XCIII, XCIV, XCV, XCVI En un primer momento llama la atención que Eneas diga «¿Conque no mentía/En nuevas que me trajo funerales/La fama?», pues se puede entender que el héroe escucha que los rumores “vuelan” por ahí, metafórica y literalmente hablando y sin embargo, sabe que no debe fiarse de ellos, pues podrían desviarlo de su objetivo. Esto nos remite a que Eneas prácticamente ignoraba el final que Dido se había autoinfligido a su partida. Luego el héore justifica y lamenta ante la reina haberse «alejado de sus riberas», manera en que Virgilio metaforiza el abandono del lecho que Eneas compartía con Dido. Eneas arguye ante esta que la razón de dicho alejamiento fue la «voluntad del cielo», podemos agregar que en especial se refiere a la voluntad de Venus, de llenar de ausencia a Dido. La reacción que tiene la sombra de Dido puede hacer una analogía a la de Ayax el grande cuando es encontrada por Odiseo, también en el inframundo. Tanto Ayax, como Dido tienen en común ser figuras poderosas que se ven castigadas por ceder a la pasión; en el caso de Ayax, al ego, en el caso de Dido, al amor. Ambos se suicidan usando espadas y en el inframundo, sus sombras guardan rencor hacia los culpables de sus últimos momentos de sufrimiento en vida. Por lo tanto, cuando se encuentran con los héroes de las epopeyas a las que pertenecen, su actitud es la del “mármol o roca”, prefieren ignorar a los vivos, pues ya no es tiempo de hablar con ellos ya pasó. El hecho de que Dido se reencuentre con Siqueo, o por lo menos sus sombras, es una pequeña redención para la reina: de amor quiso vivir, y al no lograrlo en vida, en la muerte, amor obtiene. Eneas persigue a Dido, el héroe toma una actitud de súplica «A la sombra siguió por trecho largo/Llorando para sí su lloro amargo». No hay ego en Eneas, su posición es la contraria, busca redimirse, y lo que obtiene es un amargo encuentro frente a frente con las consecuencias de los actos a los que se ve empujado por el destino. Sin embargo, Virgilio resta extensión a este sentimiento y usa la escena para conectarla con la siguiente parada de Eneas en su viaje por el inframundo, donde se encuentra con sus compañeros fallecido en combate.

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Elocutio Virgiliana Indagar por la representación del héroe en la literatura es una tarea en doble vía: En primer lugar, se hace una radiografía de los valores, dignos de ejemplo, que un pueblo acuña en dicho personaje. Por lo tanto, el héroe será espejo de su época y todo lo que esta espera de sus ciudadanos. La segunda cuestión es la forma que toma dicho relato heroico, el cual, por lo menos en el periodo clásico, que es el que ocupa este comentario, era encargado a los poetas o equivalentes. Así, los poseídos por las musas deben buscar la manera en que las gestas que se disponen a contar puedan calar en el auditorio. El retrato de la quintaesencia que se les encomienda debe ser memorable para las generaciones venideras. No solo eso, debe ser lo suficientemente convincente para validar las razones políticas que, a veces, se escudan tras el encargo de la narración heroica y que trascienden lo literario. Llegamos a la cuestión de la forma o elocutio. Virgilio impacta en el lector mediante un lenguaje cargado de fuerza. La fuerza del incendio que consume Troya, del mar que amenaza con naufragios a Eneas y a los suyos o el despecho que clava la daga en el pecho de Dido. En el poema se mezclan entonces las descripciones potentes mediante las metáforas, y de la meteorización constante nace la alegoría. En este apartado nos remitimos a analizar dos escenas en las que se presenta la alegoría, con el eje común que tienen como intención final mitificar y divinizar el linaje; Si César Augusto tiene como ancestro lejano a Eneas, y este tiene descendencia divina, lo que Augusto su gobierno e imperio serán como los de un dios. Como primer ejemplo se cita el fragmento del libro I correspondiente a la conversación entre Venus, metamorfoseada en espartana, y Eneas, en los bosques cerca de Cartago. “»Vé esos cisnes, en número de doce, Del éter, donde Júpiter la asila, A darles caza el águila veloce Se lanzó por la atmósfera tranquila: De alegre libertad vueltos al goce, Míralos descender en larga fila; Ya del campo se adueñan los primeros, Ya a flor de tierra asoman los postreros. »Cual el cielo cubrieron en bandada, Y baten ora las festivas aves La ala ruidosa, y cantan su llegada; Tal la flor de los tuyos, tal tus naves 0 entran al puerto, ó llegan ya a la entrada Con vela abierta y céfiros suaves. Tú sigue en tanto; y por do aquesta vía Conduciéndote va, los pasos guía.» (...) ” Libro I versos LXXVI - LXXVII.

