El diario de Christopher_Secretos de Foxworth

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V.C. ANDREWS El diario de Christopher: Secretos de Foxworth

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AGRADECIMIENTOS: Quiero agradecer a Virginia Andrews por compartir su talento e inspiración, por entregarnos esta magnífica historia que se ha convertido en una parte de nosotros. Gracias por hacer que el misterio, la oscuridad, la perseverancia y la fortaleza formaran parte de nuestra vida. Gracias por esta interesante y maravillosa saga. Gracias a la familia de Virginia por ayudar a que la magia continuara. Gracias a Andrew, el nuevo autor, por contribuir para que la familia Foxworth siguiera con vida. Finalmente, quiero agradecer a mi familia, también a Atzhiri, L. Brennlet, Karla y María, por escucharme siempre y adentrarse a esta brillante saga. Y a todas aquellas personas que alientan mi gusto literario. Quiero aclarar que la traducción de este libro no es oficial, la hago con el fin de entretener y dedicarla a todos los lectores que conocen el enigmático mundo Foxworth.

Gracias por leer.

Atte. Yzard.

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA Sexta entrega de la saga Dollanganger, de la autora Virginia Andrews. Luego de su muerte, el escritor Andrew Neiderman fue contratado por la familia de Virginia para continuar con el manuscrito encontrado y mantener la historia viva. En el 2014 salieron nuevos libros que llevan por título Christopher's diary: secrets of Foxworth y Christopher's diary: echoes of Dollanganger. Libros que no han sido traducidos y hasta el momento no se espera que lo haga alguna editorial. Por lo tanto, he decidido traducir la historia. Aclaro que no pretendo quedarme con los derechos de la obra, lo hago sólo por para los seguidores del mundo Foxworth y por mí. No es una continuación de Jardín sombrío o de Semillas del ayer. Es la historia contada desde el principio a través del diario de Christopher Dollanganger. Agradezco a las personas que supieron del proyecto desde su inicio, apoyaron y tuvieron paciencia para esperarlo. Al igual que quienes han brindado sus buenos comentarios para que este proyecto se siga llevando a cabo. No olviden que es importante para el desarrollo y pervivencia de la industria editorial que compren los libros, es una manera de apoyar tanto a autores, como a las personas que hacen su trabajo para que el mundo literario no se pierda.

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PRÓLOGO. Venganza, celos, tragedia y supervivencia —el descubrimiento del diario de Christopher en las ruinas de Foxworth Hall trae nuevos secretos de la familia Dollanganger a la luz y obsesiona a una nueva generación. Con Flores en el ático y Pétalos al viento ahora como principales eventos de TV de toda la vida, esta primera incorporación a la historia de los Dollanganger, en casi treinta años, es una oportunidad para ver los acontecimientos en el ático desde la perspectiva adolescente de Christopher. Christopher Dollanganger tenía catorce años cuando él y sus hermanos menores, Cathy y los gemelos, Cory y Carrie, fueron encerrados en el ático de Foxworth Hall, prisioneros del régimen codicioso por la herencia de su madre. Durante tres años mantuvo la esperanza viva por el bien de los demás. Pero la verdad espantosa sobre cómo le afectó su sufrimiento siempre se mantuvo oculta, hasta ahora. Kristin Masterwood, de diecisiete años, es conmovida cuando la empresa constructora de su padre es alquilada para inspeccionar la propiedad de Foxworth para un posible comprador. La, alguna vez, gran mansión meridional todavía provoca leyendas y verdades a medias sobre los cuatro niños Dollanganger, incluso después de todas estas décadas. Foxworth tiene una fascinación especial para Kristin, que era demasiado joven cuando murió su madre, desea aprender mucho acerca de su lejano vínculo de sangre con la famosa familia. Acompañando a su padre al "territorio prohibido", encuentran un libro forrado en cuero, sus páginas amarillentas llenas de la escritura ordenada del propio Christopher Dollanganger. Su padre se pone cada vez más inquieto sobre su lectura, pero a medida que devora al adolescente en historia página por página, su cuenta demoledora de tentación, angustia, coraje, y la traición alcanza cada pensamiento de Kristin. Y pronto, su obsesión con el condenado muchacho cruza una línea peligrosa…

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Los primeros días — ¿A dónde vas hoy, papá? —pregunté. Era sábado y él no había mencionado ningún trabajo nuevo de construcción. Yo venía de la cocina donde había terminado con los platos del desayuno. Entonces, lo vi en la entrada, tirando de sus botas de goma hasta la rodilla; los músculos de su cuello y cara lucían como ligas listas para romperse. Él tenía su abrigo de cuero color caqui “añejo como el vino” y la descolorida gorra de la Marina de los Estados Unidos. Su cinturón de herramientas yacía a su lado en el banco de madera de roble que él mismo había construido; su pesado cinturón se enrollaba sobre sí como una serpiente durmiendo. Había sido un regalo de cumpleaños de mi madre hace casi diez años, pero con la ternura que él le daba, parecía que había sido comprado ayer. No me sorprendió verlo vestido así. Era octubre y estábamos teniendo un clima extraño. Algunos días fueron más fríos de lo habitual, de repente, algunos días eran muy cálidos, y también tuvimos más lluviosos en Charlottesville para esta época del año. Cada vez que alguien se quejaba sobre los inusuales cambios del tiempo, papá amaba resucitar una vieja expresión de los 50’s, “La culpa es de los rusos1”, en lugar de simplemente decir “el cambio climático”. La mayoría de la gente no tenía idea de lo que “La culpa es de los rusos” significaba, menos cualquiera de mis amigos y pocos tenían la paciencia de escuchar la explicación que él pudiera tener. Papá no era lo suficientemente viejo para recordar personalmente, por supuesto, pero me dijo que su padre se lo había dicho tan a menudo que se convirtió en una naturaleza también para él. —Oh, ¿no dije nada al respecto en el desayuno?

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Expresión que se utilizaba como argumento para todo.

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—En realidad, no has dicho mucho acerca de nada esta mañana, papá. Tuviste tu nariz en el periódico la mayor parte del tiempo, olfateando las palabras en lugar de leerlas —le recordé. Él dijo que eso era de lo que mi madre también se quejaba. Ella usaba exactamente la misma expresión. Le dijo que comer el desayuno con él era como sonambulismo a través de una comida. Mi confianza en cualquiera de las expresiones de mi madre, ya fueran vagamente recodadas o procedentes de las descripciones de mi padre, siempre hacían aparecer una amplia sonrisa en su cara. Como si tuviera pequeños reguladores de voltaje detrás de ellos, sus ojos color avellana se aclaraban. Tal vez, debido a su constante tiempo en el sol, o la preocupación y la tristeza, las líneas de su frente se profundizaron y oscurecieron más cada año. Su, estrechamente recortada, barba marrón-rojiza también había estado mostrando un poco de gris prematuro últimamente. Papá sólo tenía 46 años e irónicamente, no había gris en su cabeza llena de cabello grueso que conservaba algo largo, pero bien cuidado. Lo llevó del mismo modo mientras mamá estaba viva. Él dijo que ella estaba celosa de lo naturalmente abundante y espeso que era, y le prohibió regresar al corte estilo militar que tenía cuando se conocieron por primera vez. —Tengo que ir a inspeccionar esta mansión que se quemó por segunda vez en el 2003. Herm Cromwell me llamó a la oficina justo antes de irme ayer, le prometí hacerlo hoy y volver con él a pesar de que sea fin de semana. Hoy el banco sólo está abierto la mitad del día. —Ha estado trabajando duro en la toma de la propiedad entre los pasivos del banco desde que un lunático la abandonó y se marchó para predicar el evangelio— . Herm me quiere para estimar el retiro y ver si el sótano todavía está intacto. El banco cuenta con uno vivo. — ¿Uno vivo? —Un cliente considerando comprar y construir en la propiedad, la cual, después de dos incendios y toda esa extraña historia, no ha sido fácil de vender. ¿Por qué?, ¿qué harás hoy?, ¿qué es lo que olvidé hacer? ¿se

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supone que haría algo contigo, ir a algún sitio? —sacó sus labios como alguien que anticipaba una racha de malas noticias o críticas. —No, no voy a hacer nada especial. Iba a recoger a Lana y pasar el rato en el centro comercial. Últimamente, Lana y yo nos habíamos vuelto inseparables. Era cercana con muchas de mis amigas, pero los padres de Lana eran divorciados y en ocasiones sus problemas parecían los míos, aun si el divorcio no fuera lo que hizo a mi padre un padre soltero. Se relajó sonrió y sacudió su cabeza con suavidad. —¿’Pasar el rato’? Me hace pensar en la lavandería2 de la Sra. Wheeler. Ella todavía no tiene secadora en su casa. ¿No sabías que llaman a los niños “ratas del centro comercial”

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estos días? He oído que vienen con un spray o

algo—. Me reí, pero asentí con la cabeza. Desde que conseguí mi permiso para conducir el año pasado, busqué sitios para salir, para nada más excepto el paseo. Mientras miraba a papá preparándose para salir, pensaba un momento en lo que él había dicho. Y entonces se me ocurrió: “¿inspeccionar los cimientos de una mansión que había sido incendiada una segunda vez?” —Esta propiedad a la que vas, ¿no será Foxworth Hall, verdad? —se detuvo como si no estuviera seguro de lo que debería decirme, luego asintió con la cabeza. —Seguro, lo es —dijo. Foxworth, pensé. Había visto la propiedad sólo una vez y realmente no de cerca, pero todos sabíamos las leyendas que comenzaron con la primera construcción antes del primer incendio. Más importante, mi madre había sido la prima tercera de Malcolm Foxworth, lo que me hizo prima lejana de los niños que, supuestamente, habían sido encerrados con llave En inglés Hang Out que significa salir, pasar el rato o tender, colgar sobre. “Mallrats”: joven que frecuenta centros comerciales con fines sociales. En la década de los 80’s y 90’s se convirtieron en una molestia para los vendedores. 2

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en el ático de la mansión durante años. Gran parte de esa historia fue cambiando y exagerando con el tiempo, así que nadie sabía realmente toda la verdad. Al menos eso fue lo que mi padre dijo. El hombre que había heredado, Bart Foxworth, era raro y nadie tuvo mucho que ver con él. En todo caso, la forma en la que había vivido en la mansión restaurada sólo había reforzado todas las historias extrañas de la familia Foxworth. Tuvo poco que ver con cualquiera de la comunidad, siempre tenía a alguien entre él y cualquier persona que empleara. Le llamaron “otro fantasma de la ópera”. Tenía a su familia viviendo con él, pero ellos tenían apellidos diferentes y la gente creía que también eran primos. Uno de ellos, que sólo vivió unos años antes de morir en un accidente automovilístico, trabajó en un laboratorio de la universidad de Charlottesville. Excepto por él, la sensación era que la locura corrió en la familia como el agua del grifo. Por lo menos, esa fue la forma en la que mi padre lo expuso cuando fue empujado a decir algo, lo que lamentó hacer. —Me gustaría ir —dije. Tres años antes de que mi mamá muriera, Foxworth Hall se había incendiado por segunda vez. Yo apenas tenía cinco años y cinco meses en el momento de su muerte. Realmente no sabía mucho sobre el lugar hasta que tuve los 12 años y una de mis compañeras de clase, Kyra Skewer, descubrió de chismes que había oído cuando su madre estaba hablando por teléfono con un amigo, que yo era prima lejana de los Foxworth. Ella comenzó a decírselo a otros en mi clase y antes de que yo lo supiera, me miraban de una manera rara. Cada uno asumió que la familia Foxworth estaba loca, muchos creyeron que su locura había sido heredada a través de la sangre de generaciones y posiblemente podría haber infectado la mía. Las historias sobre el legendario Malcolm Foxworth y otros en la familia eran de las que se contaban alrededor de una fogata en la noche cuando el mundo se desafiaba a contar un cuento terrorífico. Uno de los padres, o el tío, o el hermano mayor de alguien juró que había visto

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fantasmas e incluso inexplicables luces de linterna en la noche. Pocos cuentos eran más aterradores para mí o para mis compañeros, que esta historia sobre cuatro niños encerrados en el ático durante más de tres años. Todos ellos se pusieron muy enfermos y uno de ellos, el muchacho más joven, murió. Algunos creían que su madre o su abuela no quisieron llevarlo al doctor o a un hospital. A partir de esto, otros concluyeron que, bien pudieron ser ambas, o quizá la abuela sólo los quería muertos. Parte de la historia era que el joven muchacho podría haber sido sepultado en la propiedad. En Halloween, siempre había alguien que se proponía ir a Foxworth Hall porque la leyenda decía que esa noche, el espíritu del niño vagaba por el jardín buscando y llamando a su hermano y a dos hermanas, aún después del segundo incendio. Algunos de mis amigos realmente fueron allá, yo nunca lo hice, ni Lana o Suzette, mi otra amiga íntima. Las historias de quienes habían ido, solamente habían mejorado la leyenda y mantenido el misterio vivo. Algunos juraron que habían oído a un pequeño muchacho llorando y gimiendo por su hermano y hermanas; otros afirmaron que, sin dudas, habían visto un pequeño fantasma. Cualquiera que sea la verdad, las historias y distorsiones, la habían hecho una propiedad bastante indeseable desde entonces. Desde que Bart Foxworth abandonó la propiedad, se había descuidado completamente, finalmente cayó en la ejecución bancaria. Por lo tanto, era muy curioso que alguien considerara comprarla. Quien fuera, obviamente no tenía miedo de las leyendas y maldiciones. Se dice que Bart Foxworth, de hecho, creía que su reconstrucción del edificio original todavía contenía el mal, por eso dejó la mansión y no quiso conservarla. También se dijo que él creía que Dios no quería que permaneciera en la casa. Era como si una nube oscura nunca dejara la propiedad. La gente aceptó la maldición. ¿Dónde más se podría encontrar una casa con ese tipo de historia, una que había quemado la tierra dos veces?, ¿quién quería desafiar la maldición?

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—Bueno, si quieres venir, Kristin, muévete. Ponte unas botas y quizá una bufanda. Tengo muchas cosas que hacer, hay que llegar a casa para el almuerzo y ver el juego de baloncesto esta tarde —dijo papá y dio palmadas con sus manos juntas enguantadas en cuero negro—. Chop, chop —añadió, era su expresión favorita para conseguir que alguien se moviera.

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Capítulo 2

M

i papá tenía una compañía de construcción, simplemente llamada Masterwood, que era nuestro apellido. “Con un nombre como el mío,” papá decía, “¿qué podría hacer eventualmente, sino

involucrarme en la construcción?” Masterwood empleaba más de diez hombres dependiendo del número de empleos contratados4. Mi madre solía guardar los libros, pero ahora mi padre tenía a la Sra. Osterhouse, una viuda cinco años más joven que él, cuyo esposo había sido amigo de papá. Yo sabía que quería a papá para casarse con ella, pero no creo que él traiga alguna vez a otra mujer a nuestra casa permanentemente. Raramente tenía citas y generalmente evitaba todas las reuniones con mujeres que cualquiera le intentara arreglar. Durante los últimos cinco años, hice la mayoría de nuestras tareas domésticas. Aun cuando mi madre estaba viva, papá a menudo preparaba nuestras comidas, especialmente los fines de semana. Después de servir en la Marina, donde se introdujo en la cocina, fue un cocinero durante poco tiempo en un restaurante tipo comensal de la I-95. Conoció a mi madre antes de que comenzara a tomar el trabajo en las empresas de construcción, era una contadora en una de ellas. Dos años después, se trasladaron a vivir a Charlottesville, Virginia, donde ambos pusieron sus ahorros de toda la vida en la compañía de mi padre. No vinieron deliberadamente porque ella había tenido familia aquí alguna vez. Mi madre nunca fue invitada a la mansión Foxworth y nunca antes había hablado con Malcolm o cualquier otra persona que haya vivido allí. Papá dijo que no sólo se movieron en distintos círculos desde el clan Foxworth, también vivieron en planetas diferentes.

Para aclarar ambigüedad, se refiere a que dependía de la cantidad de trabajo que el señor Masterwood tuviera. 4

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—Está bien —dije— espérame. Corrí arriba para ponerme ropa más abrigadora. Yo estaba realmente emocionada de ir con él a Foxworth Hall. Siempre pensé que mi padre sabía más de lo que había dicho sobre la historia original y tal vez ahora que íbamos allí, me diría más. Hacerle decir algo nuevo sobre ello era como si estuviera luchando por abrir uno de esos plásticos donde envuelven los aparatos electrónicos. Cuando llegaba a casa de la escuela, formulaba una nueva pregunta acerca de la familia, usualmente porque alguno de mis compañeros de clase había dicho algo, él rara vez daba cualquier respuesta que fuera más que un gruñido o un monosílabo. Mi teléfono móvil zumbo justo cuando yo daba la vuelta para salir de mi habitación. Era Lana, en mi entusiasmo me había olvidado de ella. —¿A qué hora pasas a recogerme? —preguntó—. Tenemos almuerzo en el centro comercial. —Cambio de planes, voy con mi padre a Foxworth. —¿Foxworth? ¿Por qué? —Tiene que estimar un trabajo y he prometido ser de gran ayuda, tomar notas y cosas —añadí para justificarme por ir—. Alguien quiere construir en la propiedad. —Ugh, quién querría hacer eso. Está maldito, probablemente hay cuerpos enterrados allí. —Alguien que no se preocupa por los rumores y sabe el valor de la propiedad —le dije secamente—, es lo que los hombres de negocios hacen, buscan una oferta y luego construyen un gran beneficio. Mi padre dijo que había heredado la condescendencia, a menudo usaba el sarcástico humor de mi madre. Él afirmaba que ella podría cortar esnobs5 en segundos y esparcir los restos a sus pies “como alimento para aves.”

5 Esnob, es una persona que imita a las clases altas y trata de modo despreciativo a la clase “inferior”.

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—Oh, bueno. ¿Qué hay de Kane y Stanley? Se suponía que íbamos a pasar el rato con ellos, yo con Stanley y tú con Kane. Sé que es un hecho que él te está esperando. —Nunca dije nada seguro. Y él fue bastante descuidado al respecto. —Pero nunca dijiste que no. Sé que te gustaba antes, cuando estábamos fuera. Emily Grace me contó que su hermano habló con él y Kane le dijo que él piensa que te has convertido en una chica guapa. —Estoy tan agradecida por su aprobación —ella rió. —También te gusta. No te hagas la inocente. —Eso está muy bien. Yo nunca quise salir con algún muchacho, tú lo diste por hecho —dije—. Es bueno decepcionarlo de vez en cuando. Ella tenía razón en todo, aunque realmente quería estar con Kane, quería más ir a Foxworth y no sabía explicar por qué. Sólo había venido sobre mí y cuando yo tenía estos fuertes sentimientos, generalmente ponía mucha atención en ellos. —¿Qué?, ¿quién te dijo eso?, ¿has estado leyendo consejos para enamorados o algo?, ¿no escuchas a Tina Kennedy, o sí? Ella está simplemente celosa, celosa de todo el mundo. —No, por supuesto que no. Nunca he escuchado algo sobre Tina Kennedy. Tengo que irme —dije— papá está esperándome, te llamo después. —No vayas a tocar nada —me advirtió— te vas a infectar de locura. —Olvidas que tengo la inyección. —¿Qué inyección? —La vacuna que previene la locura. Si no, ¿cómo podía salir contigo? —añadí y colgué antes de que pudiera decir otra palabra. Además, sabía que quería estar en el teléfono al instante para difundir la noticia. Yo volvía a algún antiguo cementerio ancestral y seguramente la experiencia me iba cambiar de forma dramática. Todos podrían incluso sentir más temor hacía mí, pero probablemente Kane no. En todo caso, estaba segura de que él lo encontraría divertido, podía ser un bromista fabuloso y era uno de los motivos por los que le temía un poco.

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Riendo, bajé las escaleras. Tenía mi cabello rubio sujetado en una coleta y debido a su longitud, los extremos rebotaron por encima de mi hombro. Tanto mi madre como yo teníamos ojos azul claro y parte de la leyenda sobre los niños del ático dice que todos ellos tenían ojos azules y cabello rubio. El hecho de que supuestamente me parecía a ellos, sólo mejoraba la teoría de que había heredado la locura familiar. Nunca vi una foto de ellos, papá me dijo que él y mi madre tampoco habían visto una. De hecho, nadie ha visto una foto de cuando fueron encerrados en el ático o incluso poco después. Había algunos dibujos en historias del periódico, pero su exactitud siempre estuvo en duda, como los hechos de las historias. Supuestamente, los niños que sobrevivieron a la experiencia nunca hablaron de lo sucedido, pero eso no impidió los cuentos de horror. En

Halloween

siempre

eran

impresos

grotescos

dibujos

que

representaban a los niños rasguñando ventanas cerradas con llaves. Sus caras eran parecidas a las del famoso cuadro El grito de Edvard Munch, haciendo todo esto parecer la pesadilla de alguien. En pocas semanas, las historias y las imágenes desaparecían de nuevo. Años después, tres de los niños, según cuenta la historia, volvieron a Charlottesville justo antes del incendio. Papá me dijo que él y mi madre nunca conocieron a ninguno de ellos. Algunas personas creen que la hermana mayor comenzó un romance con el abogado, marido de su madre y que su madre, conducida por la locura, fue realmente la responsable de iniciar el incendio en el que murió Olivia Foxworth, esposa de Malcolm, que para entonces ya era inválida. Los detalles siguen siendo vagos y ninguno de los hechos ha sido justificado. Aún después de que la mansión fue reconstruida, cuando otro Foxworth se mudó muchos años más tarde, sólo hizo todo más interesante. Nunca pude entenderlo. Si era cierta la historia de los niños encerrados en el ático, ¿por qué querrían volver a Charlottesville, por no hablar de Foxworth Hall? Era como si un preso quisiera regresar a su celda

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en la cárcel. ¿Por qué revivir recuerdos tan dolorosos? A menos que la historia fuera producto de una imaginación salvaje, ¿por qué el esposo de su madre querría tener un romance con alguien tan joven? Quizá más importante, ¿por qué ella querría tener un romance con él? Nadie sabía dónde estaban los hermanos mayores ahora. Algunos dicen que cambiaron sus nombres y abandonaron el país. Los primos que se mudaron a la segunda mansión nunca dijeron nada a nadie, incluso si Bart Foxworth hubiera dicho algo, nadie le habría creído. Parecía ese juego de la fogata, donde alguien dice un secreto al oído de otro y ese hace lo mismo, así hasta que el secreto forma un camino de regreso. Para entonces, el secreto original está tan deformado que apenas se parece a lo que la primera persona dijo. Era como tirar de los dientes a papá para que me dijera algo. Si traía a casa algún otro rumor y persistentemente le preguntaba sobre ello, él finalmente diría “Yo no juraría que algo de eso sea cierto. Como tu madre solía decir, las exageraciones crecen más rápido que el moho en un húmedo ático por aquí. Ya te lo dije, Kristin, olvida todo esto. Sólo pensar en ello puede envenenar tu mente” ¿Sólo pensar en eso podría envenenar mi mente? No era de extrañar que Foxworth Hall fuera un punto de reunión ideal para Halloween, poblada de fantasmas, lamentos y gritos, pero ¿cómo evitar mi curiosidad por saber más? No le quería decir nada a papá, porque sabía que se molestaría, pero en muchas ocasiones cuando algún nuevo compañero era presentado en la escuela o en una fiesta, había alguien que decía “¿sabías que Kristin está relacionada con los famosos niños Foxworth, al igual que su madre?” Inevitablemente, el nuevo chico preguntaría “¿quiénes son los niños Foxworth?, ¿por qué son famosos?” Entonces, alguien le iría con una de las versiones de la historia y todos me verían para que les contara más. Eran muy escépticos cuando decía “no sé más que ustedes y la mitad de lo que están diciendo, sin duda, es producto de la retorcida imaginación de alguien”. Me alejaba antes de que dijeran más sobre mí. No era como si quisiera ocultar algo, pero actuaba más bien como si me aburriera el tema.

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Por supuesto no lo estaba, ¿quién lo estaría? Todos están interesados en sus antecedentes familiares. Es natural. Había estado en muchas de las casas de mis amigas a la hora de la cena, cuando sus padres habían traído recuerdos de sus abuelos, tíos, tías y primos. Fotos de familiares estaban colgadas en las paredes. No puedo imaginar a mamá colgar alguna vez fotos de Malcolm u Olivia Foxworth, ya que no había tenido alguna. Ella tenía muchas fotos viejas de parientes, pero para este día, no sabía quién era quién y si le preguntaba a papá sobre alguno de ellos, me afirmaba que no podía recordar. Quizá estaría diciéndome la verdad, tal vez sólo estaría evadiéndome. Cada familia tenía una oveja negra, pero también parientes que están orgullosos de mencionar. Mis antecedentes familiares por parte de mi madre tenían este enorme y negro agujero lleno de terror y horror. ¿Era buena idea intentar llenarlo o era mejor cubrirlo y olvidar? Simplemente olvidar todo esto no era fácil, al menos no para mí. Era como si todos supieran que su primo lejano fue Jack el destripador. A pesar de la distancia en la relación, siempre estarían buscando un signo, alguna indicación que lo llevara al germen del mal. En lugar de María Tifoidea6 sería Kristin Locura. Si alguien se acercaba demasiado a mí, se convertiría en un idiota charlatán.

Typhoid Mary en inglés, fue una cocinera, la primera persona en EE.UU a la que se identificó como portador sano de los patógenos asociados con fiebre tifoidea. 6

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Capítulo 3

P

apá ya estaba fuera revisando algo del motor del carro. Era prácticamente miembro de nuestra familia, no podía recordarlo sin conducirlo. Cuando le pregunté por qué no compraba uno

nuevo en lugar de arreglarlo constantemente, sustituir piezas y rellenar manchas de óxido, me contestó con una sola palabra: lealtad. Cuando lo miré confundida, él continuó recitando una de sus citas favoritas “El problema con el mundo de hoy es que todo en la vida de las personas es temporal. Se extiende desde sus posesiones a sus relaciones. Tiran a la basura sus matrimonios tan fácilmente como tiran sus aparatos. Este carro nunca me ha defraudado. Sí, está viejo, no es bonito, pero está acostumbrado a mí y estoy acostumbrado a él.” Afortunadamente, una vez que conseguí mi licencia de conducir, él había decidido que debería tener un coche moderno con todos los elementos accesorios. Sin embargo, cuando tuvo que comerciar el coche de mi madre para conseguir el mío, estaba casi tan molesto como el día en que murió. Hasta este día, se negó a regalar su ropa y zapatos. Todo estaba almacenado en nuestro ático, con otras de sus cosas como perfumes, cepillos y moldeadores para el cabello. Era casi como si esperara que ella apareciera en la puerta, sonriera y dijera “mi muerte fuerte fue un terrible error, no se suponía que fuera tomada, así que ya estoy de regreso.” Por eso le encantó ver la película El cielo puede esperar. Más de una vez, le pillé mirando una puerta vacía o escuchando profundamente el sonido de sus pasos en la escalera. Las personas no mueren hasta que se olvidan, pensé. No le podía culpar por creer que ella volvería de alguna manera. De lo que recuerdo y de lo que la gente me decía, nadie esperaba que mi madre muriera así. Era una mujer de 34 años y de aspecto sano. Lo llamaron aneurisma craneal. Algo explotó en su cabeza y se desplomó un

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día en el trabajo. No murió inmediatamente. Durante años, papá tuvo un tiempo difícil para hablar de ella, pero cuando lo hizo, pude ver que él había estado sorprendido de lo bien que ella lucía en la cama de hospital. “Por eso no podía creer en los médicos” me dijo, “estaba ahí sentado, pensando que en cualquier momento despertaría y gritaría hacía fuera para ponerla en el hospital para comenzar con lo que fue tu madre” agregó. Añadía casi a cualquier cosa que me decía sobre ella “esa fue tu madre.” Lo que significaba que en su mente y en la mía era una persona muy especial. Tenía buenos recuerdos sobre ella, pero una niña de casi cinco años y medio, ciertamente no había conocido a su madre lo suficiente como debería. Sin ella ahora, no podría oír nada más de su familia. Ella era hija única. Mi abuelo paterno murió muy joven por un paro cardiaco y mi abuela materna, quién también tenía problemas de salud, murió cuando yo sólo tenía siete; por lo que tampoco llegué a conocerlos bien. El único tío y tía que tuve, fue por parte de mi padre. El hermano menor de mi padre, mi tío Tommy, vivió en California, donde trabajó como un agente en una agencia de talentos. Él nunca se casó o tuvo un hijo. Papá tiene una joven hermana, Bárbara, quien era soltera y trabaja en un banco en Nueva York. Su papá había muerto en un accidente de coche. Estaba en sus tempranos cincuenta años en aquel entonces. Mi abuela paterna vivía con la hermana menor de papá, Bárbara. Ella eventualmente sucumbió al enfisema y la neumonía. Había sido una gran fumadora, como su padre. Papá no permitía que cualquiera que trabajara para él, fumara en su oficina o en cualquiera de sus espacios de trabajo. Realmente los hizo firmar un acuerdo y despidió a un joven que fumó en su sitio. Hablé con mi tía Bárbara ocasionalmente y la visité en Nueva York en verano pasado, fue uno de los mejores viajes sin papá. Ella contantemente me invitaba para que pudiera llevarme a espectáculos y restaurantes maravillosos. Por supuesto, también invitaba a papá, pero él odiaba las grandes ciudades. “Sólo soy un muchacho de pueblo pequeño,” decía, “se

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puede sacar al niño del país, pero no el país del niño.” Le tomaba el pelo a menudo por quedarse atascado en sus caminos. Él nunca lo dejó. “Soy el que soy,” decía, “Burt Masterwood, talla única. Además, haremos todo el viaje y descubrimientos en esta familia, Kristin. Lo hice bastante cuando estuve en la Marina.” ¿Viajar y hacer descubrimientos? Me gustaría ir a la universidad, pero todavía no tenía ninguna idea definida de lo que quería ser. Por ejemplo, pensé en ser maestra. Últimamente, estaba considerando entrar en medicina, quizá investigación. Tal vez, fuese porque había perdido a mi madre cuando era tan joven o quizá debido a la leyenda de los Foxworth que se cernía sobre mí, a veces me sentía perdida en la niebla, la cosa más difícil para saber mi futuro. Yo soñaba con casarme y tener hijos propios, era más bien un sueño vago, algo que en algún momento, de alguna manera, como un príncipe guapo que monta a caballo y viene de un misterioso lugar. —Tiempo del encuentro —dijo papá cuando salió de casa y cerró la puerta—. Vamos. Cerró la capota del carro con la misma delicadeza que empleaba cada vez que hacía algo con él. Realmente lo trataba como a un viejo amigo, lleno de mecánica artritis, pero todavía ambulatorio. Algunas veces lo había atrapado mirándolo y acariciándolo cariñosamente, perdido en la memoria o sólo recordando a mi madre sentada junto a él. —¿Qué está mal con Belleza Negra7 hoy? —pregunté cuando abrí la puerta para entrar. Los asientos negros de cuero estaban arrugados y descoloridos, pero no había en ellos un rasgón; la alfombra del suelo siempre era mantenida o sustituida. —Tenemos que cambiar sus bujías, me recuerda todas las mañanas al igual que una mujer —dijo y puso en marcha el motor. Lo escuchó y

Black Beauty hace alusión al negro y hermoso caballo de una novela del año 1877. El auto de los Masterwood era negro. 7

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asintió con la cabeza—. Bujías —repitió, entonces salió de nuestro estacionamiento. Teníamos una modesta casa de dos pisos estilo reina Ana, con revestimientos de aluminio recientemente reformado, persianas negras y ventanas de panel en la bahía que papá había incorporado en la sala de estar. Todos los dormitorios estaban arriba, el revestimiento de madera de la pared rehecho. Papá reemplazó la barandilla de la escalera con una rica caoba oscura, diciendo que era algo que a mi madre le habría gustado. Todavía hacía cosas que sabía le habrían complacido. Estaba acostumbrada a que él fuera capaz de arreglar y renovar todo lo que había en nuestra casa que crecí con la idea de que todo hombre puede hacerlo. Sonreía incrédula cuando los padres de mis amigas llamaban a alguien para reparar una ventana o a un fontanero para que arreglara el inodoro. Además de ser un contratista general con licencia, papá era un plomero y electricista. “Soy un hombre práctico,” me decía con orgullo, “tu madre no estaba por encima presumiendo a sus amigos acerca de mí, haciéndome parecer Mr. Fix-It8. Pero así es como era.” Nuestra casa estaba en una calle lateral junto a una granja de caballos y explotación ganadera. Estábamos casi doce millas fuera de la ciudad de Charlottesville, en las faldas de las montañas Blue Ridge. Todos mis amigos estaban dentro de lo que mi papá llama “distancia”, por lo que nunca me sentí aislada de alguien, en especial disfrutaba pasar el tiempo con Missy Meyer, cuyo padre, Justin Anthony Meyer, fue un importante abogado que vivió en una clásica casa vitoriana de ladrillo del 1900 situada en el barrio Belmont de Charlottesville. Estaba sólo una cuadra lejos de la alameda peatonal. Papá había hecho algunos trabajos de renovación para el Sr. Meyer, estableciendo nuevos pisos y renovando un cuarto de baño.

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Mr. Fix-It, personaje de promoción para una compañía de servicios de reparación.

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—¿Cuántas personas murieron en el primer incendio de Foxworth, papá? —le pregunté una vez estando en camino, con la esperanza de que comenzara a hablar más de ello. —Hasta donde yo sé, sólo dos, la vieja señora y su yerno. —¿Ese abogado que tuvo romance con una de las nietas? —él me miró. Pude ver que tomaba una decisión. Hasta ahora, era evidente que no quería contribuir más a los detalles oscuros que rodearon a los primos de mi madre y los acontecimientos que habían ocurrido en esa gran mansión. Me había asustado cuando dijo que el sólo hecho de pensarlos podría envenenar mi mente, pero ahora era más grande, tal vez no era tan peligroso. —Eso es lo que me dijeron —explicó— pero yo no considero a nadie que sé que es algo de una autoridad. Los Foxworth eran gente muy privada y cuando las personas son privadas, la única manera de saber algo es de segunda o tercera mano. No vale nada. —¿Tú realmente crees que la abuela quisiera que sus propios nietos murieran y de alguna manera fuera responsable por la muerte del niño pequeño? —Nadie, que yo sepa, ha probado algo como esto —él dijo—. Es una historia desagradable, Kristin, ¿por qué insistir en ella? —Ya sé, pero probablemente no mucho más desagradable de lo que muestran en el cine —asintió con la cabeza. —Te concederé eso. —También hay un montón de historias como ésta en la noticias de hoy, papá. —Mira, soy como muchas de las personas de aquí, Kristin. Lo que sé sobre las tragedias de Foxworth son poco más que chismes y los chismes son sólo una cabeza vacía que contempla una lengua ejercitarse. —¿Crees que el cuerpo del niño esté enterrado en algún lugar de la propiedad? Algunos creen eso.

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—No voy a aventurarme a hacer una suposición sobre esto y no voy a ser uno de los que propaguen la historia, Kristin. ¿Sabes lo difícil que es vender una propiedad en la que alguien murió? La gente se asusta. Mira cuánto me ha llevado mover esta propiedad y no hay ninguna razón para esto, a pesar de que la casa se quemó dos veces. Es tierra privilegiada. —¿Cómo se quemó por segunda vez? He oído que fue un problema de cable eléctrico —Eso es todo —dijo— fue abandonada, por lo que nadie se percató hasta que fue demasiado tarde. —También oí que el hombre que vivió ahí inició el incendio porque creía que tenía el diablo dentro de ella —papá sonrió. —No hay prueba de incendio provocado. Todo esto sólo se añade al molino del rumor. —¿La misma casa se incendia dos veces? —dije. Él me miró y luego miró hacia adelante. —El mismo rayo puede caer dos veces en el mismo sitio. No hay gran misterio. Hizo un giro y nos inició en el, ahora infame, camino hacia Foxworth, pasando por granjas de vacas en el camino. Ha habido varias ocasiones en las que estuve tentada de utilizar mi nueva licencia de conducir e ir yo y uno o dos de mis amigos hacia Foxworth, pero de alguna manera el aura de terror oscuro flotaba delante de mí cuando lo consideré, incluso en plena luz del día. Y yo no quería que ninguno de mis amigos supiera que tenía un interés en las leyendas de Foxworth. Esto sólo animaría sus insinuaciones que podría haber heredado la locura. —¿Mamá nunca te habló sobre lo qué pasó, papá? —¿Te refieres al primer incendio? —No, a todo esto, especialmente los niños del ático. —Sus amigas estaban siempre tratando de averiguar, ya lo sé, pero les decía algo como, "no es correcto hablar de los muertos", como si fuera cuento de hadas de los hermanos Grimm o algo y que eventualmente

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terminaría. Pero eso no significa que no siga tratando. Un entrometido se tiene que mantener ocupado. —¿Ella habló sobre esto contigo? —él me dio esa mirada otra vez, la expresión que me dijo que estaba considerando mi edad y lo que debía decir. —Te lo dije, Kristin, es todo rumores, incluso lo que tu madre sabía y lo que se nos dijo años más tarde. —Soy toda oídos —contesté. Sacudió su cabeza. —Voy a lamentar esta conversación. —No, no, papá. No seré una de las que cuentan historias en la escuela —añadí, era una de sus expresiones favoritas. Sabía que él amaba usarla y lo recordé. —Tu tío Tommy dijo una vez que había conocido a uno de los criados de la casa original en el tiempo en que los niños, supuestamente, fueron encerrados en el ático. Salió a Hollywood a lanzar la historia para una película, y Tommy lo oyó. Nos llamó inmediatamente después. —¿Qué dijo? —Dijo que el hombre afirmaba que estuvieron ahí por más de tres años. Una chica, que tenía aproximadamente doce cuando los encerraron, un muchacho de catorce y unos gemelos, niño y niña, tenían cerca de cuatro. Su padre murió en un accidente automovilístico y supuestamente no les dejó suficiente dinero ni para arreglar los tacones de sus zapatos. Malcolm Foxworth estaba bastante enfermo para entonces, pero aguantó durante unos años más. La historia era que él no pondría a su hija en su testamento si tuvo hijos con su marido. —¿Tú sabes por qué? ¿Él no lo dijo? —Era muy vago sobre ello. Tommy, que oye muchas historias, dijo que estaba seguro que el hombre arreglaba la mayor parte de la historia, lo suficiente como para vender una película. —¿Concuerda con todo lo que habías escuchado o sabías ya?

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—Te digo, realmente nunca supe lo que era verdadero y que no. Lo que sé de lo que me dicen los abuelos9 es que Malcolm Foxworth fue un aficionado real de la Biblia, uno de los que creen que Satanás está por todas partes, así que él era muy estricto. Cualquiera quien fuese su hija le hizo enfadar, el perdón era una parte del cristianismo que él descuidó. Eso es lo que tu madre diría. Incluso, nunca le gustó ser reconocida como pariente lejano, y te digo la verdad, ella se estremecía cada que alguien lo sacaba a flote. Estaría enojada conmigo por decirte tanto rumor. —¿A sí? —le pregunté, ignorándolo—. Al menos dime también qué te dijo mi tío Tommy —a pesar de su renuencia, yo creía que él tenía un rollo. Ya había dicho diez veces más de lo que jamás había dicho antes sobre la historia de la familia Foxworth. —Según la historia que el hombre contó, los niños estaban ocultos allí, así que Malcolm no sabía que existían —¿Así que eso es realmente cierto? —Ya te lo dije, el hombre estaba intentando vender la historia para la película. —Pero incluso en su historia, ¿por qué esa cuestión, sin saber que existían? —Supongo que Malcolm pensaba que eran hijos del diablo. De todos modos, tu tío dice que este criado, que era la fuente principal para la historia, jura que el anciano sabía y disfrutó con su sufrimiento. —¿Su propio abuelo? Ugh10 —dije. —Sí, de hecho. Así que ya no hablemos de él. Está lleno de distorsiones, mentiras y un montón de ugh. Me quedé quieta. ¿Cómo se hizo la verdad tan torcida? ¿Por qué nadie estaba seguro de nada sobre esto? —Es todo un lío —murmuré finalmente. Old-timers, en español abuelo/viejo. En EE.UU se acostumbra decirle “abuelo, abuela” a una persona de la tercera edad. 10 Ugh, se utiliza para expresar disgusto u horror. 9

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—Sí, qué lío, así que olvídalo —él sonrió—. Estás luciendo más como tu madre cada día, Kristin. Tienes mucha suerte, yo tengo una taza como rostro. —No, papá. ¿Además, si así fuera, por qué mamá se casó contigo? — sonrió. —Algún día te diré cómo conseguí que esa mujer dijera “acepto”. —Ya lo sé. Ella se casó contigo porque sabía que podías arreglar un grifo que gotea. Y esa es sólo la forma en que fue —se rió. Si pudiera, se habría inclinado y me habría besado, pero no quiso mostrarme cualquier hábito de conducción pobre, sobre todo ahora que estaba en el auto. Nos rodeó. Ahora estaba justo delante de nosotros, y pude sentir mi respiración acelerarse. Fue como abrir una puerta trabada desde hace siglos. Detrás se encontraba las respuestas a todos los secretos. O posiblemente nuevas maldiciones. De alguna manera sentí que estaba finalmente al borde de averiguarlo.

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Capítulo 4

M

e sentí decepcionada cuando nos acercamos a lo que quedaba del segundo Foxworth Hall, que supuestamente, era un duplicado de la primera. Lo que parecía más un

montón de escombros que el esqueleto de la, una vez orgullosa e imponente, mansión llena de misterio y secretos. Había malezas que crecían alrededor de las tablas carbonizadas y piedras. Fragmentos de vidrio roto pulido por la lluvia, nieve, y viento. Cualquier cosa, de cualquier color, era descolorida y sin brillo. Tuberías oxidadas colgaban precariamente, y los restos de una gran chimenea parecía que se desmoronaban constantemente, incluso ahora delante de nuestros ojos. La mayor parte de las tierras estaban descuidadas e invadidas por arbustos silvestres y malas hierbas que brotaron a través de la entrada desmenuzada. La hierba larga descolorida estaba lista para cortar como heno. Cuatro grandes cuervos se refugiaban en las paredes de piedra, mirando como si reclamaran el lugar. Ellos irrumpieron en una ráfaga de alas, y con una calidad de imagen y sonido enojado, volaron cuando nos acercamos. Junto con roedores e insectos, seguramente había peleado el derecho a todo hace unos años. Por otra parte, parecía tan tranquilo y congelado en el tiempo, como cualquier cementerio raramente visitado. Otro camión ya estaba estacionado cerca de la mansión arruinada. Reconocí a Todd Winston, uno de los hombres que habían estado con papá durante años. Todd se había casado con su novia de la preparatoria, Lisa Carson, después de que ella había conseguido su certificado de enseñanza y comenzado a enseñar en quinto grado. Tres años después, tuvieron a su primer hijo, una niña llamada Brandy, y dos años más tarde tuvieron a Josh. Papá sólo era diez años mayor que Todd, pero Todd le trataba más bien como padre que un hermano mayor. Siempre buscaba la aprobación

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de papá. Tenía una barba y una cabellera rubia llena de fresa11 a juego que parecía que era alérgico a un cepillo la mayor parte del tiempo. —La propiedad tiene un lago que se alimenta de corrientes subterráneas de la montaña —me dijo papá—. Está a la izquierda, con una caminata de quince o vente minutos, por si quieres verlo —dijo—. Vamos a estar aquí por lo menos dos horas, más o menos. Ninguna queja sobre ello —me advirtió—, tú quisiste venir. —No me quejo. He cancelado todas mis citas importantes para el día, incluso el té con el gobernador. —Chica

sabia

—masculló

papá,

apretando

los

dientes,

pero

sonriendo. —Ya he visto a dos familias mapache que no nos apreciarán a nosotros arrasando con todo esto, por no hablar de los cuervos —dijo Todd tan pronto como salimos de la camioneta—. Hola, Kristin, ¿tu padre ya te puso a trabajar en construcción? —No, sólo vine a pasear. —¿A pasear? —Asentí entre los escombros. —Sólo quiero verlo todo de cerca —le dije. Él asintió con la cabeza y miró lo que quedaba de la mansión. —Es difícil de creer que una vez fue el lugar que la gente describe con un salón de baile y toda con magníficos candelabros, ventanas con vidrieras artesanales elaboradas en madera. Las personas que viven en las casas como ésta por lo general no se les queman. Los ricos no mueren en los incendios. —Una gran tontería, agua y fuego no discriminan —papá dijo— además, es la manera en la que el mundo terminará si no encontramos un mejor camino, y sólo Dios sabe, estamos trabajando en ello. —Gracias por la alegre noticia, Burt —dijo Todd—. ¿Dónde quieres comenzar?

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Strawberry-blond, denota que el cabello es de un color rubio-rojizo claro

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—Empezaremos en el extremo este, aquí —contempló todo esto un momento y luego asintió con la cabeza—. No construyen propiedades como ésta ya. Es la original. ¿Quién construiría algo como esto ahora? Está la generación de la satisfacción inmediata, incluida la casa instantánea abofeteada con la lengua y brillo. —Amén a eso —dijo Todd. Decía Amén a cualquier cosa que papá pronunciaba, pensé. Él no tenía mucho de un mentor en su propio padre, quien papá dijo que era tan inútil como un tornillo sin cabeza. Él pasó la mayor parte de su tiempo de enfermería como un bebé en una botella de cerveza y era uno de los accesorios del bar de Hymie, al sureste de la ciudad. Papá me miró con esos ojos expectantes. Ahora que estaba aquí, él estaba anticipando mi decepción. No había nada sensacional para ver; no había pistas sobre lo que había pasado aquí la primera o segunda vez. No había manera de entender o imaginar lo que la mansión había sido alguna vez. Vi las patas de mesas y sillas, piedras desparramadas; pero los restos de bellas imágenes, estatuas, cortinas y lámparas se quemaron y quedaron carbonizadas, eran irreconocibles. Ciertamente no había mucho para mí. —Estaré bien —dije— tomaré ese paseo por el lago. —Ten cuidado —dijo papá. —Cuidado con los fantasmas —dijo Todd. —Cuídate tú mismo —le dijo papá y Todd se rió. Comenzaron en la mansión y primero caminé alrededor de todo. Yo seguía mirando hacia arriba, tratando de imaginar la forma en que la mansión era, cuál es en realidad, y dónde se encontraría exactamente el ático en el que los niños pasaron más de tres años. ¿Habrían tenido alguna opinión? Tal vez podrían haber visto el lago. ¿Y si tenían, habría hecho que las cosas fueran más fáciles o más difíciles, mirando sitios a los cuales no podían ir y disfrutar? El bosque de los alrededores era espeso, desde mi opinión los árboles eran tan altos, apenas podía distinguir algunas colinas a lo lejos y hasta eso sólo las tapas de las mismas. Pero habían pasado

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décadas desde que habían estado aquí. Los árboles no estaban tan altos en aquel entonces. Vi que papá y Todd comenzaron a medir partes de la estructura restante, moviendo la madera carbonizada e inspeccionando las paredes de la mansión con cuidado, como si esperaran que algo grotesco saltara sobre ellos. Ahora mismo, era difícil imaginar algo aterrador sobre Foxworth. Parecía una de las estructuras devastadas en bombardeos durante la segunda guerra mundial que hemos visto en el cine en clase de historia. Sin embargo, sabía que existían adultos quienes creían que, si estaban dentro de los restos en la noche, oían gritos y llantos, incluso risas y susurros. ¿Todas las casas mantienen los sonidos de los que han vivido en ellas, absorben en sus paredes como una esponja absorbe el agua y luego, en la tranquilidad de la noche, después de que son abandonadas o dejadas, esperando la bola de demolición, libera los recuerdos para deambular por las habitaciones y resucitar los momentos felices o los tristes? Comencé a hacer mi camino hacia el bosque y luego caminé lentamente por éste. La mayoría de las hojas se habían caído por el reciente viento y la lluvia, pero algunas se aferraban decididamente a sus ramas, las demás inundaban el bosque con sus brillantes colores amarillo, marrón y ámbar. Donde había pinos gruesos, había sombras. Vi conejos y creí ver un zorro, pero no estaba segura, ya que se movió rápidamente fuera de mi vista. Aproximadamente, quince minutos más tarde, llegué al borde del lago que mi padre había descrito. Los patos habían ido ya al sur. Había pocas aves, de hecho, ni siquiera los cuervos que había visto. De todos modos, el lago estaba solitario y plateado, con nubes reflejadas en los círculos pequeños de la superficie, creados aquí y allá por las moscas. Casi a mitad de camino alrededor del lago, vi lo que pareció un muelle derrumbado, la mayor parte de él bajo el agua. Me acerqué buscando signos de peces o tortugas en el agua mientras caminaba, de repente, me paré y estremecí. Las rocas y la hierba debajo de la superficie del estanque en un punto habían tomado, de alguna manera,

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la forma de un pequeño niño. Sabía que no era real, pero se parecía tanto a un cráneo y un esqueleto que abrió la boca y se alejó. Un niño muerto muy bien podría estar en el lago. ¿Por qué no? Un lago sería un lugar perfecto para ocultar a un niño muerto, colocarlo ahí y dejarle hundirse hacia la oscuridad de abajo. Cuando cerré los ojos, lo imaginaba mirando hacia arriba desde el fondo, con sus ojos vidriosos. El clima estaba repentinamente mucho más frío. Me pareció escuchar un búho, pero era poco común en el día. ¿Qué era esto? Me abracé, girando, y emprendí el viaje de regreso, moviéndome más rápidamente ahora, realmente trotando y luego reduciendo la velocidad. Cuando salí del bosque, pude ver que papá y Todd se habían desplazado tres cuartos de la propiedad, haciendo su evaluación. Papá alzó la vista, me vio y llamó con señas. —¿Encontraste el lago? —preguntó al acercarme —Sí, pero parece tan frío y abandonado con tanta maleza alrededor de él. Estoy segura que alguna vez fue muy bonito —no quise mencionar el sonido extraño que había oído. Todd podría comenzar a embromarme otra vez. —Probablemente sea buena la caza de patos en primavera —dijo Todd—, pero la tierra ha sido publicada por años. —Encontramos algo —dijo papa cuando los alcancé—. Por lo que parece, pensamos que era parte de la casa original. Cuando el segundo Foxworth Hall fue construido, no hicieron mucho sobre el sótano original. —Nadie puede leer lo que pasó en una casa como tu padre —dijo Todd—. Sabes que ha sido llamado para evaluar algunas propiedades que se incendiaron dónde podría haber ocurrido un asesinato o algo. —Muy bien, suficiente de eso —dijo mi padre. Yo no sabía de esas cosas, pero ahora mismo no estaba tan curiosa sobre otras casas o historias como estaba de ésta. ¿Qué encontró? ¿Habían encontrado los restos del niño? Probablemente no. No parecería tan ocasional sobre esto.

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—Todd movió algunas placas que tuvieron que haber estado en el sótano original y cambió unas cosas, y esto apareció —papá asintió con la cabeza hacia una caja metálica marrón oscuro, aproximadamente siete u ocho pulgadas de largo y seis pulgadas de ancho—. Está cerrada con llave —siguió— Podría significar algo valioso lo que esté dentro. Me arrodillé junto a ella, tenía un montón de moho. —Mira lo que fue rayado en el costado —dijo Todd y volví a mirar. —Es una fecha: 11/60. Es de noviembre de 1960. Más de cincuenta años —dije. Todd asintió como si nos hubiéramos encontrado con algo que perteneció a un museo y estuvo junto a las ruinas egipcias. —Tal vez hay millones de dólares en joyas en su interior —dijo. —Viejas joyas valen más, ¿no es así? —preguntó mi padre—. Tal vez un cameo de cien años o algo —ofreció mi padre. Alcé la vista hacia él. ¿Era en serio? ¿Realmente? —O miles en efectivo. La gente solía guardar el dinero debajo del colchón, especialmente alguien como el anciano Foxworth, oí que fue un verdadero tacaño a menos que fuera para la Iglesia, —dijo Todd, deseando que nos encontráramos con dinero. Papá le sonrió. —Bueno, no es malo. Las personas aún esconden dinero en sus hogares. Temen que los bancos encuentren alguna forma de robar. De todos modos, Kristin, te esperamos que para abrirla. ¿Lista? —Seguro. Sacó un martillo de su cinturón de herramientas y se arrodilló junto a mí. A continuación, puso la espalda del martillo bajo el cierre y comenzó a la fuerza hacia arriba. Cedió rápidamente porque estaba tan oxidada. Me dio la caja. —Ábrela tú —dijo.

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Capítulo 5

L

entamente, levanté la tapa y miré fijamente el fondo de la caja. No había joyas, y no había dinero. Sólo había lo que parecía un diario encuadernado en cuero. Lo arranqué con cuidado y se lo

mostré a mi padre y Todd. —Tal vez tenga un mapa del tesoro, o algo —Todd dijo, decepcionado. Abrí la cubierta con cuidado, ya que las páginas eran amarillentas y frágiles. —No, en realidad es el diario de alguien —dije. —A menos que sea de Thomas Jefferson no hay dinero en ella — declaró Todd lastimeramente. Papá sonrió y se encogió de hombros. —Es muy probable. Estamos por terminar aquí. La tierra está en muy buena forma. Quien quiera que sea el comprador, podría construir en ella si quiere. Voy a hacer unas notas y nos dirigiremos hacia fuera. Devolví el diario a la caja y fui a nuestra camioneta. Después de que entré, puse la caja sobre el asiento, luego me recosté y saqué el diario otra vez. La primera página identificaba de quién era. Se leía: El diario de Christopher.

Pensé

por

un

momento,

¿Christopher?,

¿quién

era

Christopher?, ¿fue uno de los sirvientes o parientes de Malcolm Foxworth? Leí la primera página. Cuando yo tenía 12 años, leí El diario de Ana Frank. En primer lugar, estaba interesado en él porque fue escrito como un diario, y cuando alguien escribe un diario, él o ella, por lo general, no esperan que alguien más lo lea. Un diario es como un mejor amigo, alguien a quien se puede confiar sus más profundos secretos y pensamientos con seguridad. Realmente no tengo un mejor amigo. Éste sería lo mismo. Pienso que lo que está en un diario tienen que ser las palabras más sinceras que

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alguien pueda escribir sobre sí mismo y sobre la gente que él o ella ama; y la gente que él o ella conoce. ¿Cómo mentir en un diario?...

Miré hacia arriba cuando papá abrió la puerta para entrar. Desenvolvió su cinturón de herramientas y lo puso detrás del asiento. —Así, ¿qué tienes? —preguntó cuando se puso al volante. —Un diario de alguien llamado Christopher —¿De verdad? —encendió el motor. —¿Sabes quién era? —comenzó a girar el carro para irnos. Todd sonó su bocina hacia nosotros a nosotros, y papá saludó detrás. —¿Christopher, eh? Bueno, podría ser uno de esos niños del ático. Me parece recordar ahora que el joven mayor fue llamado Christopher —me miró—. Podrían ser sólo tontas divagaciones de alguien, Kristin. Más basura sobre la familia Foxworth. No gastaría mi tiempo leyéndolo —miró el diario. Lo guardé en su sitio—. Qué lugar era —continuó cuando nos habíamos alejado de la propiedad—. La tierra con un lago como ese... La compraría yo mismo si tuviera el dinero. Qué mal que no había nada en esa caja, o por lo menos valiosas joyas. Haríamos una oferta. Miré el diario otra vez. Tal vez valía más de lo que papá pensaba. No había manera de saber sin leerlo, pero no quise leerlo mientras íbamos en coche. Nunca me gustó leer en un coche o en el camión mientras se movía. Me mareaba. La escritura era toda una secuencia, pero era un escrito cuidado y limpio que, aunque ligeramente había desaparecido en lugares, era bastante legible. Tuvimos que parar en el mercado de artículos básicos en el camino de regreso a casa, así que por un tiempo, puse el diario fuera de mi mente y me concentré en lo que necesitábamos. Cuando llegamos a casa, primero ayudé a llevar las bolsas de comestibles, después de que todo fue guardado en su sitio, volví a la camioneta y tomé la caja metálica. Papá estaba en el teléfono

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haciendo un informe sobre la propiedad para el presidente del banco, fui más allá de él y subí por las escaleras hasta mi habitación. Me quité el suéter y me puse cómoda antes de fijar mis almohadas y sentarme en mi cama con la caja junto a mí. La abro y saco el diario otra vez, muy cuidadosamente, comienzo a dar vuelta la página después de la línea “¿cómo mentir en un diario?” …Años más tarde, recordaría El diario de Ana Frank por otra razón, la más dramática. Al igual que Ana Frank, mi hermana Cathy, nuestro hermano Cory, su gemela Carrie, y yo, nos vimos obligados a escondernos de nuestros abuelos en el ático. No nos escondíamos de nazis, por supuesto, pero por el modo que nuestra madre describió a su padre y el modo que nuestra abuela Olivia nos trató, probablemente no nos sentimos con mucho menos miedo que Ana Frank. El padre de Ana Frank hizo publicar su diario. Quiso que el mundo supiera su historia, ¡su historia! Cada uno ve la misma historia de un modo diferente. Mi hermana vio de nuestra historia un lado y yo vi el otro. Cuando empecé a escribir esto, no lo hacía porque me pareciera que era tan importante decirlo de mis ojos, mis oídos y recuerdos. Pero ahora lo hago. Así que voy a ser más cuidadoso sobre lo que escribo… Hice una pausa para tomar aliento. ¿Es esto lo que creía que era? La conjetura del papá sobre quién fue Christopher podría ser era correcta, pero lo que es más importante, esto no era un senderismo tonto como había dicho. Estaba tan bien escrito. Estaba emocionada y me pregunté si debería llamar a Lana o Suzette. A todos mis amigos les gustaría saber sobre esto. Alcancé el teléfono y luego me paré. No. Creía que había algo sobre el diario que exigía el respeto. Aunque Christopher escribiera bien porque había llegado al punto donde quiso que su opinión fuera conocida, me sentí muy especial siendo la primera en leerlo. Debería leer todo esto primero y no decir a cualquiera sobre ello hasta que lo hubiera terminado, decidí. Era casi una misión sagrada. Tal vez yo estaba destinada a ser la que lo descubriera,

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porque era un pariente lejano. Tal vez, otros no lo vean así, pueden verlo como algo sensacional, y decirme que lo envíe a un supermercado como un trapo o algo parecido. Ya podía escuchar a Missy Meyer diciendo: "Quizá puedas obtener una gran cantidad de dinero por él. Yo le pido a mi padre que lo estudie. El periódico local podría pagarte y serializarlo. ¡Podrías ser famosa y ganar mucho dinero! ". No gracias, pensé. Esto era muy especial. Regresé al diario, ahora determinada a leer todo lo que pudiera antes de irme a dormir. …Hay veces que pienso en lo que nuestras vidas fueron a mediados de los años cincuenta. Las recuerdo con la forma en la que se podría recordar un sueño. A menudo, tengo sueños que son tan intensos que no estoy seguro de cuánto era fantasía y cuánto de él era real. Hay tanto que quiero que sea verdad, pero no soy el tipo de persona que se sienten cómodas con el autoengaño. Siempre he tenido mucho en qué pensar, así que en realidad no es tan inusual para mí haber decidido mantener un diario. Mis pensamientos son muy importantes para mí. Este diario será una forma de mantener mi historia, nuestra historia, auténticamente. Nada que mamá, Cathy y papá hayan dicho será tan fácil recordar más tarde cuando sea mucho más viejo si no me acuerdo de anotar lo que era importante tan pronto como puedo. No hice esto en seguida. Seguí diciéndome que los diarios eran algo para las muchachas, no muchachos. Entonces leí sobre algunos diarios famosos en la literatura y, por supuesto, los capitanes de los buques de los registros, todos escritos por hombres, y pensé, esto es tonto. No hay nada absolutamente femenino sobre la anotación de tus pensamientos, sobre la captura de tus sentimientos. Sólo no haría algo tonto como escribir el “Querido Diario”. Escribiría sólo cómo pasó todo y sería tan exacto como pudiera.

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Me compré este diario yo mismo con mi dinero, pero nunca le dije a nadie que lo tenía, ni siquiera a mi padre, que estaba interesado en todo lo que hacía y mis pensamientos. Me parecía que todo el punto de llevar un diario es mantenerlo el secreto hasta que llegue la hora de dejar que otros lean, si esa es su finalidad. Y no sería nada bueno si fuera hecho enigmáticamente, de modo que la gente tuviera que descifrar lo que quise decir aquí y lo que quise decir allí. Por eso tengo que ser tan honesto como puedo sobre lo que vi, lo que oí, y sobre todo lo que sentí. Como Otto Frank, creo que es importante que más gente sepa lo que realmente sucedió con nosotros antes y después. Cathy solía llamarnos flores en el ático, marchitándose lejos. Le ayudaba a pensar de esa manera. Pero no éramos flores. Éramos niños jóvenes, hermosos que esperaron que aquellos que nos amaron siempre nos protegieran aún mejor de lo que nosotros podríamos protegernos. Además, no puedo pensar en nosotros de alguna manera simbólica. No éramos las creaciones de la imaginación de alguien. Éramos niños carne y sangre real. Estábamos encerrados, no sólo por la avaricia egoísta, sino por corazones crueles que utilizan la Biblia como un club para golpear el amor que llevamos en nuestros corazones inocentes. Lo que ocurrió y lo que nos pasó es demasiado importante como para simplemente dejarlo desaparecer en las memorias agonizantes de aquellos que vivieron esto… —Hey, tú —dijo papá desde la puerta de mi cuarto. Había estado tan envuelta en mi lectura que no lo escuché subir. Dijo que ya había estado llamándome. —Oh, lo siento papá, no te escuché. —¿No vas a tomar el almuerzo hoy? —¿Ya es mediodía? —Tienes un bonito reloj, Kristin y cuatro más en esta habitación.

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—No tengo cuatro relojes, sólo el de osito de felpa y el despertador de The Beatles que encontraste en una vieja casa. —Está bien, me haré un sándwich de jamón y queso. ¿Quieres uno? —Sí, gracias, papá. —¿Por qué no me dices si quieres pollo con pasta o pastel de carne para esta noche? —Sabes que soy fan de tu pastel de carne, papá. —Ajá… ¿Y qué te tiene tan entretenida? ¿Qué es esto después de todo? —Tenías razón, es el diario del hermano mayor. Como creía que podría ser, la historia contada desde su punto de vista. —¿En verdad toda la historia? —Eso creo, acabo de introducirme en ella. Se quedó allí pensando. Estrechó sus ojos y torció suavemente la esquina izquierda de su boca, como hacía cada vez que algo le preocupaba. —No sé si deberías leer esto, Kristin. —No seré corrompida por él si yo no me he corrompido ya por otras cosas que he leído... —Hmm —murmuró, —siempre hay una primera vez. —Oh, papá. Además, finalmente sabré lo que realmente sucedió. Quiero saber —dije. —No estoy muriendo por saber —respondió—. Y eso no puede ser la verdad. Las mentiras pueden ser escritas como habladas, tú lo sabes— comenzó a dar vuelta. —Estaré abajo en unos pocos minutos —dije. —¿Significa esto que no vas al centro comercial hoy? —Sí, papá, es lo que significa —dije riendo. Él sonreía mientras se alejaba. Volví al diario con hambre de noticias del mundo exterior, al igual que podría estar una persona encerrada en un ático durante años.

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Los primeros días. (Christopher Dollanganger) A Cathy le gusta pensar en nosotros como personas de clase media que llevan una vida normal en la pequeña ciudad de Gladstone, Pennsylvania. Basa esta afirmación en el hecho de que nuestra casa no es la más grande o mucho más pequeña que cualquier otra casa en la calle y que nuestro padre conduce un modesto Chevy. No sé por qué es tan importante para ella pensar en nosotros como algo ordinario. Yo no me considero así. Cuando se lo dije el día de hoy, ella me miró extrañamente. Incluso parecía un poco disgustada. Pienso que ella que cree que ser ordinario hace su caja fuerte o algo. Y también sé que cree que todos los niños de familias ricas son esnobs, sobre todo Lucille Tompkins, cuyo padre posee cuatro joyerías. Una de sus amigas le dijo lo que la palabra ‘esnob’ significa, y le preocupa que alguien le pueda llamar así. Tengo el presentimiento de que alguien le dijo que yo era un esnob y no supo qué decir o cómo defenderme. Recuerda que no fuimos los primeros en conseguir un televisor y actúa como si fuera algo de lo que podemos estar orgullosos, pero por lo menos hemos adquirido uno aproximadamente al mismo tiempo que nuestros vecinos; los Milestone tienen uno y el Sr. Milestone fue gerente del supermercado más cercano. En realidad, Cathy es la que se convierte en un esnob. Cree que somos mejores que la gente rica aunque no tengamos tanto, porque la gente rica no ama tanto. Le dije que esto era ridículo, y me dijo que yo era el ridículo. No sé por qué me molesto en explicarle cosas ahora. Su cerebro no está lo bastantemente desarrollado para entender

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pensamientos serios o complicados. Realmente, puedo compadecerla y entender por qué siempre está tan aturdida sobre nosotros. Mamá no tiene un costoso abrigo de piel, pero tiene ropa muy bonita, de moda, a menudo ahorra todo lo que puede para comprar algo con estilo. De hecho, Cathy no sabe esto, pero he visto a mamá buscando, a través de los pantalones de papá y en los bolsillos de su chaqueta, dinero que él hubiera olvidado allí. Incluso sé dónde lo esconde, en una caja de zapatos en el fondo de su armario. Si papá nota el robo, no dice nada que yo sepa. Por supuesto, me he preguntado por qué ella no simplemente le pide el dinero. Tal vez piensa que las cosas que quería comprar eran tontas. O tal vez, sólo se siente culpable por gastar dinero en otras cosas innecesarias. Ella puede razonar si se roba el dinero, porque estaba en el bolsillo y parece un pequeño cambio. Yo no diría esto en su cara, pero mamá lo hace a menudo. Cuando aprendí lo que significaba, asentí a mí mismo. Es como decir mentiras blancas, excusas, pero al hacerlo te dices que estás protegiendo a alguien, mantienes lejos a una persona de ser lastimada, a menudo a ti mismo. Papá trabaja tan duro por lo que tenemos. Se sentiría mal si creyera que ella se aprovechaba de su confianza. No quisiera ver lastimado a alguien, en especial a nuestra madre. Estoy de acuerdo en que ella tenía un modesto anillo de boda, pero con el paso de los años hizo que mi padre le comprara algunos collares, aretes y pulseras bastante caros, probablemente aun cuando no nos lo podíamos permitir. Tal vez él tiene buenas ofertas con el padre de Lucille Tompkins. Las joyas, sin embargo, no fueron nada que la hiciera ver ostentosa. Mi padre tenía un buen sentido del gusto. Muchas veces, nos dijo que algo no tiene que ser grande para ser hermoso o sobresaliente. Lo recuerdo diciéndonos recientemente a Cathy y a mí, “la sutileza es tan eficaz en la vida como lo es en la publicidad, niños.” Él debe saber,

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pensé. Papá está en el sector de las relaciones públicas, trabaja para un fabricante de equipo que necesita una gran cantidad de promoción. Cathy es demasiado joven para entender lo que él entiende por sutileza. Después, intenté explicarle a ella, pero meneó la cabeza y me dijo que yo usaba demasiadas palabras grandes y si seguía llenando mi cabeza con más y más palabras grandes, iba a explotar. No sé dónde consigue esas ideas idiotas. Ella odia leer. Creo que odia hacer algo sola, y esta es la razón por la que no lee mucho. Es dos años más joven que yo, pero estoy convencido de que podría haber entendido lo que me estaba diciendo cuando yo tenía su edad. Soy y siempre fue un ávido lector, a excepción de una B en historia de quinto grado en último trimestre, injustamente dado por el Sr. Firth, un hombre congestionado, con las mejillas caídas y una barriga que parecía que había tragado una sandía entera, siempre he sido un estudiante A+. El Sr. Firth tiene dientes amarillos como el maíz por fumar cada vez que puede. Lo veo correr hasta la sala de profesores entre las clases o durante el almuerzo. Siempre tiene enrojecimiento alrededor de los ojos que le han diagnosticado recientemente como rosácea ocular, una enfermedad crónica que tiene muchas causas posibles. Mi padre me dio un Manual Merck12 este año, y lo devoré. Él me lo compró porque incluso en esta edad temprana, estaba haciendo preguntas sobre padecimientos, enfermedades y cirugías que existían. "Tenemos un potencial médico en nuestro medio, Corrine", declaró en una cena, y luego me entregó el manual. Parecía usado, pero eso a mí no me importaba. Los libros se pueden mojar y arrugar, y las viejas páginas del libro se pueden hacer amarillas, pero las palabras no desaparecen durante un largo tiempo. Una vez papá dijo, “Un buen libro es como un 12 El manual Merck de diagnóstico y terapia es un libro de texto médico sobre enfermedades y tratamientos.

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buen vino. Su sabiduría envejece y se vuelve más valiosa con el tiempo.” Él me guiñó un ojo cuando lo dijo porque sabía que yo creía demasiado. Mamá sólo sacudió la cabeza como si papá y yo viviéramos en nuestro propio mundo, Cathy hizo una mueca y dijo, "Ugh, el olor de los libros antiguos" Sé que los otros niños de mi edad estaban extasiados con nuevas motos, juguetes de construcción, trenes eléctricos, nuevo trineos y guantes de béisbol, pero este manual es el regalo más emocionante que papá nunca me había dado, y es mi posesión más preciada. Él incluso escribió dentro de la cubierta: "A nuestro futuro Dr. Dollanganger. Para sanar y proteger a las personas en su dolor. Con amor, papá." Yo leí y releía la dedicatoria cada noche. Para mí se trata de una especie de oración. Probablemente al hombre que más respeto después de mi padre es el médico de cabecera, el Dr. Bloom. Tiene una oficina en su casa y vive con su madre. Él no es un hombre viejo, pero es más viejo que la mayoría de los hombres cuando se casan. No creo que sea porque no le gustan las mujeres ni nada. Yo creo que es porque está muy dedicado a su trabajo sagrado de la curación. Sin embargo, no ha encontrado a la mujer adecuada, la mujer que tolerará que haga llamadas del hospital en toda la noche y que descuide algunos aspectos porque tiene que salir apresuradamente si alguien se enferma. El Dr. Bloom observó una vez mis manos y dijo: “tienes manos de doctor, Christopher, dedos fuertes. Podrías ser un gran cirujano algún día.” No creo que cualquier otra cosa que alguien me hubiera dicho me hiciera sentir mejor acerca de mí mismo. Le dije a papá y mamá a la hora de la cena esa noche, y Cathy nos dio su habitual "ugh" cuando entendió que los cirujanos ponen sus manos en cuerpo de las personas. —Cuando tengas un ataque de apéndice estarás contenta de tener un médico —dije. —No la asustes, Christopher— dijo mamá.

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—¿La gente tiene ataques de apéndice, mamá?— Cathy tenía lágrimas de miedo en sus ojos. —Ahora, ahora —dijo papá, abrazándola con rapidez—. Tú no tendrás un ataque de apéndice. Me dedicó una mirada de advertencia. —Es sólo una niña pequeña, Christopher. Asentí. Tenía razón. Debía controlar mi lengua y en primer lugar, pensar antes de hablar. Los médicos deben saber cómo hacerlo. Tienen que aprender a mantener ciertas cosas secretas al paciente para su propio beneficio… Escuché a papá llamándome. Puse el diario a un lado y corrí hacia abajo para el almorzar lo que él estaba preparando. Todo en lo que pude pensar fue en comer y volver allí para seguir leyendo. Mi padre tenía nuestros bocadillos, una jarra de agua y vasos. —Gracias papá —dije, colocándome en mi silla. Me miró y se sentó— . ¿Qué? —le pregunté antes de morder mi sándwich. Yo siempre podía descifrar cuando él tenía algo en mente. —¿No le has hablado todavía a ninguno de tus amigos sobre el diario, verdad? —No, creí que debía leerlo primero. —Bien, no quiero que se lo comentes a nadie en un buen rato. Tal vez nunca —mordió su sándwich y yo mordí un poco el mío. —¿Por qué no?— no podía imaginar que fuera por la misma razón por la que yo lo quería mantener para mí. —Por ahora no quiero informar que lo encontramos. Todo lo que necesito para este nuevo potencial comprador es su opinión sobre el segundo incendio. No quiero perpetuar cualquiera de esas historias de Halloween. El banco no estaría feliz conmigo y podría confiscar el diario. Ya que, técnicamente, poseen todo en la propiedad. —Está bien, será nuestro secreto… y de Todd.

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—Todd no sabe lo que has encontrado. Estaba muy decepcionado de que no fuera dinero o joyas. Estoy seguro de que ya lo habrá olvidado con otra cosa, por ahora. —¿Y qué tal si Christopher nos dice dónde fue enterrado el hermano pequeño, o algo por el estilo? —mi papá dejó de comer. —¡Qué! —Podría estar escrito ahí, es todo lo que digo. No estoy diciendo que ya lo leí. En las primeras páginas escribió que su hermano sufrió una muerte horrible. —¿Horrible? ¿Qué dice? —No lo sé aún, papá. Tal vez, realmente fue envenenado, quizá fue algo peor —se hizo para atrás. Pude ver que había revelado demasiado, pero como mi madre decía: “las palabras son como la pasta de dientes, una vez que salen, no puedes regresarlas”. —No me gusta esto. Ahora me estás asustando. ¿Segura que no tendrás pesadillas después de leerlo? —No tendré pesadillas. Dejé de ser una “angustias” —dije. Le pregunté a mi maestra de inglés lo que significaba, encogiéndose de hombros me dijo que es alguien que se preocupa tanto que se lo contagia a otros—. Es sólo… un diario. —Un diario escrito por un niño que estuvo encerrado en el ático de un manicomio más de tres años —dijo papá—. La locura es locura, no importa cómo lo cortes. —No me volveré loca, papá. ¿Te detendrás? —Avísame cuando lo hayas terminado. —¿Por qué, lo quemarás o algo? —Sólo déjame saber. No haré tantas preguntas, sólo haré el “qué, quién, dónde, cómo y por qué” —nos miramos fijamente un momento y luego sonreímos. El mundo al que estaba a punto de entrar a través de este diario era tan diferente al mío. Yo no podía ni siquiera imaginar que una abuela

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perjudicara a sus propios nietos, pero ya había empezado el diario. No pasaría mucho antes de que se descubriera la verdad. Quizá, al final descubriría que Christopher no se conocía a sí mismo. El diario podría ser simplemente su intento de llegar a conocerse y tal vez, él estaba escribiendo lo que pensaba que debería y no lo que era cierto. Leerlo sería como dar un paseo para ver a alguien que no estaba aquí. Papá siempre me decía que considerara mi tiempo como el activo más valioso que tenía. “Trata de gastarlo sabiamente. Un minuto perdido no puede ser arreglado como puedes arreglar un dólar perdido”, me explicó, “no supongas que no deberías relajarte y divertirte, pero tratar de gastarlo en algo digno”. Limpié los platos del almuerzo. Papá fue a la sala a ver el juego de basquetbol. Me llamó cuando escuchó que me dirigía a mi habitación. —¿Kristin? —¿Sí, papá? —Hablo en serio. No vayas a parlotear sobre ese diario. —Lo prometo. No lo haré, deja de preocuparte por él. —No me gusta esa lectura, debí poner más atención cuando me dijiste lo que era —masculló, pero no respondí. No corrí por las escaleras, pero tampoco caminé lentamente. Momentos más tarde, estaba leyendo otra vez, pero ahora, después de la preocupación que papá había exhibido a la hora del almuerzo, no podía evitar estar nerviosa. Yo conocía el poder de la palabra escrita, a menudo, las personas se ven influidas por lo que leen y he visto cómo cambian su comportamiento. Como el Sr. Feldman, uno de mis profesores de inglés, diría, "Si la lectura no es tan importante e influyente, ¿por qué habría que prohibir los libros en las dictaduras?" Sin embargo, no hay nada que me detenga de girar estas páginas, pensé, y comencé de nuevo. …Nuestras vidas están llenas de secretos. A Cathy le gusta pensar que el amor es lo que flota sobre la mayor parte de nuestro hogar. Piensa

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de esta manera porque ella, cada vez que puede, escucha a nuestros padres hablándose entre sí. Veo cómo lo hace. Finge estar ocupada con algo y no estar prestando atención, pero se cuelga de cada palabra, sobre todo el modo en que expresan cuánto se aman el uno al otro. Sé que cuando ella viene corriendo a mi habitación a decirme acerca de algo que han dicho, probablemente está exagerando. Cathy puede ser muy dramática. Pienso que ella cree que vivimos en una película o algo, y que nuestros padres son estrellas famosas, porque papá es guapo y mamá es hermosa. Vino corriendo esta tarde para decirme que papá prácticamente se desmayó sobre mamá cuando la vio. Tenía el sentimiento que usó la expresión “se desmayó” de nuestra madre, porque probablemente le había dicho que papá se desmayó por algo que hizo con su pelo o ropa. Cathy nunca habría venido con una palabra así por su propia cuenta. Nuestra madre había ido hoy al salón de belleza y le arreglaron las uñas. Mamá a veces le permite a Cathy entrar en su cuarto cuando ella toma un baño perfumado con burbujas en el agua. Deja la puerta abierta para que yo pueda ver. Mamá no se avergüenza de estar desnuda delante de nosotros. Sé que está muy orgullosa de su figura, que es una figura que la mayor parte de mujeres envidian, pero también sabe que trato de pensar en el cuerpo humano de la manera que un doctor debería. Ha habido ocasiones en las que me ha pedido que le lave la espalda. Cathy se para a un lado mirando envidiosamente, por lo tanto, tengo que dejarla hacerlo también. Cathy a menudo se sienta en el borde de la tina y escucha a nuestra madre hablando sin cesar sobre consejos de belleza, de modo que cuando sea lo suficientemente mayor, esté lista. En más de una ocasión he visto a Cathy imitándole, disfrutando de su propio cuarto de baño y pretende utilizar maquillaje de la forma en que mamá lo hace. Entra en mi habitación cuando se cepilla el pelo y se pone un vestido para preguntarme cómo se ve. Dos veces esta semana, me pidió que le

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lavara su espalda en la manera que lavaría a mamá. Por lo general, lo hago demasiado rápido y ella se queja. —¿Seré tan bella como nuestra madre? —siempre quiere saber. —No —le dije—. No, todavía. Aún eres muy joven para ser tan hermosa como nuestra madre —ella odió mi respuesta. —Eres tan correcto todo el tiempo, Christopher. ¡Ugh! —lloró, frustrada, salió corriendo para quejarse de mí. Soy correcto. Es muy importante para mí ser correcto y no quiero que ella viva en una fantasía o en una película. Los hechos son más importantes que los sueños. Cathy es una chica, ella probablemente nunca creería que los hechos son más importantes. Conozco a algunas mujeres que lo hacen, especialmente algunas de mis maestras, como Miss Rober, que enseña matemáticas y escribe tan fuerte en la pizarra que para hacer un punto decimal a menudo rompe la tiza. Miss Rober tiene alrededor de cincuenta años y nunca se ha casado. Pero eso no significa que nunca deseara hacerlo. La semana pasada se lo dije a mamá, ella me miró divertida y preguntó —¿Cómo sabes que lo desea? Algunas mujeres no lo hacen, tú sabes. —Ella no es ninguna monja, mamá. Usa su ropa para atraer a los hombres, suéteres muy ajustados y faldas. Le gusta mostrar escote. —¡Christopher Dollanganger! Creo que te estás poniendo demasiado viejo para tu edad —dijo. Al principio pensé que había sido un divertido error, pero entendí más tarde. Tal vez ya no pedirá que le lave la espalda del mismo modo o cerrará su puerta siempre que se vista. No entrará en mi cuarto cuando me bañe y evitará mirarme cuando me visto. Habrá algo entre nosotros que nunca ha existido: vergüenza. Espero que no lleguemos a ese punto, pero por otra parte, sé que es inevitable como el bello facial y el afeitado…

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Capítulo 6

M

e detuve para tomar aliento. No recuerdo que mi padre me hubiera mirado incómodo cuando estaba desnuda. Hasta cuando enfermó mamá me ayudaba a bañarme. Una vez que

tuve edad suficiente para bañarme o ducharme, incluso se quedaba en el cuarto de baño. Y por supuesto, mi padre ahora se avergonzaba hasta de verme en ropa interior. De hecho, fue la madre de Suzette quien me llevó por mi primer sujetador. Cuando ella se ofreció para el trabajo, papá parecía visiblemente aliviado. La Sra. Osterhouse siempre me ofreció ayuda para hacer las cosas cuando vinieron las necesidades de mujer, pero hasta ahora era bastante independiente. Papá ha confiado en mí para hacer las cosas, de todos modos. Aun así, no podía pensar en la familia Dollanganger, especialmente en la madre desfilando desnuda delante de un hijo que tenía casi diez. ¿Fue Christopher tan maduro sobre esto a tan temprana edad? ¿Era la forma de pensar de hombres y mujeres jóvenes, sobre los miembros de la familia desnudos, cuando estaban destinados a ser médicos? Yo me debatía entre el rubor ante la idea de esta desnuda y tratar de pensar como estarían ellos, obviamente cerca uno del otro, pensaba que no había nada entre de ellos y por lo tanto no deberían sentir vergüenza. Quería admirar eso, pero no pude evitar pensar en Suzette cuando le dijo a Lana y a mí cuando vio a su hermano mayor, Jason, explorándose a sí mismo y lo que sucedió como resultado. Nunca pude ver a Jason de la misma forma después de saber esto. ¿Hasta dónde llegaría Christopher cuando todas las cuestiones sexuales estuvieran obligadas a venir? Ahora, parecía tan… indiferente. ¿Fue capaz de dar amor? ¿Alguna vez tuvo novia? Volví a las páginas, ahora sintiéndome más como una fisgona, como alguien aficionado a observar a través de una ventana y ver los momentos más íntimos de la vida de una familia. Había una parte de mí que quería cerrar el diario, que se sentía culpable por leerlo y pensé que quizás mi padre

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estaba en lo correcto, pero una mayor parte de mí quería ir hasta donde yo supiera y entendiera lo que había ocurrido realmente. …El trabajo de mi padre le lleva lejos de casa durante un largo tiempo, cinco días a veces. Cuando esto sucede, mamá me dice que soy el hombre de la familia, hasta que mi padre viene a casa. Cepilla mi cabello de atrás, sonríe, besa mi mejilla y me dice, "Siempre y cuando te tenga a ti, Christopher, habrá un hombre en la casa. Como te dije, algunas mujeres no necesitan a los hombres, pero yo no soy una de ellas." De reojo puedo ver a Cathy mirándonos. No está sonriendo. Siempre se muestra molesta sobre esto. Si le digo que tiene que hacer algo después, ella me dice “no eres mi padre, Christopher”, pero al final lo hace. Así es Cathy. Siempre es la primera en saludar a papá cuando él regresa a casa. Estalla delante de mí tan pronto como le oye llamarnos cuando llega. Sé que es importante para ella, así que siempre le dejo llegar primero. Él me guiña un ojo y la levanta, le cubre el rostro con besos, diciéndole cuánto la ha echado de menos. Ella echa un vistazo hacia atrás, hacia mí, con esa mirada superior, satisfecha para mostrarme que papá la ama más. Como infantil, eso es lo que pienso, pero nunca se lo diría. Papá me abraza y también sacude mi mano. “¿Todo está bien aquí, Christopher?" me pregunta inclinado la cabeza ligeramente y con sus ojos un poco estrechos. Por supuesto, Cathy teme que mencione algo malo que hubiera hecho, algún pedido de mamá que ella no siguiera, pero no lo hago nunca. Yo no tengo que hacerlo. Papá entiende. Casi tenemos telepatía. Una vez se lo dije a Cathy, ella entrecerró los ojos y levantó la nariz como si algo oliera mal. Si intentara explicárselo, me echaría lejos y me diría que tiene cosas más importantes que hacer, aunque no las tuviera. Siempre se opone más y más a esto. Huyendo de cualquier cosa que ve complicada o desagradable a la vista.

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Mientras papá nos saluda y nos da los regalitos que ha traído, mamá espera detrás de nosotros. A veces ella está sonriendo, disfrutando del amor que papá nos muestra, pero últimamente noto que se molesta por el tiempo que papá gasta especialmente en Cathy. Creo que papá ya sabe o lo siente, también. Ayer, cuando él puso a Cathy abajo y fue a abrazar a nuestra madre, la sostuvo como si hubiera creído que nunca podría hacerlo de nuevo. Mamá siempre sabe exactamente cuando él volverá, y ella está siempre perfectamente arreglada, aunque él jura en voz alta que no necesita maquillaje o finge sorprenderse cuando se entera que está usando un poco. Ella siempre usaba algo especial. Como un vestido que hubiera comprado con anterioridad o alguno que él le hubiera regalado en su cumpleaños. Si ella usaba algo nuevo que se hubiera comprado con el dinero que secretamente recolectaba, papá nunca se quejaba o le preguntaba cómo y cuándo se lo había comprado. Él simplemente la complementa. No sé si hay alguna esposa en otra parte que sepa cómo complacer a su marido así como mamá sabe complacer a papá. Adivino que querrían tener una esposa así también. Ella no es tan inteligente como yo. Tampoco es tan inteligente como papá, pero sé lo mucho que a él le agrada, y supongo que un hombre necesita ese tipo de comodidad. Es una forma segura para saber quién y qué lo espera en casa. —Eres más hermosa cada día, Corrine —él le dijo hoy—. El no verte me hace pensar que estoy en la oscuridad, todo el tiempo nublado, como todo el tiempo que viví sin ti. Nunca había pensado en cosas así para decirle a una chica. No soy lo suficientemente romántico. No sé si alguna vez lo seré. Supongo que estoy esperando a que la chica con la que contraiga matrimonio no necesite que sea romántico. No sé si existe tal muchacha.

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Cuando papá le dijo que estaba más bella cada día, la cara de mamá se iluminó, y el resplandor era tan grande como el sol para todos nosotros. Bueno, tal vez no tanto para Cathy. La he visto cuidadosamente durante sus bienvenidas a papá. Sé todo sobre complejos de Electra13 y las rivalidades de hermanos. Cada vez que leo algo nuevo sobre psicología infantil o algo médico, me fijo en los síntomas. Me parece que Cathy los tiene, creo que está celosa del amor que papá le dedica a nuestra madre. Es como si ella quisiera absorber todo su amor, capturar todo lo que él es capaz de dar a cualquier persona, incluso nuestra madre. Y sin embargo, Cathy siempre es la primera en decirme a mí o alguien más lo bella que es nuestra madre. Si hay una cosa que quiere en su vida, es seguramente ser tan hermosa como nuestra madre. Cada vez que mamá hace algo para mejorar su aspecto, Cathy está allí escuchando, viendo y aprendiendo. —La belleza no es algo que se puede crear con maquillaje, ya sabes —le dije ayer cuando ella estaba fingiendo delante de su espejo—. Puede mejorar, tal vez, pero no creo que se trate de algún polvo o lápiz labial. —¡Sí lo hace! —disparó hacia mí con sus ojos—. Mamá dijo que una simple mujer puede ser muy atractiva si alguien le enseña a maquillarse

y

cómo

acomodar

su

cabello

—entonces

añadió

rápidamente—, pero ella dijo que yo no soy simple —le sonreí. —A veces, la belleza es una cuestión de opinión. Ella entrecerró los ojos y arrugó la nariz. —No lo es. No sabes nada al respecto. Eres demasiado… inteligente —dijo y corrió con mamá para quejarse de mí. Concepto psicoanalítico, consiste en atracción afectiva de la niña por el padre; hostilidad y celos hacia su madre. En el caso de los hombres se conoce como complejo de Edipo. 13

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Cathy puede gemir y llorar mejor que cualquiera que conozco. Cuando regresó a su cuarto, le dije que iba a ganar los Juegos Olímpicos de chirrido y llanto. Más tarde, trajo a mamá a la sala de estar para que me dijera que estaba equivocado, pero yo sabía que sólo estaba tratando de conseguir que dejara de quejarse. —El hombre de la casa no se burla de su mujer —intentó parecer enojada conmigo, pero no lo hacía demasiado bien. Cathy estaba parada ahí con sus brazos cruzados, asintiendo con la cabeza hacia mí. Sabía que mamá realmente dependía de mí para ser el hombre de la casa y debía mantener mi conducta infantil al mínimo. Cuando me miró así, incluso fingiendo, me hizo sentir culpable. —Lo siento. No quería molestarte, Cathy. Mamá sabe mucho más de lo que yo sabré respecto a si serás hermosa. —O guapo —mamá dijo, sonriéndome—. Tengo a los niños más hermosos, ¿Cómo podría no ser así, con un hombre tan guapo como su padre? Cathy estaba radiante. Su estado de ánimo cambia rápidamente. Se queja de mí cuando la corrijo todo el tiempo y le demuestro que tengo razón de las cosas, porque ella ama tener la razón, aún más que yo. Sé que ganar es muy importante para ella y a menudo cuando jugamos, la dejo ganar. Lo hago bien, porque realmente cree que ha ganado. Cada que hago esto, le echo un vistazo a mamá, que generalmente está mirándonos, y veo su suave y angelical sonrisa en los labios, entonces sé que ella me ama más de lo que podría amar a nadie ni nada. Recuerdo que cuando papá me dio los libros de medicina, mamá dijo, “No hay duda, tendremos un famoso y maravilloso doctor en nuestra familia. Se encargará de nosotros cuando estemos viejos y débiles, y nunca dejara que su hermana enferme demasiado, aun cuando ya esté casada y tenga su propia familia”. Cathy entrecerró los

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ojos, parecía que regurgitaría14. Ella aún era demasiado joven para pensar en sí misma casada y con hijos, especialmente cuando la hice a un lado y le expliqué cómo realmente los niños llegan a ser, no sólo las crías de los animales, la gente también. “Lo estás inventando, eres tan repugnante como la caca,” dijo y escapó. Tal vez, me equivoqué al explicarle ésto siendo ella tan joven Cometo ese error a menudo con ella y otros niños de mi edad. Sólo supongo que son tan listos para aprender lo que es real y lo que es fantasía. Siento que tengo la obligación de proteger a Cathy y su medio, enseñándole cosas importantes. ¿Qué es más importante que saber sobre el sexo? A veces... sólo a veces pienso que Cathy cree que nunca va a cambiar; que nunca envejeceremos; nunca seremos nada más que los niños Dollanganger. No le diría esto a nadie, pero escribir en el diario ahora mismo me hace sentir bien. A veces, me voy a dormir fantaseando sobre ésto, imaginándonos por siempre y para siempre, la pequeña familia perfecta que no podrá ser cambiada por el tiempo, por el mal clima, por la enfermedad, o por nada, en realidad. Pero casi tan pronto como hago esto, vuelvo mi espalda hacia la realidad y me repruebo. ‘No puedes ser un niño, Christopher, no ahora ni nunca’. ¿Es bueno o malo? Todavía no estoy seguro. Puse el diario abajo para pensar en lo que él había escrito. Después de que mi madre murió, mi padre hubiera preferido que la especie humana se volviera asexual. Por lo menos, esa es la forma que lo veo ahora, al recordar la manera en que él reaccionó a cualquiera de las preguntas que hice cuando tenía nueve y diez. No fue hasta que estuve once que le preguntó a mi tía Bárbara si podía tener una conversación más íntima conmigo. Lo

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Regurgitar: simulación de arcadas por la acción de vomitar.

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escuché hablando con ella por teléfono. “He visto varias de las otras chicas de su clase, Bárbara. Tal vez algo cambia en el aire o no sé, pero algunas de estas estudiantes de sexto grado tienen los cuerpos de niñas adolescentes mayores. Kristin no puede estar muy lejos. Creo que ella y sus amigas ya están hablando sobre ‘turkey’ 15, si sabes a qué me refiero. Quiero decir, yo sé que a ellos les enseñan cosas en la escuela, pero no puede ser lo mismo que lo que pasa fuera de ahí, ¿no? Me gustaría que fuera alguien en la familia". Mi papá no es un mojigato, pero es bastante tímido cuando se trata de lo que sucede entre los hombres y las mujeres. Hubo muchas veces en las que lo vi enrojecerse después de que uno de sus trabajadores o alguien hizo un comentario considerado clasificación R, especialmente cuando ocurría delante de mí. Por lo general, era algo que sólo pasaba por mi cabeza. De todos modos, debo decir que él impresionó bastante a la tía Bárbara con la necesidad de mi charla especial, incluso a mi edad ella hizo un rápido viaje a Charlottesville para vernos. Fingió que sólo venía a visitarnos, pero sabía y anticipaba nuestra tête-à-tête16. Pasó la segunda noche que estuvo aquí. Después de la cena, cuando me fui a mi habitación a hacer tarea, golpeó la puerta y entró. La tía Bárbara no era una mujer poco atractiva por cualquier medio. Se había comprometido cuando estaba en sus veinticinco años, pero su prometido estaba en el ejército y fue enviado a Afganistán, donde fue herido fatalmente a causa de la explosión de una bomba en el camino. Sé que le tomó años superarlo y, por la forma en que mi padre hablaba de ella, también pasó problemas con cada cita que tuvo después. Ninguno de los hombres que salían con ella querían ser comparados con su prometido, aparentemente, les dejó creer que lo eran. Realmente, tuvo un novio estable durante casi

Turkey, expresión que se refiere a un mal hábito o a realizar algo en cierto tiempo sin ayuda de nadie 16 Del francés “frente a frente, cara a cara” 15

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dos años, pero rompieron cuando él la engañó. Después de esto, la mayor parte de su energía se concentró en trabajo y en el cuidado de mi abuela. Se sentó en mi cama y me sonrió. —Estás creciendo rápidamente —comenzó—, tu padre dice que estás pensando en muchachos ya —me encogí de hombros—. ¿Tienes novio? —Realmente no —dije. —¿Pero te gusta alguien? —asentí—. Yo era mayor cuando mi madre comenzó con todo esto, ¿sabes cómo empezó? —sacudí mi cabeza. —Ella dijo, “Voy a contarte cómo será cuando te acerques a un chico, pero ¿sabes qué, Bárbara? Vas a hacer lo que yo quiera de todos modos.” Cada niña y cada madre piensan diferente, creen que engañarse a sí mismas es preocuparse menos. Así que déjame contarte cómo fue la primera vez que besé a un muchacho…—comenzó. No creo que alguna vez haya puesto estricta atención a lo que alguien decía. Cuando miré hacia esa noche y el modo en que ella había seguido a menudo conmigo, me hizo pensar que, aunque Cathy tuviera una madre y un hermano brillante, yo era la más afortunada para esta parte de la vida. Al menos, eso era lo que creía, pero sabía que tenía que seguir leyendo para ver si estaba en lo cierto, para ver si Cathy prestó atención a la información de su hermano sobre hombres y mujeres, o si su madre le dio la educación que la mía no podía.

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Capítulo 7

…H

oy, Cathy y yo estábamos sorprendidos pero por distintos motivos. Debo escribir que Cathy se

sorprendió más. Nos enteramos de algo que empezaba a sospechar. Había notado cambios físicos en mamá y el manual Merck confirmó mis sospechas. Cuando llegamos a casa de la escuela, supe inmediatamente que algo era diferente. Mamá no estaba en la puerta o incluso en movimiento alrededor de la casa. Estaba sentada en su silla favorita junto a la chimenea, tejiendo lo que parecía un pequeño suéter. Lo dejó de lado para abrazarnos a ambos. Los ojos de Cathy nunca dejaron el suéter. Sabía que creía que era probablemente para una de sus muñecas. —Hoy está haciendo frío afuera, mamá—dije y me acerqué a la chimenea. Cathy nunca dejó de mirar fijamente el tejido. —Tengo noticias para ustedes —comenzó mamá—. Estuve con el doctor Bloom el día de hoy… —No estás enferma —dije. En todo caso, ella se veía más saludable. Después de leer lo que tenía, sospechaba lo que iba a decir. —No. Estoy embarazada, niños. Aquí, Christopher —ella dijo y me impulsó a sentir su estómago. Me miraba atentamente. Creo que me di cuenta de lo que esperaba oír. —Hay mucho movimiento en tu matriz. —¿Qué es una matriz? —preguntó Cathy. —Es la habitación del feto— dije mirando a mamá. Ella sonrió. —Muy bien, Christopher. Escuchamos dos latidos de corazón. —¿Gemelos?

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Miré a Cathy, quien estaba actuando muy extraño ahora. Ella comenzó a retroceder como si mamá pudiera explotar. Se veía enojada, también. —¿Entiendes, Cathy? Mamá va a tener gemelos. Espero que los dos niños —dije—. Los gemelos idénticos y no simplemente fraternal. —Serás un hermano maravilloso, no importa lo que sean — mamá dijo y miró a Cathy—. Y tú serás una maravillosa hermana mayor. Cathy no dijo nada. Continuó retrocediendo y sacudía su cabeza como si mirara un fantasma. Me levanté. —¿Qué tiene de malo? —le pregunté. —¡No quiero gemelos! —gritó—. No me interesa ser una buena hermana mayor. No quiero más bebés. —¿Cathy? —dijo mamá cuando mi hermana giró y salió corriendo de la habitación y se fue a la suya—. ¿Qué está mal con ella? —mamá me preguntó. —Rivalidad entre hermanos —declaré y mamá me vio como si estuviera hablando en chino. Se levantó poco a poco. —Esto es ridículo —murmuró y se fue al cuarto de Cathy para hablar con ella. Yo fui a la mía para empezar mi tarea. Por la manera en como actué después, Cathy pensó que estaba molesto sobre la idea de mamá embarazada. Debo admitir que no estaba contento. Lo describiría más como decepcionado de ambos, sobre todo de papá. Creía que papá era un hombre muy inteligente, aunque no fuera alguien a quien se podría describir como rico o el mejor hombre en su campo en este momento. En realidad, tenía la impresión de que él se estaba preparando para hacer algún movimiento muy brillante. Siempre que estábamos solos, tal vez viendo las noticias, que generalmente aburrían a mamá o Cathy, y había una historia sobre alguien que había hecho algo muy importante o hecho un montón de

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dinero, decía cosas como "Eso va a ser para nosotros algún día, Christopher. Algún día vamos a vivir en una casa muy agradable, una casa grande, y tu madre tendrá todas las cosas que pasa horas admirando en revistas o leyendo en sus novelas de romance. Cathy entrenará con lo mejor para ser una bailarina, y vas a asistir a una de las mejores facultades de medicina. No tendrán que preocuparse por el costo de nada. Vamos a viajar mucho, demasiado. Siempre quise hacer un montón de viajes. Tú tienes curiosidad sobre mi vida, ya sabes, aunque nunca me interesé en la medicina yo siempre he respetado a los doctores y lo sigo haciendo, pero quiero que nosotros viajemos por Europa, Asia, que tomemos safaris en África. Los más agradables, por supuesto. Tu madre no soportaría quedarse a acampar en tiendas. Nada como eso. Siempre vamos en primera clase. Incluso, iremos en el ‘Queen Mary’17.” A veces, cuando me sentaba con él y lo escuchaba hablar, me parecía que sólo pensaba en voz alta. Ni siquiera me miraba la cara. Iba sólo sin cesar sobre la posesión de un barco o un coche muy caro y un guardarropa de la ropa más fina hecha a la medida. Nunca podría pensar en él como un soñador. Creía que estaba hablando de planes reales. Pronto, él vendría caminando a la casa y anunciaría que lo teníamos. Tendría una propiedad más grande, lo que es más importante, una posición ejecutiva de paga muy alta o que había hecho una inversión sabia y seríamos muy ricos. ¿Por qué no podía pensar esto sobre mi padre? Hasta ahora, nunca había cometido un error tan tonto, al menos en la medida de lo que sabía. Así que, aunque tenía mis sospechas, cuando Cathy y yo regresamos de la escuela hoy, jamás pasó por mi mente que mamá nos diría que estaba embarazada. Tal vez, había sofocado mis sospechas porque no quería creerlas.

17

Barco transatlántico que hasta 1948 fue el más rápido.