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La clave de la alegoría se encuentra en la actitud de las aves que describe Venus. Tenemos como primer elemento a los cisnes, los cuales pueden representar pureza, pureza es sinónimo de divinidad. Luego está el éter, entendido como algo ajeno a la tierra, en ese sentido, podría decirse que se trata de las deidades, el éter asila al águila, la cual es un animal cazador y símbolo de poder. El águila tiene la intención de cazar a los cisnes. Es cazador contra presa. La bandada desciende del cielo a la tierra con tranquilidad y sin ser alcanzada por su depredador, y proceden a apoderarse del terreno en el cual aterrizan y la cual su descendencia será dueña «Cual el cielo cubrieron en bandada, / Y baten ora las festivas aves / La ala ruidosa, y cantan su llegada» La llegada dicha tierra implica felicidad y júbilo para las aves. Una lectura interpretativa nos llevaría a relacionar cisnes con troyanos, el águila que representa fuerza podría entenderse como Juno, a quien el éter asila, coincide esto con lo que se narra antes de la llegada de Eneas a Cartago, en mitad del mar cuando la flota es presa de la tempestad provocada por Juno al liberar los vientos de su prisión, de dicha tempestad logran salir los barcos y arribar a las tierras de Cartago, “batiendo las alas festivas” y además la alegoría que hace Venus posee un componente de predicción Ya del campo se adueñan los primeros, / Ya a flor de tierra asoman los postreros», se trata de una dependencia que poseerá el poder sobre la tierra que habite. En la segunda alegoría a observamos que se habla de un descendiente de Eneas que llevará el imperio a donde ni siquiera los dioses han alcanzado a llegar, el nombre de dicho vástago es César Augusto. El contexto del fragmento es la conversación entre Anquises y Eneas, el padre deja saber al hijo todo lo que vendrá con su descendencia. “Ya ven los Caspios reinos su venida, Por anuncios, con ánimo intranquilo; Ya la tierra Meótica trepida, Sus siete brazos estremece el Nilo. Tigres guiando con pampínea brida Y de Nisa impeliendo, excelso asilo, Su carro victorioso, Baco empero Llegar no pudo a ese último lindero. »No corrió Alcídes mismo espacio tanto, Aunque prendió con rápida saeta La cierva pies de bronce, y de Erimanto Impuso paces, en la selva inquieta, Y el lerneo confin cubrió de espanto. ¿Y dudamos vencer adversa meta Nuestra gloria ensanchando? ¿Harán temores Que no hollemos la Ausonia triunfadores? (…)” Libro VI versos CLXI, CLXII.

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Dicha alegoría tiene como objetivo elevar al César a nivel de deidad, y da a entender que estaba predestinado a mandar en todos los territorios que quedaron bajo el yugo romano durante su mandato: la zona del mar Caspio, la las costas de lo que hoy es Rusia y Ucrania, junto a gran parte de Egipto, las cuales significaron grandes trofeos para el imperio, de hecho, Anquises llega al nivel de decir que ni siquiera Baco, bajo las mejores condiciones «Tigres guiando con pampínea brida/Y de Nisa impeliendo, excelso asilo,/Su carro victorioso, Baco empero/Llegar no pudo a ese último lindero» logró llegar hasta dichos confines, las comparaciones siguen, dando a entender que ni la carrera de Hércules, ejemplo de fortaleza, logra compararse con la expansión del imperio romano, así, se refuerza la propaganda política de la que se valió Augusto, para justificar su actuar expansionista. Augurios en Eneida La mayoría de culturas han buscado formas de saber lo que sucederá en el futuro. Cada pueblo ha desarrollado sus propios métodos de anticipación al tiempo. Los romanos no fueron ajenos a estos, como herencia de griegos y etruscos. De hecho, la adivinación tuvo un rol importante en esta sociedad, poniendo a los augures al nivel de magistrados de la alta esfera política romana. A los augures les interesaban el vuelo y graznido de las aves, los fenómenos en el cielo y la actitud de los pollos alimentados con maíz, estos funcionaban como vía para hacer pronósticos sobre lo que sucedería. Durante la época de los césares, esto llegó a la obsesión y degeneración, pues si un augur daba una alarma de un mal augurio, se cancelaban reuniones y asambleas, y si no existía fenómenos que adivinar, los augures serviles de encargaban de crear un embuste a conveniencia. En esta parte del trabajo el enfoca se fija en los augurios que le son favorables a Eneas para su empresa, estos portentos a diferencia de los anteriores manifiestan una intención política tan descarada, la propaganda se encuentra en el fondo de esta en cuanto que refuerzan la idea de que la raza de Eneas era muy protegida y escuchada por los dioses. Tomamos el siguiente fragmento en el cual mientras Eneas duerme se presenta ante él el númen del río Tibre en forma de anciana, le explica al héroe cuál es la señal a la que debe estar atento y se aleja convertido de nuevo río. Eneas despierta y junto a varios de sus compañeros navegan por el Tibre en dos barcos: “»Calmóse de los cielos la tormenta, Y hechos abonan la palabra mía; Que aquí una hembra de cerdo corpulenta Pronto verás entre robleda umbría, Con treinta lechoncillos que alimenta, Alba, en torno a sus ubres la alba cría; Y aquí podrás, alzando al patrio muro, De afánes tantos descansar seguro. (...) ” Libro VIII verso IX