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¿Entender? No importa lo que Cathy diga de mí, no soy el señor Perfecto y reconozco cuando cometo un error. No tengo que ir a un terapeuta para saber por qué apagué la verdad que era tan clara como el día, y no es debido a la rivalidad entre hermanos. Estoy muy por encima de eso. En primer lugar, no quiero pensar en mi padre que es tan descuidado; en segundo lugar, no quiero ver a mamá desgastada por el cuidado de los bebés. Tengo casi diez años y Cathy tiene ocho, es un largo tiempo entre los niños. Mamá ya no está acostumbrada a levantarse en la noche, cambiar pañales, hacer comidas, y con el horario de viajes de papá, no le será de mucha ayuda. Lo que sé en mi corazón es que, si mamá empieza a ser arrastrada y ve su belleza sacrificada, será una mujer muy, muy infeliz. Papá también cuida su tiempo privado. Le encanta ir con sus amigos a jugar tenis o jugar al golf con sus socios de negocios. No tiene mucho tiempo. Ha habido muchos fines de semana en los que sus viajes le han llevado a trabajar hasta los domingos, también. No es difícil imaginar a mamá diciéndole que trabaja siete días a la semana, por lo que cuando tenga día libre, va a tener que echar algo más que una mano de ayuda. Él va a tener que darle su tiempo libre para que ella se vaya a sus escaparates o almorzar con sus amigas, sin dejar de mencionar que nos tendrá que llevar de compras. En este punto en sus vidas, ¿por qué decidieron tener más niños? No creo que tuvieran accidentes sexuales. Pensé que papá sería más cuidadoso, si él no lo era, sin duda lo sería mi madre. Hay algo que está sucediendo aquí y no sé. ¿Papá prometió a nuestra madre algo si ella estaba de acuerdo en tener más hijos? Nuestras vidas son demasiado desordenadas, llenas de secretos, y no me gusta pensar en eso, y sean lo que sean, están siendo deliberadamente guardados de mí. Voy a dejar de escribir en el diario por un tiempo. Tengo miedo de las cosas que pudiera escribir. Creo que sólo estaría tan molesto y enojado como Cathy, y no me gusta…

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Mi celular sonó. Odié la interrupción, pero contesté porque sabía quién estaba llamando… — ¿Y? —comenzó Lana— ¿cómo te fue en tu visita a la casa del horror? Divertido, había leído sólo una pequeña parte del diario, pero ya estaba empezando a sentir un apego hacia Christopher y Cathy, a pensar en ellos como personas que realmente había conocido. Era como si el diario nos volviera parientes más cercanos. De repente, no me gustó la idea de alguien pensando en ellos como gente enferma o loca, capaces de hacerse cosas horrorosas el uno al otro. —Eran sólo un montón de escombros, nada remotamente alarmante acerca de ella. Creo que cualquier persona que dice que escuchó gritos, lamentos o vieron fantasmas, está loca. — ¿Así que fue una pérdida de tiempo? —No. Mi padre hizo lo que tenía que hacer, y él está ayudando a mover la propiedad de los rollos del banco. Obtendrá un montón de trabajo fuera de ella. —Yo no mencioné a tu padre, yo te mencioné a ti, tonta. —Vi y caminé por un bonito lago. Será de nuevo una propiedad muy bonita. Realmente lo es ahora, en un estado natural, algo primitivo… —Aburrido —canturreó—. Kane estaba muy decepcionado, por cierto. Le dije que te llamaría para ver si querías ir al cine. Nos encontrarán ahí. — ¿Cuándo? —Esta noche, tonta. ¿Cuándo más? —No puedo esta noche. Y no vuelvas a decirme “tonta” ni una vez más. —De acuerdo, de acuerdo. Lo siento. Así que, ¿por qué no vamos al cine esta noche? —Tengo que hacer algo muy importante para… —¿Para quién? —Mi familia —dije. —¿Qué? —Te llamo mañana. Tal vez hagamos algo en el día.

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—¿Va en serio? ¿No vas a soplarnos todo? —miré el diario de Christopher, ¿realmente iba a renunciar a una cita debido a esto? Quizá era algo muy loco. —No es nada grave, es importante —dije. —Bueno, ¿qué es?, quizá podría ayudarte. —¡No! —dije sofocando una risa —pero gracias por la oferta. Te llamaré —agregué y colgué antes de que pudiera decir otra palabra. Y luego le di vuelta a la página. —Ve lo que puedes hacer con ella —mamá me dijo después de que ella y papá hablaran con Cathy, asegurándole que su amor no sería menos sólo porque habría nuevos niños en nuestra familia. —Ella puede hacer pucheros mejor que yo. Va a hacer puré al hombre con el que se case. Por supuesto, yo estaba feliz porque mamá vino a mí en busca de ayuda con Cathy, pero me di cuenta de algo que yo no había notado hasta ahora durante los días que siguieron. Mamá parecían tener menos tolerancia para Cathy. La criticaba cada vez más en la mesa. Cathy se enfurruñaba sobre los gemelos que venían, ya no era mona o comprensible. —Tu hermana es simplemente egoísta —mamá me murmuró un día—. Debes saber que no es fácil para una mujer estar embarazada. Mira mi figura. Mira cuán difícil es para mí poder moverme. Me siento... como un camión. No sé por qué me molesto incluso con mi maquillaje o mi cabello. Tu padre dice que estoy tan hermosa como siempre, pero sé que sólo está tratando de complacerme. Eres el único que sabe la verdad y no teme decirlo, Christopher. Serás un médico maravilloso, porque siempre dices lo que es cierto y no lo que alguien quiere escuchar. Vamos, dime. Me encogí de hombros. Ella tenía razón. No quiero mentir o distorsionar los hechos. Lo verdadero era verdadero, y fingir no lo

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cambiaría. Las personas que viven con eso son débiles y tontas. Postergando la realidad sólo vuelve más difícil hacerle frente. Sé que esta actitud no va bien con mis compañeros, pero no hay ninguno cuya opinión importe mucho para mí. —No te puedo ver de la misma forma en que te veía antes de estar embarazada, mamá. Por supuesto, no tienes la misma figura, pero tu tez es color rosa. Te ves más sana que nunca —le dije—. Es característico de las mujeres embarazadas cuidar de sí mismas, tomar sus vitaminas prenatales y hacer lo que sus médicos les dicen que hagan. Las mujeres se hicieron para estar embarazadas —mamá me vio y medio sonrió. —Espero que no siempre acompañes tus elogios con un poco de observación médica. Cualquier novia que tengas no creerá que eso sea muy romántico, Christopher, pero gracias de todos modos —dijo. Entonces ella pensó un momento y sacudió la cabeza—. Creo que prefiero escuchar a tu padre decirme que no soy diferente. Las pequeñas mentiras están bien si te hacen feliz —se alejó sonriente. Fui a ver a Cathy, quien estaba haciendo pucheros como de costumbre. También estaba siendo destructiva. Prácticamente había desgarrado una de las muñecas que mamá había comprado para ella y le arrancó la mayoría de la ropa. Los regalos que papá había comprado para hacerla feliz fueron amontonados en un rincón como si hubieran sido desechados. Me senté frente a ella y le miré fijamente. —¿Qué? —preguntó. Ella no podía soportarme mirándola con una expresión amarga en mi cara. —No quieres que nadie te trate como un bebé, pero vas y actúas como uno. — No me importa. Mamá no significa nada para mí, está siendo más malvada que nunca. Quizá los gemelos están haciéndola así. Me gustaría que cayeran y desaparecieran.

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— Bien —dije, suspirando y me senté en su cama—. Quiero tratar de explicarte las cosas. Cuando una mujer queda por primera vez embarazada, una mujer casada, ella es generalmente se pone muy feliz al respecto. —¿Sí? —Conforme pasa el tiempo y el bebé crece y aumenta de peso, ella se deprime. ¿Te acuerdas de lo que eso significa? — ¿Así que…? —Ella necesita ser consolada y amada aún más que antes de quedar embarazada, Cathy. Algún día vas a estar en la misma condición —sus ojos desencajaron. —Nunca voy a quedar embarazada. No quiero cuidar de un bebé real y cambiarle un pañal sucio y limpiarle la baba —me reí. —Claro que lo estarás, pero —estreché mis ojos— si realmente amas a mamá, debes parar, estás haciéndola sentir peor. Podrías hacer mucho más para ayudarla. Papá está molesto contigo, demasiado —añadí, porque sabía que tendría más efecto. —No lo está. —Tú sabes que él me dice cosas que a ti no —ella miró hacia abajo. —Mamá te quiere más, y ahora, con nuevos hijos, ella va a amarme aún menos —ella dijo—. No habrá suficiente amor para compartir y no quiero compartir. —Un padre nunca ama más a un hijo que a otros —me miró extrañamente. Debo admitir que fue la primera vez que me miró así. Era inquietante, porque es la mirada de alguien que creía que estaba mintiéndome a mí mismo o bien, que estaba completamente engañado. No creo que ella fuera capaz de ver a través de mis palabras. Por supuesto, nuestra madre me amaba más y siempre sería así. Ella dependía más de mí. Pero no iba a admitir esto frente a Cathy. Sería

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aún más miserable y le diría cosas hirientes a nuestra madre. Sin embargo, pudo volver a fulminarme con la mirada. Nada podría hacerme voltear de nuevo. —Sólo piensa en lo que te dije y ve si puedes ser más amable — le dije y me fui. Tuvo razón en dedicarme esa mirada, por supuesto. Tal vez papá sí la amaba tanto o un poco más que a mí, pero me respetaba más y siempre lo haría. Sabiendo ésto y escribiéndolo me ayudará a dormir mejor esta noche.

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CAPITULO 8

L

as palabras de Christopher resucitaron viejos recuerdos. A menudo me había preguntado por qué mis padres no tenían otro hijo. Nunca le pregunté a mi madre, pero sí le pregunté a mi padre una vez y todo lo que él dijo fue un críptico "no estaba

en las cartas". Me imaginé a Christopher aquí conmigo ahora y a mí dándole vuelta para pedirle que me explicara lo que mi padre había querido decir. Él seguramente se encogería de hombros como si no hubiera ningún misterio, pero había oído a mi padre decir que cuando él tenía sólo diez años no se encogía de hombros. Tal vez era más como Cathy que como Christopher. —Debe haber alguna razón fisiológica que impidiera que tu madre tuviera otro hijo —me decía—. Los hombres y las mujeres generalmente no se sienten cómodos hablando de ello, porque uno o el otro no pudo hacerlo funcionar, ¿entiendes? Sí, he entendido. Entendí años más tarde, pero nunca se me había ocurrido exactamente la misma razón de que mi imaginario Christopher estaba citando. Si hay una cosa que no quiero, es hacer mi padre se sienta incómodo acerca de cualquier cosa, menos sobre él mismo. De todos modos, después de leer un poco de lo que continuó entre Christopher y Cathy, y tener anticipación de cómo sus vidas estuvieron a punto de cambiar cuando los gemelos nacieron, no pude evitar preguntarme qué habría sido de mi vida si tuviera una hermana o hermano menor, o incluso una hermana o hermano mayor. Cathy obviamente tenía miedo que sus padres no tuvieran bastante amor para mucho niños y ella sería la perjudicada. Leyendo entre los comentarios de Christopher, me di cuenta que debe haberse sentido inferior incluso a esa temprana edad, inferior en el sentido que podía ver o sentir que su madre amaba más a su hermano y que su padre tenía a su hermano

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en la estima más alta. Ambos dependían de él. Ella aún era demasiado joven para ser algo más que alguien que necesita atención. ¿Cuál es nuestra capacidad de amar? Me preguntaba. ¿Una madre que tiene seis, o incluso diez hijos, ama cada uno de ellos igual o tanto como alguien que tenía solamente un niño? ¿Es posible? ¿Realmente estaba tan equivocada Cathy de tener miedo y malestar? —¡Hola, allá arriba! —oí a papá gritar. Miré el reloj y salté de la cama. Se me había pasado demasiado el tiempo para poner la mesa. Cuando apareció en la parte superior de las escaleras, me miró y sólo sacudió la cabeza, yéndose. Me apresuré hacia abajo. —Lo siento —llamé y me dirigí al comedor para desplegar el mantel. —¿No tienes tarea para el lunes? —papá preguntó cuando entré en la cocina para conseguir los platos y cubiertos—. ¿Algo más que leer o hacer? —Lo iba a hacer mañana —dije—. Y no es mucha. Siempre me quedo un poco por delante, papá. Ya lo sabes. —Um… —suspiró y me miró—. Quiero recordarte que lo que estás leyendo no necesariamente tiene que ser la verdad. Los niños mienten de vez en cuando, o exageran. Tal vez él era demasiado joven para comprender todo. —Lo sé, papá. No te preocupes, no soy tan crédula. El pan de carne huele bien —dije con ganas de cambiar el tema, no dijo nada. Puse la mesa y volvió a la cocina a preparar una pequeña ensalada para la cena. —Me parece recordar que habías mencionado ver a algún muchacho —papá prácticamente murmuró. —He ido a un par de cosas con Kane Hill. Nada formal, sólo nos hemos reunido en el centro comercial o el cine. —Lo volverás ver. —Algo así —dije— pero no es como comprar un par de zapatos nuevos —añadí y él se rió. —He hecho algunos trabajos para Stan Hill. Tiene cerca de diez concesionarios. No sé mucho sobre su familia. ¿Es un buen chico?

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—Sí. —Bueno, es sábado en la noche, ¿no harás nada para socializar? ¿No fiestas, no conocer amigos? —No estoy de humor —ofrecí. Tenía la barbilla hacia abajo y sus ojos para arriba cuando él me miró. —¿Esto es una cosa femenina? —sonreí. —No exactamente, pero no conozco a ningún muchacho que usaría “no estar de humor” como una excusa, afirmando que es una cosa masculina, por tanto, tal vez es sólo una cosa femenina —él asintió con la cabeza —¿Qué es un misterio más grande que una mujer? —preguntó. —¿Un hombre? —Por favor. Somos tan obvios que resulta patético —me dijo y continuó trabajando en la cena. Cuando papá se preocupa por algo, se le profundizan las arrugas en su frente. Sabía que era un hábito nervioso, pero sus oídos le revoloteaban demasiado. De hecho, era uno de los pocos que realmente podían mover las orejas a voluntad. “Tengo músculos en todo el cuerpo” me diría. Lo felicité de nuevo por el pan de carne, y él entró en una de sus habituales historias acerca de sus días como un cocinero, que generalmente nos llevaba a una historia sobre su tiempo en la armada. Finalmente, ésta nos llevaría a la historia en la que el describiría cómo mamá disfrutaba de su cocina los fines de semana, así ella podía tener tiempo. —Sin embargo, ella siempre encontraba algo que hacer por mí y no para sí misma —dijo—. El egoísmo no estaba en su vocabulario. Solíamos discutir sobre quien amaba más al otro. Al final le dije que yo era más grande, por lo tanto, había más amor en mí. Ella sólo movió la cabeza, sonrió y caminó. Así era con ella. Creo que nunca tenía un argumento real con esa mujer, porque —se detuvo a sí mismo. —¿Qué más, papá? —pregunté.

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—Tengo que llenar algún papeleo de una estimación que le prometí entregar a alguien el día de mañana —dijo. Yo sabía que él no estaba diciendo la verdad. Esto sucedía a menudo. De repente se daba cuenta de lo mucho que hablaba de mamá y cómo esto sólo provocaba que él y yo sufriéramos más por la pérdida. Ninguno jamás dijo tal cosa, pero lo notábamos entre nosotros, como palabras atrapadas en nuestras gargantas. Me despejó limpiar la mesa y la cocina. Cuando lo busqué, lo vi en su escritorio, simplemente estaba mirando cualquier papel que tuviera en frente; no lo leía o escribía algo. Todavía estaba perdido en sus recuerdos. No dije nada. Tranquilamente regresé a mi habitación y al diario, que ya se había convertido en una dorada mina de recuerdos. Sólo esperaba que, lo que ocurriera al final, me ayudara en mi propia vida. …Me he dado cuenta de que había algo que hacer cuando papá comenzó a quedarse en casa cada vez más a cuidar de mamá durante las últimas semanas de su embarazo. ¿Por qué no necesitaba estar más en el trabajo? ¿Estaba usando el tiempo de sus vacaciones? Mamá estaba más irritable que nunca, impaciente, quejándose de que el Dr. Bloom le había dado la fecha de parto equivocada. Él quería trasladarla, pero ella resistió algunos días tumbada en la cama la mayor parte del día. Le dije que no era bueno, lo que yo había leído sobre embarazo indicaba que debía mantenerse activa. Incluso se quebró delante de mí. —No estás llevando este peso, Christopher. Ve a buscar treinta libras, átalo alrededor de tu cintura y luego dime cómo te sientes, y déjame ver tu nivel de actividad —dijo. Estoy de acuerdo que era demasiado pesado, pero cada vez que comentaba sobre todo el dulce que comía o todas las copas de helado que bebía, ella me miraba y comenzaba a llorar. —Va a salir rápidamente —le aseguró papá. Me miró para asegurarse de que no lo contradijera. Finalmente, una noche antes de la cena,

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nuestra vecina Bertha Simpson vino a prepararnos la comida a Cathy y a mí. Yo sabía que algo estaba pasando, pero la puerta del dormitorio de papá y mamá había estado cerrada durante horas. De repente se abrió, y él prácticamente se la llevó, advirtiéndonos que fuéramos buenos. —¿Se le rompió la fuente? —le pregunté cuando iba por la puerta principal, asintió y salieron. —¿Qué fuente? ¿Cómo se le puede romper una fuente? Tú no puedes romper una fuente. Eso es estúpido —la señora Simpson parecía tan interesada como Cathy cuando le expliqué lo que significaba. —Nunca vi a un niño tan joven como tú y que supiera tanto —dijo. Ella sacudió la cabeza como si eso significara que era brujería o algo. —Christopher no es un niño pequeño. Él es un genio —Cathy elevó la voz. No importaba qué tan celosa estuviera de mí o qué tan enojada estuviera conmigo por algo que le hubiera dicho o hecho, ella nunca dejaba de defenderme si alguien, fuera de nuestra familia, se atrevía a criticarme o culparme por algo. No podría pedir un mejor perro guardián o guardaespaldas. Intenté mantener Cathy ocupada después de la cena. A pesar de que existían graves complicaciones con los bebés, las entregas de gemelos no eran tan comunes. No pude evitar estar un poco preocupado conforme pasaban las horas. Tal vez uno o ambos de gemelos habían muerto. Incluso no quería pensar en mamá muriendo. Cada vez que Cathy me preguntaba por qué tomaba tanto tiempo traer dos pequeños bebés al mundo, actué como debía; le dije que tomaba el doble de tiempo, que debía estar tranquila. Siguió viendo la televisión hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse, sabía que no lucharía en contra de ir a la cama. La señora Simpson quería ayudarme a dormirla, pero le dije que no la necesitaba. Ella me miró extrañamente y me siguió al cuarto de Cathy.

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—No creo que debas estar haciendo esto —dijo cuando comencé a desvestir a Cathy, quien por ahora estaba inconsciente. —Sólo le estoy poniendo su pijama —ella se mantuvo de pie con los brazos cruzados, no dejó la habitación hasta que Cathy estuvo debajo de las cobijas y dormida —Yo también me iré a la cama —le dije— No tiene que quedarse, señora Simpson —Por supuesto que debo, ¿debería irme y dejar a dos niños solos en la noche? —No hay nada que usted pueda hacer que yo no pueda hacer por mí y Cathy —le dije. Se encogió de hombros y me dejó de pie en el pasillo. Estuve casi toda la noche esperando oír que papá llegara o que sonara el teléfono, pero no lo hizo. Justo antes del amanecer, me quedé dormido. Desperté con sorpresa y lavé mi cara antes de salir de mi habitación apresuradamente. La casa estaba tan tranquila. Cathy estaba puliendo el sueño de sus ojos y se aventuró en el pasillo; ella todavía estaba en pijama. —¿Mamá ya trajo a los bebés a casa? —preguntó. —Ella no puede traerlos rápidamente —dije, aunque estaba muy preocupado. Me siguió hasta la sala de estar. Podíamos escuchar a la señora Simpson trabajar en la cocina. Cathy y yo nos miramos el uno al otro, luego la puerta delantera de abrió y papá entró. Parecía que había dormido con esa ropa, pero su rostro estaba radiante — ¡Gemelos, todo hecho! —anunció. La Sra. Simpson vino a la sala de estar — ¿Niños o niñas? —le preguntó a papá. — Niños— dije. —Sí —apoyó Cathy. Yo sabía que ella estaba esperando esa, no quería competir con otra hija. —Increíble —dijo a la señora Simpson, y entonces él nos miró— Tenemos uno de cada uno. Y son perfectos, tan perfectos como ustedes

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dos. Permítanme subir a cambiarme, tengo que regresar a ver a su hermano y hermana. Cathy sonrió con satisfacción —¿Han pensado ya en nombres? —le preguntó la Sra. Simpson. Nunca había escuchado que hablaran de nombres. Yo tenía todo tipo de ideas, pero nunca me habían preguntado. —Cory y Carrie, — respondió papá—. Todo el mundo importante para mí tiene un nombre que empieza con C... Corrine, Cathy, Chris y ahora Cory y Carrie. —Todos tendremos las mismas iniciales —dijo Cathy, lo que me sorprendió. Ella había pensado en eso tan rápidamente—. No se nos podrá dar cualquier cosa con sólo nuestras iniciales. Papá se echó a reír. —No te preocupes por eso ahora, tu nombre completo será escrito en todo que te regale —la cargó, la besó, y la hizo girar alrededor; luego se dirigió a su dormitorio para prepararse. —Los dos deberían comer algo y vestirse —dijo la Sra. Simpson. —No quiero ir —dijo Cathy, haciendo pucheros. —Deja de pensar en lo quieres y empieza a pensar sobre lo que es bueno para mamá —le dije—. Vamos a desayunar —la tomé de la mano y tiré de ella hacia la cocina, mientras ella gritaba que se le caía el brazo. Más tarde, en el hospital, vimos a nuestro nuevo hermano y hermana. Vi a Cathy cuidadosamente, la resistencia en su cara se desvaneció, sus ojos bailaban con alegría. Ella me miró y luego volvió a ellos. Estaba seguro de que sus celos iban a menguar y desaparecer… Había llegado a una página con sólo un borrón. Parecía que Christopher había empezado a escribir algo y luego se había detenido. Hacia la parte inferior de la página, era algo que parecía un garabato; no tenía ninguna forma o significado que yo pudiera ver. Me volví rápidamente, con miedo de que este fuera el final, de que él no hubiera escrito nada más.

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Capítulo 9

C

uando vi las palabras, solté un suspiro de alivio. Qué decepción hubiera sido. Por un momento pensé que tal vez dejó de escribir en el diario cuando fueron llevados a

Foxworth. Nada sería realmente descubierto entonces. Por supuesto, mi padre se pondría feliz con eso, pero me quedaría la duda para siempre. Como si supiera lo que estaba pensado, comenzó explicando por qué había dejado esa página en blanco. ..No he escrito en mi diario hace algún tiempo. Para ser honesto, pensé que nunca lo haría otra vez. Pasé muchos días y noches pensando en si se había vuelto tonto, incluso estúpido, hacerlo. Creo que nunca se lo daré a alguien para leer. Podría cambiar de opinión. Podría, algún día, ser de alguien en quien confíe lo suficiente como para exponer mis pensamientos y sentimientos sobre mí mismo y mi familia. De hecho, ahora lo dudo, pero he decidido seguir y atrapar en mi diario hasta donde estoy ahora y lo que ha sucedido desde la última vez que me senté a escribir. Tengo un montón de tiempo para hacerlo. Estoy en el piso de arriba en el ático de una mansión, la puerta está cerrada para todos nosotros, los niños Dollanganger. Escribo sobre todo por la noche, cuando duermen los gemelos y Cathy. A veces, no enciendo ninguna luz, prefiero sentarme en la ventana y utilizar la luz de la luna. En realidad, ahora estoy muy feliz porque empecé a hacer esto. Me ayuda a sobrellevar la situación. No obstante, es muy difícil para mí escribir acerca de estos últimos años, con nosotros cuatro necesitando más y más, no sólo de amor, sino de las cosas que cualquier niño en crecimiento requiere.

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Conforme Cathy creció, se volvió más interesada en sí misma. Siempre estaba llorando por ropa o zapatos nuevos, quejándose cuando alguna de las niñas en su clase tenía algo que ella no. No creía que estuviera bien y se lo dije, pero fue culpa de mamá. Ella había convertido a Cathy en una pequeña réplica de sí misma, gastaba horas y horas en consejos de belleza, cepillándose el cabello, modelando ropa nueva, siempre deseaba nuevas joyas. Ella dejó a Cathy usar aretes cuando tenía once años, y aunque mamá no lo sabía, Cathy y algunas de las otras chicas de su clase ya usaban lápiz labial y a veces jugaba con la sombra de ojos y rímel. Por supuesto, papá no sabía nada de esto y aunque mamá sabía, yo no creía que hiciera gran cosa al respecto. —Cathy, estás creciendo demasiado rápido —le mencioné una vez y me miró con recelo —Es mi problema —me contestó—, no estoy creciendo demasiado rápido, Christopher. La inocencia no es una ventaja para una mujer en este mundo. Tengo que admitir que no pensé mucho sobre ello. Yo ayudaba con las tareas que eran necesarias para los gemelos, pero Cathy se había movido en ese papel suavemente conforme pasaron los años. Cuando los gemelos cumplieron cuatro, Cathy ya eran tan buena en alimentarlos, bañarlos y ponerlos a dormir como lo era mamá. Cathy era la que les leía cuentos para dormir y los mantenía ocupados jugando con ellos. De hecho, reconozco aquí que mamá tomó ventaja de Cathy, abandonándola para hacer lo que ella debería haber hecho, así podía ir con algunas de sus amigas o ir de compras. Nos dijo que debía buscar más ofertas, porque papá se esforzaba en mantener un hogar con cuatro hijos…Y una esposa que nunca reparaba en gastos, pensé, pero nunca lo dije. A pesar de toda esta tensión en nuestra familia, yo no diría que éramos infelices. No importa cuán difíciles se volvieran las cosas para

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él, papá nunca llegó a casa sin una amplia sonrisa en su cara, nos bañaba de risas y besos. Mamá siempre estaba dispuesta a celebrar algo, siempre ansiosa por vestirse e ir a alguna parte. Los cumpleaños entraban y salían para todos nosotros, pero un cumpleaños en especial se divisó en nuestro futuro próximo, porque era el de papá. Siempre nos gustaba armar alboroto con su cumpleaños. Él disfrutaba fingiendo que era un niño de nuevo, se entusiasmaba abriendo los regalos y soplando las velas. Ese día cumpliría 36 años. Mamá se había decidido a hacerle una fiesta sorpresa. Los vecinos fueron invitados a guardar el secreto. Todos contribuyeron para decorar toda la casa, colgar globos y papel crepé. Cathy hizo un gran adorno de "feliz cumpleaños, papá" y nosotros cuatro escribimos nuestros nombres en él. Mamá firmó también con "Por siempre tu amor, Corrine." Mis dedos tiemblan mientras escribo esto. Siempre creí que era muy importante para mí tener completo control de mis emociones. Un médico

no

puede

pensar

en

tratar

al

paciente

demasiado

personalmente o los sentimientos podrían nublar su juicio. Quiero que este diario esté tan cerca de la verdad como sea posible, pero no es fácil dejar todos mis sentimientos de lado y sólo escribir hechos, especialmente cuando se trata de mi familia. Sin embargo, estos fueron los hechos. La policía llegó cerca de las siete de la tarde, le dijeron a mamá que papá se había estado involucrado en un

grave accidente de

tránsito, que había sido fatal. Todos nosotros nos negamos a creerlo hasta que en la noche trajeron algunas de sus posesiones y su maleta. Era como si una puerta se hubiera cerrado de golpe quitándonos la luz del sol, ahora y siempre. Cathy fue la más emotiva acerca de esto, incluso más que mamá. Como con todo en estos días, me pidió ayuda con mis hermanos, que mantuviera sus mentes ocupadas y me convirtiera en el hombre de la casa ahora papá se había ido.

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Las únicas que me vieron llorar fueron mamá y, de vez en cuando, Cathy. Irónicamente, Cathy me criticó por no llorar o actuar tan devastado como ella. Oí decirle a Carrie y Cory que fui a llorar a un rincón y que ella me había visto llorar a menudo. Lo que me hizo llorar fue darme cuenta que no había podido conocer realmente a mi padre como habría querido. Siempre pensó en mí como mayor de lo que era, pero últimamente, podía sentirlo observando cuánto hacía en la casa, cuánto por mamá, mi hermano y hermanas. Yo no diría que alguna vez me vio como un igual, no aún, pero me vio como una persona lo suficientemente madura para que él me revelara más sobre sí mismo, sobre sus propios sueños, fallas y experiencias. Cathy nunca supo cuánto tiempo verdaderamente pasé solo con papá. Él quería asegurarse de tener esa importante conversación padre-hijo sobre sexo y chicas. Fue mucho más fácil para él, porque sabía que yo conocía mucho sobre el cuerpo humano. Fue durante una de nuestras últimas conversaciones que me dijo que estaba un poco preocupado por Cathy. —Tiene un toque de independencia —dijo—. Es un eufemismo para el desafío. Ya ves lo difícil que se pone cuando se le indica que haga algo. Últimamente, ella siempre pregunta por qué. Está pasando rápidamente al punto donde nunca termina de obedecer. No estoy diciendo que soy un tipo experto en cuanto a mujeres, pero puedo decirte que Cathy va a ser un torbellino cuando comience a salir. Estuve de acuerdo con él y me hizo prometer que siempre vería por ella. Era casi como hubiera tenido una premonición sobre su propio fatídico cumpleaños. Tanto quedó para que pudiera aprender de él. Debería haber alguna ley natural que impidiera que cualquier niño perdiera a cualquiera de sus padres hasta que él haya tenido tiempo suficiente para conocerlos y amarlos. Pero basta ya de sentir lástima por mí mismo. Está bastante claro que la vida nunca será la misma, toda nuestra vida…

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Puse el diario a un lado porque mis lágrimas me dificultaban ver las palabras, y no quería que se escurrieran en las páginas. Lloré por los niños Dollanganger y por Corrine, pero estaba realmente llorando por mí. Lo que Christopher estaba diciendo acerca de perder a su padre demasiado pronto fue tan cercano a mí; yo había perdido mi madre demasiado pronto. Cómo deseé en aquel entonces tener un hermano o hermana. Para Christopher, sus hermanos fueron una buena distracción, pero hay algo más importante, él tenía una hermana con la edad suficiente para comprender plenamente su dolor. Él podría compartir su tristeza con ella cuando quisiera, aunque no fuera bueno para mostrar sus emociones. Compartí la pérdida de mi madre con mi padre, pero su dolor era diferente del mío. El amor de un hombre por su esposa es diferente del amor de un niño por su madre. Sí, se había perdido durante mucho tiempo. Podía recordar que iba de habitación en habitación como si en ningún lugar pudiera hallar comodidad alguna, porque cada lugar en nuestra casa tenía algún recuerdo de mamá. Un hombre adulto necesita una mujer adulta, especialmente uno con quien compartir todos sus sueños y temores. Una hija nunca podría o podrá ser suficiente. Yo sabía que él lloraba cuando yo no lo podía ver, al igual que Christopher escribió que había hecho tan seguido como podía. Y, al igual que Christopher, lloré por todo lo que nunca pude saber acerca de mi madre y había perdido la oportunidad de descubrir. Quería hablar con ella cuando fuera mayor y pudiera entender más, al igual que Christopher, soy fiel a la información reservada a los jóvenes más maduros; quería oírla hablar de sus miedos infantiles y ver si eran iguales a los míos; quería tener la conversación medre-hija respecto a los niños, el sexo y romance. Todo lo que había sido alejado de mí. Por eso mi dolor era diferente al de mi padre, al igual que Christopher, era diferente al de su madre. Me levanté de la cama y fui hacia el pasillo, de pie junto a la parte superior de las escaleras, durante unos momentos, escuché a papá que

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ahora estaba viendo la televisión. Sospechaba que podría haberse quedado dormido viéndola. Era algo común que lo hiciera, viendo solo o incluso si yo estaba viendo algo que no le entretuviera. Le gustaba mirarla, pero el trabajo del día siguiente consistía en levantar sus huesos y músculos. Raramente, estaba despierto antes de que yo me fuera a dormir. La breve descripción de Christopher sobre la muerte de su padre me había llevado de vuelta al aquella tarde en el hospital, cuando papa salió de la habitación de mamá antes de que yo pudiera entrar. Había sido llevada desde el preescolar. En ese entonces no me di cuenta, pero más tarde comprendí que mi papá había permanecido con mi mamá durante horas, aún después de que ella hubiera fallecido. Se había sentado a su lado, sosteniendo su mano. Las enfermeras y el médico le insistieron para que abandonara el lugar, pero no quiso escuchar, y a nadie le molestó. Creo que quería asegurarse de que estaba muerta. —Tú madre se ha ido, Kristin —dijo con una sonrisa rota en sus temblorosos labios. —¿Ido? —en mi imaginación infantil, supuse que ella se había levantado de la cama, dado la vuelta a la izquierda y que quizá ya estaría en casa. —Se ha ido para estar con Dios —continuó—. Cuando la mires se verá tranquila, ya no tiene ningún dolor. Quiero que sólo entres a mirarla, ella sabrá que estás allí, ¿vale? —¿Ella también me mirará? —No de la manera en que piensas. Entenderás algún día, lo prometo —dijo. En su pena, mi padre pareció extrañamente más joven. Dicen que la gente envejece durante la noche con la muerte de un ser querido, pero yo lo vi más bien como un pequeño muchacho que quería creer en fantasías. Así es cómo le recuerdo en ese momento. Hice lo que había pedido. Mamá se veía tranquila, pero había algo en ella que me hizo entender que ya no volvería. No pude llorar ruidosamente. Sentí las lágrimas resbalar por mis

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mejillas, pero apenas hice un sonido. Pensé que si lo hacía, de alguna manera podría arruinar su viaje para ver a Dios. Me daba miedo besarla, y papá no me animó a hacerlo. Creo que tenía miedo de lo que diría después que mis labios sintieran su piel fría. Tomó otra vez mi mano y me llevó hacia fuera. Había pasado un tiempo desde que no pensaba todo esto. El diario de Christopher parecía tener el poder de abrir viejas heridas o de reanimar los recuerdos y secretos que estaban latentes para mí y en él. Lo que es más importante, quería revivirlos. Quería sentir otra vez mis sentimientos de la infancia y recordar claramente algunos de los maravillosos momentos con mi madre. Era como pasar a través de un portal para volver en el tiempo, donde las fantasías podrían volverse realidad. Tan silenciosamente como pude, subí la escalera corta hacia el ático, abrí la puerta y oprimí el interruptor de luz que estaba del lado derecho. Nuestro ático era, aproximadamente, del ancho de toda la casa, con dos ventanas de panel en la parte delantera. Los dueños anteriores, que eran los dueños originales, dejaron algunos muebles viejos aquí. Papá los llamó manada de ratas, y afirmó que había muchas personas como ellos, que no pueden ni quieren llegar a tirar o regalar algo. Algunos, dijo papá, creían que la posesión sería valiosa con los años, y otros se aferraban a la idea de que, eventualmente, se encontrarían con algún pariente o amigo cercano y darían en el clavo, aunque rara vez se veía. A causa de toda la restauración que hacía tan seguido, papá a se encontraba a menudo con lo que llamaba “ejemplos para morir de recuerdos”. En nuestro ático, los anteriores propietarios habían dejado un armario de madera con una chapa de nogal y querubines realzados en las puertas, otro mueble antiguo que ahora contenía la mayoría de la ropa de mamá, un cofre de madera de cerezo, que tenía muchos pares de zapatos; un espejo oval de cuerpo entero, grande y de arce oscuro; un sofá de cuero marrón oscuro con feos brazos gruesos; y algunas sillas de arce que hacían juego con el comedor. También, había algunas de nuestras propias

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posesiones en cajas de cartón alineadas a lo largo de la pared derecha. Papá dijo que el ático estaba bien construido, excepto en un lugar donde había una fuga desde hace muchos años, tenía un techo de aspecto decente. Sospeché que venía aquí de vez en cuando a hacer justo lo que yo estaba a punto de hacer, abrir el armario y mirar la ropa de mamá. La mayoría de la gente regala la ropa que pertenecía a sus seres queridos. Yo sabía que mi padre tenía problemas para hacerlo. Y que incluso, aunque él estaba probablemente más allá de la renuencia, prefería no pensar en ello. Él prefería saber que había algo más de mi madre con nosotros además de viejas fotografías y vídeos, algo que ella hubiera tocado. Pensé que demasiados años habían pasado por el aroma de su perfume, pero cuando acerqué algunos de los vestidos y blusas a mi cara, yo estaba segura de que el aroma seguía intacto. Con ello llegaron destellos de su cara, su sonrisa, y el sonido de su voz cuando me cantaba o leía, o simplemente me pedía que hiciera algo. Estaba agradecida de mantener la calma en presencia de su ropa y no llorar; estar ahí me dio un poco de consuelo. Me preguntaba si Christopher hablaría de algo similar en su diario. Compartir la pérdida de un padre me atrajo más a él. Me senté en el sofá viejo y miré el armario abierto, imaginé a Christopher sentado junto a mí, hablándome de una manera muy adulta, explicando todo acerca de recuerdos, dolor y seguir adelante con nuestra vida. —Ni tu madre ni mi padre desearon su muerte para destruirnos — seguramente diría—. Tengo la sensación de que mi padre confiaba en que estaría bien pase lo que pase, y estoy seguro de que tu madre tenía mucha fe en tu papá Sí, pensé. Me levanté, cerré el armario y apagué la luz del ático antes de bajar a la sala de estar, donde encontré a papá dormido en su silla como esperaba. Apagué la televisión, y como siempre, sus ojos se abrieron. —¿Qué? —preguntó —Es hora de ir adormir, papá —contesté. Se frotó las mejillas, miró su reloj y asintió.

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—¿Estabas viendo la televisión conmigo? —No. —¿Seguiste leyendo el diario? —Sí. —Bueno, no quiero que me digas nada de él —se puso de pie y levantó la mano como policía de tránsito—. En lo personal, deseo conseguir un buen sueño esta noche. —Creía que lo habías conseguido viendo televisión. —Ja, ja— dio vuelta para irse pero se detuvo—. Mañana vamos a conseguir comida hecha para toda la semana. Me visualizo en una ajetreada jornada laboral. —Muy bien, haré una lista. —Bien, bien —dijo y encendió la luz de las escaleras. Se detuvo de nuevo y miró hacia mí—, no te quedes hasta muy tarde, tus ojos necesitan descansar. —Lo haré —le dije. Murmuró algo para sí mismo y continuó subiendo las escaleras. Fui a la cocina y comencé a trabajar en la lista. No quería leer más del diario esta noche, pensé. Me gustaría tomar una larga pausa. Si pudiera…

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Instalarse en la trampa. —¡Hey! —Kane Hill dijo tan pronto como tomé mi teléfono—. ¿Qué te pasó anoche? Pensé que teníamos una cita. —No recuerdo que fuera definitivo —dije—. Estaba cansada. Sentí que me vendría abajo por cualquier cosa, así que decidí descansar. —Sí, estás decayendo por el aburrimiento que hay por aquí, ¿qué hay de salir hoy? —Tengo que ir de compras con mi padre y llegar a hacer mi tarea. Lo dejé todo de último minuto. —¿Tú? Eres la principal candidata para el mejor estudiante, ¿no? Tienes toda clase de honores… —Como sea, no estoy preocupada por ello, Kane —se rió —Seguro. De todos modos, tengo una fiesta la noche del viernes para empezar el fin de semana de tres días. Mis padres van a Richmond — Teníamos libre el lunes debido a reuniones de los profesores. La mayoría de nuestros maestros, sabiendo que teníamos un día extra, normalmente nos llenaban de tarea para compensarlo. —¿Tus padres saben de la fiesta? —Más o menos —dijo—, quise estar seguro de decirte a tiempo para obtener el día en tu apretada agenda. —Puedo exprimirla —dije y rió de nuevo. —Lana dijo que has paseado por Foxworth. —A penas he estado ahí. Acompañé a mi papá a hacer una evaluación para el banco. —Bien, y ¿cómo fue? —¿Cómo fue qué? —El estar ahí. —Tomé un lindo paseo cerca del lago de la propiedad y después sólo observé a papá y a Todd Winston inspeccionar los cimientos de la mansión.

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Es muy original. Alguien quiere comprar la propiedad y construirla de nuevo. —Mi padre siempre jugó con esa idea, pero mamá se sacudía de sólo pensar en ello. —No hay porqué asustarse. Es sólo una gran extensión de tierra con escombros. —Un lugar seguro para los amantes del parque en la noche, tal vez, ¿eh? —preguntó, yo estaba segura que su mente estaba llena de escenarios imaginarios. —Me tengo que ir, Kane. Escribiré “viernes” en grandes letras en mi agenda. Te veré en la escuela. —Principio del formulario. —Está bien —dije y colgué. Había mucho sobre Kane que me gustaba. Era uno de los mejores chicos en nuestra escuela, creo que lo que más me gustaba de él era su manera casual y relajada. Rara vez lo vi histérico o molesto. Era famoso por su encogimiento de hombros de James Dean. Aproximadamente hace dos años, hubo un resurgimiento de James Dean en una de las salas de cine y muchos de los muchachos estaban tratando de imitarlo, pero Kane realmente tenía esa sonrisa poco convencional y relajada que ya era parte de él. Cuando me sonreía, especialmente desde la última vez habíamos pasado tiempo juntos en el centro comercial y me llevó a casa, era como si él y yo estuviéramos compartiendo un gran secreto. Yo sabía que la mayoría de mis amigas, especialmente Lana y Suzette, estaban un poco celosas y morían por saber lo que había sucedido entre nosotros. No dije nada, porque sabía que resultarían decepcionadas. No pasó mucho entre nosotros como para complacerlas. No sería difícil mantener una relación con Kane. Mantenía su cabello castaño claro desde la parte central hasta la base del cuello. Tenía un flequillo que le caía por la frente, siempre amenazando con bloquear la visión

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de sus suaves ojos avellanas. A veces, creía que su autoconfianza estaba un poco más cargada de arrogancia de lo que parecía, pero parte de eso también era lo que todo el mundo asumía que, el hijo de uno de los hombres más ricos en Charlottesville, poseería. Al contrario de su hermana mayor, Darlena, él no presumía por ningún medio. Kane era un estudiante por encima del promedio, atlético y, como Lana le nombraba, también un Drop dead gorgeous18. Dijo que era la expresión favorita de su madre para cada “persona de adorno” que veía en la vida real o en la televisión. No importaba lo que pasara, sin embargo, no quería dar por supuesto a cualquier niño. En realidad, me parecía que lo que había atraído a Kane hacía mí era mi notable indiferencia. Así lo desafiaba a luchar un poco más, y por ahora, era la cosa más interesante acerca de nuestra nueva relación. Hice todo lo que le dije a Kane que haría. Papá y yo fuimos de compras al supermercado. Cada vez que lo hacíamos, no podía decirme cuánto había dependido de mi madre para hacer las compras. —Ya sabes, puedo hacer todo por mí misma ahora, papá —le dije—. Yo conduzco. —Está muy bien, pero no tengo muchas oportunidades de pasar tiempo contigo, Kristin. —Esto no es pasar el tiempo conmigo, papá. Es pasar el tiempo con carne y papas picadas —le dije y sonrió. Creo que el hacer las compras conmigo mantenía la memoria de mamá más viva para él. Sobre todo en estos días, no dejaba de repetir cuánto estaba pareciéndome a ella. Dijo que cualquier padre desea que su hija luzca más como la madre que como él. “Después de todo, es ella la que hace caer al enamorado ¿no?”. Eso me hizo pensar en la hermana de Christopher, Cathy, quien dijo que no quería más que parecerse a su madre. Estaba claro, de lo que había leído hasta ahora, me parecía que su madre realmente debió ser muy hermosa y ella estaba muy consciente de En español Muérete, bonita es una comedia oscura americana del año 1999, dirigida por Michael Patrick Jann 18

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ello. De la manera en que él la describe, cualquiera creería que estaba obsesionado con ella. La implicación era que ella pasaba mucho tiempo en su maquillaje, cabello y ropa, empujando sus responsabilidades tanto en él como en Cathy. Tal vez, Cathy sí amaba más a su padre, pero no más que la idea de ser tan hermosa como su madre. No estoy segura de cómo se sentía Christopher, ¿quería que ella fuera tan hermosa como su madre?, ¿creía que realmente podría serlo? Noté que cada vez que alguno de mis amigos felicitaba a otro sobre lo guapo o bonita que eran sus hermanos o hermanas, parecían sorprendidos. ¿Existe algo acerca de ser un hermano que te haga sentir extraño o culpable si tu hermana te parece bonita, o viceversa? Nadie negaría que su madre es bonita. Mi madre era muy atractiva, pero de una manera más natural. Tenemos el mismo cabello y los ojos, pero cada vez que me comparo, pienso que ella tenía los labios más llenos y sus pómulos más definidos. Me gustaría tener su foto al lado y estar frente al espejo. ¿Fue algo que Cathy Dollanganger hizo? Mi madre no usaba mucho maquillaje, creo recordar. Según papá, ella no iba al salón de belleza tan a menudo como la mayoría de sus amigas. —Pero ella podía embellecerse19 —me dijo—. Lo hacía cada vez que teníamos que asistir a alguna ceremonia de lujo. Dijo que la expresión embellecerse era algo que se le había pegado de su abuela. —Todo lo que tengo que hacer es utilizar esa expresión en mi escuela y quedaré marcada de por vida —le dije. —Decirlo te haría entrar en onda, chica—replicó y ambos reímos. Más de una vez, había deseado nacer en otra época. Tal vez, papá exageraba o veía mejor las cosas de cuando era joven porque quería pensar en ellas de esa manera. Uno de mis profesores de inglés, el Sr. Stiegman, una vez nos dijo que la nostalgia era nada más que la insatisfacción con el

En inglés “gussy up” significa cambiarse de ropa especial para parecer particularmente atractivo. De forma exagerada. 19

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presente. Nada parecía mejor que ahora, incluso en los tiempos más difíciles. Era una fantasía que la gente acepta. Sin embargo, mi padre no estaba de acuerdo. Además, insistía en la lealtad y continuamente se quejaba de cómo los adolescentes desperdiciaban su juventud, parecía realmente satisfecho con todas las vueltas que había dado su vida. Tomó un par de horas ir a la tienda y conseguir que todo estuviera en su sitio. Mientras papá preparaba nuestra cena y veía un juego de baloncesto, subí a mi habitación a hacer mis deberes. No importaba en lo que estuviera trabajando, mis ojos siempre se desviaban al diario de Christopher. Era como si realmente estuviera diciendo: “Léeme. Necesito que me lean”. Pero resistí. Necesitaba concertarme en mi tarea. Kane estaba en lo cierto, yo estaba cuello a cuello con otro muchacho de nuestra clase para ser el mejor estudiante y yo quería complacer a mi padre, en el fondo de mi corazón, también quería complacer a mi madre. Irónicamente, ese pensamiento me dio otra pausa y me atrajo a mirar el diario. Me sentí orgullosa de los logros de Christopher y la forma de complacer a sus padres. Él quería ser un médico casi más por el bien de ellos que por el propio, Cathy me parecía mucho más egocéntrica. ¿Sería porque aún era tan joven? Por otro lado, los niños siempre están buscando la aprobación de sus padres. Esa fue la razón por la que ella estaba tan asustada con el nacimiento de los gemelos. Ella pensó que podría perder esa aprobación o ser diluida. Después del nacimiento de los gemelos, ella, según Christopher, se fue convirtiendo cada vez más en quien ayudaba a su madre y a su padre antes de su muerte. Tal vez, quería que los gemelos la amaran más de lo que podrían amar a su madre. Quizá esa era su dulce venganza. ¿Ellos eran una familia complicada o todas las familias lo eran? Papá y yo sólo nos tenemos el uno al otro. Ahora éramos una familia simple. Después de leer sólo la primera parte del diario de Christopher, hice una nota mental para prestar más atención a mis amigos y su relación con sus familiares para ver si había algún tipo de semejanza con los Dollanganger. De una manera extraña, el diario de Christopher fue tomando

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poco a poco mis pensamientos todos los días. ¿Había algo mágico en este libro, algo sobrenatural tal como Foxworth era a los ojos de las personas? Por un largo momento, me preguntaba si realmente me cambiaría de un modo dramático. Tuve la fuerte impresión que mi padre ya lo sospechaba o lo temía. Tal vez, sólo tal vez, él ya sabía lo que yo estaba a punto de descubrir cuando siguiera leyendo el diario, y por eso no quería que continuara haciéndolo. Si mi madre viviera, ¿me dejaría leerlo? Si había algo, y papá lo sabía, que me detendría leer el diario sería el decirme “tú madre no querría que lo leyeras”, pero él nunca lo dijo. Nunca usó a mi madre o su memoria para obligarme a hacer algo. Tomó todo mi autocontrol acabar mi tarea e ir a dormir sin abrir otra página del diario de Christopher, pero fue la primera cosa en mi mente la mañana siguiente y cuando llegué a la escuela, supe que sería la primera vez que me comportaría diferente.

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Capítulo 11

E

n primer lugar, no quería tener alguna tarea que hacer después de la escuela, así que en vez de gastar mi tiempo en la sala de estudio, durante el almuerzo, y entre clases, ataqué cada

asignación e ignoré a mis amigos, que estaban llenos de chismes del fin de semana. En segundo lugar, quería que el tiempo en la escuela terminara lo antes posible, y cuando Kane, Lana o cualquiera de las chicas me invitaba a hacer algo después de la escuela, les echaba todo abajo, alegando que tenía algunas tareas domésticas importantes. Únicamente se encogían de hombros y sonreían irónicamente, sólo Kane me dedicó una mirada cómplice y una pequeña sonrisa. —Espero que no haya otro chico involucrado —me susurró al final de la última clase y todos empezaron a salir del salón. Le sonreí de vuelta. Verás, sí hay otro hombre involucrado, Christopher Dollanganger, pero no estaba lista para mencionarlo, ni siquiera insinuarlo. Sólo pude negar abiertamente su acusación medio burlona y eso encendió su curiosidad. Incluso pensé que podría seguirme a casa para asegurarse a dónde iba. Me preguntaba cómo reaccionaría si supiera la verdad, ¿aliviado de que sólo se tratara de un diario o asustado, porque yo me sintiera tan atraída hacia él?

No podría culparlo por

cualquiera de las dos reacciones. Podía jurar que mi padre había ido a la casa, lo que era inusual en sus jornadas. El primer pensamiento que cruzó por mi mente fue que se había llevado el diario lejos de mí. Pudo estar pensando en él todo el día. Presa del pánico, corrí hacia mi habitación. Estaba allí, donde lo había dejado, parecía como si lo hubieran tomado y colocado de manera diferente. ¿Había pensado en hacerlo y cambió de opinión por temor a mi reacción? Por supuesto, había padres que prohibían a sus hijos leer o ver algo. Ellos

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creían que lo estaban haciendo para proteger a sus hijos, pero había pasado un largo tiempo desde que mi padre me había tratado como una niña. Oh, claro que me había dado advertencias sobre conducir con cuidado, no llegar tarde, evitar las malas influencias, pero lo hizo casi mecánicamente, como si fuera algo que debía hacer, pero que no creía tan necesario conmigo como con las otras chicas de mi edad. Tenía confianza en nuestro mutuo dolor por la pérdida de mi madre. Confiábamos tanto en formas que yo no podía ver en los padres de mis amigos. Debido a cómo la muerte de su padre sólo había acelerado su madurez, se me ocurrió que la madre de Christopher pudo haber tenido el mismo tipo de actitud hacia él que mi padre tenía hacia mí. Creo que deliberadamente fui buscando semejanzas entre nosotros, ¿o eran aspectos que estaban ahí y eran demasiado obvios para negarlos? Sostuve el diario reverentemente en mis manos. Era como si me pudiera dar poderes psíquicos. Ahora estaba segura de lo que había ocurrido. En algún momento de hoy, quizás fue por algo que le dije o que papá recordaba, había venido a casa para hojear el diario. Cuando llegó el momento de hacerlo, él se retiró, pero eso no significa que no pudiera venir de nuevo. Apunté en mi mente este hecho para ocultar bien el diario de ahora en adelante. No me gustaba guardarle secretos a mi padre, ni ahora ni nunca, pero esto se había convertido en algo demasiado importante para mí. Me gustaría leerlo hasta el final. Fue una promesa que le hice a Christopher y una promesa me gustaría mantener. Me senté en mi cama y abrí el diario. …Lo que nos pasó después, sabía que vendría. Era obvio que Cathy entraría en una profunda depresión. No le importaba nada, ni su trabajo escolar, ni cómo se vestía y lucía, o incluso cómo los gemelos fueron saliendo adelante. Cuando salía de casa, prácticamente estaba ida, parecía más dormida que nunca y estaba histéricamente en llanto cada vez que escuchaba el nombre de

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papá o veía algo suyo. Mamá dependía de mí para conseguir la tranquilidad de Cathy. Ella trató de consolarla ocasionalmente, diciéndole que le esperaban grandes cosas y que deberíamos estar agradecidos por los años que habíamos compartido con papá. Nada consolaba a Cathy. Yo no era de mucha ayuda, estaba tan dañado como ella, estaba lleno de la misma rabia por lo que había sucedido. En todos mis sueños, mi padre estaba en la audiencia mirando con orgullo mientras yo recibía mi diploma de la preparatoria y de la universidad. Ahora esos sueños se habían evaporado y reventado como burbujas. Pero algo más estaba pasando, algo que previne con simplemente mirar el montón creciente de facturas en el escritorio de mamá. No tenía trabajo. Nuestros vecinos habían estado ayudándonos, trayéndonos comida de vez en cuando, pero algo más profundo y oscuro rodeaba nuestra familia devastada. Tenía miedo hasta de soñar con el colegio y la facultad de medicina. Los gemelos lloraban y se quejaban cada vez más. Y la rabia de Cathy, por la injusta e inesperada muerte de nuestro padre, porque Dios había decidido alejarlo de nosotros, salía cada noche. Parecía que mamá continuamente pisaba arena movediza, era como una tragedia tras otra. Al principio, cada vez que trataba de tener una conversación seria sobre nuestra situación, ella rompía en llanto y me echaba. Era como si yo lo hiciera todo más doloroso con preguntas realistas. No había nada que hacer más que esperar a que ella estuviera lista. Finalmente llegó el momento en el que ella lo estuvo. Una noche, mientras los gemelos estaban ocupados con ellos mismos, nos llevó a Cathy y a mí a la sala, nos dijo cuán terribles eran las cosas. Increíblemente, papá no estaba a la altura de una póliza de seguro de vida. No habría dinero proveniente del banco. Todas las posesiones que habíamos comprado con el tiempo serían recuperadas. No podríamos mantener los pagos. Con cada frase que pronunciaba, parecía como si el techo se fuera cayendo poco a poco hasta que

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finalmente nos sepultaría. Me preguntaba por qué en la noche se ocupaba de escribir cartas. Seguramente, le escribía a la familia en algún lugar pidiendo ayuda o tal vez, estaba aplicando para un trabajo. Incluso me sorprendió su próxima revelación. —He estado escribiéndole a mi madre —dijo— pidiéndole que nos ayude —Cathy y yo no pudimos hablar por un momento. Toda mi vida me había preguntado acerca de nuestros abuelos, nuestra familia. Ni papá ni mamá habían querido hablar al respecto. Nunca los mencionaron y siempre evitaron responder a las preguntas, así que dejé de preguntar. —Ella ha accedido a que vivamos en su casa de Charlottesville, Virginia —dijo mamá. De repente su cara lucía brillante de alegría y esperanza que no habíamos visto desde la muerte de papá—. No sólo vamos a vivir con dos personas mayores que necesitan de nosotros para cuidar de ellos o cualquier cosa. Mis padres son ricos, muy ricos, tan ricos como algunos reyes y reinas —se puso a describir la casa, entonces ella, casualmente dejó caer las noticias que me congelaron en mis zapatos, noticias que Cathy no pudo comprender bien. Íbamos a irnos esa noche en un tren. La realidad de lo que estaba diciendo se apoderó de ella y siguió describiendo cómo había crecido en una gran casa con sirvientes y cómo nuestra vida sería maravillosa de nuevo. Cathy comenzó a llorar y quejarse de que dejaría a sus amigos. —¿Qué amigos? Te han ignorado durante semanas, de todos modos —le dije. Ella me miró como si la estuviera traicionando para que dejara de quejarse, pero la cruel verdad estaba ante nosotros. No habíamos tenido ningún ingreso, estábamos en deuda. ¡Incluso podríamos ser desalojados! La fría tranquilidad de Cathy creció otra vez hasta que mamá indicó lo poco que debíamos llevar con nosotros. No quería llevar más de dos maletas para nosotros cuatro. Cathy empezó a protestar por

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todos los juguetes y muñecas que dejaría tras de sí. Mamá le prometió que tendría mucho más cuando estuviéramos viviendo con sus padres. Pero lo peor de todo no nos había alcanzado todavía. Lo podía ver en la cara de mamá, tenía una cosa más que decirnos. Trató de hacerlo parecer menos atemorizante y sorprendentemente comenzó con "sin embargo, hay una pequeña cosa". ¿Una pequeña cosa? Era como decirles a los pasajeros del Titanic que ya no había chalecos salvavidas. Mamá había sido escrita por voluntad de su padre. La realidad era que estando aquí o allí éramos pobres. —¿Papá sabía ésto, mamá? —le pregunté. Pensé en todas las veces que él se había sentado conmigo a decirme las grandes cosas que íbamos a hacer y tener, los viajes, la ropa cara, la educación de la universidad, todo… ¿contaba con la herencia? —Sí —dijo— él sabía que estaba desheredado, pero me engañó sobre ello y dijo que había ‘caído de la gracia’. Qué tonto era. En ese entonces también me reí. Nunca soñé que fuéramos a pasar por esta situación —¿”Qué tonto era”? ¿Qué pasó con papá y todos sus planes? ¿A caso eran solo divagaciones de un soñador? Entonces, mientras él soñaba, nuestras facturas se acumulaban. ¿Por qué no pensó en todas las posibilidades, siendo la más evidente el hecho de que algo podría ocurrirle y nosotros quedaríamos desesperados y llenos de problemas? Era como si mis gafas de color rosa fueran destrozadas. ¿Mis padres vivían de fantasías? Papá había permitido que mamá comprara todas estas cosas. Incluso si estaban en planes de pago, aún no se habían liquidado y eso acumulaba intereses. ¿Dónde estaba el padre que había conocido, aquel que ya empezaba a subir la escalera y se convertiría en un ejecutivo altamente remunerado? Y ahora esto, vivir atrapados con unos abuelos que no prestaban suficiente atención a su propia hija para mantenerse al tanto de lo que sucedía en su vida. Nunca llamaron, nunca escribieron, y ciertamente, nunca nos habían visitado o nos habían invitado a visitarlos en todos

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estos años. Ella no sólo estaba desheredada, era repudiada. Ya no existía para sus ojos. Yo no sé por qué, por el momento, eso no importa. Nos íbamos y que tendríamos que vivir con ellos. —Así que ¿por qué vamos allí, mamá? —le pregunté—. No suenan como si realmente nos quisieran, especialmente si tu propio padre cortó toda relación contigo. —Estoy segura —dijo, alzando sus hombros con cierto orgullo— que puedo recuperar su amor si hago su voluntad. Ya perdí a mis dos hermanos, que murieron en accidentes, así que soy la única que queda. Él es demasiado orgulloso para dejar que su dinero no siga en su sangre. Miren, nos va a ir bien, pronto seremos más finos y muy ricos, también. No está bien de salud, ha estado dentro y fuera de hospitales y ahora tiene una enfermera de tiempo completo. —Por eso nos vamos tan rápidamente, esta noche —dije—. Temes que muera antes de… —¿Antes de ganar su amor? Sí, Christopher. Eres tan brillante y entiendes todo. Gracias a Dios te tengo —dijo y me besó en la frente. Miré a Cathy. Parecía más molesta incluso ahora. Sabía que era porque comprendía y veía las cosas desde la perspectiva de mamá y no suya. Sabía que en su mente, era una especie de traición —Hay un detalle final —continuó mamá—, su verdadero apellido es Foxworth, no Dollanganger. Dollanganger es un nombre que su padre eligió para nosotros. Se trata de algún ancestro. —¿Qué? —Cathy prácticamente se abalanzó— ¿Por qué él querría cambiar un nombre de fácil pronunciación? —Es todo muy complicado —dijo ella, retrocediendo en su silla— . No tengo tiempo para explicar cada detalle. Tenemos mucho que hacer rápidamente. Debes seguir adelante. Podemos pensar en otras cosas más adelante. —¿Has revisado todo con cuidado, mamá? ¿No tenemos otra opción, verdad? —pregunté—. ¿Hablaste con el abogado de papá? —

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miré a Cathy cuando hice las preguntas y ella escuchaba con atención, quería ver por qué yo estaba dispuesto a ir con nuestra madre y aceptar esto. —Todo, Christopher, una y otra vez, me he agotado tratando de encontrar otra manera. Confía en mí —dijo. Ella empezó a llorar, a decirnos cómo había intentado pensar en cada posible solución y en cómo se había disgustado consigo por no ser capaz de simplemente tomar las riendas y cuidarnos por sí misma. A través de sus lágrimas, ella describió otra vez lo mucho que podríamos tener si tenía éxito en volver a ser querida por su padre. —Mi madre me asegura que papá probablemente sólo vivirá unos meses más —dijo para recalcar lo importante que era para nosotros empezar inmediatamente. Cathy comenzó a quejarse otra vez sobre todo lo que dejaría. Le tomé la mano. —¡Basta! —dije—. Vamos a hacer la maleta —miré a mamá, me sonreía a través de sus lágrimas. Me estaba convirtiendo en el pequeño hombre de la casa. Ya no sólo sería hijo y hermano, ahora también el padre que habíamos perdido… Cerré el diario por un momento. ¿Su nombre real era Foxworth, y Dollanganger era un nombre falso? Esto explicaría algunas confusiones con la forma en que habían sido contadas las historias sobre ellos a lo largo de los años. Corrine era hija de Malcolm y Olivia Foxworth, pero ¿cómo podría también serlo su esposo? ¿Cómo se relacionaban? El punto era que sí estaban relacionados. Entonces, el rumor era cierto. ¿Serían lo bastante cercanos para ser considerado incesto? ¿Por eso mi padre dijo que Malcolm era implacable, vicioso y lleno de odio? Ciertamente, eso explicaría por qué Corrine huyó de su casa y fue repudiada por ambos padres. Pensé en esos pobres niños, estaban capturados en medio de todo y tendrían que seguir con su madre viuda sin medios de apoyo. ¿Qué otra cosa podía hacer sino arrojarse a la

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merced de sus padres? Seguramente, Malcolm y Olivia Foxworth no eran tan crueles. Sin duda, una vez que vieran a sus nietos, sus corazones se suavizarían. Lo que el tío Tommy había contado debía ser un error. ¿Cómo podría su abuelo disfrutar tanto de su sufrimiento estando encerrados en el ático? Oí venir papá y al instante, casi instintivamente, deslicé el diario debajo de mi almohada. Él se movía por la casa. Una vez más, había perdido la noción del tiempo y no había preparado nada para la cena. Corrí por la habitación, pero él ya estaba de pie en la base de la escalera mirando hacia arriba. —¿Haciendo tu tarea? —preguntó. Creo que prefería perder un diente antes que mentirle a papá. Vi la preocupación en su rostro y me dije que si no mentía, se pondría más molesto. —Sí, lo siento. Muchas matemáticas. Pasta para esta noche, ¿verdad? —comencé a bajar las escaleras y traté de evitar sus ojos; yo sabía que estaba en un error. No me dijo nada, pero sentí que lo había herido. —¿Cómo ha estado hoy la escuela? —preguntó inmediatamente. Siempre hacía algún comentario al respecto, pero últimamente, había estado demasiado ocupado con otras cosas para preguntar por lo mismo. —Genial, oh, tengo una fiesta el viernes por la noche, en la casa de Kane. —Está bien —dijo—, nosotros podríamos tener algo que celebrar esta semana, también. —¿Qué? —El hecho de que estoy vivo es tan real como que probablemente obtenga un contrato para empezar con limpieza en la propiedad. —¿Foxworth se vende? —Eso parece —dijo—. Espero que, lo primero que el nuevo propietario haga, sea cambiarle el nombre y luego construir algo tan hermoso que nadie piense en las malas historias, nunca más —agregó

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enfáticamente. Quedé un poco sorprendida y luego fui a la cocina a preparar la ensalada y poner la mesa. Papá fue a tomar una ducha y cambiarse. Conforme trabajaba, sentí un temblor dentro de mí. No había ninguna duda en mi mente ahora, el diario no contenía simplemente las divagaciones de un niño perturbado. Christopher Dollanganger, o Foxworth, era un joven muy brillante, más de lo que mis amigos podrían llamar un libro inteligente. Sabía que había mucho más detrás de lo que estaba escribiendo. Yo podría decir que él era bueno en la interpretación de libros y personas. Además, él no estaba cegado por el amor de su madre y padre, quien se negó a reconocer sus debilidades. ¿Era frío para un niño mirar así, tan claramente y estrechamente a sus propios padres? Obviamente, había amado muchísimo a su padre, pero no dudó en criticarle por tener más niños mientras se esforzaba por mantener los dos que ya tenía. Lo que es más importante, se había dado cuenta que su padre era más un soñador que un triunfador. Si alguien más lo impresionaba o interrumpía sus ideales, no podría continuar. ¿En quién podría creer? Quizá sólo en sí mismo. Tal vez, eso era suficiente para él, pero seguramente no lo sería para mí, pensé. De hecho, estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta que papá estaba parado en la puerta de la cocina mirándome. —¿Cuántas veces debes cortar la misma zanahoria? —preguntó. —Oh. —¿Qué te tiene en ese pensamiento tan profundo, Kristin? Yo espero que no sea algo leído en ese diario —No, no, estoy bien, papá. ¿No sabes que los adolescentes tienen mucho en sus mentes? —opiné. Sabía que estaba siendo injusta. Era un argumento que usaba cuando quería esquivar algo o aprovecharme. También sabía que mi padre lamentaba que no hubiera otra mujer en la casa para asesorarme, por lo que era una salida fácil para mí, pero nunca la usé sin sentirme culpable. —¿Problemas de muchachos?

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—En realidad trato de evitarlos —dije. Se detuvo y me miró—. Sabes, tú nunca me dijiste que tuvieras una novia seria antes de que conocer a mamá. ¿La tuviste? —Oh, chica —dijo—. Preguntaste por eso… —Bueno, no es justo. Pueden preguntarme sobre mis relaciones, pero nunca puedo saber acerca de ustedes. —Permíteme contarte, Kristin. Cuando conocí a tu madre, cada mujer que conocí antes, se borró de mi memoria como carámbanos que se derriten. Ya nunca hubo lugar para ninguna en mis pensamientos —agité mi cuchillo hacia él. —Eres muy bueno, papá. Te pondría contra cualquier interrogatorio de la CIA —finalmente rió. —Mira quién habla, “señorita eludir” —respondió y entró a la cocina para empezar con su plato de pasta. Él habló sobre sus primeras citas con mi madre y el miedo que tenía de hacer o decir algo que las terminara. Cuando hablaba así, me parecía mucho más joven. Era como si, por resucitar sus buenos recuerdos, él pudiera regresar el tiempo; aparecía una deslumbrante sonrisa juvenil en su rostro. —¿Así que crees en el amor a primera vista? —le pregunté. Se detuvo y medito un momento. —No es para cualquiera —dijo— sólo para los afortunados. —¿Y qué hay del resto? —seguí —Un tiro en la oscuridad, en el mejor de los casos —contestó. Ahora sí cayó en una profunda meditación. Lo miraba trabajar. Él estaba preparando espagueti a la carbonara, trabajaba en su salsa con tanto cuidado como un cirujano, no por necesidad sino por amor a lo que él podía hacer. Él siempre decía, "cuando preparas con dedicación una comida para alguien que amas, siempre apreciará la comida". Fui a poner la mesa. Normalmente, cuando comíamos pasta, abríamos una botella de vino y me permitía beber un poco. Dijo que estaba contento y que yo ya era lo

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suficientemente mayor para acompañarlo, además, no había ninguna otras cosas para beber más que vino. Lo que me había platicado acerca de él y mi madre me puso a pensar sobre los padres de Christopher, Corrine y el señor Christopher, seguramente se enamoraron a primera vista, tan fuerte y completamente que sería suficiente para desafiar cualquier norma social o a la moral que se atravesaba en su camino, incluyendo a sus padres. Tuvo que haber sido tan fuerte el amor de Corrine para que ella dejara riqueza tan grande. Entonces, hubo un momento de su vida en el que no estaba obsesionada con costosas joyas, ropa y otros lujos, o quizá tenía tanta fe en Christopher que no tuvo miedo a arriesgarse. Sin embargo, por lo que lo había leído hasta ahora, incluso aunque ella sabía que luchaban financieramente, no parecía tener ningún arrepentimiento. Estuvo incluso dispuesta a tener más hijos. Había cambiado o se había llenado de esperanza acerca de lo que tenían y tendrían pronto, ¿ella dejaría de lado sus propios intereses? Quizá Christopher no había llegado a esta conclusión, al menos no lo había dicho todavía en su diario, pero tal vez, su madre era muy crédula y más ingenua de lo que ella actuaba. Incluso sin que yo hubiera leído otra palabra, estaba claro que algo había cambiado en ella, porque estaba dispuesta a ocultar a sus hijos en un pequeño dormitorio y un ático mientras trabajaba en recuperar el amor de padre. Se estaba engañando a sí misma nuevamente, justificándose por creer que pronto les daría mucho más, ¿en qué momento se habían vuelto así las cosas? ¿Por qué? Todos mis amigos parecen vivir tan tranquilos en comparación con la familia Dollanganger. Ciertamente yo lo hago, tal vez no tanto, pero lo hago. Quizá, todos tienen secretos tan profundos que desaparecen tan pronto como cierran sus puertas. Quizá yo me pase la mayor parte del tiempo simulando los secretos y los problemas no existen.

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Capítulo 12

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urante la cena, conseguí que papá hablara más acerca de su trabajo, lo que, a su juicio, podría construirse en la propiedad Foxworth este tiempo y algunos otros trabajos de su empresa.

Él sabía que yo estaba haciendo todo lo posible para impedir que me preguntara más sobre el diario. Lo pude ver en sus ojos y en su sonrisa suave, pero por ahora, no había hecho ningún intento. Sé que lamentaría esto. Después de la cena, miré un poco de televisión con él y luego subí para continuar la lectura de un texto de historia, todavía me gustaba estar por delante de la clase. Papá me observó y vio qué era lo que estaba haciendo, entonces dijo “buenas noches”. Pensé que me dormiría allí mismo, pero recordé que había puesto el diario bajo mi almohada. Lo deslicé lentamente, miré el reloj, y me dije que tal vez podía leer un poco más, hasta que me cansara. Cielos, era un error. …El viaje en tren fue extraño. Nos bajamos en medio de la noche, aparentemente en ninguna parte. No había ninguna casa a la vista, y había oído por casualidad al conductor decir que estábamos a buena hora para dar un paseo por Charlottesville. Seguramente no podíamos andar allá. Los gemelos estaban agotados. Debí haberme dado cuenta que algo muy extraño estaba sucediendo cuando el conductor llamó a mi madre "Sra. Patterson," pero después desembarcamos, hubo otra gran pista. Mamá dejó su equipaje en el tren, el conductor iba a ponerlo en un armario para que ella lo recogiera después. Cuando le pregunté sobre eso, dijo que quería ser capaz de saludar a su padre en la mañana en primer lugar, sin nosotros. Mencionó que tenía todo preparado con su madre. —Esta noche, todos estarán en una habitación, y luego ya veremos —dijo. Caminamos, finalmente vimos algunas casas y luego la

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oscura mansión, enorme silueta rodeada de montañas púrpuras y el cielo. Mamá dijo que cuando la viéramos de día, nos daríamos cuenta qué gran palacio era realmente. Aunque todo parecía tan extraño, me llenó de esperanza. Vi cómo Cathy seguía asustada y disgustada, así que seguí hablando, preguntándole a mamá cosas divertidas que podríamos hacer aquí, como patinaje sobre hielo. Nos contó sobre un lago no lejos de la casa, actualmente en propiedad de sus padres. En los meses de verano podríamos nadar en él. Vi aparecer una rápida sonrisa en el rostro de Cathy y pareció calmarse, ahora sólo estaba interesado en entrar y ver lo que había en la casa y saber cómo eran nuestros abuelos. Cuando nos acercamos a una entrada trasera, una señora mayor, de gran altura, abrió la puerta como si hubiera estado ahí de pie esperando toda la noche. No estaba usando nada caro. Pensé que estábamos siendo recibidos por alguien de la servidumbre. Sin hablar, ella nos introdujo en la casa, hasta una empinada escalera. Pasamos sin mirar nada. Caminamos por un pasillo largo, más allá de muchas habitaciones, hasta que ella finalmente empujó una puerta entreabierta que daba a un gran dormitorio con pesadas cortinas cerradas herméticamente en las ventanas. —Rápido —ordenó cuando nos vio vacilar un poco— prepárense para dormir. Y hagan todo en silencio —mamá asintió con la cabeza y comenzó a desvestir a Carrie. Cathy ayudó con Cory. Ambos gemelos estaban tan cansados y aturdidos que apenas emitieron sonido. Puse una de nuestras maletas en la cama y comencé a abrirla para sacar sus pijamas. —No en la cama, niño tonto —dijo la vieja señora—, en el piso — puse la maleta en el suelo y miré a mamá con incredulidad. Ella intentaba sonreír, pero sus labios parecían congelados, apretados—.

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Bueno, ustedes tenían razón acerca de la hermosura de sus hijos, ¿pero son inteligentes, o nacieron estúpidos y enfermos? —Ellos son perfectos, madre. Cathy me miró con, probablemente, la misma expresión de impresión que había en mi cara. ¿Esta mujer fea, grotesca, torpe y que nos miraba severamente, era nuestra abuela? Mamá colocó a Carrie en una cama, y Cathy colocó a Cory al lado de ella. Luego se volvió y miró a nuestra abuela. Tuve problemas para ver alguna semejanza y esperaba

que

en

realidad

no

fuera

realmente

un

pariente

consanguíneo, quizás ella era una madrastra. —No puede haber niños y niñas durmiendo juntos —dijo la abuela. —Sólo son niños inocentes. ¿Por qué siempre tienes tantos malos pensamientos, madre? —una sonrisa fría de la anciana provocó un escalofrío en mi espina dorsal y definitivamente congeló a Cathy. —¿Por qué tengo malos pensamientos? ¿Niños inocentes? Eso es lo que tu padre y yo solíamos pensar acerca de ti y tu medio tío. Seguramente han heredado esa impureza —mamá sugirió que nos diera habitaciones separadas y fue cuando las cosas se volvieron aún más desconcertantes. La anciana comenzó a hablar sobre lo importante que era que nadie, ni siquiera los sirvientes, supieran que estábamos aquí. Yo seguía buscando la mirada de mamá para alguna explicación, pero cualquier desafío y espíritu que había tenido cuando llegamos, parecieron evaporarse. Pensé que podría protestar, pero antes de que pudiera abrir mi boca, nuestra abuela caminó hacia Cathy y yo, miró por encima de nosotros. —Eres el mayor, debes mantener a los otros tranquilos en este lugar. Cuando tu madre y yo dejemos la habitación, cerraré la puerta con llave.

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—¿Cerrar con llave? —le pregunté. Sus ojos se ensancharon con furia a mi simple cuestión sobre algo que ella había dicho. —No pueden andar por toda la casa. Permanecerán aquí hasta que su abuelo muera. Hasta entonces, ustedes no existen. — ¿"No existen"? —¡Deja de repetir todo como un idiota! —parecía que quería abofetearme. Mamá sacudió la cabeza, por lo que mordí mi labio inferior La anciana continuó diciendo por qué debíamos estar encerrados en el ala norte, pero dijo que el último viernes del mes, teníamos que subir la otra escalera y escondernos en el ático. Lo dijo como si nada, pero Cathy me miró y abrió la boca —¿El

último

viernes

del

mes?

—sabía

por

qué

estaba conmocionada. Eran semanas de distancia. La abuela explicó que subiría todos los días para traernos comida. Finalmente, mamá comenzó a arroparnos en la cama, susurraba constantemente, con ojos llorosos, que esto sólo era temporal, unos días, quizá una semana, pero teníamos que ser obedientes y no molestar a nuestra abuela. —Es nuestra única esperanza, Christopher —susurró en mi oído. Asentí —No te preocupes, mamá —le dije, lo que trajo su primera sonrisa real. Besó mi mejilla y se levantó. Pude ver cómo se resistía a dejarnos—. Mantendremos a los gemelos entretenidos y tranquilos — ella miró a su madre, quien sólo frunció el ceño. —Vendré en la mañana —dijo la abuela. Prácticamente empujó a mamá por la puerta. Escuchamos el chasquido de la cerradura. —¿Qué fue eso? —preguntó Cathy—. ¿Mamá Godzilla? Era enorme y horrible. ¿Cómo puede ella ser nuestra abuela? —Genial —le dije—. No digas esas cosas estúpidas frente a los gemelos, o tendremos un tiempo bastante cansado para mantenerlos tranquilos. De por sí ya es muy difícil.

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—¿Qué quiso decir la abuela con lo de mamá y su medio tío? ¿Quién era su medio tío? —No hay que pensar en nada —dije—, vamos a dormir un poco. No está tan mal aquí. Además, ¿qué es una o dos noches? —ella se quedó viéndome fijamente, para ver si sólo la estaba calmando o realmente creía lo que había dicho. Se estaba poniendo más y más difícil para dejarse engañar. Sacudió la cabeza, dijo sus oraciones y se acurrucó junto a Carrie. Me puse sobre mi espalda y observé el techo. La casa no estaba completamente tranquila. No escuchaba a alguien hablar o moverse, pero podía oír el crujir, como si la mansión estuviera tratando de advertirnos: “Salir. Salir mientras todavía puedas… Como si yo hubiera hecho el viaje en tren y la caminata en la noche con ellos, sentí mis párpados cerrarse lentamente. Puse el diario debajo de mi almohada y apagué la lámpara del buró. Casi de inmediato, imaginé a Olivia Foxworth, por encima de los gemelos, Cathy y Christopher. ¿Cómo podría una abuela ser tan dura y mala con niños jóvenes que, obviamente, estaban agotados y asustados, especialmente sus propios nietos? Intenté empujarla fuera de mi mente y cuando finalmente lo logré, caí dormida. Me desperté una vez en medio de la noche, imaginando su posición al lado de mi cama, mirando hacia mí y diciendo: "¡no te atrevas a leer otra página!" Tomó un rato para mí poder dormir otra vez, y entonces hice algo que no había hecho desde que era una niña, dormí demasiado. Papá estaba llamando a mi puerta y asomó su cabeza. —Kistin, ¿estás enferma? —¿Qué? —rápidamente se senté y miré el reloj—. Oh. —Creo que debes poner una alarma. —Pero no lo hago desde hace mucho. —Um. Tal vez vas a tener que empezar de nuevo. Vi tu luz encendida y ya era tarde —dijo, meneando la cabeza. Entonces salió y cerró la puerta. Salté de la cama. No importaba nada, incluso me salté el desayuno, iba a

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llegar tarde a la escuela por primera vez. Papá me estaba esperando cuando bajé las escaleras. —No quiero que conduzcas rápido, Kristin. Vas a llegar tarde. Voy a escribir alguna excusa, diré que tenía un problema en la casa o algo. —No hay necesidad de mentir, papá. Es mi primera vez. Conseguiré una advertencia, pero no algún castigo. Sólo diré la verdad, me quedé dormida. —¿Por qué te dormiste hasta tan tarde? —preguntó—. Vi la luz encendida, ¿fue por ese diario, verdad? —Sí —confesé. Él meneó la cabeza. —Me gustaría que me lo devolvieras, Kristin. Lo voy guardar en lugar seguro y te lo regresaré más tarde. —¿Por qué? —Mira lo que está haciendo ahora. —No está haciendo nada malo para mí. Perdí la noción del tiempo, eso es todo, papá. No es gran cosa. Voy a ser más cuidadosa, lo prometo. No se me hará tarde otra vez, nunca. —Tengo que ir a trabajar —dijo—. Piensa en ello. Y recuerda que no se puede conducir rápido. Conseguirás un pase para la corte y no serás la primera a la que le asignen un juez impío. Puedes perder tu licencia en un santiamén y deberás ir meses a la escuela de manejo. Lo vi salir y después fui a beber un zumo de naranja y un trozo de pan tostado. Ahora tenía poco apetito. Cuando me comí mi pan tostado, alcé la vista y pensé en el diario. No quería siquiera considerarlo, pero una vez más, lo hice. Era difícil creer que mi padre iría a mi habitación y lo llevara lejos de mí, pero después de ver su reacción esta mañana, se me ocurrió que sí podría hacerlo. Había visto mi atención cuando leía novelas o incluso libros de texto, así que sabía que no era sólo eso. Aquí había algo más. Lo sentí ahora. Mi padre sabía algo que nunca me había dicho, y al verme leyendo el diario atentamente había resucitado su memoria.

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Seguramente temía que leyera acerca de eso. Tal vez le había hecho algún tipo de promesa a mi madre. Lo que fuera, pensé que nunca encontraría una manera de descubrir lo que él sabía. Estaba segura de que esto era lo que le estaba molestando, y no era simplemente mi sueño excesivo. En lugar de alejarme del diario, sólo revolvió mi curiosidad acerca de lo que sería leerlo y saber. Por lo que yo podía recordar, nuestra familia, incluso antes de que mi madre muriera, no guardaban secretos. Todo acerca de mis abuelos, tíos y tías era discutido abiertamente. Mis padres eran personas que jamás ocultaban algo el uno del otro, pensé que no lo harían conmigo. Corrine y el señor Christopher tenían un secreto profundo y serio para ocultar, no sólo de sus propios hijos, sino de todos los que conocían. Fue por eso que el señor Christopher había adoptado su nuevo apellido, Dollanganger. Una familia nacida de una mentira no acabaría bien. Por supuesto, era comprensible que no le dirían la verdad a Christopher y menos a Cathy, no mientras ellos siguieran siendo tan jóvenes, tal vez habían pensado que nunca tendrían que decirles la verdad. Accidente fatal el del señor Christopher que hacía casi imposible mantener el gran secreto. Hasta donde dejé la lectura, tuve la impresión de que Christopher estaba esperando que su madre se acercara con alguna otra explicación. Tal vez sus padres no estaban relacionados sanguíneamente.

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Capítulo 13

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ebí estar más preocupada por llegar tarde a la escuela y a mi primera clase del día, inglés con el Sr. Stiegman, pero mi mente estaba totalmente absorbida por lo que leí en el diario.

Casi me sorprendió encontrarme en el estacionamiento para estudiantes. Tenía que ir directamente a la oficina del director y obtener un pase para entrar en la escuela. Nuestro director, el Sr. Market, era un hombre muy tolerante de cuarenta y cinco años de edad. Era director de nuestra escuela desde hace casi ocho años, me caía muy bien porque él siempre era justo. Sentía que yo le agradaba y estaba impresionado por mi promedio. No me gustaba ser tratada diferente respecto a cualquier favor, sólo porque perdí a mi madre a una edad temprana, pero a veces sí lo sentía. Había muchos otros estudiantes que vivían con uno de sus padres, pero eso era a causa de divorcio. Muchos de ellos tenían problemas de comportamiento, y pocos estaban haciendo lo necesario para tener buenas calificaciones. Mi padre nunca estaba sobre mi espalda para entregar cualquier trabajo escolar. Estaba muy orgulloso de mis logros, pero nunca me presionó de la manera en que algunos padres presionaban a sus hijos. Creo que lo que me hizo trabajar arduamente fue mi miedo a decepcionarlo, incluso aunque él siempre me dejó claro que me amaría pasara lo que pasara. Tal vez, fue por eso he trabajado tan duro. Se preocupaba mucho por mí. ¿Corrine se preocupaba lo suficiente en sus hijos? Ella no pensó en el futuro y se preparó para el desastre. Eso era lo que hacían los adultos, ¿no? La señora Grant se levantó soprrendida de su escritorio cuando entré en la oficina. Era secretaria del Sr. Market, y, como él, ella tomaba un interés personal en muchos de los estudiantes. —Llegué tarde —anuncié. Ella me miró un momento como para confirmar lo que había dicho y que yo realmente estaba allí.

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—¿Qué pasó? —preguntó ella, su rostro estaba plegado y arrugado como si estuviera hecho de papel de aluminio. —Me quedé dormida. Mi padre pensó que estaba enferma o algo, pero me olvidé de poner mi alarma. No me había pasado desde hace mucho tiempo —ella asintió con la cabeza y zumbó el teléfono para hablar con el Sr. Market. —Retraso —dijo—, Kristin Masterwood. No, no hay excusa por escrito. Ella dice que se quedó dormida —escuchó y luego colgó el receptor—. Tengo que darle un demérito y una papeleta rosa de advertencia —dijo, como si ella tuviera un dolor de muelas—. La próxima vez, será detención de la semana —Lo sé. No habrá una próxima vez —sonrió y me dio el demérito, fui a mi primera clase. Todo se detuvo cuando entré y el Sr. Stiegman me entregó mi reporte. Él sacudió la cabeza, me miró sombríamente y tomé mi asiento. No miré a nadie, a pesar de que sabía que todos los ojos estaban sobre mí. Me di cuenta rápidamente dónde estaban en la lectura de Macbeth y di la vuelta a la página de mi libro de texto. Cuando la campana sonó menos de quince minutos más tarde, a penas me moví de mi asiento antes de que Lana y Suzette se abalanzaran. Detrás de ellas estaba Theresa Flowman regodeándose. Ella era mi competencia para el mejor de la clase. Si estuviéramos parejas después de este semestre, el comportamiento desempeñaría un papel muy importante en la selección de la facultad. —¿Qué te pasó? ¿Por qué te dieron una papeleta rosa? —preguntó Lana rápidamente. Sabía que se preguntaba por qué no había llegado con una excusa por el retraso, excusa que habría evitado un demérito. Todo el mundo lograba que sus padres a inventaran algo. Nadie parecía creer que mi padre no lo hacía. Las pequeñas mentiras son como placas en las arterias, irían una tras otras hasta que mi reputación estuviera arruinada. En su negocio, donde la confianza era fundamental, papá dijo que equivalían a un ataque al corazón.

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—Me quedé dormida —dije lo más casual que pude —Tal vez, te estás esforzando más de lo que puedes para ser la mejor estudiante —dijo Theresa, con la intención de que sus palabras hirieran un poco mi autoestima. —Theresa, tienes que dejar de pensar que todo el mundo es como tú —repliqué. Lana y Suzette sonrieron y Theresa desapareció. —Esa chica siempre parece andar en fuego que yo no le prestaría ni un lápiz —dijo lana. —Para

—ordené,

aunque

no

pude

evitar

sonreír

bajo

mi

desaprobación. —Hablando de eso, Kane te estaba buscando en el salón —dijo Suzette—. Cada vez que volteaba y veía tu escritorio vació parecía que hubiera perdido a su mejor amigo o algo así. En realidad, nunca lo había visto así. Parecía un perrito perdido, ¿sabes de su partido, verdad? —Sí —cuando comenzamos a andar por el pasillo para nuestra próxima clase, Kane apareció detrás de mí. —¿Dónde has estado, forastera? —susurró— ¿Foxworth? —¿Qué? —me detuve y giré alrededor de él. Fue aterrador por un momento, era como si, de alguna manera, hubiera encontrado algo sobre el diario. —Sólo bromeo. Vi que faltabas en el aula. —Me quedé dormida. Parece que son las principales noticias de hoy. —Eso muestra lo aburrido que es aquí —respondió y se encogió de hombros. Caminaba junto a mí. —Mi papá nos dijo que Foxworth se vende. —¿Cómo te enteraste tan rápido? —Él estuvo en la junta de directores del banco, es uno de ellos. Tu papá va a hacer un montón de trabajo allí. —Sí me dijo —hicimos una pausa afuera de mi próxima clase. Mis amigas estaban mirándonos y riéndose.

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—Ya sabes, nunca he estado allí durante el día —dijo Kane—. Quizá me puedas dar un recorrido esta semana después de la escuela, antes de que desaparezca. —No sería un gran recorrido —dije. —Cualquier excusa para estar contigo me funciona —él contestó, dándome una de sus deslumbrantes sonrisas, y entró a su propia clase. Lo vi alejarse y pensé cómo me sentiría volviendo a Foxworth ahora que me estaba conectándome tan profundamente en el diario. En todo caso, hacia parecer todo más prohibido. Si bien, había leído cómo Corrine llevó a sus hijos a través de la oscuridad de la parada del ferrocarril, imaginé el camino que tomaron que los llevó a la parte trasera de la mansión. Ahora que estaba abandonada, la ruta podría estar cubierta, pero ya estaba jugando con la idea de caminar por ahí, llevar toda esa escena a mi vida. ¿Podría hacerlo? Me apresuré a entrar en el aula. Lo que menos necesitaba hacer ahora era llegar tarde a mi siguiente clase. Antes de que terminara el día, Kane sugirió otra vez ir a Foxworth, tal vez para ver un poco el retiro de escombros. —Estoy seguro que tu papá va a pensar que es bueno que estés interesada en su trabajo —¿Por qué es esto de repente tan importante para ti? —Sólo estoy interesado en lo que le interesa —dijo. —¿Cómo sabes que me interesa? —Podría decirlo. ¿Qué tal mañana? Podría pasar por ti antes de la escuela, para que no tengas que preocuparte de tu coche después. —Te aviso después —dije. —¿Qué es tan complicado que me avisas después? —repitió con más firmeza. Otra vez me dio ese famoso encogimiento de hombros y caminó. ¿Cómo podría explicar por qué dudaba? No era sólo porque yo estaba leyendo el diario. Tenía miedo de que mi padre pensara que estaba tan obsesionado con él que le había hablado a Kane sobre ir a Foxworth para ver el trabajo. Él también podría creer que lo había desobedecido y hubiera

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dicho a Kane algo sobre el diario. Tenía que trabajar sin hacer que Kane sospechara demasiado. Había grabado en mi mente antes de salir de casa para ir a la escuela, que no iba a tocar el diario hasta el final del día, si podía en todo el día. Pensé que debía hacerlo para aliviar a mi padre sus preocupaciones. Además, tenía mucho que hacer en la casa, tenía más deberes que de costumbre. Cuando papá llegó a casa, me encontró aspirando la sala. —¿Qué pasó en la escuela? —fue su primera pregunta. —Me advirtieron sobre una detención. Voy a poner alarma, no te preocupes. —¿Tienes mucha tarea? —Sí, ¿Por qué? —Herm Cromwell quiere llevarnos a cenar. —Él quiere llevarte a ti, papá, no a nosotros. No te preocupe por ello. Voy a hacer un sándwich de pavo y papas fritas. He visto cómo lo haces otras veces —él asintió con la cabeza—. Oh, Kane Hill sabe acerca de la venta de Foxworth. Su padre… —Está en la junta del banco. —Él quiere ir conmigo a la propiedad cuando comiencen a trabajar en la extracción de escombros —dije—. Yo no le dije sí o no. No le he mencionado nada más —añadí rápidamente—. Él nunca ha estado allí durante el día, y tiene la loca idea de que algún famoso sitio local está a punto de desaparecer. —¿Qué significa, en el día? —Probablemente ha hecho algunas visitas en Halloween —papá asintió con la cabeza. —Puede venir cuando él quiera. —¿Mañana? —Estamos a partir de mañana, sí. —Dijo que me recogería antes de la escuela. Pero iremos después de clases —papá me miró un momento— ¿Podrían eliminar algo famoso?

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—No es considerado un sitio histórico —dijo entre dientes—. Lo mejor que se ha hecho para esta comunidad es deshacerse de eso restos y vender la propiedad —agregó con tanta firmeza y rabia que sostuve mi aliento—. Vamos a sacarlo de nuestras vidas una vez por todas —dijo y fue arriba a bañarse y cambiarse para la cena. Lo vi subir, ya había terminado de limpiar con la aspiradora y comencé a preparar mi cena. Raramente veo a papá rojo de ira. A veces, sé que le gustaría traer a casa alguna frustración debido al trabajo para compartirla, pero él usualmente la olvida rápidamente cuando me ve o, probablemente, el recuerdo de mi madre lo hace aún más. —Tu cena huele bien —dijo desde la puerta una vez que ya había bajado cambiado. Su tono era más tranquilo. —También tendrás una buena cena, papá, estoy segura. —Sí. Lo siento, exploté por esta cosa de Foxworth. Estoy cansado de oír hablar de él hasta en los restaurantes. Empiezan hablando de la empresa que había reconstruido y todo eso. Casi me hace desear no tomar el trabajo. Intentaré llegar temprano —dijo y me besó antes de irse. Después de que comí, me senté durante un tiempo a pensar en las últimas páginas que había leído en el diario. Esto era como un misterio envuelto en un misterio, pensé. Eran sólo niños, ¿por qué era tan importante para mi padre que lo dejara y olvidara? Cambié mi pensamiento. Me apresuraría con mi tarea, me gustaría estar de vuelta en el diario esta noche. Una hora y media más tarde, después de hacer algunos ajustes con mi alarma, me instalé nuevamente contra mi almohada y abrí el diario donde lo había dejado. Me sentí como Alicia cayendo en el oscuro país de las maravillas.

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Capítulo 14

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esde el momento en que despertaron, los gemelos se quejaron. Cathy sólo hablaba tanto que no ayudaba al asunto. Mientras fui al baño y me lavé, la abuela del

infierno llegó con la bandeja de la comida, junto con una lista específica de reglas que debíamos obedecer. Me ordenó que las leyera en voz alta a mi hermano y hermanas. Antes de que ella partiera, nos dijo que tuviéramos cuidado, que Dios veía todo, todo el mal y el pecado que estábamos propensos a cometer. Lo único positivo que nos dijo fue que podíamos subir al ático, donde tendríamos más espacio. Después de las 10:00 am, le eché una mirada al rostro de Cathy y vi que ella iba a hacer o decir algo para mostrar su desafío, tal vez golpearía en la puerta, pero me sorprendió con su propuesta, una fantasía que nos traería más raíces lejos de la realidad con el paso del tiempo. —Está bien —dijo—. Ya que estamos siendo abandonados por la familia que tenemos, formaremos una propia. Christopher, ahora eres el padre. Yo soy la madre —miré a Cory y Carrie y vi cómo la idea les dio algo de alivio. Había una oportunidad para divertirse después de todo y alejar su mente de esta terrible situación. Nuestra abuela había escrito una lista de reglas para seguir, y era bastante claro que ella estaba medio loca o simplemente había sido sexualmente reprimida. Las encontré tan ridículas, que las leí en voz alta, imitando su voz y su cara feroz. “No deberán andar desvestidos en frente de cualquier otro; Niños y niñas no pueden usar el baño juntos…” Había uno que resaltaba, “No tocarán ni jugarán con sus partes íntimas…” Lo más ridículo fue: “No

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mirarán a alguien del sexo opuesto, a menos que sea absolutamente necesario.” Pude ver que iba a pasar un rato explicándoles a Cory y Carrie lo que eran partes íntimas. Cathy tenía esa sonrisa complaciente en su rostro, disfrutando de mis esfuerzos para hacerlo sonar más científico que sexual. Había realmente veintidós reglas, sobre todo tenían que ver con la obediencia y la limpieza. La abuela amenazó con añadir más a medida que pasara el tiempo. A pesar de mi sátira y mi imitación, Cathy dejó de sonreír. Ella miró a su alrededor y entonces estalló con toda su frustración reprimida, lamentándose cuánto nos odiaban por algo que no habíamos hecho, lo que era y declarando que todo sería un desastre. Mantuve la calma y le aseguré que nuestra madre nos cuidaría y que nuestra demente abuela se estabilizaría. Ella se calmó. —Tienes razón —dijo—, mamá no dejará que esto dure mucho más tiempo —suspiré con alivio, pero algo dentro de mí advirtió que esta era sólo la primera de muchas crisis por venir… Dejé el diario a un lado por un momento y medité sobre las reglas de su abuela. Christopher ya había sospechado desde el principio que su abuela estaba sexualmente reprimida. Yo sabía lo que una persona sexualmente reprimida era, pero dudaba, incluso de lo poco que había leído hasta ahora, que Cathy habría conocido a su edad. Su abuela probablemente evitaría completamente el mundo exterior si ella viviera todavía y viera cómo estamos todos vestidos, lo que leemos, lo que hemos visto en televisión, y cómo muchos de nosotros ya eran sexualmente activos, no sólo antes de que se graduaran de la escuela secundaria, sino también antes de ésta. Seguramente, aún hay gente como ella, que piensan que una mujer liberal es simplemente promiscua. ¿Cómo había crecido la madre de Christopher en tal hogar? ¿Le permitieron ir a citas por lo menos a mi edad?

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¿Qué tipo de ropa la obligaron vestir? ¿Qué libros y revistas fueron prohibidos y qué acerca de cine y televisión? ¿Le prohibieron maquillarse? ¿Le permitían ir a fiestas? Quién no entendería por qué tuvo un romance y huyó de ese mundo. Estoy segura de que se sentía más como un animal atrapado. A pesar de que mi tía Bárbara está dispuesta a enseñarme los hechos de la vida, cuando era más joven y sus llamadas telefónicas eran ocasionales, sin una madre o una hermana mayor, tenía que arreglárselas conmigo cuando llegué a lo que podríamos llamar, la “calle sofisticación”. Tía Bárbara no estaba conmigo todos los días o incluso cada mes, y me sentí más cómoda conforme pasó el tiempo y logré mantener una conversación de consejos y charla íntima. También, durante una de nuestras últimas conversaciones, dijo "eres muy sofisticada para tu edad ahora, Kristin. Tengo fe en ti, siempre haciendo lo correcto". Tal vez lo dijo, pero no estaba convencida. A los casi diecisiete años, estaba todavía lejos de ser la chica más experimentada y mundana en mi clase, especialmente cuando hablamos de relaciones. Algunas de las chicas habían estado saliendo con chicos mayores desde que tenían catorce, y como todos sabíamos, esos muchachos no estaban satisfechos con tomarse de las manos y besarse en el asiento trasero de sus coches cuando estaban solos. Algunos de ellos proceden de hogares rotos, incluso aquellos que no parecían tener una correa larga, permanecían más tiempo afuera que el resto de nosotros. Me imaginaba que sus madres, como la madre de Cathy, estaban más absortas en sí mismas. Como cualquier otra niña, quise ver cuántas campanas sonarían y cuanto control todavía tendría cuando aquellas famosas hormonas femeninas comenzaran a llamar. Tanto Lana como Suzette todavía eran vírgenes. Hablábamos sobre esto casi cada vez que las tres estábamos juntas en una de nuestras casas. Aunque tenían madres para asesorarlas en todo momento, sospeché que no sabían mucho más sobre sus propios impulsos y deseos que yo. Pensaron

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que sólo porque era la mejor alumna en la clase, tal vez incluso de toda la escuela, sabía más de sus madres. Sonreí para mis adentros recordando cómo contesté algunas de sus preguntas, de la forma en que quizá Christopher habría contestado. Era casi como un científico. También tuve la sensación de que si les decía lo poco que había hecho con Kane o hasta dónde podría ir, encontrarían una justificación para hacer lo mismo. No quería ser responsable de sus acciones, porque de seguro vendrían conmigo a decir “Bueno, tú lo hiciste”. Responsabilidad, pensé en cómo había sido empujada a Christopher. Tal vez, fue sólo un juego al principio para él jugar a papá, pero no era difícil ver que realmente tendría que ser como uno. Sé que los niños de nuestra edad que viven en países asolados por la guerra, o en situación de pobreza extrema, crecen tan rápidamente que la infancia para ellos es una fantasía. Pero para un niño que provenía de una familia de clase media, que una vez tuvieran todas las ventajas, al lanzarlo en esta situación tuvo que ser verdaderamente una gran responsabilidad. Sabía lo difícil que era perder a alguien, pero él, su hermano y hermanas se habían vuelto más

como

huérfanos. Esta vez tomé el diario a regañadientes. Me hacía enojar y deprimirme. Estaba desarrollando una relación de amor-odio con él. Era intrigante, sí, pero también me enfurecía. Papá podría tener razón, pensé. Podría hacerme amargada y cínica. Ahora, mi estómago se retorcía de la misma manera que lo hacía justo antes de que tuviera que hacer algo desagradable, como ir al dentista, pero volví a las páginas de todas formas, sintiendo que era casi tan necesario como tener mis dientes limpios. …Nuestra primera incursión hasta el ático fue como visitar otro país. Era enorme, probablemente de la longitud entera de la mansión, llena de antigüedades sin fin, pilas de encuadernados en cuero con etiquetas de viajes, gigantes armarios que contienen uniformes de la Unión y la Confederación, filas y filas de ropa antigua de hombre, ropa para mujer,

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maniquíes, sin mencionar decenas de jaulas, rastrillos, palas montones de fotografías enmarcadas. —Podrían ser nuestros familiares —dije—, antepasados —Cathy hizo una mueca hasta que vio a una muchacha bonita que tenía tal vez dieciocho años. Era difícil saber, las mujeres y los hombres del siglo XIX parecían mayores a nuestra edad. Pensé que se veía muy sexy con su pecho realzado gracias a una blusa con volantes. La vi fascinado igual que Cathy la observaba. —Estoy seguro que tendrás una figura como ésa. —¿Cómo puedes estar tan seguro? —Por la manera en que te estás desarrollando —dije, y ella me miró extrañamente. —Está bien para mí que lo predigas, lo sabes, a pesar de lo que diga nuestra abuela. Cory y Carrie empezaban a quejarse por el calor y la congestión nasal. Conseguí abrir una ventana, y entonces hice un nuevo descubrimiento, una habitación que estaba medio decente, con pupitres. Cory encontró un caballo, y Cathy también subió a Carrie. Por el momento, habíamos tenido muchas cosas que nos ocuparan. Cathy y yo miramos por la ventana. —Es como mirar un televisor con la imagen pegada en algo hermoso. Nadie se puede cansar de algo hermoso —dije. Ella sacudió la cabeza. —Eres imposible, Christopher. Ves algo bueno en todo, incluso esto. ¿Por qué nuestra abuela nos mira y habla solamente del pecado? ¿Qué hemos hecho? Somos sólo niños. —Aún no sé cómo piensa —le dije—. No te preocupes, de todos modos, no vamos a estar aquí por mucho tiempo. Carrie y Cory comenzaron a quejarse otra vez, exigiendo que lleváramos fuera.