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El augur se presenta esta vez a Eneas durante un sueño, como es recurrente en el poema. Existe una promesa «Y hechos abonan la palabra mía» y como garantía tenemos la afirmación de que Eneas verá una cerda, entonces dicho animal cumple el rol de ser un médium o elemento usado dar fundamento a la profecía. «Alba, en torno a sus ubres la alba cría» se presenta como un juego de palabras: Alba puede referir al color blanco, que es color que tendría la piel de la cerda, sin embargo también remite a Alba Longa, ciudad que sería fundada por Ascanio, de donde nacería la descendencia romana mucho tiempo después, “en torno a sus ubres la alba cría” es una asociación a las crías con el alba o primera luz del día, es decir, las crías como portadoras de la iluminación y por lo tanto de la civilización. «Y aquí podrás, alzando al patrio muro,/De afánes tantos descansar seguro», este augurio significa que ya casi llega el momento en que Eneas deje de tener que navegar por mar agitado y por fin se asiente en Italia y empiecen a germinar los hijos de los troyanos. Efectivamente, en el verso XVII Eneas se encuentra con la cerda y sus crías. Lo que finalmente se traduce en un cese de las hostilidades de Juno hacia los troyanos. Cabe resaltar que el númen se presenta a Eneas como una anciana, lo cual en primer momento da indicio de mal augurio, sin embargo, dicha anciana usa un vestal verde, lo cual de clasificaba por los augures romanos como algo de buena suerte. Como último ejemplo de Augurio tenemos la categoría de fenómenos astronómicos. En este caso en específico parece se puede comparar a un meteorito debido a la descripción que hace Virgilio. Es interesante lo directo que resulta este augurio pues llega en un momento donde Eneas duda si debe o no apoyar a Evandro haciéndose cargo de la gente de Agila en su tarea para derrocar al tirano Mizencio, además Evandro pide a Eneas que este apadrine a Palante en el liderazgo y las armas. Justo en ese momento es cuando interrumpe la señal enviada por Venus a su hijo. CIV. Dijo. Enéas sin voz, sin movimiento, Y Acátes, duda amarga, triste idea Revuelven en el alma. En tal momento Dales a cielo abierto Citerea Clarísima señal. El firmamento Con subitáneo estruendo centellea, Y que cruje parece y se derrumba, Y de tirrena trompa el eco zumba. Libro VIII verso CIV Eneas y Acátes se ven temerosos y llenos de dudas frente a lo que les propone Evandro. Curiosamente es en ese momento, cuando el cielo se encuentra despejado, que vemos pasar la estruendosa señal enviada por Venus a Eneas. Virgilio describe el paso de dicha señal como algo cargado de energía, que transmite luz y fuerza, que hace estremecer el cielo y

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dar la impresión de que se va a caer. La última parte del verso alude a la trompa tirrena, la cual es usada en tiempos de guerra, es el sonido que da inicio al combate tirreno-romano.

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Bibliografía 1. Bauza, Hugo. El mito del héroe morfología y semántica de la figura heroíca. 2. Bauza, Hugo. El mito del héroe morfología y semántica de la figura heroíca.
Diego Fernando Torres - Mitificar el linaje

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