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—¿Ahora qué, gran optimista? —preguntó Cathy y rápidamente pensé en algunos nuevos juegos. —¡Convertiremos el ático en nuestro propio jardín con un columpio! —declarado esto, pasé horas construyendo uno para ellos. Se mantuvieron entretenidos sólo un momento antes de que gritaran para salir otra vez. Esto no iba a funcionar, pensé. Nosotros no podíamos mantenerlos encerrados como mamá imaginaba. Cathy me miró y vio la debilidad momentánea y la duda en mis ojos, pero rápidamente me recuperé. Les reprendí sus lloriqueos y gritos como un padre lo haría. Después acepté agradecido la declaración de Cathy, era hora de comer. Éstos eran los primeros días, me dije. Seguramente valdrían la pena. Se trataba de una mansión, obviamente eran gente muy rica, dueños de tanta tierra. Si fueran capaces de compartir sólo un pedazo de ello, también seríamos ricos y, viniendo del desastre en el cual estábamos, esto tenía que ser una idea estupenda, una oportunidad. Podía escuchar a mi padre decir “Levanta la barbilla hacia arriba, saca el pecho, los hombros hacia atrás. Estás en el ejército Dollanganger, muchacho". Cuando escuché a mi padre subir las escaleras, empujé el diario debajo de mi almohada y agarró mi libro de historia. Un momento después de haber hecho el cambio, me sentía terrible culpable. Mi padre tenía confianza en mí. Lo engañaba otra vez, incluso con algo que mayoría de la gente llamaría algo menor, me dio una sensación enfermiza. ¿Por qué las personas engañan a la gente aman o se supone que sienten algo? Me preguntaba.

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Capítulo 15

D

e lo que había leído hasta ahora y de lo que ya había escuchado, sabía que Corrine Foxworth mantendría a sus hijos encerrados en el ático durante años, sin embargo,

según Christopher, ella les había dicho que iban a estar allí unos días, tal vez una semana, aun sabiendo que sería mucho más tiempo. Todos los padres decían a sus hijos mentiras blancas para mantener la paz o mantenerlos lejos del miedo y la intranquilidad, pero esto era diferente. ¡Era frío, un cruel engaño! En un sentido real, ella estaba traicionando, traicionando a los que más debería haber amado. Yo ya tenía un mal presentimiento acerca de la voluntad de Corrine para encerrar a sus hijos en habitaciones lejos de los criados y el abuelo. No me gustó el hecho de que la puerta estuviera bajo llave. ¿Qué pasaría si había un incendio o algo más terrible sucedía, como un ataque de apéndice o una lesión? ¿Cuánto tiempo les tomaría conseguir ayuda? ¿Cómo podría una madre dormir por la noche sabiendo esto? Traté de pensar como Christopher y comprender que Corrine estaba desesperada, prácticamente sin un centavo con cuatro hijos, y en su forma de pensar, se trataba de un sacrificio lo suficientemente pequeño como para tener la seguridad y el futuro arreglado de sus hijos y el de sí misma. Me dije que tenía que recordar que ya una vez ella había disfrutado este opulento estilo de vida, viviendo en esta gran mansión con sus jardines hermosos y el lago. ¿Quién podría culparla por soñar con rescatarlo todo? Me causó asombro acerca de lo que sacrificó mi padre en su vida después de la muerte de mi madre, sacrificios que hizo para mi beneficio. Estaba segura de que muchas noches, yacía despierto en el dormitorio de mi madre, solo, mirando en la oscuridad, incapaz de dormir y probablemente soñando con alejarse de todo, huir del recuerdo nítido de sus movimientos junto a él, su risa resonando en los pasillos y habitaciones,

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el olor de su perfume todavía persistente alrededor de su tocador y en su armario, tal vez el descubrimiento de una hebra de su cabello. Después de su muerte, cada recuerdo era como un rasguño en una costra, una herida. Qué fácil sería mudarse a otra ciudad, otra casa y hacer a nuevos amigos, amigos en cuyas caras no viera el dolor y la lástima o el reflejo de mi madre en sus ojos y pudieran oír la fragilidad de sus palabras. Todo el mundo siempre tenía miedo de decirle algo doloroso y resucitar el aliento moribundo de mi madre. Yo lo sabía, veía el miedo en su rostro y lo sentía en mi corazón. A pesar de lo que me decía acerca de estar atado a la casa y su trabajo, de su comodidad donde él ya estaba y acerca de ser demasiado viejo para comenzar de nuevo, era perfectamente consciente de que él aguantaba todo por mí. No quería que mi vida fuera interrumpida. No quería que tuviera que buscar nuevos amigos y acostumbrarme a nuevos profesores y nuevos entornos. “La gente de mi edad y aún más jóvenes se mueven en este país como damas chinas en un tablero”, decía. Siendo joven se supone que quiere decir que eres lo suficientemente fuerte para ir a todos lados, incluso periódicamente, sin embargo, a los estudiantes como que no les va tan bien, y sí, probablemente tengan muchas emociones y problemas psicológicos, pero viven. Yo también sobreviviría. ¿Y qué había acerca de otra mujer, otra esposa? ¿Le era realmente imposible conseguir a alguien más o él estaba evitándolo sólo para complacerme? Sí, odiaba la idea de otra mujer viéndose en el espejo de mamá, trabajando en su cocina, acomodando su ropa en el ropero y recibiendo a mi papá con un beso al final del día. Sería como perder a mi madre otra vez y sí, era doloroso incluso considerarlo, pero también era egoísta de mi parte no querer que esto ocurriera. Mi padre, como cualquier otro hombre, tenía necesidades. No podía compartir todo con él. ¿Cuántas veces había rechazado mis invitaciones porque él pensaba que sería incómodo acompañarme? ¿Cuántas veces había visto otro matrimonio riendo,

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tomados de la mano, cenando en un restaurante o simplemente hablando suavemente en algún lugar y sentía el gran vacío y dolor en su corazón? Tal vez él nunca amaría nadie como había amado a mi madre, pero necesitaba alguien que lo abrazara, alguien más que lo esperara en casa. Era todavía un hombre joven. Tenía que ser difícil no tener a nadie a quien abrazar en la cama, no tener un hombro que besar, no había calor para calmarle cuando él se sintiera terriblemente solo. Había un gran agujero en su corazón, en su vida, y yo no podía llenarla completamente. Éramos una familia, sí, pero él era un hombre solo en tiempos y lugares cuando no debería ser así. ¿Quién estaba haciendo los sacrificios aquí? Yo no. Y ciertamente ¡no Corrine Foxworth! Él llamó a mi puerta. —Entra, papá. —Quiero comentarte algo —comenzó—. Herm Cromwell me acaba de decir que en el periódico Catch-all de Charlottesville, están haciendo un artículo sobre la historia de Foxworth debido a la venta de bienes raíces. Van a rastrillar por el legendario horror, seguro. Herm conoce al editor y allí van a hacer una mención de lo que somos, a través de tu madre, ya que ahora somos los únicos familiares en Charlottesville de la familia Foxworth. No debes hablar con nadie de ese periódico sobre ese asunto —añadió severamente como nunca antes —No sé mucho sobre eso, de todos modos —me miró de esa manera en la que él podría pasar de ojos marrones a casi naranja cuando los enfocaba tan intensamente. —Estás leyendo ese diario —dijo. —¿Qué diario? —sonrió, y asintió —Mejor mantenerlo así, Kristin. Sé cómo los descendientes de personas que cometen actos horribles están manchadas con mala sangre, no importa lo que hagan o a que se dediquen. Es como caminar con los fantasmas y aferrarse a sus hombros, ¿entiendes? —lo que dijo me hizo temblar. A veces sentía que llevaba fantasmas sobre mi espalda.

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—Ya he probado ese pan rancio, papá —le dije. Era una de sus expresiones. Él asintió con la cabeza. Pude ver la sugerencia de lágrimas en sus ojos. Él me entendía. —Está bien. Voy a demoler ese lugar de la manera en que tu madre limpiaba el piso de la cocina —prometió y salió, cerrando la puerta suavemente. Me dejó el libro de historia y muchas cosas en las que pensar. Tal vez tenía razón. Quizá debería lanzar el diario a la basura y olvidar Foxworth y los pobres niños Dollanganger. ¿Qué bien vendría de mi lectura, de todos modos? No podía salvarlos de cualquier suerte que tuvieran. Era demasiado tarde. Papá no estaba equivocado en no querer buscar más horror en las noticias que recibíamos diariamente. ¿Por qué seguir buscando? Apagué la luz y me acurruqué contra mi almohada. Por supuesto, fue sólo mi imaginación, pero me había olvidado que había puesto el diario debajo de mi almohada, y fue como si pudiera oír a Christopher llamándome, rogando que leyera. Alguien tenía que escucharlo, alguien tenía que conocer la verdad. De lo contrario, sufriría en la oscuridad. Era la única esperanza de traerlo a la luz. En la mañana, me di cuenta de cuán determinado mi padre estaba a terminar este trabajo tan rápido como pudiera. Estaba arriba y se había vestido una media hora antes de lo normal y bajó a desayunar. Vi que iba a dejarme una nota y empezar. A penas estaba amaneciendo. Tenía su chamarra y un gorro. —¿Qué hay sobre el amanecer? —dije. —Oh. Tengo un equipo nuevo que viene en esta mañana, retroexcavadoras y arados. Quieren terreno limpio junto a los escombros. El nuevo dueño ya hablando de una piscina, una casa de la piscina y un campo de tenis —¿Sabes quién es? —Nunca he preguntado. Quien sea, buena suerte para él —dijo—. Saqué tu cereal favorito y tengo el pan listo para ser tostado. ¿Así que realmente vienes después de la escuela?

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—Es el plan. —Está bien. Hablaremos durante la cena. Esto se ve como una noche de cena en Charley para nosotros. —Está bien, papá. —Ten cuidado —advirtió. Nunca decía adiós. Siempre usaba "ten cuidado". Le di un rápido beso en su mejilla para el camino. Por la manera que se alzaron sus hombros y flexionó sus brazos, parecía iba a batallar. Tal vez en su mente lo estaba. Comí mi desayuno y luego me acerqué a mi cama, saqué el diario debajo de mi almohada. Miré el reloj. Estaba un poco por delante de horario. "No" dije en voz alta, "no te atrevas." Pero no escuché. Abrí donde lo había dejado. Sólo una página o dos, pensé, y estaría fuera. Yo estaba pensando más como un adicto que como una sensata joven. …Hasta ahora, principalmente debido a las advertencias de la abuela y su visión oscura de nosotros, ni Cathy ni yo habíamos pensado nada sobre el otro presente cuando cualquiera de nosotros se bañara. Ni nuestra madre ni nuestro padre lo habían prohibido, si no vieran nada malo sobre ello, seguramente lo haríamos. Cathy pensó que debíamos limpiar antes del almuerzo. Habíamos andado por el ático polvoriento, prácticamente nadando a través de capas de aire viejo, filtrado a través de la historia de la familia, agitando ratones, polillas y barriendo montones de telas de araña. —Me siento podrida —declaró—. Estamos todos demasiado sucios para poner nuestras manos en la comida —ella inmediatamente me dirigió una mirada para que la ayudara a bañar a Carrie y Cory. Tan pronto como terminamos y ella los había vestido, se desnudó y se metió en la bañera. De repente, como si sólo al darse cuenta de dónde estábamos y qué estábamos haciendo, ella paró de lavar su cara, volvió hacia mí y preguntó qué pasaría si la abuela (ella evitó decir "nuestra abuela", como si llamarla "la abuela" la hubiera hecho mejor criatura de lo que

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creía) nos sorprendiera así. Me acerqué a la tina y la abracé. Ella puso su cabeza en mi hombro y nuevamente ahogó un sollozo. Cómo rápidamente había cambiado todo, pensé. Haría todo lo posible para ocultarlo de ella y los gemelos, pero esto realmente debía ser como estar en un calabozo, no importaba cuan ligeramente intentara hacerlo parecer, y la abuela Foxworth no podía parecerse mejor a una carcelera sádica o alguien más cruel. —Olvídate de lo que dice —le dije a Cathy—, vamos a ser ricos. Piensa en eso, en todas las cosas que tendremos y seremos capaces de hacer. Sabía que ella soñaba con ser una bailarina famosa. Había investigado las mejores escuelas de ballet cuando mamá y papá mencionaron tal posibilidad para ella, y aunque eran caras, se las describí otra vez. Cuando vociferé sin cesar sobre las cosas que tendríamos todos, comencé a lavar su espalda de la manera que a menudo hacía, del modo en que lavaba la espalda de mamá de vez en cuando. Si ella pudiera andar en los zapatos de nuestra madre, lo haría. A pesar de las insignificantes insinuaciones, sonidos molestos y advertencias de la abuela, no podía negar que ella había puesto nuevos pensamientos en mi mente masculina. Yo había mirado el cuerpo desnudo de Cathy tan a menudo mientras crecíamos, pero siempre he pensado en él como puede hacerlo un estudiante de anatomía humana. Ella era mi propio ejemplar femenino, madurando justo bajo mis ojos y así podía confirmar todo lo que había leído y estudiado sobre el nacimiento del sexo. Sus pechos ya eran pequeños brotes coronados con unos pezones ligeramente naranjas, y los principios de su vello púbico me dijeron que marchaba al ritmo de la agitación de sus hormonas. El segundo en el que sentí una agitación en mí, dejé caer la toallita y retrocedí desde la bañera. Lo que me impresionó fue la

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potencia y la velocidad con la que mi conciencia sobre mi propia vida sexual surgió de la oscura caja en la que normalmente dormía. La restringía, pero nunca fue tratada como un inhóspito invitado cuando las niñas estaban flirteando conmigo o mostraban un poco más de sus cuerpos; quizá deliberadamente, se cepillaban el cabello cerca para llamar mi atención, algo que Mindy Thompson solía hacer cuando estábamos en la fila para comprar el almuerzo o al salir de un aula. Esto era diferente. Ella era mi hermana Cathy. Tal vez, pensé, nuestra abuela tenía razón. Cathy me miró nuevamente, sorprendida. —Lo gemelos se están poniendo inquietos otra vez. Lo mejor sería que moviera las cosas, para distraerlos —le dije cuando realmente necesité distraerme. Ella asintió y se levantó de la tina. Pensé que me llamaría para que le secara la espalda, pero no lo hizo y puse toda mi atención en los gemelos. Tuvimos nuestro almuerzo, pero casi tan pronto como terminaron, se quejaron otra vez. Corrí hasta el ático y encontré libros para leérselos. Traje unas damas chinas para Cathy y yo. Rellenamos cada minuto, cada segundo con algo para evitar que lloraran y se quejaran acerca de estar encerrados en esta casa. Finalmente, cayeron dormidos, tomaron su siesta. Cathy y yo también caímos dormidos. El día se desvaneció, y antes de que nos diéramos cuenta, todos estábamos cenando. Los gemelos se pusieron agotados de sus propias quejas interminables. Iba a ser fácil a conseguir que fueran a la cama. Ahora Cathy parecía que se volvería histérica de un momento a otro. Siguió mirando la puerta cerrada con llave, las ventanas y a mí. —¿Qué? —¿Cómo podría ella dejarnos así? ¿Qué pasará si hay un incendio? Tenemos que unir hojas y formar una escalera de escape o algo, supongo. —Brillante —le dije, y ella se iluminó—. Es bueno pensar en el futuro. Muchas chicas de tu edad no tienen ninguna previsión —

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sonrió—. Si ambos pensamos cosas razonables como esto, lo lograremos, Cathy Doll —el temor salió de su rostro. Hace años, el mejor amigo de nuestro padre, Jim Johnston, nos llamó "muñecos de Dresden", porque todos teníamos el cabello rubio y un cutis muy limpio. Éramos como personas de porcelana. El nombre se nos quedó y hasta vecinos comenzaron a referirse a nosotros de esa manera. Yo sabía que a Cathy le gustaba ser considerada como alguien especial, aunque yo no estaba contento por ser llamado como cualquier tipo de muñeca. Ella asintió con esperanza otra vez. —Bien, ¿jugamos damas? —dijo—, estoy decidida a vencerte — durante unos minutos, al menos, era como si estuviéramos nuevamente en casa: Cathy y yo estábamos jugando, los gemelos estaban cómodamente dormidos, todo estaba tranquilo y bien con el mundo. Quizás podríamos soportar esto, pensé. No, quizás lograríamos vencer esto. Mamá sabía lo que hacía, decidí. Me sentí alegre de nuevo, impulsado hacia arriba. Y entonces la puerta se abrió y ella entró en la habitación. Fue un momento más rápido que un parpadeo, como si todo el aire hubiera sido absorbido de ella.

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Capítulo 16

P

odía oír ahora el frenético sonido del timbre. Kane tenía su dedo en él sin dejar de presionarlo, por lo que había un constante dingdong dingdong. Al mismo tiempo mi teléfono comenzó a

sonar. —¡Oh, no! —grité. Había perdido noción del tiempo. Podría fácilmente ser tarde para la escuela otra vez —¿Dónde estabas? He estado tocando la bocina y presionando el timbre de la puerta. Incluso llamé a tu celular, pero fue directo al correo de voz. No estaba seguro si lo habías olvidado y ya te habías ido con tu padre o sola. ¿Qué está sucediendo? —Estaré ahí en un minuto —vociferé. ¿Cómo pude enajenarme tanto sin oír todo ese ruido? Empujé el diario debajo de mi almohada, cogí mis libros y prácticamente salté sobre la cama para salir de la habitación. Volé por las escaleras, casi se tuercen mis tobillos en la parte inferior y estuve a punto de rasgar las bisagras de la puerta para poder salir. Kane tenía una sonrisa de incredulidad. —¿Qué está pasando? —¡Vamos! —dije, corriendo por delante. Me volví porque todavía estaba parado—. Date prisa —me metí en su coche y él se movió rápidamente para entrar y encender el motor—. Lo siento —le dije. —No me digas que te quedaste dormida de nuevo —no contesté. Él me miró y se echó hacia atrás. Yo estaba agradecida ahora que pasábamos prácticamente por una calle solitaria, porque ni él ni yo mirábamos en ambos sentidos. Salimos disparados y giró los neumáticos. Si mi padre hubiera estado en casa y hubiera visto esto, estaría tan muerto como un clavo. —Estamos cerca —dijo Kane—. En lo personal a mí no me importa, sería mi primera advertencia, pero tú…

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—Sólo no consigas una infracción por exceso de velocidad o te saltes la luz roja —pedí. Si teníamos un accidente o a Kane le daban una multa, me sentiría peor que Cathy en el ático. Probablemente, me pondría mal del estómago cuando el director le dijera a mi padre del retraso. Saqué de mi mente la visión del rostro decepcionado de papá. —Así que… ¿En qué estás pensando? ¿Estás enferma o algo? ¿Qué te paso? —Algo —dije. Me vio y alzó las cejas. —¿Qué? —Nada —Estaba siendo buen día, pero mi corazón se había hundido. Había un accidente leve justo sobre la carretera que teníamos que pasar para llegar a la escuela. El tráfico no ayudaba. Yo sabía una buena forma de evitarlo, lo que nos daría cinco minutos con un poco de suerte. Mucha gente, de seguro estaba pasando por lo mismo. Empecé a decirle que regresara. —Lo sé, lo sé, tranquila. No seremos los únicos de la escuela atrapados en este lío, en realidad creo que es un poco de buena suerte. El señor Market tiene que considerarlo. Estuvimos en el estacionamiento poco menos de cinco minutos tarde. Podía oír el sonido de campana. —Ya no podremos llegar al salón —Deja de preocuparte. Yo lo explicaré todo. —No necesito a nadie que explique por mí —le contesté con demasiada dureza, pero no pude evitarlo. Me enojé conmigo por ponerme en esa posición. Cuando llegamos a la entrada principal, miré hacia atrás y sentí algo de alivio. Otros cuatro coches estaban llegando al estacionamiento y dos más estaban a la espera de dar la vuelta. Kane estaba en lo cierto. Habría varios de nosotros en la misma situación. De hecho, en la oficina del director había otros tres delante de nosotros, algunos mayores. La señora Grant estaba escribiendo notas verdes, lo que indicaban aceptables excusas.

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Por lo que la situación estaba confirmada y salvada. Sin embargo, cuando fue mi turno, ella me miró con cierta decepción en su rostro. —Pensé que habías llegado desde hace mucho tiempo, Kristin. Tienes que anticipar los problemas si quiere salir adelante en la vida. —Si señora —dije. Ella sacudió la cabeza pero escribió la nota. —¿Quién se cree que es? ¿Tu madre? —preguntó Kane y también recibió su nota verde. —Al parecer necesito una —dije y me miró disculpándose por lo que había dicho. Entré justo cuando la campana del aula estaba sonando, al menos no llegaría tarde a mi primera clase. Sin embargo, todas mis amigas que no sabían del atasco en la autopista estaban sorprendidas y curiosas. Lana nos había visto a Kane y a mí llegar juntos. —¿Kane pasó por ti para venir a la escuela? —preguntó—. No le queda de paso. —Sí, sí. —dije. —Y ambos llegaron tarde —dijo Suzette. Todas las muchachas sonrieron. Sabía que creían que Kane y yo nos habíamos desviado y por eso llegamos tarde. —No fue nuestra culpa —dije, aunque supiera que fácilmente podría haber sido la mía. Recité a toda prisa una descripción del accidente de tránsito antes de que cualquiera pudiera preguntar a algo más. En realidad, pensé, no era mi culpa. Fue de Christopher Dollanganger. Me reí para mis adentros imaginando conocerlo algún día y decirle. Estaba seguro que él diría, "ojalá todo lo que hubiera sufrido en mi adolescencia fuera un reporte por un retardo en la escuela”. Mis amigas me miraban mientras caminábamos, todas susurrando. "Es sólo amor” declaró Suzette lo suficientemente alto para que escuchara y todos asintieron. Deseaba que fuera tan simple como eso. Estuve bastante aturdida toda la mañana. Además de sentir que había recorrido una milla en cuatro minutos, me tambaleaba con imágenes y pensamientos que Christopher había descrito en su diario.

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En dos clases diferentes de la mañana, me sorprendí soñando despierta sin poner atención. Me perdí al menos una pregunta o algo que habían dicho mis maestros. No podía evitarlo, era como si llevara a Christopher junto a mí a dondequiera que fuera. Todo lo que sucedía o veía automáticamente me preguntaba qué pensaría Christopher al respecto. —Hay algo diferente en ti —me dijo Kane cuando caminamos junto a una mesa en la cafetería durante el almuerzo—. No puedo decir si es por llegar tarde dos veces, aunque para ti, está a la altura de un pecado capital o probablemente te encuentras en un estado de terror. —No lo es —dije e intenté mirarlo hoscamente por su comentario. Sólo sonrió y se deslizó a mi lado. —Está bien, no es un pecado capital. ¿Qué es lo peor que has hecho alguna vez? —preguntó cuando comenzó a comer su sándwich. —No voy a decirte algo personal —le respondí, y se rió. —Seguro. Apuesto que fue algo terrible, como beber una cerveza en casa de una amiga cuando tenías doce —lo golpeé ligeramente en su hombro para seguir jugando—. Hey —No me distingo por ser una Sandra Dee.20 —¿Quién? —¿Qué nunca has visto Grease? —meditó un momento y luego sonrió. —¡Ah sí!, ya recuerdo, “Mírame, soy Sandra Dee, pésima con la virginidad” —le dediqué una sonrisa y él la devolvió—. Así que, ¿qué significa eso de “pésima con la virginidad, tú eres o no? —No se trata de eso —declaré. —Creo que una mujer protesta demasiado —bromeó. Me aparté y pensé en mí durante un momento. ¿Era tan virginal como Christopher y Cathy eran? ¿Tenía virtud de adolescente porque estaba dedicada a mi padre, era responsable y buena estudiante? 20 Fue una actriz de cine estadounidense conocida principalmente por su papel estelar en la película Gidget.

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Era tan responsable como Christopher tuvo que ser, nosotros dos fuimos empujados a envejecer durante la noche. Miré fijamente alrededor de la cafetería y me pregunté cómo mis compañeros de clase realmente me veían. Por lo que había leído hasta ahora, Christopher no pareció haber tenido muchos amigos. No mencionó a nadie al inicio del diario, durante el tiempo antes de que fueran a vivir a Foxworth. Seguramente, no pudo haber hecho nuevos amigos mientras estaba allí. Yo tenía amigos, realmente no me parecía a él y, por la razón que fuera, aunque estuviera fascinada con él, me dio cierto alivio. Extrañamente, ese alivio me hizo sentir culpable. No quería verlo de cualquier forma extraña. Los sentimientos y revelaciones acerca de sí mismo que yo había leído, seguramente eran normales. Un día se dio cuenta de que su hermana se estaba convirtiendo en una mujer. Desafortunadamente,

estaba

sucediendo

bajo

extrañas

circunstancias, pero me imaginaba que cualquier muchacho habría tenido reacciones similares cuando se encontró en el mismo tipo de situación, ver el cuerpo de su hermana menor en desarrollo. Miré a Kane, él tenía una hermana que estaba en el colegio. En todo caso, invirtiendo los papeles podría haber sucedido lo mismo. Sin duda estaba a punto de preguntarle cuando su hermana se cuenta de pronto de que ya era un hombre. ¿Cuándo se percató? Me preguntaba. ¿Todos los hombres reaccionaban diferente? Tal vez, yo estaba demasiado enclaustrada, tan inocente y ajena a las cosas, miradas, sentimientos que significaban más de lo que yo pensaba. Pensé que el diario de Christopher podría servir más como una educación sobre mí que cualquier otra cosa. El resto del día pasó sin problemas. Me obligué a estar más alerta y alejar todo lo demás fuera de mi mente. Hice un pequeño cuestionario de matemáticas, y por su reacción, sabía que a Theresa Flowman no le había ido bien. Participé en alguna charla ociosa con mis amigas. Me sorprendió que Kane no le contado a nadie sobre nuestra visita a Foxworth después de la escuela. Esperaba que Lana o Suzette preguntaran sobre eso.

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Ellas sabían que estaba saliendo con él ya que me había traído a la escuela, pero ambas aparentemente asumieron que iba a llevarlo a mi casa o iría a la suya. Teníamos planeado todo. Tenía la tonta costumbre de dar advertencias tales como "No hagas nada que yo no haría, lo que significa que puedes hacer todo lo demás.” Por más de un motivo, me alegré de pasar más tiempo a solas con Kane. Nos conocíamos desde hace años, pero no fue sino hasta este año que él me miró y mostró interés un poco romántico. Una vez más, pensé acerca de Christopher mirando a Cathy, notando más que simplemente una muchacha. Me hizo preguntarme acerca de mí. ¿Podría ser que había florecido en tan sutil manera, que ni siquiera yo me había dado cuenta? Mi padre me trató siempre como su niña, a pesar de las nuevas responsabilidades que debía cumplir y que ya tengo edad suficiente para conducir y tener citas. Tal vez un padre, o incluso una madre, se resistía a aceptar que una hija ya no era un niña. En caso de una madre, era separarse desde el cordón umbilical y en caso del padre, la idea de que pronto su niña comenzara a buscar un hombre que la amara y la protegiera. —¿Realmente estás en eso del mejor estudiante? —preguntó Kane después de alejarnos de la escuela. —Yo no vivo para ello, pero estoy segura que no te dolería intentarlo. —Tendrás que escribir un discurso para la graduación. —Mi papá dice que lo hago diariamente —él puso su cabeza de lado como cuando ve algo que le complacía e hizo esa sonrisa pequeña y tierna que podría abrirse paso hasta el más duro corazón. A pesar de que sabía lo encantador que era, no sentía que utilizara esos deslumbrantes ojos y casi perfectos rasgos faciales para atraerme como lo haría con cualquier muchacha o conseguir algún favor de un maestro. Su popularidad llegó tan fácilmente que no se obsesionó con ella. —Así que dime —dijo cuando nos desviamos hacia Foxworth— ¿Qué es lo que realmente saben acerca de este lugar y lo que ocurrió allí

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originalmente? Tu mamá estaba relacionada. Debes saber más que nadie a cerca de la historia. —Ella nunca habló de ellos, al menos no conmigo y mi padre odia hablar de ellos. A menos que se hable del terreno y la reconstrucción. Él les ataca como si fuera el general George Patton yendo tras Hitler —Kane se rió en voz alta. —Eso es lo que mi padre me dijo que tu papá solía hacer. Supongo que él ha expresado sus sentimientos acerca de ello bastante claro a cualquiera que habla sobre el asunto. —Mi padre no tiene miedo de expresar su opinión sobre cualquier cosa —le dije— No sólo sobre Foxworth. —Así que debo cuidarme de él —contestó—, ¿verdad? —Bueno, yo tampoco tengo miedo de expresar mi opinión —él meneó la cabeza. —¿Dónde habías estado toda mi vida, Kristin Masterwood? —En el cuarto a través del pasillo, el cuarto detrás o en el cuarto delante —seguíamos en su auto. Su sonrisa era cada vez más profunda, sus ojos me consumían como si estuviera probando un vino preciado. Me sentí ruborizada. ¿Dónde me llevaría este viaje? Tal vez debía escribir mi propio diario, pensé. Entonces sentí mi cuerpo tensarse, mucho más tenso que antes cuando mi padre y yo habíamos visitado las ruinas de Foxworth Hall. El diario de Christopher me había colocado en su interior de manera que nunca imaginé. Por unos momentos, cuando estuvimos más cerca, no vi las ruinas de un gran incendio. Vi la gran mansión de pie, las ventanas débilmente iluminadas, y muy por encima, dos niños, Carrie y Cory, sostenidos por su hermano y hermana mirando hacia un mundo que les había sido repentinamente prohibido. Era como ir al sitio de una masacre o una prisión y seguir siendo capaz de escuchar los gritos y gritos. ¿Durante todo el tiempo que habían estado aquí, alguien impulsado para fijar la vista hacia arriba, los había notado en la ventada? Si lo hicieron, ¿Cómo guardaron eso para sí mismos?

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De lo que todo el mundo había conocido de los Foxworth, simplemente no invitaban a cualquiera a su mansión, sin duda, no pasaron tiempo en la ciudad hablando con la gente, a menos que fuera estrictamente sobre negocios. Dudé que Olivia Foxworth tuviera amigos de su propia edad cuando los niños fueron encerrados en el pequeño dormitorio y ático.

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Capítulo 17

L

legamos junto al carro de mi padre y él salió de ahí. Tenía la maquinaria a todo vapor. El área alrededor de los escombros había sido despejada, y una buena parte de las tablas

carbonizadas, tubos, luminarias destrozadas y otros contenidos fueron amontonados en tres grandes camiones para ser llevados lejos. Dos cortadores con grandes cepillos limpiaban la propiedad al sur y dos hombres contemplaban la propiedad en el extremo este. —Voy a decir que tu padre ha hecho todo esto muy rápido —comentó Kane— es notorio que quiere aniquilar el clan entero. Papá hizo una pausa y alzó la vista de un sujetapapeles cuando Todd Winston saludó con la cabeza en nuestra dirección. Agité la mano, e indicó cómo nos deberíamos acercar sin peligro. —Hola, Sr. Masterwood —dijo Kane rápidamente—. Esto es un gran trabajo. —Aún hay muchas cosas que hacer. Era un gran lugar, pero ahora ha sido destruido —me dijo papá. Él me miró como si quisiera estudiar mi reacción ante todo, a la espera de mi comentario—. Pensé que le mostrarías el lago a Kane —dijo, ignorando todo lo demás—. Bueno, ustedes dos vean por sí mismos. Hay tablas con clavos sobresaliendo por todas partes. —Parece que fue más una explosión que un incendio— dijo Kane. —Un incendio es una explosión —Todd le contestó; Kane le dio su habitual encogimiento—. No hemos encontrado nada más de valor, Kristin —me dijo Todd. Mi padre se giró hacia él y me miró enseguida. —Nos vemos en un rato —me dijo y comenzaron a alejarse— Kane los siguió con la mirada, pero luego volteó hacia mí. —¿A qué se refería? ¿Encontraron algo de valor? —Nada realmente —dije—, Todd tiene la esperanza de encontrar un aburrido tesoro.

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Kane asintió, pero sus ojos estaban llenos de nueva curiosidad. Me preguntaba por qué mi padre no le dijo a Todd que no hablara sobre la caja metálica. Ahora tenía que mentir sobre mi paseo alrededor de la propiedad, y pude ver que Kane ya había averiguado cómo saber cuándo estaba evitando decirle algo. Tenía una de esas caras que haría un detective antes de probar un pedazo de pastel. Caminé más rápido. —En este lugar debe haber quedado algo —dijo Kane intentando ponerse al día—, tanta propiedad y un lago. Eran gente muy rica. —Supuestamente —¿Crees que hubieran tenido vida feliz? Me detuve y giré hacia él. Yo sabía, al igual que todos los demás, que Kane pertenecía a una de las familias más ricas en Charlottesville. —¿Es el dinero lo que hace a una familia feliz? —se rió. —No según papá. Él sigue diciéndonos que la felicidad no está hecha de dinero, pero nos encanta tenerlo, de todos modos. —Obviamente estas personas eran miserables aquí —dije y seguí caminando. —Entonces, ¿por qué esa mujer trajo a sus hijos aquí y los mantuvo en un pequeño dormitorio y un ático durante años? —Ella estaba en quiebra. Su esposo fue asesinado, y él no tenía seguro de vida, estaban en deuda cuando seguía vivo. —Así que tú sabes más de lo que quieres admitir —inquirió. —Eso es todo lo que sé —dije— la mayoría sabe mucho —añadí, seguí adelante y crucé mis brazos sobre mi pecho. Cuando llegamos al lago, me detuve y él se paró junto a mí. —Pareces molesta. Tal vez venir aquí no fue buena idea. El lugar está maldito. —Tal vez —me senté en una roca que sobresalía del lago. Se inclinó y sumergió su mano en el agua. —Está helada. Iba a sugerir que nos diéramos un baño. No respondí. Sacó su mano y se volvió hacia mí.

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—Debió haber sido muy hermoso aquí alguna vez, cuando el muelle estuvo en buenas condiciones y no había madreselva tan crecida. Tiene un manantial natural que lo alimenta. Apuesto a que es incluso buena para beber. Es un lugar sereno, incluso ahora con toda esta hierba creciendo excesivamente alrededor. Realmente me gusta. ¿Es más como la naturaleza virgen, no crees? —como si hubiera oído la observación de Kane, un cuervo, que parecía venir de la nada, se postró en una rama sobre el lago. Parecía estar mirando hacia nosotros como si se preguntara por qué estábamos aquí. —¡Oye, cuervo! —le llamó Kane rompiendo la tensión. El pájaro levantó sus alas como si fuera a responder. Ambos nos reímos. Y luego voló hacia el bosque—. Sería agradable remar en este lago —dijo—, incluso ahora. —Tal vez el nuevo propietario lo limpiará y lo hará atractivo de nuevo —caminó hacia atrás y se sentó a mi lado. —He estado aquí antes —reveló en el tono de una confesión—, pero nunca pensé de esta manera. —¿Cuándo estuviste aquí? —He venido unas cuantas veces con los chicos en Halloween. —Lo supuse cuando dijiste que nunca habías visitado Foxworth de día. —Fue estúpido. Realmente no había nada aterrador sobre el lugar. En todo caso, parecía patético para mí, como un cascarón de algo. Todo el mundo tratando de asustarte, saltando de las sombras y gimiendo. —¿Por qué quisiste venir aquí hoy? —Oh, por nada en particular. Sólo quería una excusa para estar contigo. —Si querías salir pudiste sólo decirlo. Podríamos haber ido a otro lugar. —No es realmente tan malo —se inclinó hacia mí y me miró detenidamente.

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—¿Qué? —Tus ojos son del color del cielo de hoy. Es como si estuvieras en cualquier parte del mundo, menos aquí. —¿Lo son? —miré el agua. ¿No tendría una conexión especial con Foxworth ahora? ¿Se adentraría en mi corazón y sería para siempre una parte de mí? —Eres una chica muy linda, Kristin. No te das cuenta que te veo la mayor parte del día, estoy seguro, pero a veces te pillo mirando casi… —Casi ¿qué? —Angelical. Como si estuvieras en algún lugar más, un lugar hermoso y solo, que nadie más ha descubierto, como si te perdieras en el tiempo... como este lago. —No me siento particularmente angelical, pero admito que hay muchas veces cuando siento que me pierdo en el tiempo —él sonrió, y entonces me besó, suavemente, manteniendo sus labios contra los míos un poco más, como alguien bebiendo las últimas gotas de miel. Cuando nos separamos, mantuvo su cara y sus ojos cerca de los míos. —Soy lo suficientemente inteligente como para saber que eres especial, Kristin —dijo, y entonces me besó otra vez. Esta vez, yo realmente lo besé, como si hubiera una alfombra mágica que nos llevara lejos de todo lo triste y oscuro de este mundo, que nos llevará a un lugar cálido y confortable, un lugar donde podríamos respirar felicidad y nunca saber de tristeza; un lugar, en el que estaba segura, Christopher Dollanganger y su hermana Cathy desearían haber estado. —Ahora, lo siento, tendremos una fiesta el viernes. ¿Quién necesita a alguien más ahí? —No sé si papá me deje ir, sabiendo que tus papás no van a estar en casa. —No tenemos por qué decírselo. —¡No decírselo! —mis ojos se ensancharon, incluso ardieron un poco. —Tengo una relación especial con él basada en la honestidad.

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—¡Ay! —dijo, levantando sus manos—. Tal vez, sí eres Sandra Dee — lo empujé otra vez, exageró el golpe y cayó rodado. —¡Asesinado en Foxworth! —gritó—. Y por un pariente lejano, qué apropiado. Ah, soy tan desafortunado… —Levántate, idiota —me levanté, y se apresuró a mover sus pies. —Sus deseos son órdenes —dijo. Se inclinó a besarme otra vez. Entonces tomó mi mano—. ¿Sabes qué realmente me gusta de ti, Kristin? —Que quieres que te ayude con matemáticas —dije y sonrió. —Hombre, es fácil enamorarme de ti —me detuve y lo miré. ¿Era esto cierto? Y si lo era, ¿por qué? ¿Qué hacía a una persona fácil de amar? ¿Qué hizo tan fácil para Corrine enamorarse de su medio tío? ¿Qué hizo tan fácil para mi padre caer perdidamente enamorado de mi madre? ¿Pasó algo mágico? ¿Qué me sucedía a mí, también? —¿Por qué? —le pregunté. Pensé que él haría una broma, pero me miró muy serio. Pude ver que estaba pensando cuidadosamente—. Hay otras chicas guapas en la escuela. —He salido con una o dos, pero a pesar de todo, ninguna de ellas es más bonita que tú, no es la única razón. Eres... desnuda —dijo. —¿Disculpa? —No quiero decir sin ropa. Quiero decir que no hay nada falso y engañoso en ti. Como tu padre, supongo, dices lo que quieres decir, y apuesto a que la única vez que callaste un poco fue cuando sabías que podrías herir a alguien o no se podían defender por sí mismos. —Gracias, creo. —Pero eso no es todo —¿Y qué más hay? —Hay un misterio en ti. Siento que hay más y nadie sabe, tal vez tu propio padre tampoco. No sé si algún día lo sabré, pero estoy intrigado. Sobre todo, me haces sentir cómodo con la persona que soy. Creo que podría decir cualquier cosa —añadió—. Alguna vez leí que el verdadero amor

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significa que no hay secretos, porque la gente en el amor no le teme a los demás —entrecerró los ojos sospechosamente. —¿Desde cuándo te volviste tan poeta, Kane Hill? —Desde que me di cuenta de cuánto me gustas —contestó, y luego se encogió de hombros. No dije nada. Tomó mi mano y caminamos en silencio, nos sumergimos en el delicioso momento que habíamos creado nosotros mismos, teniendo tanto miedo de decir cualquier palabra que nos devolviera a la realidad. ¿Porque estábamos aquí? ¿Por qué venimos al lago?

Me

preguntaba si los niños Dollanganger, que siempre habían visto hacia este lugar, lo habrían sentido como algo mágico. Me gustaría saber, pensé. Christopher lo revelaría, sin duda. Mi padre nos vio acercarnos y se alejó del trabajo para saludarnos. —Así… —Debió haber sido muy hermoso aquí una vez, Sr. Masterwood. —Probablemente —papá dijo a regañadientes—. Alguien lo volverá hermoso otra vez, una vez que el cadáver haya desaparecido. Voy a tardar aquí aproximadamente otra hora, Kristin. ¿Todavía cenamos en Charley?— preguntó mirando a Kane y quizás pensando que habíamos hecho otros planes. —Sí, papá. —Está bien, tengan cuidado —le advirtió a Kane—. Tienes una preciosa carga a bordo —No tiene que decirlo, señor. —Oh, claro que tengo —dijo papá—. Te darás cuenta cuando seas padre —Kane le dio su famoso encogimiento de hombros y una sonrisa. Papá asintió mirándome y volvió a su trabajo. —Me agrada tu papá —comentó Kane, mientras caminábamos a su coche. Miraba detrás él—. Sólo tú puedes sentir lo que sufren los tontos — miré a Kane, sorprendida por la frase que usó. —¿Lo que sufren los tontos?

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—En realidad, es lo que mi padre dice todo el tiempo. En ocasiones, escucho cuando él me dice esas cosas —agregó y me dio esa sonrisa que me hizo querer besarlo otra vez. Y otra vez lo hicimos cuando él me dejó en mi casa—. Realmente disfruté pasar tiempo contigo en el infierno Fox —dijo. —¿Piensas que los lugares quedan manchados para siempre por los acontecimientos que suceden allí? —le pregunté. Él hizo una mueca como si pesara sobre él. Pero luego se encogió de hombros. —¿Te refieres como al almacén de libros de Dallas debido al asesinato de Kennedy? Seguro. No sé bien qué hizo el teatro Ford después de que Lincoln fuera asesinado ahí, pero no imagino que fuera un punto de venta. —Parece que se castiga la naturaleza por lo ocurrido en Foxworth. Es hermoso si no sabes lo que ocurrió allí. —Suena como si te gustara la idea de construir una casa nueva. —Sólo por curiosidad —dije. —Curiosea sobre mí, me gustaría esa atención —dijo. —Como te hace falta… —repliqué y salí del auto. Me vio caminar hasta la puerta de la casa, él esbozó una gran sonrisa. —Nada de eso importaba antes —gritó detrás de mí. Me reí de él y luego comenzó a retroceder mucho más cuidadosamente esta vez. Se despidió, me despedí y luego, cuando estuve segura que se había ido, corrí a mi habitación. Yo sabía que mi padre no llegaría tan rápido como había dicho. Dejaría de trabajar, pero tendría mucho que hacer con el bloqueo de la maquinaria por esta noche. Sabiendo que saldría a cenar, debí centrarme directamente en mi tarea, pero ir a Foxworth hizo que yo quisiera estar de vuelta en el diario de Christopher y sus pensamientos. Era como si lo tocara, a todos ellos, incluso comencé a escucharlos…

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Capítulo 18

S

e abrió la puerta y mamá entro luciendo como si tuviera el doble de los treinta y tres años que tenía. Mi corazón se hundió. Algo terrible había sucedido o estaría sucediendo,

pensé. Yo creía que los gemelos celebrarían por su regreso, pero explotaron con gritos y lloriqueos, se quejaron de estar encerrados, culpándonos a nosotros por estarlo. Mirando cómo le dolía hacerlo, mamá puso ambos en su regazo y casi en un susurro intentó calmarlos. Ella se obligó a sonreír y nos preguntó cómo realmente habíamos estado. Los gemelos eran incesantes, especialmente Carrie, quien sólo se volvía más exigente y estridente, jaloneaba a mamá y, a continuación, saltó de su regazo para golpearme a mí por haberlos mantenido encerrados tanto tiempo. Nunca diría que no estaban mimados, pero no podía culparla a ella o Cory por estar tan enojados. Se sentían traicionados. De repente, apareció nuestra abuela mirando por encima, parecía más grande y meneaba la cabeza, exigiéndole a mamá que callara a los gemelos —¡Disciplinalos ahora! —exclamó. Tanto a Cathy como a mí nos sorprendió; los gemelos la provocaron sin temor. Carrie fue aún más fuerte y Cory la respaldaba con sus propias palabras. Nunca esperé lo que a continuación hizo nuestra abuela. Ella agarró el cabello de Carrie y la levantó literalmente del suelo. Mi hermana aullaba de dolor y cuando Cory intentó darle patadas, la abuela intentó golpearlo. A diferencia de cómo había imaginado un adulto haciéndole frente a un niño, nuestra abuela se abalanzó sobre él y lo abofeteó tan duro que cayó a su lado y luego, probablemente todavía con dolor, se arrastró junto a su gemela lamentándose, ambos

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ahora abrazándose unos a otros. Miré a mamá para ver lo que haría. Ella simplemente miró hacia abajo, pareciendo aún más derrotada. Nunca olvidaré la forma en que Cathy me miró entonces. Parecía alguien que se había dado cuenta que el último trozo de esperanza, para salvarse a sí misma, para salvarnos, había muerto. Estábamos a punto de descender en el hoyo del infierno más oscuro que pudiéramos imaginar. Ambos volteamos hacia mamá, con la esperanza de que pondría fin a esto. Sin embargo, cuando ella amenazó con llevarnos fuera de la casa, nuestra abuela sólo sonrió y se atrevió a echarnos. Mamá parecía desmoronarse. Quería ir con ella y decirle que lo hiciéramos, pero me detuve, no quería ser una carga más. Poco sabía de lo que sucedería después. Olivia, la abuela, le ordenó a nuestra madre que se quitara la blusa. Mamá rogó, suplicó no hacerlo, pero nuestra abuela era despiadada e implacable. Poco a poco, mamá se levantó y desabrochó la blusa. Ya que no estaba usando su sujetador, en un principio, pensé que era lo que quería demostrar nuestra abuela, sentí mi corazón detenerse y volver a latir. Desde el cuello hacia abajo, mamá estaba llena verdugones, algunos sangrando en rojo intenso. Miré a Cathy y los gemelos. Que, literalmente, contenían la respiración por la vista. Vi lágrimas en sus ojos. Mi cuerpo entero se tensó y apreté mis puños. ¿Por qué lo había hecho? Este tipo de castigo era medieval. Luciendo más superior que nunca, y con mamá a sus pies, la abuela explicó la razón de los azotes; parecía orgullosa de ello. Treinta tres azotes por su edad, quince extras para representar los años que había vivido en pecado con papá. El abuelo le había ordenado hacerlo y

mamá

había

sido

sometida

a

semejante

castigo.

Todavía

regodeándose, la abuela advirtió que seríamos castigados si no seguíamos sus reglas. Ella empujó la llave de la puerta en manos de mamá y caminó hacia fuera, con los hombros levantados, haciéndola parecer un halcón

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gigante. ¿Qué tipo de una criatura era ella? No sólo había castigado a su hija brutalmente, estaba ansiosa por mostrarlo como si fuera un logro. No podría ser cualquiera de su genética en mí, o de mi abuelo, pensé. Yo detestaba cada célula de su cuerpo miserable y esperaba que mi abuelo sufriera de dolor en algún lugar abajo, en su propio infierno. Sentí mi garganta cerrarse tan abruptamente, que entré en pánico cuando traté de tragar y no pude. Arrojando al suelo el diario, me levanté y rápidamente entré en mi cuarto de baño a beber agua del grifo. Mi corazón estaba acelerado ¿Verdaderos azotes? ¿Moretones, costras con sangre? Para ver a su madre tan torturada por sus propios padres debió ser trascendental para los niños, especialmente los más pequeños. ¿Mi madre sabía qué clase de monstruos eran los Foxworth? ¿Había oído acerca de esto? ¿Sabía mi padre? ¿Qué tan terrible les iría a los niños, si le habían hecho eso a su propia hija? Una parte de mí quería lanzar el diario lejos de nuestro hogar, pero otra gran parte de mí quería saber más. Fue como si hubiera enfermado por el enojo. Me miré en el espejo y salpiqué agua fría en mi cara, parecía que tenía fiebre, y ciertamente no quería que mi padre me viera así. Él arrancaría el diario de mis manos y lo rasgaría en pedazos delante de mí. Volví a mi habitación, acercándome a mi cama lentamente, como si creyera que el diario que reposaba sobre la manta podría saltar y morderme o algo. Caminé cerca, echándole un vistazo cada pocos segundos. Se iba a poner molesto, pero quería seguir leyendo, pensé casi inmediatamente. Necesitaba continuar, pero tal vez debería racionar mi lectura. Yo sabía que tendría problemas para dormir esta noche. Por ahora, el fácil escape se encontraba en mi tarea. Cuando mi papá regresó y subió a verme, me encontró en mi escritorio finalizando mis ejercicios de matemáticas. —Oye… —dijo— si tienes mucha tarea, yo puedo salir a comprar comida rápida para la cena. —No, tengo todo bajo control. Necesitas relajarte —sonrió.

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—¿Cómo sabes eso? —Hoy te vi trabajar intensamente. No puedes hacerlo todo en un día tú solo, y dejar a los demás detrás de ti, papá. —Sí, jefe. Tomaré una ducha rápida —empezó a girar y luego se detuvo. —¡Oh! —¿Qué? —No voy a poder escaparme tan rápido, de todos modos. Herm trajo al nuevo propietario para verme. Un hombre llamado Arthur Johnson, sólo tiene alrededor de cuarenta años, pero es muy rico. Dirige un fondo de inversión. Quiere hacerme su contratista general en la reconstrucción. Parece que ya había un arquitecto trabajando. La nueva estructura no será tan alta como lo era Foxworth, pero será tan amplia y profunda. Algo así como un renacimiento griego. Es un buen hombre. Tampoco regateó sobre el precio. Nos establecerá a Todd y a mí un tiempo —hizo una pausa, sus ojos se entrecerraron con sospecha—. ¿Qué tiene de malo? No pareces estar contenta con esto. —Yo pensé que no te gustaba estar ahí. —No hay suficiente como para rechazar esta cantidad de dinero. Además, cuando hayamos terminado, no habrá el menor parecido con lo que estaba allí. Johnson tiene la misma mentalidad. Tiene todo tipo de ideas para la jardinería, se verá más lujoso que nunca. No tiene moderación cuando se trata de flores y arbustos, es lo más reciente. No habrá ninguna semejanza a un monasterio y no habrá duda que quien viva ahí realmente disfrutará de su riqueza. Con todos los nuevos negocios que esto podría traer, quizás tendría que ponerme a trabajar este verano —añadió, medio bromeando. Miré hacia mi cama. El diario estaba debajo de mi almohada, pensaba que Christopher podía escuchar todo lo que mi padre decía. Tal vez, papá tenía razón. En un tiempo relativamente corto, la historia de Christopher, su hermano y hermanas, junto con la historia del habitante más reciente, serían enterrados y olvidados. El nuevo edificio sería todo lo

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que una nueva generación vería y sabría. Sólo el diario podría mantener la historia de los niños Dollanganger. —Salimos en veinte minutos —dijo y salió de la habitación. Fijé la vista en mi tarea. ¿Cómo podría concentrarme ahora? Mi corazón estaba agitado. No podía evitarlo. En mi mente, un pensamiento aterrador comenzó a nacer como una oscura flor. Era como si Foxworth sintiera su desaparición. Una vez que el edificio se hubiera ido y el nuevo propietario cambiara todo, se desvanecería. Ellos estaban desesperados. No nos dejarían ahora, no por mucho tiempo. ¡Tal vez nunca! Alejé todo de mi mente y me concentré en lo que usaría para cenar, aunque fuera sólo a Charley Dinner. Iba con mi padre, y yo quería que estuviera orgulloso de mí, orgulloso de cómo me vestía, cómo lucía. Él no había insistido en ello, incluso no lo mencionó, porque asumió que sabría vestir correctamente. Había visto cómo sacudía su cabeza y murmuraba para sí, cuando veía la forma de vestir de algunos de mis amigos y compañeros de clase cuando salían con sus padres, hasta restaurantes de lujo. Mi padre y yo no salimos a comer a menudo, pero cuando lo hacemos, especialmente cuando vamos a Charley’s, él gozaba de ello, no tanto porque él y yo cocináramos diario, sino porque era su oportunidad de ver algunos de sus viejos amigos y enterarse de nuevas historias y noticias. Charley’s era ese tipo de lugar que servía como punto de reunión para muchos otros hombres que estaban involucrados con la industria de la construcción. Vi varias camionetas y vehículos de construcción en el aparcamiento cuando llegamos. Una parte de Charley’s era como de los 50’s, con su imitación de cuero rojo en las cabinas con centros blancos, pliegues y bordes de cromo, y varias mesas. Había un largo mostrador con taburetes giratorios, pero también había una buena docena de comedores retro hechos de fórmica21. 21 La fórmica es un material plástico. Fue inventada en 1912 por Daniel J. O'Conor y Herbert A. Faber mientras trabajaban en Westinghouse.

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El piso era como un tablero de ajedrez; aunque algunos de ellos no funcionaban, había tocadiscos de miniatura en las cabinas y en el mostrador. En consecuencia, siempre había música pero nada que alguien de mi edad agradecería. Charley Martin era el propietario original. Lo inauguró a sus setenta años, aunque parecía diez años más joven, con su cabello entrecano, peinado hacia atrás como si él simplemente se hubiera puesto una toallita húmeda, quizá con un poco de loción. Él era fuerte, con los antebrazos de un carpintero, ambos brazos con tatuajes que había conseguido en las Filipinas cuando estaba en la marina. Papá lo llama "Popeye". Él fingió estar molesto por el apodo, pero pude ver que le agradaba. Amaban intercambiar historias de la Marina. Por ahora, mi padre se relacionaba con la estrecha comunidad de trabajadores de la construcción, eléctricos, empleados de plomería y quienes trabajaron en la maderería de Deutch. Papá era reconocido, todos sabían acerca de "el proyecto del entierro Foxworth," qué rápido había sido etiquetado. Cuando pensaba en él, me di cuenta, ¿qué más podía ser etiquetado? Era inevitable, supongo, que el nuevo trabajo en la propiedad reviviera las leyendas y agitara las historias, algunas muy exageradas sobre los años en los que se había incendiado la segunda vez. Otros hablaron de un anciano Foxworth que construiría una iglesia privada en la mansión que rivalizara con la iglesia su antepasado, el evangelista que había construido una capilla para predicar ahí mismo22. Ray Pantel, cuya empresa familiar hizo mucho del trabajo eléctrico y reparaciones en la primera mansión, dijo que su padre había dicho que, Olivia Foxworth mandó poner tela sobre las patas del piano porque creía que las patas desnudas eran muy sugerentes. Todos tratando de superarse unos a otros con historias que describieran el fanatismo de los Foxworth

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Este comentario se refiere a Bart Winslow Jr.

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con la Biblia, de alguna manera, siempre volvían a Malcolm y Olivia con su represión sexual. —He oído que sólo hicieron el amor suficientes veces para tener a sus hijos y siempre en la oscuridad —dijo Jimmy Stark, un plomero retirado. Todo el mundo se echó a reír. —No es de extrañar que su hija saliera corriendo —declaró Billy Kelly, el gerente de la maderería. —Ella tenía prácticamente prohibido mirar a cualquier muchacho, mucho menos tener citas. Incluso pudo haber usado el cinturón de castidad. —Pero huyó con un apuesto joven —dijo Jimmy. Era quince años mayor que mi padre, pero “tenía los genes de un inmortal”23, como diría papá. Lucía mejor que los hombres veinte años más joven que él. —Mi padre vio una foto de él una vez. Tenía que bajar al sótano para trabajar en un calentador de agua cuando Malcolm todavía estaba vivo y vio este cartón húmedo y podrido con algunas fotos en él. La señora descubrió que había visto las fotos y lanzó la maldita caja con todo al horno. Fue la última vez que lo llamaron para hacer cualquier trabajo en su casa. Todos murmuraron y se quejaron acerca de cómo el último habitante se había ido de la comunidad de Charlottesville, justo cuando acababan de reconstruir la mansión. Ray dijo que su padre le contó que el lunático había ubicado los planes originales y había contratado la compañía de construcción fuera de Richmond. —Probablemente no quería que la gente local fisgoneara alrededor. Quién sabe, tal vez descubrieron el cuerpo del niño, pero todos fueron obligadas a guardar secreto —pude ver que papá estaba empezando a aburrirse con la discusión. En cualquier momento, alguien iba a pedirle, como tantos, que les dijera si mi madre no había mencionado nada de esto y él podría explotar. Echó un vistazo a mí.

Se refiere a una persona comúnmente conocida como “tragaños”, aquella que aparenta menos edad que la verdadera. 23

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—Vamos a cambiar el tema —dijo, asintiendo con la cabeza en mi dirección—. No todo el mundo aquí tiene oídos lleno de mugre, suciedad y no hay basura oxidada fluyendo de sus pensamientos. Qué trabajo, volvieron a hablar sobre el aumento de la esperanza en nuevas viviendas, la economía y la política. Poco a poco, todos ellos tuvieron sus pequeñas peleas por separado, mientras papá y yo obtuvimos nuestras rebanadas del famoso pastel de manzana. —A veces, pueden parecer un montón de mujeres borloteras —papá murmuró, tomando su café y mirando en la dirección de sus amigos había tomado. Jimmy aún estaba en el mostrador tomando su café. —Se asemejan un poco —dije, imitando la forma en la que él contestaba cuando no estaba completamente de acuerdo—. ¿Por qué no llamarlos un montón de viejos? —Él asintió con la cabeza. —Tienes razón, chauvinista24. De todas formas, es por eso tu madre odiaba los chismes. Algo que comienza con un cuarto de la verdad, al final termina siendo peor que la realidad. Esperemos estar al nivel para reconstruir lo que Arthur quiere, así sucederá lo que siempre he deseado. —¿Y eso es? —Que Foxworth tenga la muerte larga que necesita —Asentí, pero no estaba lista para ir a ese funeral, y él lo sabía. Sus ojos se entrecerraron se inclinó en hacia mí. Así que de eso se trata, pensé—. No prohibiré que sigas leyendo ese diario, Kristin, pero voy a ser muy infeliz si hablas de él, especialmente con otros niños en la escuela que podrían tener a sus familias hablando de todo esto otra vez y llamarás la atención, justo lo que no quiero. ¿Entendido? —¿Otra advertencia? Ya habías sido bastante claro sobre lo que querías —dije con una media sonrisa. Él también sonrió.

24 Término que se acuña gracias a la forma de pensar de Nicholas Chauvin, patriota francés. Puede significar aprecio excesivo de lo nacional contra lo extranjero, patriotismo exagerado. En este caso, la expresión se refiere a que Kristin defiende el género femenino de la comparación con el masculino.

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—Lo prometo, no volveré a tocar el tema nunca más —agregó y levantó su mano derecha. Sabía que debería estar feliz, pero había algo acerca de estar a solas con el diario y su historia que me hacía temblar cuando menos lo esperaba.

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Capítulo 19

C

uando llegamos a casa, volví a mi tarea. Tuve la sensación de que estaba corriendo a través del diario para darme tiempo de volver a Christopher, especialmente después de

escuchar todas esas historias y rumores en Charley’s. Intenté resistir, diciendo que necesitaba una buena noche de sueño. Puse mi alarma y me metí en la cama, pero momentos más tarde, como si Christopher me llamara a través de la almohada, me giré, saqué el diario y di vuelta a la página. ¿Cómo podría no hacerlo? Todos estaban en tal dolor. …No fue hasta que mamá nos reunió, todos aturdidos, tuvimos que calmarnos para que Cathy y yo entendiéramos quiénes “éramos”. No me atrevo a escribir "lo que fuimos”. Todo lo que sabía y entendía sobre el bien y el mal en este mundo, me impidió aceptar la forma en que la abuela nos veía, como semillas del diablo, criaturas del mal. Como si las palabras vinieran desde sus intestinos, regurgitando como leche agría, mamá comenzó a contarnos su historia. Ella habló casi en un susurro. Primero, describiendo cuán horrorosa había sido su juventud, no sólo para ella, también para sus hermanos que habían muerto. Sus padres no les permitieron ser personas normales, no podían nadar porque podrían mostrar sus cuerpos. No podían bailar porque eso requeriría estar cerca del sexo opuesto. Los ojos de Cathy se ampliaron con cada ilustración que mamá nos daba. —Tú y tus hermanos eran como prisioneros —le dije, intentando ignorar la ironía de la situación en la que nos encontrábamos ahora. —Peor. A los prisioneros se les permite tener pensamientos propios. Mi madre me miraba y preguntaba si estaba teniendo pensamientos pecaminosos, sucios. Escuchaba mis llamadas telefónicas, leía notas que escribía en mis cuadernos para la escuela, leía cualquier tarjeta o

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carta que llegara a la casa dirigida a mí antes que yo, y si no le gustaba una palabra o algo, la quemaba antes de que lo leyera. Me enteraba tiempo después que alguien me había enviado una tarjeta de cumpleaños o de vacaciones. Puedes estar seguro de que si cualquier chico lo hizo, nunca recibí los mensajes. No me estaba permitido tener amigas en mi cuarto sola y si cualquier muchacho se atrevía a venir a nuestra casa, él y yo teníamos que sentarnos en la puerta de entrada. No podía incluso llevarlo en la sala de estar —¿Y tu padre qué hizo con todo esto? —le pregunté. —¿"Mi padre"? —ella se rió—. En primer lugar, él nunca pondría en entredicho cualquier cosa que mi madre nos dijera o hiciera; y en segundo lugar, mi padre era cruel incluso con su propia esposa, tomó el control de raíces cuando murió su padre y cortejó a la segunda esposa de su padre, dejó al hijo de la mujer fuera de la herencia. Cuando su madre murió años después, él vino a vivir con nosotros. Garland Christopher Foxworth IV, pero mis padres no me permitían ni siquiera llamarlo Christopher o Chris —sonrió y colocó su brazo alrededor de mí—. ¿Sabes de quién estoy hablando? Mi mente empezó a trabajar. Finalmente había venido con detalles. Por supuesto, Garland Christopher era medio tío de mamá. Siempre serían considerados parientes cercanos. La palabra gritó e hizo eco en mi mente: incesto. ¡Era verdad! Éramos hijos del incesto. Todas las insinuaciones y comentarios tenían sentido ahora. Ese fue el horrible pecado que mis abuelos vieron a nuestra madre y padre cometer. Miré a Cathy. Ella no lo captaba tan rápido como lo oía o bien, simplemente no quería entenderlo. Mamá continuó, describió la llegada de nuestro padre a Foxworth Hall, nos dijo que se enamoraron a primera vista. Los dos lo sabían. Su cara se iluminó cuando ella describió esa sensación. —Dios sabe que hacía falta amor en nuestra casa. Yo necesitaba sentir amor, cierta felicidad. Mis hermanos ya habían muerto en

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accidentes. Ninguno de mis padres sonrió por mucho tiempo. Todo cambió cuando su padre vino a vivir con nosotros —nos contó que sus padres trataron a papá como un hijo por los hijos que habían perdido. Entonces, me di cuenta que esto soló consolidó e intensificó la furia de los abuelos sobre el romance que tendría ella con mi padre. Para mis abuelos, no era sólo su mitad-tío; se había convertido en un hijo, en sus mentes, un hermano para ella. —¿No te diste cuenta de que se molestarían, mamá? —le pregunté. —Por supuesto, ambos lo sabíamos, pero algún día podrán ver y entender cómo el amor verdadero puede cegarlos ante cualquier cosa, excepto hacia la persona que amas; nada más importa, sólo tú y tu felicidad. Por favor, traten de entender, aunque sé que son demasiado jóvenes para comprender el poder del amor. Por favor, no piensen en nosotros de otra forma más que dos enamorados. No sólo no pensamos en el pecado que mis padres nos acusaron de cometer, ninguno de nosotros podría decir nunca esa palabra. Nunca pensamos que nada malo podía venir de un amor tan fuerte y puro. Pude ver de la manera preocupada en la que me estaba mirando, estaba preocupada, sobre todo si le condenaba, no desde un punto de vista bíblico sino de uno científico. Por lo que había leído, los hijos de relaciones incestuosas podrían sufrir efectos secundarios. Quizá habría cosas que pasarían con nosotros conforme fuéramos creciendo, pero por ahora, ninguno de nosotros parecía menos que perfecto. Con mamá en un punto tan bajo, yo ni siquiera me puse a pensar en ello. Sabía que lo haría, no inmediatamente, más adelante cuando tuviera tiempo para considerarlo todo. Otra vez, miré a Cathy. Ella parecía que estaba oyendo una historia de Romeo y Julieta actual. El dolor, el sufrimiento y toda la inmoralidad de lo que nuestros padres hicieron fue idealizado. Vi su mirada soñadora, ¿era la característica de una niña? Mamá realmente no prestaba atención a las historias que Cathy traía de la escuela, pero yo

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sabía que ella ya hablaba de novios. Quizá la historia de mamá fue más de Cenicienta que de Romeo y Julieta. Papá era como el príncipe que llegaba a la casa, teniendo en cuenta cómo trataban los abuelos a mamá. Su amor era ese carro mágico que se convertiría en una calabaza si lo dejaban pasar. Supongo que nuestra madre vio en el romance y el matrimonio con nuestro padre un escape de su vida horrible. Nunca se había permitido imaginar que ella tendría que volver a esa vida y llevarnos consigo. Estaba equipada con un par de lentes color rosa desde su vida temprana, y ahora, podía ver que nunca se las había quitado. Una vez que se enfrentó al desastre, ella elaboró un plan para que su padre la perdonarla y revirtiera su desheredación. Ella se comprometió a hacer todo para quedar en buenos términos. Yo quería creer que no era tanto por sí misma más que para nosotros. Entonces, ella me miró otra vez, sospechando de mis "ojos pensativos” como los llamaban a veces. Insistió en que no había nada malo del matrimonio con nuestro padre, y a pesar de las predicciones de su padre, resultamos ser tan hermosos y perfectos. Sí, pensé, tanto como las muñecas de Dresden. Nuestros padres siempre lo creyeron. Le aseguré que no teníamos pensamientos contrarios y que si Dios la hubiera condenado a ella y nuestro padre, no estaríamos tan sanos. —Tal vez tu madre está enojada porque no somos feos ni deformes — dije. Ella sonrió. —Sí, tiene problemas para aceptar que los cuatro son el resultado de nuestro amor. Murmura que el diablo siempre hace al mal de aspecto atractivo, pero puedo ver que está teniendo problemas para creer a sí misma. —Y no haremos nada malo, para que le sea fácil darse cuenta —dije— Puedo prometerlo —ella me abrazó y besó, agradeciéndome por ser tan comprensivo y darle fuerzas para hacer lo que tenía que hacer por todos nosotros.

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Mis palabras parecieron darle fuerza. Es como si ella ya no sintiera ningún dolor de latigazos. Incluso los gemelos parecían impresionados con la rapidez que se había recuperado. Ella nos hizo unir nuestras manos y prometer que nunca de pensaríamos en nosotros mismos como feos o malos, pero me preguntaba por qué ella nos había llevado a un lugar terrible con una mujer tan horrible que gobernada sobre nosotros. Podríamos estar viviendo mejor en la semi-pobreza. Ella sabía cómo eran sus padres, lo rígidos y crueles que podrían ser. —¿Cómo no previste todo esto? —sabía que no era de ayuda, pero necesitaba preguntar, ella sonrió. —A veces suenas mucho como tu padre, Christopher. Por supuesto, sabía cuán crueles podían ser, pero pensé que, después de todos estos años, de soledad y sin ninguna otra familia, se darían cuenta de lo que habían perdido y habrían cambiado —ella empezó a explicar cómo la carta de su madre la había llenado de optimismo, pero dijo riendo hacia mí— yo sé lo que realmente la está desgastando. —¿Qué? —exigió Cathy. Tal vez, esperaba que algo literalmente la estuviera desgastando y así ella desaparecería completamente. Mamá sostuvo su sonrisa como un foco de luz. —Cada vez que mira a Christopher, ve en él a su guapo padre y cada vez que te mira a ti, Cathy, ella me ve a mí y su ira cae como un trueno sobre las colinas. —Entonces ella siempre va a odiarnos —dijo Cathy, levantando sus manos—.

¡Vamos!

¿Por

qué

molestarse?

—mamá

asintió

a

regañadientes. Por un momento, pensé que iba a empacar nuestras cosas y sacarnos de este infierno. Pude ver que Cathy pensó lo mismo, nos veíamos entusiasmados, esperanzados, pero en cambio, mamá siguió con su plan. Ella decidió que debía ir a la escuela de secretariado y aprendería todas las habilidades que necesitaba para conseguir un trabajo decente y comprara un apartamento bastante grande. Entonces, podríamos

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mudarnos y tendríamos aunque sea las cosas básicas. Mientras tanto, quería que nos divirtiéramos, entretuviéramos a los gemelos y respetáramos las locas normas de su madre. Como el soñador que era mi padre cuando estaba vivo, mamá moldeó visiones del futuro, un futuro donde todos cumplíamos nuestros sueños. Por supuesto, yo sabía que, aunque consiguiera un buen trabajo y un lugar digno para vivir, cumplir todo lo que queríamos requería de mucho más dinero. Sin embargo, estaba feliz de saber que quería llevarnos de aquí. Por un momento, temí que ella no viera todo lo difícil que era esto para nosotros o que lo ignorara y fingiera. No pude evitarlo. Quería soñar lo mismo que ella, pero Cathy se puso repentinamente más realista, preguntándole cuánto tiempo tomaría. —No espero llevarme mucho tiempo, tal vez un mes —miré rápidamente a Cathy. ¿Un mes atrapados aquí? Le di mi mejor mirada de “guarda la calma” y ella no empezó a despotricar y delirar. Mamá prometió que mientras tanto, conseguiría suficiente dinero para comprarnos cosas y traérnoslas. Justo antes de irse, nos dijo que ella estaba igual o más presa que nosotros, que era peor por estar con su padre, bajo el cercano escrutinio de la madre. —Si a penas respiro mal, ellos ya están protestando —conocía tan bien su técnica. Confiaba en que si sentíamos lástima por ella, no sentiríamos tanta por nosotros mismos. No dije nada. Mamá era quién era, pensé. Yo la quería mucho más que cualquier niño podría amar a su madre, pero no estaba ciego ante su debilidad. Tenía que tolerarla; me necesitaba para ser fuerte para ella y para todos nosotros, ahora más que nunca. Cuando nos fuimos a dormir esa noche, convencí a Cathy de tener sólo buenos pensamientos. Bromeé con ella de la manera que solía hacerlo y le prometí que sería la bailarina que soñaba ser. La llamé “Cathy Doll”, era el nombre artístico que ella esperaba tener. Y funcionó.

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Sí, era como mamá. Sabía cómo hacer que mi hermana cooperara, y juntos, pensé que podríamos manejar a los gemelos. Yo empezaría por enseñarles cosas que deberían aprender en la escuela. Me gustaría que lo hicieran a través de mí. Daríamos a mamá el tiempo que necesitaba. Finalmente, pensé que todos ya se habían dormido, pero cuando miré a Cathy, vi que sus ojos estaban todavía abiertos. Ella estaba pensando demasiado. —¿Qué? —le pregunté— ¿Sobre qué estás pensando tan duramente? —Pudimos haber nacido con cuernos y colas. —No, eso es ridículo —ella se sentó y me miró. —Pero es por eso que todos tenemos ojos azules y cabello de oro. —Hay razones científicas para el color de pelo y ojos basadas en la genética, la herencia. La información científica no es perfecta todavía — dije. Ahora mismo estaba cansado, muy cansado. Pensar me agotaría aún más. —Todavía —dijo Cathy, empujando la esperanza en sí misma—. Si seguimos sus reglas y ella piensa que somos buenos, tal vez empiece a tratarnos como sus nietos. — Por supuesto —dije. Se acostó otra vez. —Todo estará bien —murmuró, más para sí que para mí. Miré la puerta y luego a mi pequeño hermano y hermana acurrucados en posición fetal, teniendo buenos sueños que los niños de su edad debían. Yo también quería susurrar “todo estará bien”, ero mis labios no me dejaron. Ni mi corazón. Lo que se estaba volviendo un error era leer el diario de Christopher antes de ir a dormir. Pasé una noche moviéndome y dando vueltas, imaginado a los cuatro encerrados en esa mansión y creyendo que su madre encontraría una manera de rescatarlos. Normalmente, Christopher era demasiado inteligente como para creer en las fantasías de su madre, pero esta vez, acostada al lado de su inteligencia estaba su esperanza. Era más

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débil, más fina, pero él se aferraba a ella. ¿Qué elección tenía? Eran demasiado jóvenes y necesitados para ser capaces de hacer nada más por sí mismos. ¿Cómo es que sólo tres de ellos sobrevivirían esto? Cuanto más pensaba acerca de ellos, más preguntas surgían y eran como pequeñas bolitas de granizo golpeando en mi cerebro, haciendo casi imposible dormir. Finalmente caí dormida, pero sólo un par de horas antes que tuviera que levantarme, y gracias a Dios, esta vez había recordado configurar mi alarma.

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Capítulo 20

S

alté fuera de mi cama y casi me ahogué en la ducha para despertarme. Por lo general, me daba mucho tiempo para vestirme, cepillar mi cabello y poner un poco de lápiz labial

antes de su aparecer. Me la pasé murmurando mi molestia en todo el camino hasta las escaleras. —Escuché tu alarma apagarse —mi padre dijo en cuanto puse un pie en la cocina. Se volvió para darme una mirada desdeñosa— ¿Qué tan tarde te quedaste? —No tan tarde —dije y caí como un saco de patatas en mi silla. Tiró de las comisuras de su boca y me dio su mejor mirada de decepción. Había exprimido naranjas frescas para mi jugo y estaba en la cocina preparando tostadas francesas para ambos. El aroma me puso atenta. Me estiré, bebí mi jugo y sonrió. —Generalmente esperas hasta el fin de semana para hacerlo. —Tenía un deseo y pensé que es posible entre semana, también. —Tal vez, deberías volver a ser un cocinero medio tiempo, papá. Eres tan bueno en ello. —Gracias, pero no gracias. Este Masterwood no va a cocinar para nadie más. —Abre tu propio restaurante. Seré camarera. Lo llamaremos “El comedor de Burt” o algo. —Cómo me gustaría ser lo suficientemente joven como para tener fantasías otra vez —dijo—, desearía tener dieciocho años otra vez —él me trajo un plato de tostadas a la francesa. Puso el jarabe de arce junto a él y el frasco de mermelada casera de señora Wheeler. La señora Wheeler era una viuda que vivía a cinco millas por la carretera y hace mermeladas, encurtidos de amargos tomates, tartas y pasteles de cumpleaños para complementar sus ingresos. Mi padre estaba

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generando más negocio para ella. Dijo que le recordaba a su madre, “que trató a su cocina de la manera que la mayoría de la gente trata una iglesia". ¿Él deseaba ser lo suficientemente joven como para tener fantasías? Pensé en Corrine Dollanganger, una mujer casada con cuatro hijos, que se aferraba a ellas, y Christopher instintivamente sabía que, sin esas fantasías, no sobrevivirían él, su hermano y hermanas. Quizá, las fantasías eran tan importantes para nuestras vidas como el pan. Ahora me preguntaba sobre mí. Desde la última página que había leído en el diario, todos mis sueños sonaban con más esperanza que con realidad. Hace poco, yo había imaginado que sería un médico estupendo, que no sólo trataría pacientes, también haría una investigación milagrosa y encontraría cura para el cáncer y otras enfermedades graves. Era como si me llenara de aire caliente cada vez que alguien hablaba de mi brillantez, ¿un día explotaría contra la realidad antes de lo que pensaba? —¿Qué hizo que quisieras entrar en la construcción? Y no me digas otra vez que por tu nombre —dije, dando mi primera mordida a las tostadas francesas. Como de costumbre, eran mejor que en cualquier otro restaurante, incluyendo Charley's Dinner. Había algún secreto para que él ingresara en la construcción que no quería decirme. Él se quedó allí mirando hacia mí. —Estos días estás haciendo muchas más preguntas. —Quizá, yo necesito más respuestas conforme voy creciendo. Aunque los padres supuestamente dicen que sus hijos nunca dejan de hacer preguntas. —Así eres tú. Naciste con signos de interrogación en los ojos —Me retracto —dije, sonriendo—. Esto está tan bueno, papá. —Estoy contento —dijo y fue a servirse—. Ella hace muy buena mermelada —me dijo cuanto untó un poco en su tostada—. Todo el mundo tiene algún talento escondido sí mimos. Sólo has la combinación correcta de eventos para llevarlo a cabo, supongo.

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—¿Estás dándome una respuesta? —comía y veía para todos lados. Entonces asintió. —En el momento que conocí a tu madre me convertí en alguien más ambicioso. Cuando te preocupas mucho sobre otra persona además de ti, quieres hacer más. Cocinar para tener una vida ordenada y corta estaba bien cuando no tenía a nadie. Incluso evito decir las cosas que hacía mi jefe que hizo mi trabajo más difícil, pero una vez que estuve con tu madre, el mundo comenzó a cambiar, a abrirse. Ella me inspiró —Hizo una pausa y colocó su dedo índice hacia mí—. Espera hasta encontrar la persona adecuada que te inspire, Kristin. Hace toda la diferencia cuando tienes a alguien además de ser responsable, alguien que amas y que te ama —asentí, pero no estaba pensando en mí. Estaba pensando en Christopher y todo lo que le había sucedido le obligó a ser más maduro. Él no me parecía alguien que alguna vez inflara globos de falsa esperanza. Simplemente, era demasiado realista sobre todo, incluso cuando era mucho más joven, pero tenía la sensación que él sabía que las posibilidades de disfrutar su juventud se escabullían. ¿Estaba realmente disfrutando mi juventud? ¿Cuánto había de la muerte de mi madre en mí? Después de que murió mi madre, todo lo que quería hacer era escapar de la tristeza y la forma más rápida de hacerlo parecía envejecer de la noche a la mañana. Todos los adolescentes querían adelantar sus vidas, querían independizarse más rápido. Nos han empujado a resistir las reglas, arriesgarnos y mentirnos a nosotros mismos ¿Cuántas veces y de cuántas maneras mi compañeros le habían dicho a sus padres “me estás tratando como niño”? Yo nunca tuve que hacerlo. Mi padre me tomaba en serio, actitud que nació con la muerte inesperada de mamá. Ella se había deslizado lejos como una sombra impotente contra el sol de la mañana. —¿Qué tienes para hoy? —preguntó papá. —Nada especial. Esta noche voy a la fiesta de Kane, ¿recuerdas? —¿Conducirás tú misma o qué?

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—Kane pasará por mí —él asintió con la cabeza. Me miró pensativo. Imaginaba que estaba pensando en que yo estaba creciendo muy rápido, pero me sorprendió. Y no estaba en sus pensamientos ahora mismo. —Yo no quería hablar de esto —dijo después de darle un sorbo a su café—, no queremos fomentar cualquier pensamiento sobre esto, pero sé que te gustaría saber. —¿Qué? —Cuando íbamos a través de un cobertizo para recuperar cualquier cosa que valiera la pena guardar antes que derribado, nos encontramos con un caballito-mecedora de niño. Supongo que sobrevivió al primer incendio. Probablemente por la manera que cayó bajo metal. —¿De verdad? ¿Dónde está? —Todd tuvo que restaurarlo. Piensa que lo podría vender como una antigüedad. ¿No lo mencionaron en el diario? —por un momento, no pude responder. ¿Él estaba interesado o simplemente estaba probando para ver lo que había en el diario? —Sí —dije—, el primer día después de que habían sido llevados allí —él pensó y asintió con la cabeza. —Los niños dijeron que no había nada después de la muerte de su padre, ¿verdad? Y esa fue la razón por la que ella los llevó a Foxworth. ¿Es lo que escribió en su diario? —Sí. Corrine se tiró a la misericordia de sus padres. Para mí suena como alguien muy impotente. La mimaron y echaron a perder, aunque sus padres eran supuestamente muy crueles. Ahora sé que su marido fue el que la echó a perder —él sonrió socarronamente y sacudió la cabeza. —¿Qué? —Yo no sé lo que es verdadero o falso. Nosotros… debo decir, tu madre entendió diferente. —¿Eso qué significa?

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—No era que estuviera desesperada. Ella podría haber sobrevivido sin sus padres. Pero como he estado diciendo, ¿quién sabe lo que realmente sucedió? —agregó y se levantó. —¿Qué quieres decir? ¿Hubo una política de seguro de vida? ¿Tenía algo de dinero? —Como he dicho, ¿quién sabe lo que era y no era cierto? Fue hace mucho tiempo y las personas que la conocían lo suficiente están muertas o desaparecidas —¿No está Bart Foxworth, el que reconstruyó la casa, nunca hablaron acerca de eso con él? —¿Hablar de ello? Corría a la gente de su propiedad a punta de pistola si iban con esa intención. Ya lo escuchaste en Charley’s, no tenía mucho que ver con la gente local. Había algo acerca de ellos que lo volvía ermitaño. Tal vez, eran las termitas en una vida anterior. No, él y sus primos o quienes fueran, la gente sólo aventó las historias de extrañas formas. En primer lugar, reconstruye el lugar, lo deja en pie durante años y años sin que nadie vivía en él y luego lo abandona como una rata huyendo de un barco que se hunde. —No entiendo sobre el segundo incendio, ¿entonces nadie vivía ahí? —Lo descubrieron vagabundos o... —¿Fantasmas? —dije con una leve sonrisa. Él meneó la cabeza y luego me señaló con su índice derecho como una pistola. —No quiero oírte hablando con alguien de fuera sobre esa casa. —No te preocupes. No lo haré. Voy a lavar los platos, papá. Tengo tiempo esta mañana. —Gracias a tu alarma —dijo. Él me miró y añadió— ten cuidado. —Tú también —me tiro hacia atrás, y finalmente sonrió— Oh —dijo dando marcha atrás—, casi lo había olvidado, tu tío Tommy va a pasar un día y una noche con nosotros la próxima semana. Pasará después de algunas reuniones de negocios. Ya lo programó. Parece que quiere ver en quién te has convertido o algo.

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—¡Eso es genial! —Pensé que te haría feliz. Está bien, no creo volver antes que tú. Ten un lindo día. Papá sabía lo mucho que me agradaba el tío Tommy. Él permanecía soltero, pero no era atractivo y, por lo que podía recordar, sólo había tenido dos relaciones románticas serias. Papá dijo que era porque estaba en el loco mundo de Hollywood. Una de sus relaciones duró unos cinco años, y luego su novia rompió con él, probablemente frustrada con su falta de interés en una relación permanente. Papá me dijo que una vez le dijo que tenía miedo del compromiso porque estaba asustado de ser una decepción. Cuando le pregunté lo que significaba exactamente, papá vaciló y luego dijo: —Él no canta esa canción. —¿Qué canción? —“Yo sólo tengo ojos para ti” —replicó papá. Ciertamente, no es el primero que no pueda serle fiel a una mujer, pero es raro que él lo admita. Tal vez, a él no le gustan las despedidas emocionales. No quería pensar en el tío Tommy como débil o egoísta. Tampoco me gusta pensar que era engañoso, pero no pude evitar compararlo con mi padre. No hay mucha diferencia de edad. Tío Tommy es tres años más joven, pero siempre parecía mucho más joven que yo. Volví al punto que había mencionado papá, el de ser responsable por alguien que no seas tú. Quizá mi tío no fue hecho para ser así. Se hizo cargo de mi abuela, pero el cuidar de su madre no es lo mismo. Que si me gustara o no, así estaba en su ADN. Al menos, eso fue lo que pensé. ¿Estaba educado para ser responsable de alguien? Muchas mujeres eran asalariadas en sus familias hoy en día. O por lo menos, estaban casi en las mismas condiciones. ¿Quiero tener hijos tarde o temprano en mi vida? Todavía es difícil para las mujeres decidir, incluso para las mujeres que pueden pagar niñeras desde el primer día. No veo cómo una madre, con mucho gusto, pueda relegar su papel de maternidad a un empleado.

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Eso me hizo otra vez preguntarme por qué Corrine quiso tener tantos hijos. ¿Fue más el deseo de su marido? ¿Lo hizo por algo que esperaba para ella misma? Tal vez, habían hecho un acuerdo: ella le daría los hijos, pero él le contrataría ayuda y nunca dejaría de comprarle cosas. Luego él murió y ella quedó con promesas vacías. De lo poco que había leído, podía ver que ella lamentaría haber tenido cuatro hijos, especialmente cuando tratara de buscar un nuevo marido. El hombre tendría que estar comprometido, no sólo con ella, también con los cuatro niños que no eran suyos. Ella fue lo suficientemente inteligente como para saber que no sería tarea fácil. Por otro lado, si ella heredaba grandes riquezas, nada de eso importaría. Me pregunté si ese siempre fue uno de sus objetivos. ¿Lo habría hablado con el señor Christopher? ¿Podría ser cierto ese rumor que contó papá, sobre que ella tenía el suficiente dinero para mantenerlos en lo que conseguía un empleo? ¿Corrine Foxworth había sido deshonesta y convenenciera? Con Christopher siendo muy observador e inteligente, ella tuvo que haber armado un buen espectáculo de desesperación. No había ninguna duda de que ella les había hecho creer lo que estaba pasando. ¿Quería creerle? Aunque dijo que sabía que su madre tenía debilidades, ¿él deliberadamente evitaba verlas? Tal vez, papá tenía razón. Quizá ella podría haberlo logrado y no someter a sus hijos a la locura de sus padres y castigarlos así, pero no sólo su futuro estaba en juego, el de ella también, fue una mujer a la que le gustó ser mimada. Sólo un montón de dinero la haría feliz. Había muchas preguntas que responder. Podría Christopher ponerlas en su diario ¿evitaría las respuestas o las preguntas en sí? Dijo que él estaba escribiendo hechos, pero incluso él debía admitir que los hechos fueron vistos a través de sus ojos y esos ojos tenían sus propios prejuicios y sentimientos. Él no pudo hacer nada, no importó cuán duro tratara. Tendría que mejorar en la lectura entre líneas, pensé. ¿Y qué había de mi padre? De repente algo me dice que fue a Foxworth voluntariamente. ¿Sutilmente estaba tratando de advertirme que lo que leo en el diario no

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puede ser verdad? ¿Quería prepararme para algo más terrible y llenarme con escepticismos antes de que siguiera leyendo? Estaba volviendo a la pregunta que había me había encantado. ¿Cuánto él y mi madre sabían realmente? Terminé de limpiar nuestros platos de desayuno y la sartén que había utilizado y luego fui arriba para obtener mis cosas e irme. Debido a su experiencia militar, mi padre siempre hacía su cama antes de irse al trabajo. Cuando tenía sólo cinco, estudié cuidadosamente cómo él lo hacía e intenté con mi propia cama. Eventualmente, lo fui haciendo igual de bien que él. Mantener las cosas limpias y organizadas también era importante para mi madre. Papá era meticuloso cuando usaba sus herramientas en casa. Cualquier persona que veía nuestro garaje siempre comentaba lo limpio que estaba. Mi padre cree que cómo tratas tus posesiones, tratas a los otros y a ti. Cuando hice mi cama, metí el diario debajo de la almohada que había colocado y pensé en el sucio mundo que Corrine se había permitido colocar a sus hijos. Ratas y ratones, insectos y polvo, aire viciado y mala ventilación no eran ideales, especialmente para los gemelos. La mayoría de las madres estaría muy preocupada por la salud de sus hijos, pero de la manera que Christopher describió la aceptación de ella, no me parece que sea la forma de actuar de una madre normal, debía preocuparse. ¿Era la primera pista acerca de lo que finalmente sucedió? Yo estaba comiendo y durmiendo con este diario, pensé. Tal vez, si pensaba en el diario como en cualquier novela que hubiera leído, perdería el control en mí. Me apresuré, asegurándome de no mirar hacia mi cama y sentir el ardor del diario. Las cubiertas cerradas, pero las voces no silenciosas.

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Capítulo 21

C

uando llegué a la escuela, mis amigas me atacaron prácticamente con sus preguntas sobre Kane y yo, sólo estaban pensando en esta noche. De repente, sentí que me

estaba moviendo en un foco de luz. Todo el mundo estaba más interesado en mi opinión. ¿Qué debían llevar? ¿Qué usar? ¿Qué pienso de esta blusa, falda, estos zapatos? ¿Qué labial? ¿Sombra de ojos? ¿Cómo deben llevar el pelo? ¿Qué les sugiero? Las muchachas que realmente no se podían preocupar menos por mis opiniones sobre su pelo y ropa antes, ahora estaban a la expectativa de lo que diría. —No sabemos qué clase de fiesta es —Lana exclamó cuando no les di ninguna respuesta específica. —¿Él mismo nos atenderá o sus sirvientes? —¿Sirvientes? —Bueno, son tan ricos. Sus padres lo dejarían hacer eso —dijo Missy Meyer— hasta podrían tener personas que les sirvan —yo sólo me encogí de hombros. Mi mente estaba aún en los niños Dollanganger y su encierro en esa mansión. Ni Cathy o Christopher habían ido a cualquier parte durante años. Durante años, cómo Cathy llevara su cabello no iba a ser importante. Durante años, Christopher no experimentaría coqueteo con ninguna chica, ni él sería capaz de conocer a una y tener una conversación con alguien de su propia edad. Durante años, nunca sabrían qué música era popular entre sus amigos, qué película fue emocionante para todos en su clase, sobre qué programa de televisión se estaba hablando en la escuela o incluso lo que estaba sucediendo en las noticias que les interesaba a los niños de su edad. Se quejarían de estar medio vivos, y para ellos no estaría mal, pensé. —Yo no sé más de la fiesta que ustedes —les dije. —Bueno, tú te fuiste ayer con él después de la escuela —replicó Lana.

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—Estuviste una gran parte de tiempo con él ¿cierto? —preguntó Suzette— Así que… Pensé un momento y luego sonreí. —¿Qué? —En realidad, nosotros nunca hablamos de la fiesta —dije y avancé hacia mi lugar de la clase. Cuando Kane estaba lo bastante cerca después de sus clases, me esperaba para acompañarme a mi siguiente clase. —Las chicas me están volviendo loca para obtener más información acerca de tu fiesta —dije —¡Tengo una sorpresa! Voy a pasar por ti alrededor de las 18:30, ¿está bien?— dijo la primera vez. —¿18:30? ¿Tan pronto? —Tenemos mucho que hacer para preparar la fiesta. Ordené pizzas y ensaladas —me dijo— Puedes ayudarme a calentar las cosas. Nuestra ama de llaves se ha tomado el día. —Por supuesto —dije. Nunca había estado en casa de Kane, pero todo el mundo hablaba de ello. Era una construcción antebellum25 hecha de ladrillo blanqueado y madera que, en broma, la gente se refería a ella como “La colona de Tara”

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Era una de las haciendas más grandes en la zona,

cerca de nueve millas fuera de Charlottesville. —Y pensé que sería bueno tener algún tiempo privado antes de que todo empiece. Ya que no habrá tiempo más tarde —añadió—. Dile a tu padre que te yo te llevo a casa, será una buena forma de alejarme de los demás. —¿Es tu única razón? —le pregunté cuando paramos en mi siguiente clase. Sólo me dio una sonrisa, echó su cabeza de lado y caminó hacia los chicos que estaban esperándolo por el pasillo. Antebellum es una palabra latina que significa "antes de la guerra". En Estados Unidos el término antebellum se refiere al periodo en que se incrementó el secesionismo por parte de los Estados Confederados de América, que derivó en la Guerra de Secesión entre yankis y confederados. 26 La Colina de Tara ("La Colina de los Reyes") es una alargada elevación caliza de escasa altitud, situada cerca del río Boyne. 166 Contiene un elevado número de antiguos monumentos, y es famosa por ser la sede del Árd Rí Éireann (el Gran Rey de Irlanda). 25

Yo los vi colocarse alrededor de él como si pudieran poner su energía en ellos y brillar como él lo hace. Cuando giré para entrar al salón, encontré que tenía el mismo tipo de situación, mis amigas me estaban esperando para rodearme y seguir haciendo preguntas sobre la fiesta y obviamente intentaban ser mejores amigas. Yo sabía que todo esto venía porque ahora era más evidente que Kane estaba “aficionado” conmigo, y en cuanto a la mayoría de las chicas de la preparatoria, él era un muchacho más que deseable. ¿Quién no querría ser su novia, al menos por un ratito? Hoy era más que un juego. Pienso que podían ver que había algo diferente entre nosotros y allí estaba. Esto no era un poco de romance. Incluso tuve que admitir que me sentía diferente. Tal vez, fue por el tiempo que habíamos pasado ayer en el lago de Foxworth. Quizá él también sintió algo especial. Durante todo el día, cada momento que podía, él estaba conmigo. Nos estábamos comportando como si fuéramos ajenos a todo el mundo y todo lo que nos rodeaba. Me imaginaba que el contraste entre cómo había sido indiferente con él y cómo actuaba ahora, había comenzado el coro de susurros. Para mí, no tenían por qué estar sorprendidos. Cualquier persona, incluso nuestros maestros, que generalmente no prestan atención a tales cosas, podían ver que

estábamos

buscándonos

el

uno

al

otro

intensamente.

Esos

sentimientos, esos momentos en que nos mirábamos el uno al otro no podían ser simplemente llamados vistazos, no eran fáciles de ocultar o impedir. De todos modos, ninguno de nosotros parecía importarle si alguien sabía sobre nuestros sentimientos más profundos. Kane siempre me pareció este tipo de persona, pero era nuevo para mí. De repente, no estaba tan tímida o preocupada por lo que otras personas pensaran de mí. Cuando lo medité, me pregunté cómo Corrine y Christopher habían ocultado su pasión a los ojos de sus padres, al menos al principio. Probablemente, llegaron a un punto cuando no pudieron más y decidieron escapar juntos. No me ayudó imaginarlos por toda la mansión, pegados uno al otro entre las sombras, aterrorizados porque serían

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descubiertos, penando en todo el odio que atraerían. Se les hizo sentir que eran tan sucios y pecadores como sus padres creyeron, ¿cómo pudieron vivir con eso? Kane y yo nos conocíamos desde hace mucho tiempo. ¿Siempre tendríamos esta pasión mutuamente? ¿Habían sido mis sentimientos por Kane, y viceversa, tan obvios para el mundo, menos para mí? Mis amigas siempre me decían que yo le gustaba más de lo que le gustaban otras chicas con las que había salido, pero yo no vivía aquí, especialmente durante estos últimos días que empecé a leer el diario de Christopher. Además, siempre he sido escéptica sobre Kane. Para mí, todavía parecía que él estaba de compras, aun así yo me resistía a ser fácil. Pensé que mis amigas ya lo sabían. A lo mejor, otras ya se habían decepcionado y querían que fuera una víctima más de Kane Hill. O quizás siempre fue mi culpa porque tenía miedo a decepcionarme. ¿Era más parecida al tío Tommy que a papá? Ser engañada y traicionada después de haberte expuesto a la misma clase de compromiso, podría ser devastador. Yo nunca volvería a tener confianza en otro muchacho si me pasaba. Kane, a pesar de lo que había

dicho

y

cómo

se

había

comportado,

especialmente

en el lago, era tan casual acerca de todo lo que hacía que era fácil tener este sentimiento, este miedo; ncluso ahora, bajo mi creciente afecto por él. ¿Qué pasaría si salía con alguien más la semana siguiente? ¿Si también se alejaba de mí? ¿Cómo me supone que debería tomarlo? Muchas chicas que conozco, especialmente en las clases junior, quedaban satisfechas con lo que llaman "conectar". Se comprometían con algún chico durante un tiempo para asegurarlo. Era más divertido “circular”. “¿Cuál es su objetivo, convertirse en la reina del baile o algo? Por favor, denle un descanso.” Escuché este tipo de conversaciones, no sólo provenían de envidiosas compañeras. Muchos, la mayoría, lo creían así. Tal vez tenían razón al pensar de esa manera. ¿Cómo sabes las decisiones correctas que tomar a nuestra edad? ¿Cuántas de mis amigas tenían una estrecha relación con sus madres para

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obtener cierta orientación y cosas que quisieran? Todas parecían sospechosas de sus padres, porque qué madre recomendaría relaciones íntimas y mucho menos sin protección. Pero todo el mundo estaba educado con esa perspectiva, incluso yo, aunque era un pensamiento secreto. ¿Cathy había tenido este tipo de pensamientos antes de dejar Foxworth? Ella

no tendría experiencias, tampoco

posibilidades

de

desarrollar incluso pequeñas relaciones. De repente, ella se encontraría en el mundo que mis amigas y yo estábamos navegando, pero sin el beneficio del crecimiento, del desarrollo. Sería como tomar a una alumna de sexto grado, tenerla en un estado de coma durante tres años y luego empujarla al mundo adolescente. Según lo que mi padre me había dicho acerca de los niños Foxworth, el tío Tommy sabía que habían sido criados en la mansión y confirmó que Cathy tenía quince años cuando salieron de ahí. Ella era apenas un poco más joven yo. Tres años sin contacto alguno con otras chicas, mientras su cuerpo se desarrollaba, su interés en los niños y sus propios sentimientos debieron haber tenido buen tiempo para la meditación. ¿Cómo podría salir cualquier chica, de forma normal, después de eso? Era difícil no perderse en estos pensamientos, incluso cuando mis amigas charlaban alrededor de mí. Sabía que miraban preocupadas, pero pensaron que estaba por mi primera gran historia de amor. Continuaron preguntando qué llevaría yo a la fiesta, pero les dije que no estaba segura. "Nada elegante," fue todo lo que dije. Realmente no estaba segura. De antemano, casi nunca había ido a una para planear qué me pondría. A veces, de último minuto, me decidía antes de ir a cualquier lugar. En realidad fui a casa justo después de la escuela para decidir sobre esto, pero cuando me di cuenta que Kane iba a venir por mí en menos de dos horas, decidí que tenía que adentrarme en el diario al menos una hora y media. No tenía nada más que hacer, excepto vestirme para la fiesta. Saqué el diario y me acomodé nuevamente para dar vuelta a la página y empezar.

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…Habría arrastrado día tras otro y perfectamente perder la noción del tiempo, pero Cathy siempre estaba allí para recordarme cuánto llevábamos encerrados. Si hay una cosa que odiaba, era perder el tiempo. Además de poder jugar e inventar, había, afortunadamente, docenas y docenas de libros para leer. Mamá, fiel a su palabra, nos trajo juegos y tarjetas. Intentaba constantemente mantener a los gemelos ocupados con cualquier juguete que mamá había traído y con otras cosas que encontré y pensé que podía divertirles. Nuestra abuela siempre estaba allí con nuestras comidas. La mayoría de las veces no decía nada, pero pronto empezó a interrogarnos acerca de la Biblia. Nos ordenamos para leerla diariamente y memorizar citas importantes. Ella exigía que Cathy y yo repitiéramos una, obviamente para ver si no mentíamos cuando dijimos que sí la habíamos leído. Cathy la sorprendió con su cita del Génesis, que había tomado tiempo explicando e ilustrando por qué era bueno arrojarla a nuestra abuela. Cathy lo hizo con esa sonrisa presumida que yo estaba empezando a amar: “¿Por qué has recompensado mal por bien?” Miré rápidamente a Olivia. Sus ojos se ensancharon y, en su cara enrojecida, aparecieron una o dos sombras, pero ella volvió a respirar y giró hacia mí. “Ahora tu trabajo” ella ordenó. Me sentí tan satisfecho de mí como Cathy, porque el libro de Job era mi favorito. Empecé sin cesar hasta que ella gritó, "¡Basta!" Resultó ser la primera y última vez que ella me cuestionaría. Pude ver cuánto le dolió admitir para sus adentros que era lo suficientemente inteligente como para leer y entender la Biblia, incluso mejor de lo que ella podía. Esperaba que hubiera suavizado su tratamiento con mamá. Mamá se veía más feliz, más resuelta y cómoda cuando venía cada noche, a veces nos traía mejores cosas para comer, pero nunca dulces, por lo que los gemelos se lamentaban más. Ella paseaba y hablaba acerca de cómo iba ganando lentamente sobre su padre. Entonces un

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día, ella nos trajo helado derretido y pastel. Pude ver que estaba aún más feliz. Su padre le había dado un coche para utilizar. Ella dijo que esto la convenció que la perdonaba. Cathy no estaba impresionada. Habíamos estado encerrados por un poco más de dos semanas, pero mamá dejó claro que si él se enteraba sobre nosotros ahora, todo se perdería. A regañadientes, Cathy se retiró. Hice mi mejor esfuerzo para mantener a flote sus esperanzas, todas nuestras esperanzas. Comenzamos una búsqueda totalmente profunda en el ático para pasar el tiempo y divertirnos. Cory estaba fascinado por el piano, pero pronto nos cansó con sus cantos fuera de sintonía. Encontré cinco viejas vitrolas27. Una funcionaba mejor que las otras, pero lo único que teníamos eran discos muy rayados de Enrico Caruso. Cory estaba intrigado con la bobina de la vitrola y se divertía por la manera que la gran voz sonaba cuando iba muy rápido o demasiado lento. Le guiñé un ojo a Cathy. Uno de los gemelos estaría satisfecho por un tiempo. Carrie todavía odiaba el ático y bajé con ella nuevamente a jugar con sus muñecas y otros juguetes. Nos sorprendió con su voluntad de estar sola, separada de Cory, pero también resaltó lo mucho que odiaba el ático. Aburrido, finalmente decidí divertirla con mis imitaciones de la abuela Olivia ladrando sus órdenes y reglas. Incluso tenía a los gemelos riendo como niños otra vez, pero sus intervalos de atención eran cortos. Ellos vagaron, se metieron en problemas, se hicieron cortes en los dedos y se enterraron astillas. Cathy era buena con la maternidad, y me aseguré que no consiguieran infecciones. A veces, hacían mala cara y se volvían desafiantes, sostenían la respiración hasta que su cara se ponía roja. Lo que hacía que Cathy se pusiera nerviosa, le dije que los ignorara.

27

Tocadiscos.

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—Lo mismo que hace mamá con nosotros —dijo hacia atrás e hizo algunos pucheros a sí misma, lo que me hizo llamear y luego preguntó— ¿Cómo ha podido dejarnos aquí todo este tiempo? —No sentía ganas de explicarle una y otra vez, diciendo que esto puede significar mucho para nosotros. —Mamá está haciendo todo esto para garantizar nuestro futuro —fue todo lo que respondí. Luego pasaron semanas sin que mamá nos visitara el domingo. En mi interior, estaba empezando a entrar en pánico, pero hice todo lo posible para mantenerme tranquilo. Finalmente, ella apareció vestida con un traje de navegación hermoso y de aspecto caro. Yo había estado arriba examinando cuidadosamente los libros que quería leer y oí los gritos abajo. Cathy estaba reclamándole. Cuando bajé, vi a mamá al borde de las lágrimas; tuve que ayudarla, me miró desesperada. Estaba entusiasmado con lo hermosa que se veía. —¡Qué cambio desde que llegamos aquí! —resalte mirando a Cathy. —Se ve que estás teniendo éxito. —¡No! —gritó Cathy—-. Esto tiene que parar, odio estar aquí. Tienes que hablarle a tu padre acerca de nosotros —de repente, mamá se inclinó hacia adelante, cubrió su rostro con sus manos. Puse mi mano sobre su hombro, pero ella sacudió la cabeza, y cuando miró hacia arriba, lo único que vi fue puro terror en su cara. Cathy reunió a los gemelos con ella y me senté a su lado. —¿Qué pasa, mamá? —Le pregunté. Ella admitió que no había sido completamente honesta con nosotros. Pensé no iba a decir por qué, pero Cathy le exigió. —La carta que mi madre me escribió cuando le supliqué ayuda... —¿Sí? —preguntó Cathy—. Bien, ellos dijeron que podíamos tomar su ayuda. Después de lo que hemos vivido aquí, podríamos tomar cualquier cosa.

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—Cathy —susurré. Ella me miró apagada y luego volteó glacialmente hacia mamá. —Mi padre escribió una nota en la parte inferior de su carta. —¿A sí? —Dijo que estaba contento por la muerte de su padre. —¿Qué? —pregunté. —Él dijo que la gente malvada y pecadora obtiene su propia recompensa —estaba a punto de maldecirlo cuando mamá añadió fríamente— Y que lo único bueno de nuestro matrimonio es que no habíamos sembrado semillas del diablo. —Se refiere a los hijos —le dije a Cathy. —Lo sé, ¿qué no he estado leyendo la Biblia? —Él considera a su papá malvado y corrupto únicamente porque se casó con su media sobrina. ¿Cómo podría considerarlo? Su padre era un hombre maravilloso, bueno —su rostro se volvió amargo por la rabia—. Sólo su abuelo podría encontrar algo malo en un ángel —ella prácticamente comenzó a vociferar cada vez que hablaba de él. Luego se suavizó y nos contó cómo era su plan original para llevarnos a él, tenía la esperanza que cuando viera lo brillantes que éramos, y lo talentosa y hermosa que Cathy era, desparecerían sus horribles ideas sobre la cuestión del diablo en nuestro ser. —Pero ese fue mi sueño, mi fantasía. No sé qué estaba pensando cuando lo planeé. —¿Entonces no vas a hablarle sobre nosotros? —cuestionó Cathy— ¿Nunca? —bajó la cabeza— Vamos… ¡genial! —No, no te preocupes —dijo mamá—. Él va a morir pronto —rogó a Cathy ser paciente. Las lágrimas por su rostro empezaron a correr— Estamos cerca —decía—, tan cerca —me levanté y la abracé. Mirando a Cathy, le dije: —No te preocupes. No estás pidiendo demasiado de nosotros, no cuando consideramos todo lo que vamos a ganar —Cathy me observó

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y sacudió la cabeza, pero mamá estaba complacida y dejó de llorar. Los gemelos seguían sentados allí, todavía atónitos por la escena ante ellos. Mamá los abrazó y trató de abrazar a Cathy. Ella no le devolvió el abrazo, sólo veía el suelo y negaba con la cabeza. Encaminé a mamá a la puerta. —No te preocupes —susurré—, cuidaré de ellos. —Eres tan parecido a tu padre —me dijo mamá—. Tan maduro y tan fuerte —no hice nada más, me dio la espalda y sólo quedó en mí la tranquilidad de la suave dulzura de sus labios. Luego giró a la izquierda y cerró la puerta detrás de ella. Giré para ver a Cathy. Me contemplaba de un modo que nunca había notado. Era como si acabara de descubrir quién era yo realmente. Qué extraña fue Corrine, pensé. ¿Qué forma de confortar era esa de besar en los labios a su hijo? ¿Y qué madre podría querer que muriera su padre hasta el punto de orar para que eso pasara? Esto realmente me estaba molestando ahora. ¿No pudo encontrar otra manera para mantenerlos seguros? Una vez que se dio cuenta de lo que realmente iba a ser para sus hijos y para ella, ¿por qué no abandonó su plan? ¿Cómo podría dejarlos sufrir así? No podía dejar de imaginar a esos pobres niños ingenuos, hasta Christopher, que estaba tan cegado por su devoción a ella, creyendo que no les tomaría mucho más tiempo. Incluso unas especies inferiores de animales tenían más instinto para proteger a sus crías. Era antinatural para una madre poner en peligro a sus propios hijos. Por lo que había leído hasta ahora, a Corrine, cuyos padres fueron tan fanáticos y crueles, no le bastaría un cirujano que le arreglara el cerebro para ser lo suficientemente inteligente como para ver el peligro. Esto era desesperante. Me senté allí, hirviendo, pensando sobre ella tanto tiempo que me sorprendió cuando miré el reloj y vi que ya casi eran las seis; no me había bañado, cepillado el pelo, ni siquiera sabía qué usar. Salté como si tuviera

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resortes debajo, jalé mi ropa y me metí al cuarto de baño. Mis amigos me habían convencido de que, porque era la novia de Kane, prácticamente mi existencia dependía de esta fiesta. A pesar de mi actitud ocasional sobre lo que llevaría, sabía que tenía que lucir especial, saber hacer mi papel. Esto no era sólo alguna fiesta cualquiera. El dinero y la influencia los hizo una reconocida familia en América, no de nacimiento, ni de sangre. Los Hill eran donantes principales a las campañas del alcalde, el congresista, ambos senadores estatales y el gobernador. Si comprabas un vehículo en uno de los concesionarios Hill y tenías un problema político que se pudiera solucionar, el padre de Kane, Crosby Hill, haría una llamada por ti. Por siglos, no han existido auténticos castillos en América. Sin embargo, había enormes casas y fincas que rivalizaban con viejos castillos debido a sus materiales de construcción costosos, piscinas, canchas de tenis, jardinería y tecnología. La casa de Kane era uno de esos “castillos novedosos” la gente soñaba con ser invitada. Por unas horas de la noche, sería como la señora Hill. Mi padre no había hecho ningún trabajo para la casa. Conocía a los constructores que tenía, y él nunca pasaba delante de ella sin hacer algún comentario sobre la casa que fue “prácticamente construida en oro sólido”. Él caminaba y hablaba sobre la calidad de las tuberías o los nuevos materiales para techos. Hasta ahora, prácticamente caí dormida escuchándolo, a pesar de que hablaba con pasión. Él era como un artista que admiraba los logros de otro. Sonreía para mis adentros, pero no estaba exactamente fascinada con la casa, al menos, no hasta ahora. Tenía miedo de preguntarle si se comparaba con la reconstrucción de Foxworth Hall, pero sólo con ver el terreno y la cantidad de escombros, concluí que Foxworth Hall había sido mucho más grande y, por supuesto, tenía mucha más superficie cultivada. Aunque los padres de Corrine no fueron populares y aparentemente estaban más preocupados con la religión que su estatus social y la influencia política, no pude evitar creer que llegaron a ser muy importantes en un momento u otro. Tal vez, Corrine soñó con todo eso, se vio a sí misma

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asumir algún tipo de trono, una vez que sus padres se hubieran muerto, ella heredaría todo. Quizá no fue egoísta, pero tuvo ambiciosa frialdad después de todo. Realmente probé alejar el diario de mi mente mientras continuaba mis preparativos. No fue fácil. No podía dejar de pensar que niños de trece y quince, actualmente, no hacían más que socializar y eso me hace volver a los niños Dollanganger, que fueron encarcelados en ese mundo de ático, pero los niños en aquel entonces también querían ir a fiestas y tenían pensamientos románticos. Aunque Christopher aún no había escrito románticamente acerca de cualquier persona, sólo hizo mención a la chica que le gustaba presionar su cuerpo contra el suyo. Sentí que él había mirado una chica u otra e imaginado algún tipo de romance. Según como imaginaba su apariencia, estaba segura de que las niñas estaban interesadas en él. Cathy ya soñaba con ser tan hermosa como su madre. ¿Qué bien le haría verse así, si estaba encerrada y lejos de otras niñas y los niños de su edad? Seguramente, Corrine, después de haber caído tan bajo con las reglas de hierro de sus padres, podía apreciar todo lo que su hija estaba haciendo. Desesperadamente, intenté disipar esos pensamientos de mi mente. Estropeaban mi estado de ánimo, arruinando mi entusiasmo por la fiesta y estar con Kane. Prácticamente arranqué del armario los pantalones vaqueros con pedrería de diseñador que había decidido utilizar. Seguí echando un vistazo al diario abierto en mi cama, murmurando mi rabia hacia Corrine, sus padres, todo en uno. Iba a añadir algún color con mi blusa, pero yo estaba en un humor oscuro y decidí usar mi blusa de cuello tres cuartos, con una sobre tela que se adhería fuertemente a mi torso y mis caderas. Había pasado un tiempo desde la última vez que la había usado, y estaba

un

poco

ajustada,

especialmente

alrededor

de

mi

pecho.

Normalmente no vestía así, pero no me sentía normal de momento. El maquillaje, sólo decidí que tenía tiempo para ponerme correctamente mi lápiz labial. Añadí un par de aretes largos con amatista de mi madre, que tenía imágenes de cisnes. Entonces, justo antes de que tomara mi chaqueta

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de cuero negro, decidí ponerme un collar de perlas. Como si una voz me llamara, cerré el diario y lo lacé debajo de mi almohada. Pude ahogar el libro, pero las voces estaban pegadas en mi cabeza.

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Capítulo 22

K

ane ya estaba en mi puerta, tocando el timbre, empecé a bajar las escaleras.

—Eres tan puntual como profesora de la escuela —dije, quizá criticando un poco. Vi la manera que él parpadeó— ¿No sabes que una chica tiene que llegar tarde? —él sonrió. —¿No sabes lo ansioso que puede ponerse un hombre? —Lo sé ahora —dije, cerrando la puerta detrás de mí. Miró de mí a la casa y volvió a mí. —¿Algo malo? —No —dije, empezando a sentirme mal—. Lo siento, no quise sonar tan aguda. —No hay problema, tengo curitas en el coche —bromeó y llegó a mi mano. Nos paró a mitad de camino a su coche y volteó a mirarme—. Algo tienes en la sangre, pero debo decirte que me pareces muy sexy. Ahora, realmente la sangre comenzó a invadir mi rostro. Kane era el primer chico que me decía que lucía sexy. —Gracias, eso creo —continuamos el camino hacia el carro. Después de que subiéramos y él encendiera el motor, volvió a mirarme y con su media sonrisa preguntó —¿Cómo que eso crees? ¿No piensas que eres sexy? —No estoy segura de qué decir. Algunas chicas son obvias al respecto. Lo hombres las llaman sexys, pero no quiero ser esa clase de mujer. —Definitivamente, no lo eres. —¿Entonces quién soy? —Te lo he dicho, eres una sorpresa. Al menos para mí —comenzó a avanzar, pero luego puso el pie sobre el freno y se volvió hacia mí—, y tal vez, incluso para ti misma.

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—He oído a varias muchachas decir que te vuelves loco cuando hablan de acertijos —se echó a reír, avanzamos y dio la vuelta para irnos lejos. —No es un enigma. Tengo problemas para explicarme, eso es todo. Siento que estoy en la gran inauguración, la revelación de un nuevo modelo. —¿Como un coche? ¿Eres el modelo de carros de tu padre? —Usa lo que sabes, lo dijo el Sr. Stiegman en clase de inglés —dijo sarcásticamente. —Eso planeo más tarde, ¿pero por qué soy como una gran apertura? —Estás descubriendo quién eres y yo estoy contigo en el momento justo —dijo. Me mantuve en silencio porque él tenía razón acerca de mí. Kane no era simplemente guapo, popular, rico, inteligente, y atleta. Era sensible, demasiado. Y eso era algo que yo realmente no había esperado. Cualquiera realmente podría enamorarse de alguien cuando se es joven, y si no, ¿qué ocurriría? Hay mucho más para hacer, tantas otras personas, chicos, hombres que conoces. ¿Cómo es posible hacer algún tipo de compromiso real con alguien antes de experimentar eso? Leí una vez que nos enamoramos muchas veces, cada vez un poco más. Supongo que es como cavar un pozo. Cada relación te acerca a lo que realmente es el amor, hasta que finalmente te encuentras completamente enamorado. ¿Era todo una maraña burocrática? Como si Kane leyera mis pensamientos me dijo —Relájate, estás a buen tiempo. No seas tan analítica. —Le dijo la raña a la mosca —él rió fuertemente por un momento y luego sacudió la cabeza, me miró de nuevo. —Kristin Masterwood, creo que voy a caer profundamente enamorado de ti, y tú vas a romper mi corazón. Pero voy a disfrutar de cada momento, —añadió. Sus palabras tenían el anillo de honestidad y por primera vez, me preguntaba si podía confiarle lo que yo estaba leyendo. Mi padre estaría muy enojado si lo hiciera, pero algo dentro de mí anhelaba tener otro par de ojos, otra mente para ayudarme a entender y ver claramente qué es lo que realmente ocurrió en Foxworth Hall hace décadas a cuatro niños inocentes,

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dos de los cuales eran como yo, acababan de descubrir realmente quiénes eran. En ese momento puse mis ojos de nuevo en la casa de Kane, esta vez sabiendo que iba a estar en el interior. Otra pregunta sobre Christopher acudió a mí, ¿la visión que tuvo sobre la gran mansión cuando llegaron de noche por la entrada trasera, sinceramente era producto de la verdad y su optimismo? Pensé en su madre y la pelea que había tenido con su familia, pero la mansión era tan rica que dio confianza a los planes de Corrine. Era sorprendente ver cómo la ropa, los coches y las joyas podrían convencerte de la importancia de una persona, tanto que, una mansión como Foxworth Hall llenó a Christopher con un sentimiento de esperanza real. Sus abuelos fácilmente pudieron salvarlos del desastre, pero eso sería como una gota de agua en el mar. En el pasado, haber visto la casa de los Hill desde la carretera había sido una cosa, pero como dijo papá, acercarse por las elaboradas puertas de hierro fundidas y subir por el camino sinuoso, era otra; con sus columnas de árboles a lados, hasta ahora casi sin hojas, aún se mantenía impresionante, todo me abrumó. Con esta finca tan elaborada, era más posible creer que las personas cambian fácilmente, son influenciadas, ayudan o lastiman a otras personas. Mis ojos pasearon por todas partes, como los ojos de alguien festejando en un lugar famoso como el Taj Mahal en la India o el Palacio de Buckingham en Londres. Debajo de los árboles de la entrada había un lecho de hojas multicolores que no habían retirado. Kane dijo que a su madre le gustaba mantener esta armonía de los colores todo el tiempo posible. Su padre quería aclarar aquél “lío", pero siempre esperaba por ella para que le diera la última palabra cada año. Las luces de la entrada eran sutiles y bajas, con todo sobre la energía solar, recientemente eran más caras. En la parte superior, la entrada era en forma circular y tenía una isla de plantas, árboles, cerámica y una estatua en el centro hecha de piedra; la figura era un león con agua fluyendo de su boca.

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—¿De dónde sacaste esa fuente?

—no pude evitar preguntar

inmediatamente. —Mi madre la hizo importar de Florencia, Italia —dijo. No menos impresionante fue la entrada principal. Gracias a mi padre, sabía que el gigante par de puertas levantadas en el panel, moldeadas a ambos lados, habían sido hechas de caoba. Había antiguo cristal en las ventanas laterales. Cuatro pilares de ladrillo rojo en el patio frontal, daban la impresión de Tara. Kane manejó hasta la mitad del círculo, luego giró a la derecha hasta llegar a seis espacios de garaje muy bien disfrazados. Uno era para el coche de su hermana cuando ella iba, había espacio para cada uno de los dos coches de su madre, y dos para los coches actuales de su padre. Kane me recordó que su padre también tenía un concesionario, y actualmente conducía el último modelo. Cuando me acerqué a la puerta, me di cuenta de que el garaje para seis coches era probablemente más amplio que el ancho de la casa. Salimos del auto y Kane abrió la puerta de una pequeña entrada dirigida hacia un pasillo. —La cocina está a la izquierda —dijo—, este pasillo conduce a la planta baja, donde está la sala y la oficina de mi padre; nuestro comedor y la sala de estar son más grandes, es donde tendremos nuestra fiesta. A la derecha es donde vive Rosario de Lourdes. Ella ha estado con nosotros desde que yo tenía dos años, creo. Como dije, ella está en la noche y la mañana y de vez en cuando visita a su primo en Richmond. —¿Una sola mujer limpia toda la casa? —le pregunté, impresionada con las molduras en las paredes del pasillo y el cuidado con las esquinas redondeadas, que formaban parte de los acabados cuando se construyó. Probablemente, otra chica no se fijaría en ello, después de todo era hija de alguien muy peculiar. Los pisos eran un azulejo español color beige. A lo largo del camino habían cosas de arte, pequeñas estatuas y figuras que reconocí eran costosas figuras de porcelana Lladró y Herend.

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—No, ella trae a sus tres sobrinas dos veces a la semana —dijo Kane— . Papá tiene un jardinero que tiene un equipo pequeño, están cinco días a la semana, pero todos salieron este fin de semana. Me aseguré de que dejaran un montón de platos, tazas, cucharas de plástico, tenedores y cuchillos. Habrá poco para limpiar después. —Espera —dije, él me llevó a la cocina—, no recuerdo que alguien hablara sobre una fiesta aquí antes. —Tuve algunas pequeñas reuniones, pero nada de esto —dijo—. Cuando yo era pequeño, teníamos fiestas de cumpleaños, para mi hermana y para mí. Sobre todo familiares, tenemos muchos parientes —agregó— como papá se volvió cada vez más y más exitoso, varias personas “salieron del maderaje”, como él dice. ¿Qué hay de ti? —Sólo un tío y una tía. Va a visitarnos el lunes, es el hermano menor de papá. —¿Ningún Foxworth sobrante? —preguntó, pero se dio la vuelta cuando no respondí—. Quiero decir… ¿acaso ninguno ha intentado ponerse en contacto con tu familia? —No —se encogió de hombros. —Probablemente sea una buena cosa —dijo—. Si consideramos la loca historia sobre los niños en el ático que salieron deformados o algo. Las palabras estaban en la punta de mi lengua. Quería decirle que tal acontecimiento, el de los niños en el ático no había sido por su culpa. Tuve el impulso de defenderlos y decirle que yo no tenía inconveniente de su parentesco conmigo, pero callé. Seguramente le gustaría saber por qué tenía esa opinión, y me podría llevar accidentalmente a mencionar el diario. Comenzamos a sacar los platos, tazas, servilletas y vajillas de plástico para armar los mostradores donde todo el mundo iría a conseguir comida y bebida más tarde. —¿A cuántos has invitado? —le pregunté. —Unos treinta, creo. —¿Crees?

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—No recuerdo. Lo descubriremos cuando comience la fiesta. Cuando terminamos, me llevó por el pasillo a lo que él llamaba “la cueva más grande.” Era más como un gran salón de baile en un hotel de lujo. Dijo que sus padres lo utilizan para sus fiestas, algunas de las cuales eran recaudadoras de fondos para los candidatos políticos. —Treinta personas se perderán aquí —dije— ¿Las mesas y sillas siempre están alrededor de la habitación aquí? —No, antes de que él y su equipo se fueran para el día, hice que Curtis mandara ponerlas en el modo que se hace para fiestas. Curtis es el gerente de la casa y el encargado de jardinería. Conseguiremos que todo esté guardado en su sitio otra vez antes de que mis padres vuelvan. —¿Hay un encargado? —sólo sonrió—. Así que por lo que estás diciendo, ¿tus padres realmente no saben sobre la fiesta? —Oh, ellos saben. Es su manera de ponerme a prueba, estoy seguro, —dijo. —¿Por qué decidiste hacer la fiesta? No puede ser únicamente porque estás solo en este... palacio —dije. —Porque quería impresionarte, ¿por qué más? —dijo sonriendo. Yo lo miraba con escepticismo, pero eso no rompió su sonrisa. —No necesitas una fiesta para impresionarme, Kane. —Lo sé, pero quiero cubrir mis apuestas —bromeó, o tal vez no—. Déjame mostrarte un poco más de la casa —tomó mi mano y me condujo por el pasillo para mirar la sala, el comedor y una guarida más pequeña con una mesa de billar y paredes llenas de estantes y estantes de libros. —Rivaliza con la biblioteca escolar —dije. —Lo creas o no, mi padre sabe cuándo uno falta. Muchos de estos libros son primeras ediciones. A mi madre le encanta el arte, a papá las antigüedades. Hay demasiado para mostrar en un solo día, y además, no quiero compartir tu atención con mucho más. Vamos, todavía tenemos una hora antes de que lleguen nuestros invitados. —¿Nuestros invitados?

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—Ahora son tus invitados, también —insistió. Él me llevó a la serpenteante escalera con su barandilla de caoba pulida y alfombra marrón en los escalones. Todas las habitaciones estaban en la planta de arriba. Su habitación estaba a la derecha, y la de su hermana estaba justo abajo. —Esto es embarazoso —dijo en el momento que entró en su dormitorio—, mi madre la diseñó para un príncipe. —¡No es broma! —dije—. Aunque un príncipe podría no tener un cuarto tan bonito —si tuviera que medir contra todo lo que teníamos, yo diría que su habitación era tan grande como nuestra sala de estar y comedor juntos. La izquierda era un área totalmente separada de su escritorio, estantes y algunos aparatos electrónicos, incluyendo altavoces para su propia música. Los pisos se realizaron en un azulejo azul oscuro con alfombras. Todas las luces eran poco intensas. A la derecha estaba la puerta de entrada a su cuarto de baño. A través de la puerta abierta, pude ver una ducha probablemente tres veces el tamaño de la mía. Imaginé que la puerta conectada al cuarto de baño era su armario. Su cama king-size estaba hecha de arce oscuro, tenía una cabecera decorada con árboles y aves, algunas en vuelo, algunos posando en las ramas. —Una verdadera cabecera —Mi madre mandó hacerla. Es una ilustración de un libro infantil que me encantaba cuando tenía cerca de cuatro. Dijo que siempre le mencionaba que quería dormir en el bosque representado en el libro. Ahora lo hago. En la parte superior, ¿excesivo, no crees? —Todo en esta casa está muy por encima de otras, Kane, pero tu padre ha trabajado duro por esto. Estoy segura que se siente orgulloso por lo que ha logrado. —Tienes un montón de compasión en ti, Kristin, incluso para los ricos. —¿Por qué los ricos necesitan nuestra compasión? —Recuerdo lo que dijiste cuando estábamos en el lago de Foxworth.

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—¿Qué dije? —Que si yo pensaba que el dinero podía hacerme feliz, cuando te dije que ellos de seguro lo habían sido por cuánto tenían. —Eso fue diferente. No todos usan su riqueza para ayudar a otros — ladeó su cabeza hacia un lado y me miró, mitad bromista, mitad serio. —¿Por qué tengo la sensación de que sabes mucho más sobre ellos de lo que has confesado? —no respondí—. Quiero mostrarte algo —dijo y me internó profundamente en su habitación. Había dos grandes ventanas, una a cada lado de su cama. Me llevó a la ventana derecha y abrió la cortina más amplia—. Nosotros estamos mirando al oeste —dijo. Miré en las hectáreas de árboles, salpicadas aquí y allá con casas, y una carretera que serpenteaba a lo largo y desaparecía sobre una pequeña elevación. Había oscurecido, así que las ventanas se encendieron en los hogares y las linternas del coche parecían ojos de criaturas robóticas deslizándose en la oscuridad. —Entonces… ¿qué estamos viendo? —No lo recuerdo, por supuesto, pero podíamos ver Foxworth Hall desde aquí antes del último incendio. Los árboles no habían crecido. Había muchas menos casas entre la mansión y aquí, la mansión se cernía por encima de todo. Estaba a sólo cinco minutos y medio cuando el lugar se quemó y todo se vino abajo, así que yo no tengo ningún recuerdo del fuego, pero mi hermana sí. Me dijo que ella volvió a mi habitación luego ver todo desde esta ventana. —Darlena tendría alrededor de once años… —Lo sé. Entiendo que prácticamente era un infierno. Pensaban que el fuego podría alcanzar el bosque, se propagó hacia atrás y tal vez amenazaría a otros hogares. Ella dijo que el cielo se iluminó brillantemente y que las estrellas desaparecieron. —Debió

ser

impresionante

—dije—,

probablemente,

tan

impresionante como el primer incendio, tal vez más, debido a los árboles y todas esas cosas —sabía que era una extraña sensación, pero de repente,

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Kane era más importante para mí debido a lo que estaba diciendo, lo que recordaba su hermana, y lo que una vez se vio desde la ventana de su dormitorio. —La próxima vez que venga a casa, le pediré que te diga lo que ella recuerda —dijo—. Ella tiene una de esas memorias fotográficas. Puede recordar los detalles de cada muñeca que tenía y sobre todo escenas de las películas, incluso las que veía a una edad temprana. La aceptaron para estudiar el posgrado de cine en NYU, tú sabes. —¡Oh, qué maravilla! Me encantará hablar con ella, estoy segura. —¿Tu padre nunca te hablo del último incendio? —No realmente, siempre dice que fue grande y ya. Claro, no tenemos un punto de vista al respecto. —Correcto. —Sin embargo, sé que pasa en nuestra comunidad, Foxworth Hall, la segunda muerte con toda su mística, fue algo histórico. Era como haber presenciado un famoso terremoto o erupción volcánica de nuevo, supongo. —Exactamente, ¿qué te dijo sobre el primer incendio? —preguntó él— Supongo que debió salir algo de vez en cuando. Seguro tu padre sabe mucho de eso. —Nada de primera mano. Eso fue hace más de cuarenta años. Habla más sobre el segundo. Dijo que parecía arder para siempre. Mi madre dijo que era como la quema de Atlanta que se había ido con el viento. Es propenso a la exageración, pero el departamento de bomberos pudo hacer poco para salvarla, al igual que la primera vez. Nadie murió en el incendio, ya que habían abandonado la casa, y como ustedes saben, el banco se atascó con la propiedad. De vez en cuando, miro hacia fuera e intento imaginar cómo fueron los incendios. —Recuerdo escuchar a mis padres y unos amigos hablando sobre el primer incendio una noche y alguien diciendo: “Imagínate si hubiera ocurrido años antes, cuando esos pobres niños fueron encerrados en ese ático”. Me dio pesadillas cuando era más joven.

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—Parece que aún le da pesadillas a la gente, incluso después de todos estos años —murmuré. —Es verdad, hasta yo solía preocuparme por estar aquí. Yo no podría saltar por esta ventana, está un poco alto. Mi padre me aseguró que teníamos la protección más sofisticada contra incendios y las advertencias que cualquier casa podría tener. Sabes... —El sistema de rociadores y detectores de humo —dije. Busqué en su techo y señalé a dos boquillas. —Exactamente. —¿Por qué no mencionaste todo esto cuando fuimos a la propiedad de Foxworth, especialmente estando a la vista todo lo que había sido la mansión alguna vez. —Yo no quería pensar que tenías un interés extraño al respecto, como tantos en esta ciudad. Estaba seguro de cómo te sentías acerca de ella. Sé que estás sensible cuando te hacen preguntas y hablan de tu relación, a pesar de que eres un pariente lejano. —Un pariente muy lejano —dije. —¿Te ha alterado que te dijera todo esto? —No —dije—, en realidad lo agradezco. —Bien, no quiero hacer cualquier cosa que arruine la tarde… —No lo hiciste, deja de preocuparte por esto —él asintió con la cabeza y luego amplió sus ojos. —¡Oh caramba, olvidé mantener abierta la puerta! Estarán tocando el timbre como locos —se dirigió a su teléfono y dio un puñetazo en un código— . Ahora podemos relajarnos —él dijo—. Vamos, hay que organizar la música para la noche. Contamos con una sala de medios completo que coordina lo que es el audiovisual por toda la casa. La casa cuenta con seguridad interna en video —empezamos a andar. Me detuvo en la puerta y miré hacia atrás en la ventana de la que su hermana había presenciado el segundo incendio de Foxworth. Él hizo una pausa, también. —¿Qué tan antiguo es este lugar? —pregunté.

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— Yo no estaba aquí cuando los niños estaban supuestamente allí, si eso es lo que quieres saber —contestó—. Si crees en las historias, estaban allí alrededor de 1957, 1958. Eso hace más de cincuenta años. Probablemente, por eso hay gran parte de confusión y distorsión. Quien tuviera nuestra edad en ese entonces, ahora debe andar por los setenta. De todos modos, esta casa tiene sólo veinte años de edad y se ha remodelado, ampliado en cierto modo, casi todos los años después de su construcción. Mi padre la construyó. No había ninguna otra casa en la propiedad. Nadie vivió o presenció el primer incendio desde aquí, así que no había ningún otro propietario del inmueble que le dijera a mi padre cosas de primera mano. Él y mi madre saben sólo la basura de que todo el mundo parece saber. Y ninguno de ellos piensa que heredaste la locura Foxworth porque tu madre fuera una prima lejana o algo. Nuestros hijos no serán raros — añadió. —¿Nuestros hijos? ¿No te estás adelantando un poco? —Hay una propuesta y una luna de miel en mi historia —dijo. Se rió, tomó mi mano y llegamos a la escalera—. Mi madre se imagina que ella es Scarlett O'Hara bajando por las escaleras unos días. La he pillado en su fantasía, y estaba avergonzada, confesó que era exactamente lo que estaba haciendo al descender por la escalera. Ella se ha enamorado de sus novelas y películas. Por eso nuestra casa se construyó para que se viera un poco como Tara. Todo el mundo quiere salir de su vida y ser alguien más, al menos por un día. A mi madre le gustaría ser otra persona para siempre. —¿Por qué? Ella tiene tanto ahora. —Ella nunca tiene suficiente —dijo secamente. —¿Qué hay sobre ti? ¿Quieres ser otra persona, también? —No, no ahora —dijo—, estoy feliz de estar en mis zapatos —se inclinó para besarme. Bajamos agarrados de las manos y no pude evitarlo, me sentía como una princesa con su príncipe. No sería difícil ser como su madre y fantasear con ser una persona muy especial para ayudar a las personas a disfrutar de una fiesta muy especial.

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Capítulo 23

a mayoría de los invitados a la fiesta de Kane lo trataban como

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una invitación muy especial. Muchos de sus amigos cercanos en la escuela, los chicos del equipo y algunas de las chicas de la clase también habían estado aquí para eventos mucho más pequeños, como él había dicho, pero siempre con sus padres en casa. Esta era su primera vez sin el ama de llaves. Sin embargo,

Kane era muy bueno para proteger su casa, declarando lo que estaba fuera de límites. Quería que todo el mundo se limitara a lo que libremente llamaba yo el salón de baile. Las chicas que eran mis amigas también querían ayudar a sacar los alimentos y bebidas. Kane fue firme en su negativa sobre el alcohol o drogas y no sólo porque su padre lo hubiera establecido. Recientemente, Don Hudson, un mayor, tuvo una fiesta que sus padres desconocían, y uno de los chicos, Ryan Bynes, bebió demasiado y se metió en un accidente de automóvil cinco minutos después de dejar la casa. Una anciana resultó gravemente herida y la policía estuvo en la casa de Don en menos de media hora. Sus padres necesitaron a un abogado. Una vez que pasó la novedad de estar en una fiesta en la finca más grande de la ciudad, muchos de los niños se volvieron aburridos y fueron vagando sin rumbo. Tina Kennedy se me mantuvo con su molesta frase “¿así que cuándo va a comenzar la verdadera fiesta?" Escuché algunas quejas de meter alcohol libremente o que alguien pasara “algo”, decían que era "como una fiesta de la escuela, vigilados”. Ni la música ni la comida estaban sosteniendo su atención. Una hora después, algunos se fueron a buscar emoción en otra parte. Antes de las once, la muchedumbre fue disminuyendo. Unos ya se las habían arreglado por sí mismos. Oí a Steve Cooper sugerir que un grupo de ellos subieran a Foxworth a dar patadas. Intervine rápidamente.

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—Mi padre ha estado trabajando en la demolición y están retirando los restos que quedan. Está cercado ahora. Hay un montón de material peligroso ahí —todos me miraban extraño. —Lo que sea —dijo Steve. —Ella debe saber bien lo peligroso que es ahí —dijo Tina. Lana ya me había dicho que estaba muy celosa de mi relación con Kane —¿Qué se supone que eso significa? —preguntó Kane saliendo de la nada y prácticamente se abalanzó hacia ella. Ella retrocedió rápidamente. —Nada, por Dios —dijo ella—. Iremos a algún lugar divertido mientras la noche todavía es joven —ella y sus amigos fueron los únicos que salieron sin dar las gracias a Kane. —El infierno no tiene tanta furia como una mujer despreciada — murmuró Kane después de ellos—. Ni siquiera lo preguntes —me dijo inmediatamente—, ni tenía interés en llegar a primera base con ella. Lana y Suzette se quedaron para ayudar con la limpieza. Después se fueron y quedamos solos, Kane dijo que Curtis tendría lista la sala mañana antes que llegaran sus padres. —Creo que lo hicimos bien —añadió—, nada roto —vi que estaba un poco desanimado. —Fue una gran fiesta, Kane. —Bien, yo no sé cómo algunos se hacen llamar mis amigos, esperando que las muchachas les bailaran. Tampoco iba a abrir el bar de mi padre, lo dejé claro todos los días. No viste, pero el idiota de Barsto trajo algo que estaba pasando alrededor. Lo invité a irse —Oh, cómo me perdí eso. —Probablemente, ha sido la fiesta que ha terminado más temprano este año. —No para nosotros —dije y por un momento miró extrañado hacia mí, entonces sonrió. —¿Cuál es tu toque de queda?

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—Mi padre nunca declaró uno. Él depende de mi responsabilidad. Sé que estará esperando arriba no importa qué, por lo que no quiero empujarlo a desconfiar, pero otra hora no hará ningún daño. —En ese caso... —Comenzó a apagar las luces y tomó mi mano para guiarme a “la cueva”, donde había la mesa de billar, libros, y otro de lo que debe ser al menos una docena de televisores. Había un sofá de cuero muy cómodo, suave. Nos sirvió algo de gaseosa de jengibre, que era lo que habíamos estado bebiendo toda la noche y se sentó a mi lado —no debí molestarme con la fiesta —dijo—. Lo único que quería aquí era a ti —No todo el mundo fue un asco, Kane. La mayoría pasó un buen rato —Pasé demasiado tiempo siendo un anfitrión. Creo que ni bailamos tres veces. —Tienes razón, fueron dos —tomó su gaseosa y me miró. —Creo que me di cuenta de lo que es diferente en ti, Kristin. —¿Y qué es? —Eres más madura. No en una especie de ponerte a ordenar. Eres más estable y segura. No eres arrogante sobre ello, pero estás a cientos de millas por encima de tus amigas, por encima de cualquier otra chica en la escuela, de hecho. Eso me intimidaba, pero ahora lo encuentro fascinante. Me siento más maduro estando contigo —bajó su bebida—. Dah, ahora me escucho estúpido. La primera cosa que vino a mi mente fueron sus palabras y pude imaginarme a cualquier chica diciéndole lo mismo a Christopher. —Suceden cosas que te obligan a ser más maduro de lo que uno quisiera, Kane. —Sí, ya sé. Tienes razón. Lo lamento por esto, pero siento que no eres quien dices ser. Pienso que puedo confiar en ti, depender de ti, estar seguro de estar contigo, y no puedo decir sobre cualquier otra persona en nuestra escuela. Tomó el vaso de mis manos y me besó con tanta pasión que pude sentir un zumbido viajando hacia mi espina dorsal y despertar la energía

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sexual en mí, abriéndome como una flor que tiene muchas ganas de florecer, una flor al deleitarse con la luz del sol. Sus manos se movieron por mi cuerpo gentilmente. Nos tumbamos y entonces empecé a deslizarme debajo de él. Fue besando mis mejillas, mi cuello antes de volver otra vez a mis labios, como si ese beso le diera combustible, la energía, el permiso para volver a mi cuello y mis hombros, con sus manos suavemente levantó mi blusa y sus labios trazaron una línea a lo largo de mi estómago y hacia arriba, sobre mis pechos. —Kristin —susurró—, no puedo dejar de soñar contigo. Sus dedos desabrocharon mi sujetador y lo levanto lentamente de mis pechos, tocando mis pezones con la punta de su lengua. Pude sentirme cayendo más y más hacia abajo en el lugar donde la resistencia se debilita. ¿Iba a ser esta mi primera vez? Su dedo fue a los botones de mis vaqueros. No lo detuve, pero no pude evitar el sollozo pequeño, la tensión que entró en mi cuerpo y simplemente me congeló. Se detuvo. —¿Hasta dónde quieres ir? —preguntó suavemente. Tenía la sensación que era una pregunta que no se había molestado en hacerle a otras chicas con las que había estado—. Estoy preparado —añadió. —No tan rápido. Todavía no —dije. Murmuró algo, me besó con rapidez en los labios y me miró pensativo. —¿Qué? —pregunté. —¿Qué hace más fácil para una muchachas tomar esta decisión? —¿Nunca es un problema para los hombres? —Es que si no pensamos en el futuro y conseguimos ambos problemas. —Las mujeres no siempre entran en tal dilema, Kane. —Lo sé, pero el riesgo es mucho más grande, ¿no crees? —Te has contestado tu propia pregunta. —No realmente. Entiendo que algunas muchachas no quieran hacerlo con sus novios porque no se sienten preparadas, pero eso no responde todo.

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—Tal vez, deberías asistir a sesión de la clase de salud de las chicas —dije. —No estoy seguro que la Sra. Kirkwood me dejaría. —Hay muchas respuestas, supongo. Cómo están educados es una. Algunas chicas piensan de ello como un logro, un paso a la madurez o algo. —¿Tú no? —Lo veo como un compromiso. No, no quiero que me des un anillo de compromiso, pero no quiero solo “conectar”. Conozco a algunas chicas que piensan que ser ocasionales al respecto las hace igual que los hombres —él asintió con la cabeza. —Supuse que tendrías una respuesta inteligente. No —dijo, sosteniéndose en sus manos y se levantó—, no pediré que lo intentemos otra vez o que te quedes —nos miramos el uno al otro, y luego nos reímos de la tentativa de la psicología inversa obvia. Al menos no era tan ordinario e inmaduro como la mayor parte de los muchachos que conocía en la escuela. —Adivino que debería irme —dije. Me arreglé, me registré en el baño más cercano y le acompañé en la cocina. —¿Te puedo llevar algún sitio mañana por la noche? ¿A comer o ver una película? —Comprobaré mi agenda —pareció atontado—. Sólo es broma, Kane. Sí me gustaría —asintió. —Tenía razón acerca de ti. Eres diferente. Tomó mi mano y me llevó hacia fuera al garaje. Me abrió la puerta del coche y entré. Retrocedimos y comenzó por el largo camino de la entrada. Tal vez yo sí era diferente, pensé. Quizá, era porque estaba tan fascinada con el diario de Christopher. Pensaba demasiado. Analicé todo y siempre tuve miedo de que mis fantasías me hicieran muy vulnerable. No estaba dispuesta a perdonar a las personas, especialmente los hombres, sus pocos defectos, sus pequeñas faltas. ¿Estaba bien esto, o terminaría sola en algún cuarto tan desanimada como Christopher en el ático?

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Capítulo 24

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apá estuvo feliz de que no me quedara fuera demasiado tarde. A pesar de lo sutil que quería parecer, se quedó esperándome, más probable es que estuviera viendo el reloj y pretendiendo estar tan interesado en

lo que estaba viendo en la televisión, tanto que no podía ir a la cama. —¿Pasaron un buen rato? —preguntó tan pronto como entré en la sala de estar. Estaba segura de si le preguntaba sobre lo que estaba viendo y lo que sucedía, no sabría nada. —Sí, mucho. —Una verdadera casa, ¿eh? —Como algunas —le dije, era otra de sus típicas respuestas a preguntas similares. Se rió. —¿Todos se comportaron? —No sería una fiesta si todos lo hicieran, pero en realidad sí, Kane vio por eso —dije. —Bueno. —Desafortunadamente, algunos pensaron que lo poco estridente era aburrido —añadí—, y partieron temprano. —Oh, ¿y tú no pudiste hacer lo mismo? —Tenía más razones para quedarme —dije y se rió. —¿Oh? ¿Podrías explicarte un poco? —No —dije y se rió otra vez—. Voy para arriba —le dije. —Sólo quiero ver el final de esto —dijo asintiendo con la cabeza hacia la televisión. Le di un beso y lo dejé pretendiendo que entendía lo que estaba viendo. Me había dicho que evitaría leer el diario antes de dormir esta noche. Se supone que estaría muy cansada. Estaba cansada, pero también estaba inquieta. Por Kane hablando sobre su hermana presenciando el segundo incendio y algunos de los comentarios de que sus padres habían hecho sobre él, y el primer incidente, habían levantado tantas diversas

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sensaciones que sentí que mis nervios eran como luces de bengala. Deslicé mi mano debajo de mi almohada y saqué el diario. Antes de que diera vuelta a la página, escuché pasos de mi padre. Él caminaba pesadamente a lo largo de su dormitorio, se atenuaron las luces en el pasillo. Ahora éramos sólo los niños Dollanganger y yo, otra vez. ..Era evidente ahora que tendríamos que estar encerrados aquí hasta nuestro abuelo muriera. Cathy estaba más abatida que nunca. Yo tenía mi propio trabajo: mantener su espíritu y el de los gemelos en alto, cómo mantener a todos ocupados. Cathy no era estúpida, ella detectaría la falta de sinceridad muy rápidamente. Pero yo tenía otra posibilidad que venía muy bien ahora, yo también podría creer en algo. No era como otras personas que se engañan o mienten a sí mismos. Sabía cómo disfrazar algo de lo cual dudaba, de modo que pareciera convencido sobre ello, pero tenía algo que la gente que mienten a sí mismos no tienen. Yo era consciente de lo que estaba haciendo. Sabía la verdad y podría retirarme cada vez que tuviera o quisiera hacerlo. Tal vez esto suena arrogante, pero para mí, es sólo una declaración de un hecho. —Él podría vivir para siempre —Cathy gimió casi de inmediato— . Estamos perdidos, Christopher. Nadie sabe que estamos aquí. Todos mis amigos están probablemente pidiendo noticias, y tal vez, ¡algunos de ellos piden a sus padres que llamen a la policía! Espero que lo hagan. Espero que haya una búsqueda nacional para nosotros y nuestras fotos se peguen en las paredes de la oficina de correos. Las personas encerradas como nosotros se vuelven locas e incluso se encogen. Lo leí en una revista. —Deja lo dramático —le dije con la más asertiva voz paternal. Sus ojos se ampliaron—. No va a ser tan malo. Nuestro abuelo sufre de enfermedades del corazón. Esto significa que sus arterias se bloquean con algo llamado “placa”. Sí (no, sí) podría decir que cuando una pieza se rompa y quede libre, tendrá un ataque al corazón y morirá en el acto.

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Estamos tan lejos de la ciudad que cuando la ambulancia llegué, será cosa del pasado —Él tiene una enfermera las veinticuatro horas. Es rico. Tal vez tiene una ambulancia estacionada en frente todo el tiempo. —Las enfermeras no son doctores, ellas no tienen la misma maquinaria para salvar vidas que un hospital tiene, Cathy, no importa qué tan rico sea. Está en una condición crítica. Es un clásico de cuidados intensivos. Él debe estar en un hospital, pero es evidente que quiere morir en su casa. Sabe que no tiene mucho tiempo —ella me miró con recelo— Piensa en ello —añadí aún más firme—, si la misma abuela Olivia no lo creyera, no nos habría permitido venir acá en primer lugar. Ve el modo en que trata a mamá. Ella no tiene mucha fe en la capacidad de mamá para recuperar el amor de su padre. Su muerte es lo único que tiene sentido. Es inminente —ella entrecerró los ojos—, lo próximo, inminente, puede ocurrir en cualquier momento. —¿Mientras tanto? —Mientras tanto... —miré a mi alrededor—, haremos algunas cosas divertidas. ¿Por qué no organizar un juego? Te gusta el teatro. Podemos escribir algo y vas actuar en ello, y los gemelos serán nuestra audiencia. Sin duda tenemos material suficiente para los trajes — sostuve mi aliento. ¿Ella entraría en esto? —Tú siempre te estás burlado de mi interés en la actuación. —Era para fastidiar. Los hermanos molestan a sus hermanas todo el tiempo. Es lo que significa ser un hermano, pero si cualquier persona podría tener éxito como actriz, eres tú. Tienes un estilo para eso. —¿Sólo dices esto para que me calle? —No, en verdad lo creo. Siempre estoy diciéndote que dejes de ser dramática. Acabo de hacerlo —ella pensó un momento. —Muy bien, quiero hacer “Lo que el viento se llevó” —dijo sin ninguna vacilación.

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—¿”Lo que el viento se llevó”? ¿Entera? —no me sorprendió. Ella se había sentado a verla con mamá más de una vez, y después, tanto ella como mamá fingieron que vivían en el sur y eran las beldades del sitio. Mamá amaba jugar a ser Scarlett O'Hara, y Cathy amaba imitarla. Mamá le regaló un libro sobre "El viento", y ella a menudo se sentaba y pasaba el pulgar a través de él, a veces recitando líneas que había memorizado. En ese momento, pensé que era todo absurdo, pero me guardé mi opinión. Ahora me alegró mucho de haberlo hecho. —No, sólo algunas escenas, pero tienes que hacer exactamente lo que yo digo. Por supuesto, voy a ser Scarlett O'Hara y vas a tener que jugar a ser Rhett Butler. —Eres el escritor y el director —le dije, mirándola tan serio como podía, y repentinamente lució menos irritada. Sus ojos se ampliaron con sus pensamientos. Ella despegó inmediatamente para examinar cuidadosamente a través de la ropa y sombreros. Los gemelos no entendían lo que hacíamos al principio, pero sólo viendo a Cathy tan animada e interesada, capturó su atención, y por un tiempo, no se estaban quejando y quejando. Incluso Carrie, que odiaba a subir al ático, siguió a Cathy, tratando de hacer algo para ayudar sobre cualquier cosa que ella estaba planeando. Viendo cómo mi idea había capturado su interés, seguí adelante y construí un escenario simulado armado con cortinas, cuerdas y mantas. Cathy me sorprendió con su creatividad. Ella utilizó algunos de los maniquíes y los vistió como personajes, encontró trajes para ellos, dándoles nombres y con la ayuda de Cory pudo configurar su escena. Pensaban que era divertido hablar con los maniquíes y llamarles por los nombres que Cathy había recordado de la película. Luego se sentó y garabateó las líneas en un cojín. Obviamente había desatado algunas de sus fantasías sofocadas.

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Aunque pensé que era bastante infantil para continuar, tuve que entrar en tan ilusión con el mismo tipo de energía, o perderían interés. Ella encontró mi traje de Rhett Butler, he de admitir que fue creativo: pantalones color crema (tuve que enrollar las piernas), una chaqueta de terciopelo marrón con botones de perla y un chaleco satinado con rosas rojas por todas partes. El momento en que me puse todo esto, di vuelta hacia ella y, en mi mejor imitación de Rhett Butler, rogué —“Venga rápidamente, Scarlett. ¡Tenemos que escapar de Atlanta antes de que Sherman llegue aquí y ponga a arder la ciudad!” —los ojos de los gemelos repentinamente se vieron llenos de mayor excitación. Esto era fantasía como nunca habían visto, sobre todo conmigo participando —¿Habrá un incendio? —exclamó Cory. —Es sólo una obra —Cathy le recordó, pero no cambiaron sus expresiones de asombro. Cathy también había encontrado su traje. Llevaba una jaula debajo de una falda al menos tres tallas demasiado grandes, medias con encaje, zapatos grandes y una blusa de seda con volantes. También encontró un gran sombrero de Scarlett O'Hara, pronto nos encontramos ahí. Se cayó la escena que había creado. No pasó mucho tiempo, pero pensé que la forma de utilizar a los maniquíes era muy inteligente. Naturalmente, los gemelos no tuvieron la capacidad de atención para una escena larga, demasiado espectacular que incluyó en súplicas desesperadas de Cathy por amor frente a un maniquí vestido de Ashley Wilkes. Carrie estaba llorando para tener pronto el almuerzo, diciendo que odiaba estar en el ático, incluso para un espectáculo. —Estas prendas huelen mal, de todos modos —declaró Cathy, con el aire saliendo rápidamente de su globo de entusiasmo.

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Ella me miró con decepción, pero le prometí que volveríamos. Quitó los trajes y fuimos a comer nuestro almuerzo. A lo largo de él, Cory se quejó de no estar en el jardín exterior. La monotonía de nuestro entorno estaba sobre todos nosotros. De repente se me ocurrió otra manera de desviar su atención de nuestra grave situación; nosotros adornaríamos el ático. —Vamos a convertir esta fea oruga en una mariposa —declaré. Los gemelos otra vez miraban asombrados—. Lo decoraremos. Nosotros haremos nuestro propio jardín, de la forma en que Dios hizo uno real. Ellos miraron a Cathy. —Está demasiado sucio —dijo. —Vamos a limpiarlo. Podemos hacerlo —insistí. Esa noche cuando por fin apareció mamá, le dije sobre mi plan. Ella lucía desesperada cuando entró, pero de repente, nos miró a los cuatro y consideró la idea. —¿Por qué no? —declaró—, yo te ayudo. Nosotros lo haremos. Le mostraremos a mi madre lo limpios y creativos que podemos ser. Ella siempre está diciendo: “la limpieza es próxima a la piedad”. Bien, le mostraremos que sabemos exactamente lo que eso significa. Cathy miró escépticamente como siempre, pero mamá se encargó de abastecernos con franelas, cubetas, escobas, cepillos de fregado, y cajas y cajas de jabón en polvo. Dijo que su madre no sabía nada al respecto, lo había escondido para nosotros. Eso pareció ser lo único que más complació a Cathy acerca la idea. Engañar a nuestra abuela o hacer algo a sus espaldas lo volvía más preciado y divertido. Eso parecía ser aún más evidente en el caso de mamá. Y tengo que admitir, que era lo que hacía divertido para mí también. Sin embargo, para ser honesto, estaba muy sorprendido por el entusiasmo de mamá. De repente, ella estaba con nosotros todos los días, fregaba suelos y lavaba todo lo que se encontraba a la vista. Incluso trajo repelente de insectos, y recogimos montones de arañas y

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hormigas muertas. Tuve a Cory creyendo que él y yo éramos grandes cazadores. Ambos gemelos ahora veían todo como un nuevo juego y discutieron acerca de quién estaba haciendo más y mejor. Para una buena semana, de repente fuimos una familia otra vez, personas con una causa común, ayudando y amándose mutuamente. —Observa —le dije a Cathy una noche de esa semana—, mamá no ha perdido su amor y preocupación por nosotros. Tenemos que seguir para ayudarla a cumplir su plan —con renuencia, ella asintió y aceptó. La nota discordante llegó cuando mamá trajo flores naturales al ático limpio, incluyendo puntiagudas amarilis que ella dijo que florecerían para navidad. —¡Navidad! Estás diciendo que todavía es seguro que estaremos aquí —exclamó Cathy. Mamá me miró —Ella no está diciendo eso —dije, aunque era obvio para mí que sí lo estaba. —¿Qué estás diciendo? —exigió Cathy. —Cuando salgamos, llevaremos las plantas con nosotros para nuestra celebración de Navidad en algún otro lugar. Eso es todo. — replicó mamá. Cathy guardó silencio, pero lo pude ver en sus ojos. Ella no había creído una sola palabra. Tal vez estuviera fingiendo y dramatizando las cosas como lo haría Scarlett O'Hara por un tiempo, pero Cathy era dura con sus fantasías cuando tenía cierta sospecha. Nada de esto iba a ser fácil para mí. Tenía que trabajar incluso más duro por ella y los gemelos, para que mamá tuviera la oportunidad y el tiempo que necesitaba. Necesitaba que mamá me ayudara con esto tanto como fuera posible. —¿Puedes regresar a ver a los gemelos antes de la hora de dormir esta noche? —le pregunté.

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—Oh, es que ya he hecho planes para ir a ver una película con una antigua amiga mía. Mi padre quiere que vuelva a mi vida como estaba —¿Qué amiga? —demandó Cathy. —Su nombre es Elena. Ella tiene dos hermanos solteros, uno estudia para ser abogado. El otro es muy bueno jugando tenis —dijo con emoción sorprendente. —¿Vas a una cita con uno de ellos? —preguntó. Miré a mamá rápidamente. ¿Iba ella? Sonrió, pero pude sentir que no lo hacía con confianza. Su sonrisa fue forzada. Ella estaba mintiéndonos otra vez. Se sentía otra aguja en mi pecho. Cada vez que yo sabía que ella nos mentía, me sentía de esa manera, pero tenía que hacer mi mejor para ocultarlo o Cathy se volvería loca. —¡Por supuesto que no! —dijo mamá—. Más desearía ir a dormir. Estoy tan cansada del trabajo que hemos hecho. Pero es mejor no tener gente, sobre todo alguien como Elena, preguntando. Ella siempre ha sido una entrometida —Entonces ¿por qué salir con ella? —preguntó Cathy. —Ya te lo dije. Todos tenemos que hacer algunos sacrificios — dijo. Rápidamente nos dio unos besos y se fue. —¿Sacrificios? —dijo Cathy en el momento que mamá se fue— ¿ella le llama sacrificio ver una película con amigos? —Supongo que de alguna forma lo es. Si tú no quieres a esos amigos y sólo lo estás haciendo para mantener a tu madre y padre lejos de sospecha. —Si está tan enfermo, ¿lo sabe o incluso le importa? —Las personas podridas hasta los huesos como él, obviamente se cobran de otra vida durante unos momentos cuando creen que algo no es correcto. ¿Por qué evitar esta posibilidad?

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Cathy entrecerró sus ojos y sacudió la cabeza hacia mí antes de retirarse para leer una historia a Cory y Carrie. Repentinamente sentí una atmósfera rodeándonos pesadamente. La oscuridad parecía muy atraída por este lugar, pensé. Y por primera vez, realmente sentí una oscuridad en mi corazón. Cathy no estaba mal en sospechar. Sabía que mamá no decía la verdad, sólo que esta vez no creía que fuera para nuestro beneficio. Pero no quería mostrar ni un ápice de este miedo a Cathy. Qué ironía, pensé. La madre de Kane estaba enamorada de Lo que el viento se llevó y Cathy también lo había estado. ¿Era porque estaban todos en el sur, o era una fantasía universal, especialmente para una mujer que se encontraba en un gran escenario con toda su opulencia y glamour? ¿Kane tenía razón con lo que había dicho, que a todos les gusta participar? ¿Qué parte quiero jugar? Cerré el diario y lo guardé. Después encendí mi lámpara de noche que estaba allí mirando hacia la oscuridad. ¿El malestar de Christopher era porque su madre estaba mintiendo y él lo sabía o era que no podía aguantar la idea de su madre insinuando un romance con otro hombre tan pronto? A mí me parece que lo último y no podía culparlo. Recordé cómo había sentido cuando leíamos Hamlet y la reina dijo, “Una segunda vez, mato a mi esposo ya muerto cuando me beso con otro en la cama”. ¿Todos los hombres y mujeres que habían perdido a sus cónyuges sienten esta gran culpa si vuelven a casarse o hasta con sólo citarse con alguien más? Mi padre no había salido a una verdadera cita después de todos estos años, ni siquiera con la Sra Osterhouse, al menos por lo que sabía. De la manera en que Corrine había hablado acerca del Sr. Christopher, al que había conocido y secretamente sido cortejada, sonaba como el más grande amor de todos los tiempos, una historia de Romeo y Julieta, porque su amor fue tan intenso para arriesgar al otro e incluso perder voluntariamente todos los vínculos familiares. En el caso de Corrine,

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también estuvo dispuesta a renunciar a una gran fortuna. Ahora que ella había perdido su amor, quería esa fortuna de nuevo. ¿Es algo comprensible o simple hipocresía? ¿Dónde estaba la joven que había estado tan enamorada y dispuesta a vivir una vida mucho más simple, más pobre, o la verdad es que ella nunca vivió una vida más sencilla, siempre vivió más allá de sus posibilidades? Me di la vuelta y obligué a dejar de pensar en los Dollanganger para concentrarme en el cambio de Kane y soñar cuándo podría "cruzar el río Grande", que era la frase que Serena Mota usaba para hablar sobre perder su virginidad. Me dormí rápidamente y desperté con una sorpresa. Mi padre me había traído el desayuno en la cama. —¿Qué es esto? —le pregunté. —De vez en cuando, tienes que tratar a las mujeres de tu vida como reinas —respondió. Me senté rápidamente. No recuerdo alguna otra vez que se hubiera referido a mí como mujer en su vida. ¿Qué había cambiado? ¿Era porque yo estaba saliendo con alguien? ¿Es ese momento que todos los padres experimentan, esa conciencia que sus niñas están empezando a desplazar hacia el borde a sus padres, suavemente pero con firmeza? ¿Debía estar triste o contenta? No podía dejar de estar contenta, pero no pude evitar ver las cosas desde su punto de vista. Mientras siguiera siendo una niña, no era necesario ampliar el agujero enorme en su vida. Pronto llegaría un momento en que se encontrara realmente solo. Como mínimo, lo visitaría cuando ya entrara a la universidad; si conozco a alguien con quien quiera pasar mi vida, él se desplazaría aún más atrás. ¿Hacia qué? Quizá, no debería ser tan dura con Corrine, pensé. De lo que entendí en las líneas que Christopher había escrito sobre su mamá, ella no era realmente una persona muy fuerte. Ella anhelaba mimos, confort y lujo. Sí, su marido le había consentido, pero tal vez se sentía culpable por el barrido a sus pies y el robo lejos de su herencia. Probablemente, sentía una gran

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responsabilidad para triunfar a lo grande y compensar todo que había perdido y, al hacerlo, había perdido su propio sentido del equilibrio, poniéndolos en gran deuda, y dejándolos vulnerables e indefensos. Christopher parecía dispuesto a darle el beneficio de la duda, quería continuar pensando en ella como alguien que principalmente deseaba complacer y proteger a sus hijos. Cathy fue más reacia a hacerlo, pero pensé que ella había reaccionado igual que al embarazo de Corrine, yo era de la opinión que ella era la más mimada de todos. Podría ser injusto. Ella era todavía una niña, pero en el inicio de la “metamorfosis” sorprendente en plena feminidad. Sin duda, una niña no podía abrirse plenamente a un hermano mayor. Yo no podía imaginarme haciendo eso, no podía siquiera discutir cosas femeninas con mi padre. Ella no tenía a su madre allí la mayor parte del tiempo y cuando su madre iba, su atención estaba tan dividida, los gemelos necesitando tanto, y Cathy no tenía ningún lugar para sus respuestas. No sabía por quién sentir más lástima. Nunca lo revelaría a mi padre. Literalmente él rasgaría el diario de mis manos, pero estaba torcida por dentro, mis sentimientos entrecruzados, atados, y mi atención escabulléndose de mi propio mundo, mi propia felicidad. —Luce increíble —le dije, mirando hacia abajo en la bandeja. Él me había hecho sus panqueques, servidos con delicioso jarabe de arce que compramos de los García, quienes habían aprovechado los árboles en sus doscientos acres y prepararon el jarabe para vender desde su garaje los domingos; y los arándanos y la mermelada de mora que hizo la señora Wheeler. —Pero desayunarás solo —le dije. Él se rió y asintió con la cabeza mirando el reloj. —Me levanté hace casi dos horas, Kristin. Es sábado, pero estoy poniendo un día entero en el... trabajo —dijo. Él estaba empezando a evitar nombrar la finca de Foxworth. Él quería enterrarlos y dejarlos en el pasado.

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—Lo siento. No me di cuenta de la hora y… —Hey, tienes derecho a dormir vez en cuando. —¿Y tú? —Tu madre muchas veces intentó convencerme, pero estaba siempre por delante de ella. Estaré temprano el día que muera —él comenzó a salir. —Oh, Kane estaba pensando en llevarme a cenar esta noche —dije. Hizo una pausa, me miró por un momento y luego sonrió. —Está bien —pude notar el giro de su mente. Él se estaba debatiendo con sus pensamientos, decidiendo qué haría—. No vayas tan rápido. Sé que tu madre querría que lo dijera. —Y entonces, ella me diría que consiga una multa por el exceso de velocidad en tu sonrisa —le respondí. Sus labios temblaban, pero sus ojos se iluminaron. —Usen el cinturón de seguridad en todo momento —concluyó y dio vuelta. Eso fue lo más cercano a la advertencia “no cruzar el río Grande” que pronto vendría. No podía imaginar una cosa más difícil para que un padre le dijera a su hija. Su rostro estaba probablemente todavía rojo de vergüenza cuando llegó a su camioneta. Me reí para mis adentros y seguí excavado en mi delicioso desayuno. Generalmente, me programaba para hacer mi tarea tranquilamente los fines de semana, tomaba largos descansos y no terminaba hasta el domingo por la noche, pero el diario está a cargo de mi vida en este momento. No quería apresurarme a nada, sobre todo con las matemáticas y mi ensayo inglés, pero no pude evitar pensar que, si tenía mis otras responsabilidades fuera del camino, podría leer más del diario y quizás obtendría las respuestas más rápido No quería apresurarme a través de él. Era exasperante y fascinante. Acabarlo sería como lamentar acabarte el último trozo del cono de helado. Hice lo mejor que pude con mis matemáticas. Aproximadamente, a las 10:30 am, mis amigas comenzaron a llamar. Estaba impaciente con todas

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ellas, sobre todo con Suzette que insistió en saber cuánto había permanecido en la casa de Kane después de que se fueron y hasta dónde habíamos llegado. —¿Te llevó hasta su dormitorio? No digas que no —ella siguió—. Theresa Flowman dijo que lo hizo la primera vez que fueron a su casa y sus padres no estaban —Qué bien por ella —en mi corazón sabía que Teresa era una mentirosa. Ella, más que ninguna de las chicas, había fantaseado en voz alta y se había esforzado para hacer creer lo que había dicho. —¿Ah sí? —Me mostró la casa cuando llegué, y su dormitorio era parte del tour. —¿El tour? ¿Y eso es? —Tengo que irme. Prometí tener la casa completamente limpia para hoy, tengo tarea y una cita con Kane. —¿Dónde? —Cenaremos, probablemente. Yo te llamo mañana —añadí. —Adiós —dijo y colgué antes de que ella pudiera tomar otro aliento. Lana llamó diez minutos más tarde. Me deshice de ella rápidamente, pero entonces Tina Kennedy llamó y realmente me molestó cuando dijo que Steve Cooper había dicho que yo dormí en la casa de Kane y lo hizo como un profesional. Ella dijo que Kane le había llamado a Steve para presumir. —Es una mentira estúpida. Y será mejor que no lo difundas —advertí. Ella se rió. —Todos dijeron que lo negarías. Eso está bien, tu secreto está a salvo conmigo, tan seguro como aquellos primos tuyos en el ático —agregó, y dejé de golpe mi teléfono, lo aventé tan fuerte que pensé que lo había roto. Me tomó casi una hora para calmarme. De ninguna forma volvería a las matemáticas. Kane llamó una hora más tarde y oyó la tensión en mi voz. —¿Tu padre de dijo algo sobre quedarte muy tarde? —preguntó. —No.

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—¿Qué está mal? Estás obligándome a poner ungüento antiséptico en mi oreja. —¿Antiséptico? —Pensé que te impresionaría con mi vocabulario creciente —me reí y le dije sobre la llamada de Tina. —Yo hoy ni he hablado con Cooper y lo último que haría sería decirle algo personal sobre nosotros —me dijo—. Podríamos publicarlo en Facebook. —También lo he pensado así —dije. Por supuesto, quería decirle que ya lo esperaba. —Creo que la supervivencia del más apto se aplica más a las mujeres que a los hombres —eso me hizo sonreír. —Ya veremos —le dije. —Me gustaría llevarte a algún lugar especial esta noche. —¿Dónde? —La Casa del río. Mis padres prácticamente son dueños de una mesa ahí —yo sabía que era uno de los restaurantes más caros de la ciudad. —Eso sí que es especial. Aunque no sé si tengo ropa adecuada. —Lo que sea que te pongas estará bien —dijo—. Pasaré por ti a las siete, ¿está bien? —Sí —contesté— a las siete está bien. Me pregunté qué opinaría mi papá. ¿Estaría impresionado o incluso más preocupado, pensando que lo alejaría pronto? Una cosa era que mi padre tuviera confianza en que sería responsable con la tarea, limpiara la casa y condujera un auto, pero otra era el romance. Después que colgué, pensé acerca de lo que llevaría, y de repente, se me ocurrió hacer algo que nunca había hecho. Subiría al ático y usaría ropa de mamá. Yo ahora tendría alrededor de la misma talla. Naturalmente, mis pensamientos fueron hacia Cathy en la búsqueda del ático en Foxworth. Quizá, tal como ella, yo estaba preparándome para jugar un rol.

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Capítulo 25

P

or la forma en que Christopher había descrito el ático de Foxworth, imaginé que el nuestro sería la décima parte incluyendo los espacios dedicados a cables y tuberías. La

necesidad de una gran cantidad de espacio en el ático no se consideró cuando construyeron la casa y poca gente realmente utiliza sus áticos para algo más que almacenamiento. Sólo porque las cosas de mamá siguen ahí, papá mantiene cuidado del espacio. Él no permite que se convierta en "una reserva de insectos o murciélagos", ni permite que haya demasiado polvo. Una vez al mes, sube (a menudo voy con él) y abre las dos ventanas, limpia el piso y los muebles almacenando el varío, se asegura que las cosas de mi madre no sean "comida de polilla". Todo se mantiene tan limpio y organizado como lo habría estado en su dormitorio. Me preguntaba por qué la familia Foxworth guardaba todas sus cosas ancestrales, cuadros, ropa, viejos tocadiscos y cosas similares. De la manera que Christopher había descrito la condición, incluyendo los libros plagados de insectos, estaba claro que no había lazos emocionales a cualquier cosa. Quizá los fanáticos religiosos pensaban de esa forma, que era pecaminoso tirar cualquier cosa. O tal vez, se aferraban a esos recuerdos agonizantes; es lo que mi padre dijo, la mayoría de la gente ahora se encargaba de reformarlo. Abrí el armario grande y comencé a examinar cuidadosamente los vestidos de mi madre. Los más caros estaban a la derecha. Sólo tengo muy vagos recuerdos de cuando los usó, pero para mí, sólo destacó uno. Sabía que era un negro clásico, algo que parece nunca pasará de moda. Tenía un escote asimétrico, sin mangas, con una falda lápiz. Me despojé de mi sujetador y bragas, y me lo puse. Mis pechos eran tan grandes como habían sido los de ella, y mi cintura y las caderas eran casi idénticas. Tenía una

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cremallera oculta. Pensé que nuestra talla de zapato sería dramáticamente diferente, pero cuando me resbalé en sus plataformas las encontré bastante cómodas. Entusiasmada con el vestido, me lo quité, volví a ponerme mi ropa y bajé a colgarlo en la ventana, para que tomara un poco de sol y aire, para darle cierta frescura. Realmente no necesitaba nada más. Reflexioné sobre qué joyas usaría, qué bolso me gustaría tener, y cómo llevaría mi pelo, y luego intenté volver a mi tarea. Era casi imposible hacerlo. El subir a mi ático y pensar en todo, sentí un deseo aún mayor por volver al mundo de Christopher. Pensé que sería bueno llevar el diario a la planta baja, comer algo y leer por unas horas en la sala de estar. Cuando me senté en la mesa de la cocina, vertí limonada en un vaso, le mordí a mi sándwich de jamón y queso, y di vuelta a la página. ..Mamá estaba emocionada acerca de mi plan para arreglar el ático, pero no tenía ilusiones acerca del por qué. Supongo que ella lo vio como otra forma de mantenernos ocupados y distraernos de la situación en la que estábamos todavía revolcándonos. Cada vez que ella venía a vernos después de sus clases de escuela de secretariado, traía más materiales, crayones, pinturas, algo que nos animara a seguir con "este importante proyecto". Como siempre, añadía el hecho de que lo que estábamos haciendo impresionaría a nuestra abuela, y no sólo le ayudaría a recuperar el afecto de sus padres, también para convencer a su madre de que no éramos "engendros del diablo." ¡Oh, cómo odiaba Cathy cuando ella pronunciaba esas palabras! ¿Cómo podía nuestra propia madre dejar que su madre nos dijera así y describirnos como tal? ¿Es que alguna vez habíamos hecho algo pecaminoso? "Sobre todo Christopher —mamá replicaría— ¡Él no haría trampa incluso en un examen escolar!” Ella tomaría esa mirada triste, simpática apariencia y describiría que era más doloroso para ella que para nosotros.

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—Lastima mi corazón y también la memoria de tu querido difunto y maravilloso padre cuando ella pronuncia esas feas palabras. Deberías ver la manera que me mira a veces. Es suficiente para que a cualquiera se le rompa el corazón en pedazos. Cathy era muy escéptica. Preguntando siempre por qué vestía ropa nueva y hermosa, quién la compraba, que si ella tenía una gran variedad de zapatos. “¿Cómo podrían odiarla tanto y aun así gastar en ella?” —Es sólo porque me estoy adaptando a mí misma —nos dijo—. Mi padre respeta el trabajo duro y la ambición. Por supuesto, yo odio el trabajo escolar, pero lo soporto todo por ustedes. —¿Tienes un buen profesor? ¿Estás encantada con él? — pregunté. Por la manera en que ella describía algunas cosas de sus clases, me hizo pensar que él coqueteaba con ella. —Oh, tengo una mamá gallina como profesora. No es que ella piensa de sí misma como tal. Tiene un seno que entra en la habitación dos minutos antes de que ella lo haga enteramente, y no es tímida a la hora de ponerlo en las caras de sus estudiantes masculinos, especialmente de un hombre en particular. Creo que le molesta que él me mire más a mí que a ella con todo y su alarde. Ella es en realidad un poco desordenada acerca de su apariencia. Yo podría enseñarle una cosa o dos acerca de maquillaje y peluquería, si me dejara. Cathy estaba sorprendida de que tomara clases con los hombres. “¿Por qué los hombres quieren ser secretarios?” Mamá explicó que estaban ahí como escritores, periodistas, que necesitaban dominar la mecanografía. Describió cómo algunos de ellos se inclinaban sobre ella para ayudarla, mientras yo me preguntaba cuánto se iba a concentrar en su propio trabajo. Si había algo que capturara la atención de mamá era que un hombre se fijara en ella. A menudo me pregunté por qué a papá no le molestó. A mí sí.

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—¿Y estás pensando en tener citas con alguno de ellos? —las palabras salieron bruscamente y Cathy me miró sorprendida por un momento, pero luego asintió. —No, no, por supuesto que no. Luego describió a uno de los hombres, que era tan pequeño y delgado que ella sola podría llevarlo fuera de la habitación. Después habló sobre papá de nuevo, acerca de cuán guapo fue y cómo todavía estaba tan vivo en su memoria. Ella me dijo que pasó la mayor parte de las noches llorando y pensando en él y cuán cruel había sido su temprana muerte —Debió ser más cuidadoso y haber proporcionado una red de seguridad de financiación. Él debió pensar en mí —ella gimió. Nos miró fijamente y se dio cuenta de lo que había dicho—. Quiero decir, de todos nosotros. —Él no sabía que iba a morir —dijo Cathy airadamente. —Nadie realmente —dijo mamá—. Yo no estoy culpándolo, es sólo que... estoy molesta por lo que he tenido que hacer. Pero no se preocupen, lo tengo todo bajo control. Vamos a estar bien. Todos estaremos bien. Ninguno de nosotros dijo nada. Se puso su máscara de sonrisa que yo odiaba ver en su rostro y luego de girarse y besar a los gemelos, besarme y abrazar a Cathy, nos mantuvo abrazados con ambos brazos. Por unos momentos, no pude decir nada alentador después de que se marchó. Cathy me miró. —¿Qué? —Nada, Christopher. Yo no tengo algo que decir que quieras escuchar —dijo y continuó arreglando el ático. Pronto dejaríamos todo esto atrás. Para volvernos aún más entusiasmados con nuestro trabajo de decoración, mamá comenzó a traer libros de arte y oficios. Era mi responsabilidad ejecutar el trabajo

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como si estuviéramos todos en un aula del jardín de niños, con Cathy como mi asistente y yo como profesor de los gemelos. Al principio, los gemelos comenzaron a rebelarse. No les gustaba sentarse durante mucho tiempo en el escritorio y recibir instrucciones. Entonces, con todo el material adicional y sugerencias de mamá para hacer los animales, se volvió un poco complicado. Empecé a pensar que podríamos continuar con todo esto, dando a mamá el tiempo que necesitaba para dominar las habilidades secretariales y conseguir un buen trabajo después de todo. Pero Cathy comenzó a cuestionar más y más acerca de su propio progreso escolar, su escepticismo comenzó a infiltrarse en mi muro de la esperanza y colocó agujeros en mi optimismo. Yo sabía que algo no estaba bien, pero no iba a sugerirle tal cosa a Cathy. Ella estaba colgando de un hilito. Además de la imposibilidad de estar fuera, en una escuela donde ella podría mezclarse con otros estudiantes, amigas y ligar con chicos, tenía que ser una madre de alquiler con los gemelos y unirse a mí para cumplir con nuestras tareas. El último viernes de cada mes teníamos que desvestir la habitación

y

limpiar

el

baño

al

amanecer;

a

continuación,

arrastrábamos a los gemelos soñolientos al ático y ahí teníamos nuestro desayuno, cereal frío, mientras las criadas estaban abajo obedeciendo órdenes que ladraba la abuela. Cathy preguntaba por qué ellas nunca se daban cuenta de que habíamos estado allí. —¿No nos sienten? Hay olor a nosotros, supongo que nos han oído. Es como si no existiera nadie más —dijo—, como si fuéramos fantasmas. En realidad, pensé que era una idea interesante. Después de todo este tiempo solo con mi hermano y hermanas, yo no podría seguir mis propios intereses del modo que solía, incluso cuando estábamos luchando después de la muerte de mi padre, estaba por encima de fantasear un poco. Nada de esto existía en el mundo real, me dije. ¿Y

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si cuando entramos Foxworth esa noche, nos habíamos cruzado en la pesadilla de alguien más? Es que, prácticamente, éramos invisibles para los demás. Nuestra abuela era una bruja poderosa que agitaba sus manos sobre nosotros y nos convertía en sólo la sombra de lo que habíamos sido. Tenía poder de vida o muerte sobre todos nosotros, incluyendo a mamá. Habíamos caído en un túnel mucho más oscuro que Alicia en su país de las maravillas. —¿Sobre qué piensas tanto? —Cathy me preguntó. Por un momento, sentí que me había pillado haciendo algo que no debería. Luego sonreí. —En todas las cosas maravillosas que tendremos y hagamos una vez que estemos fuera de aquí —dije. Me miró decepcionada por un momento y luego dijo algo que me dolió más de lo que ella podría imaginar. —Si había algo que creía seguro, Christopher, era que tú no eras un soñador como yo. O más importante, como mamá. Dependía de ti. Ahora me siento sola. Qué triste para ella, pensé, pero la fantasía de Christopher sobre ser invisible fue interesante, no porque yo era una fan de ciencia ficción o algo por el estilo. No lo tomaba literalmente, pero podía entender por qué los niños, especialmente los niños que una vez fueron objeto de tanta atención, sintieran que desaparecían en tal aislamiento impuesto severamente. Lo único que podían hacer, era intentar mantenerse felices en su mundo hecho de esperanzas, un ático viejo sofocantemente decorado, lleno del olvido de las cosas y personas. No era difícil de creer que estaban empezando a sentir que podrían ser olvidados. En cierto sentido, estaban viviendo en un cementerio. Mis profundos pensamientos fueron golpeados por el sonido del timbre de la puerta. Sabía que no era mi tío Tommy, él no llegaría hasta el lunes. Me incliné, separé las cortinas y pude ver a Lana y Suzette. Por unos instantes, pensé que podría hacerles creer que no estaba en casa. Apretaban

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el botón una y otra vez. Estaban golpeando también. Sabía que ambas podían ser como bulldogs cuando estaban decididas. Me levanté, miré el diario y rápidamente lo escondí debajo de una pila de revistas antes de ir a la puerta. El teléfono ya estaba sonando. —Oh, pensamos que estarías en casa —dijo Lana—. Vimos Kane con Ryan en el centro comercial almorzando y nos preguntamos por qué no estaba contigo. —Les dije que saldríamos esta noche —dije, sonando un poco más irritable de lo que quería. Sonrieron. ¿Por qué de repente veía a mis amigas tan inmaduras y sin importancia para mí? Ahora, salir con ellas era una distracción, una pérdida de tiempo. Nada que pudiéramos hacer juntas tenía algún significado. ¿Qué sabían ellas acerca de verdadero sufrimiento? Para ellas, los niños encerrados en un ático era sólo otro cuento de Halloween. —Lana dijo que pensó que te volverías un poco esnob —declaró Suzette. Yo todavía no había retrocedido para invitarlas a pasar. —¿Por qué? —Por algún motivo te apresuraste a colgarme el teléfono —dijo Lana— . Siempre nos decimos todo y nos preocupamos por las opiniones de las demás, ¿De repente, Kane Hill está fuera de los límites? Nunca hubo nada fuera de los límites entre nosotras. —No quise dar esa impresión. Yo tenía cosas que hacer —ni sonreían ahora y tampoco me creyeron. —Bueno, ¿pasaste o no la noche en casa de Kane después de la fiesta? —Ya dije. Eso es una mentira estúpida de Tina Kennedy que se está extendiendo —Bien, si no hablas con nosotras y nos dices lo que realmente sucedió ayer por la noche, ¿cómo seremos capaces de defenderte? —preguntó Suzette, como si yo fuera la que estaba difamando. —Entren —dije con un largo suspiro—, no estén ahí paradas haciendo pucheros como niños pequeños —me miraron, se echaron a reír y entraron.

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—Me estoy muriendo de sed —dijo Suzette, deshaciendo la capa de hielo que se había formado entre nosotras. —Y estoy muriendo de hambre. No comimos nada en el centro comercial. —Una vez que vimos a Kane pasar el día con Ryan en lugar de ti, pensamos que mejor debíamos comprobar todo este asunto —Suzette añadido y se apresuró a la cocina. Siempre hacíamos así en casa de la una y otra, abrir neveras, encontrar cosas para comer en los gabinetes, mirar cualquier revistas que estuviera en la mesa, inspeccionar las habitaciones, actuando como si todas viviéramos en la casa que nos encontrábamos en ese momento. A menudo, podríamos ser más como hermanas. Nos habíamos probado la ropa de la otra, prestado casi todas las cosas y compartíamos secretos e historias que podrían, al menos en su caso, no complacer a sus padres si se enteraban. Hasta

ahora,

nada

parecía

demasiado

personal

para

compartir,

especialmente nuestras pocas experiencias románticas. Me ayudó a hacer bocadillos para ellas y entonces hice una taza de té con una galleta para poder sentarme y comer algo con ellas. —¿Y bien? —preguntó Lana después de darle un mordisco al sándwich—. Investiguemos lo que la mente quiere saber. —Siento decepcionarte —dije— fue un PG-1328 todo el camino. No estuve mucho tiempo ahí después de que todos se fueron —ambas parecían desilusionadas. —Con su reputación, pensé que seguramente querría “cruzar el río” —dijo Suzette —Quizá esta noche —añadió Lana, sonando esperanzada. —¿Y eso es en lo único que piensan? —dije. —¿Y tú no? —Dijo Suzette repeliendo el ataque—. De repente tienes ocho años otra vez

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Tipo de clasificación de cine.

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—Lo pienso, pero no es todo lo que abarca mi mente. —Tampoco es lo único que pensamos, Kristin, pero no hace mucho tiempo que hablamos sobre ello. —¿Qué tan lejos llegaron anoche? —preguntó Lana, más como una exigencia. Ella tenía razón. Las tres lo habíamos hablado a menudo. Estaba segura de por qué estaba siendo tan defensiva. Me miraban fijamente, en silencio. —Creo que hablábamos de ello todo el tiempo porque no éramos realmente serias acerca de cualquiera de los muchachos. Era algo abstracto. —¿Eh? —exclamó Lana—, vuelve a hablar inglés —ella tiró del lóbulo de su oreja. —Supongo que lo que intento decir es que cuando te gusta alguien, me refiero a realmente alguien como él, te sientes diferente al hablar de los detalles íntimos, incluso con tus mejores amigos. ¿Eso tiene sentido? Ellas sólo me miraron. —No —declaró Lana finalmente—, no es así. Hemos compartido cosas que no les decimos a nuestras propias madres. Nada es sagrado cuando tienes un amigo, y pensé que eran todas amigas reales. —¡Y lo somos! No sé, tal vez soy sólo avergonzada de mis sentimientos ahora mismo. Puede ser que esté sorprendida de mí. —Es demasiado profundo para mí —dijo Suzette. Ella se levantó y comenzó a lavar su plato y vaso. —Él va a hacerte daño, ya sabes —dijo Lana—. Chicos como Kane pueden arruinarte si no eres cuidadosa. —Detente, Lana —dijo Suzette—. Tú no lo sabes, suenas celosa. —Yo sólo intento darle una advertencia. No tiene a nadie más que a nosotras —lloriqueó. Sabía que intentaba defenderse, pero su réplica dio justo en el centro de mi corazón. Ellas tenían una madre en la que confiarían si lo necesitaban. —Quise decir…

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—Oh, cállate —dijo Suzette y giró hacia mí—. ¿Y dónde tomarán su cena? —preguntó, ansiosa por apagar el tema. —La Casa del río. —¡Cielos! —Si alguien puede permitírselo es él —dijo Lana—. Yo nunca estaría ahí. A papá no le gusta derrochar el dinero —ahora sí sonó celosa. —¿Qué vas a usar? —preguntó Suzette. Su pregunta trajo alivio. Me levanté rápidamente. —Algo de mi madre. Vengan a mi habitación. Lo dejé ventilándose con el aire. Ha estado en un armario por… un largo tiempo. Se los mostraré — dije y todas volvimos a ser mejores amigas. Ambas pensaron que me veía hermosa con el vestido. —Todo el mundo dice que tu madre era demasiado hermosa —ofreció Lana como una manera de recuperarse de su comentario en la cocina. Después, nos sentamos hablando de moda diferente y sobre la ropa que otras chicas llevaban en la escuela. Ambas hablaron sobre los chicos que les gustaban, pero cada una admitió que no se veían a sí mismas llegando a más con cualquiera de ellos. Por lo menos, no como lo que yo parecía estar consiguiendo con Kane. Nuestra conversación giró en torno a próximas fiestas y eventos, cómo nos íbamos a pasar nuestra Navidad y esperábamos algún tipo de fiesta “real”. En algún momento durante nuestra charla, me encontré distraída, pensando en Christopher y Cathy y cómo este tipo de conversaciones y planes eran cosas que sólo pudieron imaginar. Si realmente estuvieron en ese ático por más de tres años, ellos perdieron el corazón de sus mejores años jóvenes, tener novios y novias, ir a fiestas, sólo salir y tener interminables llamadas telefónicas. ¿Cómo pudo su propia madre permitir que perdieran años de experiencias? ¿Cómo pensó que sería? ¿Por qué ella dejó transcurrir tanto tiempo? ¿No se dio cuenta de que estarían socialmente inmaduros en cuanto volvieran al mundo? Sería como salir de una mina de carbón a la luz del día. Estarían ciegos por un tiempo.

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Suzette fue la primera en darse cuenta de que yo estaba en otra parte y le sugirió a Lana que se fueran. —Podemos decir cuando alguien está soñando sobre el porvenir. —No, yo… —Quieres estar fresca para tu cita —dijo—. Has lo que hace mi madre. Acuéstate con trozos de pepino sobre tus ojos. —Ugh —dijo Lana—, quedará apestosa. —Se bañará después, tonta —replicó Suzette, y salimos de mi habitación. —Creo que necesito ayuda con la tarea de matemáticas —Lana me dijo cuando estábamos en la sala de estar—. ¿Crees tener tiempo mañana? —Seguro. Me llamas por la mañana y lo arreglamos. Suzette, que siempre era la que metía las narices de las tres, comenzó a mirar alrededor de la habitación hasta que se detuvo en la pila de revistas. —¿Qué es esto? —preguntó. Yo me atraganté. —Mi diario —dije. —¿Llevas un diario? —dijo mirando a Lana, quien se encogió de hombros. —Yo lo usaba —comentó— pero luego mi hermano lo encontró, lo leyó todo y tuve que quemarlo. —¿Y nos mencionas en él? —volvió a cuestionar Suzette. —Nunca lo sabrás —dije— un diario es personal. —Y sabemos quién es el personaje principal ahora, de todos modos— siguió Lana— Su nombre comienza con K. Suzette siguió mirando del diario a mí con suspicacia. —Eso luce preciosamente viejo —dijo. —Lo es. Era una libreta de mi madre, pero nunca la usó. —Oh,

bueno.

Independientemente

flota

en

tu

barco

—dijo

sarcásticamente y se dirigió a la salida. La seguí de cerca, pero no tanto. Sabía que estaba apretando la libreta tan fuerte contra mí que por supuesto sospecharía, pero no podía evitarlo.

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—Diviértanse —Suzette dijo. —Sí. Todo lo que hagan, háganlo para mí también —añadió Lana y ambas salieron. Estuve de pie en la entrada mirándolas entrar en el coche de Suzette. Agité la mano y se despidieron. Podría oír qué hablaban a una milla después que se habían ido. “Jamás permitiría que alguien te tocara” le dije al diario y corrí hacia arriba para ponerlo debajo de mi almohada. Se estaba haciendo tarde y tenía mucho por hacer, pero no podía dejar de pensar acerca de nuestra conversación. ¿Había hecho o dicho algo para darles sospechas de lo que realmente era este diario? ¿Habían creído mi historia? Ellas no podían imaginar lo que contenía. ¿Podrían? Sería como una especie de traición si le dejaba a alguien leerlo o incluso saberlo. Christopher me odiaría, aunque fuera un pensamiento tonto, por supuesto. Ni siquiera sabía que existía. De repente, esa idea pasó por mi mente como un relámpago. ¿Qué haría si lo supiera? ¿Qué pasaría si yo lo conociera? ¿Qué le diría? ¿Qué me diría él? ¿Estaría terriblemente avergonzado por que yo había leído su diario o terriblemente enojado? Se lo devolvería, por supuesto, pero para entonces, yo ya sabría sus pensamientos más profundos, más íntimos; y la verdad es que, no importa cuán honestos queramos ser, ninguno de nosotros espera que alguien sepa nuestros pensamientos más profundos e íntimos. Literalmente tuve que sacudir mi cabeza para volver a lo que estaba haciendo, pero puse esas imágenes en un segundo plano. Como papá diría, "volveré a ellos... algún día.” Comencé a apresurarme para arreglarme otra vez.

219

M

Capítulo 26 i padre llegó a casa poco tiempo antes de que Kane llegara por mí para cenar juntos. Yo ya estaba vestida, mi cabello y maquillaje hechos, cuando lo escuché entrar en la casa.

Recuerdo que nunca había estado tan nerviosa por cualquier otra cosa cuando salí de mi habitación y comencé a descender las escaleras. Papá me miraba desde el fondo. La expresión en su rostro me dejó fría. Fue una expresión que nunca había visto. Él no parecía molesto exactamente, pero tampoco parecía satisfecho. Creo que fue más una mirada de susto y sorpresa. —Por un momento... —comenzó, luego se detuvo a sí mismo y esbozó una sonrisa—. Ese vestido... —Es de mamá. Busqué en sus cosas del ático y lo elegí. Estamos alrededor de la mista talla ahora. ¿Está bien que lo use? —Por supuesto —dijo—, ella querría que lo usaras. Estaría orgullosa de cómo luces. Te ves muy bonita, Kristin y muy adulta. —Gracias, papá —dijo y continué bajando. Él caminó detrás. —Me gusta lo que has hecho con tu cabello, también. Me recuerda mucho a ella. Le compré ese vestido para la cena de nuestro décimo aniversario. Todavía recuerdo cómo otras personas en el restaurante dejaron de hablar o hacer lo que estaban haciendo cuando entramos y la vieron. Ella odiaba ser el centro de atención, pero conseguí sacarle una risa, alegando que realmente me miraban a mí. ¿Dónde dijiste que cenarán? —En la Casa del río. —Seguro —sonrió. —¿Qué? —pregunté. —Ahí llevé a cenar a tu madre por nuestro décimo primer aniversario. La comida, especialmente la langosta fra diavolo es famosa por aquí. Y bastante cara. Tu madre no iba a pedirla, pero insistí. Así era ella. —Entonces la ordenaré —dije.

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Continuó guardando sus cosas y salió a saludar a Kane cuando sonó el timbre de la puerta. —No lo asustes, papá —le supliqué. —¿Moi? Si soy un minino —dijo, pero cuando abrió la puerta, habría detenido un ejército de hormigas con su mirada. Pude ver a Kane vacilar. —Hola, Sr. Masterwood. —Previenen sobre una posible lluvia fría esta noche —dijo papá en vez de “Hola”—. Tenlo en mente antes de conducir. —Sí, señor. Mi padre dijo lo mismo en cuanto oyó que iba a salir. —Tienes una carga preciosa —papá continuó y caminó hacia atrás para revelarme. Empecé a ponerme mi pesado chal negro sobre los hombros cuando ambos se abalanzaron para ayudar. Papá se dio cuenta de que Kane tenía la intención de hacer lo mismo y paró. —Fantástico —dijo Kane. —Gracias —le di a mi padre una mirada severa y vi sus ojos encenderse por la sonrisa. —Que pasen un buen rato —le dijo a Kane. —Gracias, Sr. Masterwood. Empezamos a salir. Papá seguía en la puerta viendo filosamente a Kane antes de dejar libre la puerta para mí. Él se despidió a papá, que asintió con la cabeza, y entonces nos metimos en su coche. —¿Tu papá hace eso a todas tus citas cuando llegan a recogerte? —¿Hacer qué? —¿Intimidarlos? —Sólo está siendo un papá —dije—. ¿No opinas que serás igual cuando seas uno? —La verdad, me es difícil imaginarlo. —No es tan difícil de imaginar —dije, y le sonreí. Nos retiramos de la entrada muy lentamente, prácticamente arrastrándonos lejos de la casa. —No me extrañaría que para verlo siga contigo —dijo, mirando en su espejo retrovisor. Miré hacia atrás. ¿Sería él?

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—No lo creo —dije. —Papá probablemente alertó al Departamento de policía en su lugar. —¿Qué? —Es broma, Kane, —dije. Él meneó la cabeza. —Creo que finalmente he conocido a mi mitad en ti —dijo. La sonrisa en mi cara amenazó con ser permanente o por lo menos, seguir así el resto de esta noche—. Espero que estés hambrienta. —Me privé de comida todo el día porque sabía que gastarías mucho dinero en mí —se rió. —Hay chicas que lo harían, pero de alguna manera, Kristin, no creo que seas como ellas. La Casa del río era toda como la habían descrito. El comedor principal estaba de lujo, con paredes de espejos y apliques que se hicieron para lucir como antorchas parpadeando. Había por lo menos treinta mesas, todas decoradas con flores frescas y manteles blancos suaves. Los ajustes de lugar tenían oro neto, y todos los cubiertos y las servilletas tenían el icono del restaurante: una gaviota con el borde de un ala en forma de un tenedor. No sé si causamos el mismo tipo de impresión que mi padre describió cuando él y mi madre habían venido aquí en su aniversario, pero vi que llamamos la atención de la mayoría de la gente en las mesas y algunos camareros y ayudantes. Kane estaba vistiendo un saco verde oscuro y una corbata brillante, también verde que resaltaba el color de sus ojos. De todos modos, estaba segura que atraeríamos la atención por ser los más jóvenes del lugar. El camarero sacó el asiento para mí y desenrolló la servilleta para colocarla en mi regazo. —Tomaremos una botella de Evian, por favor —dijo Kane—. ¿Normal o la prefieres con gas? —me preguntó. —Normal está bien. Cuando el camarero se fue, me incliné hacia él. Todo el mundo que nos rodeaba parecía estar escuchando.

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—Realmente estás hermosa, Kristin. Estaba demasiado asustado de mirarte por un largo rato con tu padre merodeando. —Deja de hacerlo parecer tan aterrador. —No es aterrador. Bueno, tal vez un poco. Tiene razón, sin embargo. Si yo tuviera una hija que se pareciera a ti, estaría armado contra cualquier muchacho que se acercase. —Vas a hacerme vanidosa —Deberías serlo. —No va mal contigo —pausé—, y esto no es respuesta refleja. —¿Una qué? —Tú sabes, elogio por elogio. —Oh, bueno, gracias. —Por supuesto, todas las chicas piensan que eres un vanidoso — agregué. Él sonrió y me dio su encogimiento “Kane Hill” —Bien, ahora, la única opinión femenina que me importa es la tuya. La botella de agua llegó a nosotros y el camarero la vertió en nuestras copas. El camarero nos dio menús, y mis ojos se fueron rápidamente a la langosta fra diavolo. En cincuenta y cinco dólares. La entrada menos costosa en el menú era de treinta y ocho, y era un plato vegetariano. —No te preocupes acerca del costo —dijo Kane—. Guardé todas las monedas sueltas de la casa. —¿Qué? —se rió. —A mi padre le encanta contarme estas historias acerca de sí mismo y dos de sus amigos luchando para pagar la universidad. Un día, uno de ellos tuvo la brillante idea de buscar bajo el asiento trasero del coche de su padre. Encontraron suficiente cambio para que los tres fueran a cenar. En aquellos días, alcanzaba con menos de 20 dólares para los tres. No me dice algo como esto una vez por semana, sino dos veces. Sé que la verdad es sólo la mitad. Está aterrorizado que pueda tomar la fortuna por sentado. —Bien, tiene razón por preocuparse de ello

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—No lo hago. Y si de algo puedo estar seguro, es que nunca te tomaré por sentado. —Vaya, creo que eso es un cumplido —él sonrió, se encogió de hombros y miró el menú. —Fra diavolo es para morirse —dijo. Fue realmente una de las noches más especiales que nunca había tenido. Mi padre y yo habíamos ido a restaurantes y había ido a ellos con amigos, pero generalmente eran de comida rápida y la experiencia no era inusual. Mi padre me había llevado a varios lugares para comer, pero era diferente que ir a un buen restaurante con mi padre. Papá siempre estaba tan atento a mí como podría ser, más relajado y hablaba libremente acerca de su juventud, su familia y mi madre cuando estábamos juntos, pero esto fue tan diferente y no sólo porque era un lugar muy caro en lo alto de la ciudad. Me sentí más adulta sentada allí con Kane. Debido a la riqueza de su padre y su posición en la comunidad y sobre todo por la crianza de su madre, él había sido educado con la etiqueta para cenar como lo haría un príncipe. Él no era pedante o condescendiente, pero me instruyó sobre los cubiertos adicionales, la forma correcta de hacer esto y aquello, nunca haciendo sonidos estúpidos o tontos, como estaba segura que otros muchachos de nuestra edad lo harían. A pesar de su informalidad, parecía albergar un respeto por todas las cosas elegantes. Fue en ese momento, cuando estaba hablando sobre cómo fue educado para sentarse y comer correctamente, que lo comparé con Christopher. Había hecho un descubrimiento esta noche. Sí, pensé, Kane no era sólo una cara bonita. Él era más maduro que sus amigos. Tal vez, sólo tal vez, él era alguien en quien podía confiar. —Mira cómo te pierdes lejos —dijo en un momento dado. —No, te escuché. Me haces pensar en otras cosas. —¿Cómo qué? —Sobre las cosas que he leído —dije.

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—¿Eso es todo lo que me dirás? —Por ahora —dije—. Una chica no puede regalar sus secretos demasiado rápido —asintió sin sonreír. —Serás como cuando se abre una caja dentro de una caja dentro de una caja —dijo. —Podría ser agotador el esfuerzo —ahora sonrió. —Por favor —dijo—, agótame. ¿Qué pasaría si mis amigas pudieran escuchar lo que estábamos diciendo el uno al otro? ¿Me creerían cuando se los contara? Harían su mueca y agitarían sus cabezas, balbuceando que no podía ser real. ¿Pensarían que estábamos siendo falsos para impresionar a los otros? ¿Se aburrirían tanto con nosotros que enchufarían sus audífonos y dormirían con la última canción? No podían apreciar lo mismo que nosotros. Y ciertamente, no podrían apreciar el diario de Christopher. Después de la comida que tuvimos, no creí que pudiera comer cualquier tipo de postre, pero Kane insistió en comer un Baked Alaska. —Es famoso por aquí. —Estoy empezando a pensar que todo lo que hay aquí es famoso — dije, pero acordamos en que deberíamos comerlo. Fue tan bueno que quedé muy llena. —Creo que vas a tener que llevarme cargando de aquí —dije. —Estaría bien. —Ni siquiera lo pensaste —advertí. Él era capaz de romper en un acto escandaloso en cualquier momento. Después pagó la cuenta, que fue un poco más de lo que gastaríamos en una semana mi padre y yo; él llegó a mí antes de que el camarero pudiera y sacó la silla para mí. Entonces él tomó mi mano, sonrió y asintió con la cabeza hacia algunas de las personas nos miraban. Él nos condujo para dar el billete de su coche al valet. —Esta fue una noche tan maravillosa, Kane. Gracias. Siento que la fiesta fue una decepción después de esto.

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—No si te tengo a ti —dijo—. Está bien —añadió, después fuimos a su coche, pero no prendió el motor—, te confesaré algo. Estaba intentanto impresionar, incluso abrumar un poco esta noche. —Lo lograste —se rió en mi honestidad. —No creo que ninguna otra chica que trajera aquí tuviera esa reacción. La mayoría de ellas habría mirado y estado incómodas aquí. —¿Traer? ¿Cuántas has traído aquí? —le pregunté. Se encogió de hombros. —Muy pocas —se volvió hacia mí—. Siempre una catástrofe. Bueno — dijo, deseoso de cambiar de tema—, parece que sí vendrá la lluvia que tu padre temía. Mira el cielo oscuro con pocas estrellas. Estuvimos en silencio por un rato. Creo que fue una de esas pausas tranquillas, cuando dos personas reflexionan sobre qué camino tomar, qué decisión tomar, o qué sugerencia que no pondría en peligro una temprana y frágil relación. Él ya sabía que yo no era alguien que podría precipitarse para largo plazo, pero también era consciente de la posibilidad de que él podría pensar que yo era demasiado conservadora, o peor aún, una bromista coqueta. —¿Por qué no te llamo en mañana temprano y si el tiempo no es malo, hacemos un picnic? —¿Un picnic? —El otoño está colgando. ¿Has visto el informe del tiempo para mañana? Están pronosticando un día de verano indio. El invierno está tomando su tiempo —dijo—. Mi padre me comentó que no ha visto un otoño como éste desde que tenía mi edad. Que debería haber sido un meteorólogo. Él nos da un informe del clima como un reloj cada mañana. —¿Un picnic? —sonreí—. Me gustaría, ¿a dónde iríamos? —¿Y si volvemos al lago? —¿Qué lago? ¿Te refieres al lago de Foxworth? —Sí, sería diferente, quizá porque muchos lo ignoren. Se ve interesante. Podríamos encontrar un bonito punto ahí.

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—No sé. Mi padre sigue haciendo la extracción. Algunos lugares están cercados y… —Pero no el lago. Tienes influencia —él dijo—. Compraría algunos sándwiches, bebidas, fruta. —Oh, puedo preparar una comida campestre —dije—. No parecerá un picnic si todo se compra —se rió. —Está bien. Entonces, yo llevo la manta y mi nuevo iPod con altavoces bluetooth. —¿Estás seguro sobre el clima? —Voy a llamarte alrededor de diez. Lo sabremos seguro entonces, y te recogería alrededor de las 11:30. Y si no, podríamos ir a ver una película o algo. —Todavía tengo que hacer algo de tarea. Tendríamos que volver antes de las 15:00. —Sí, Madame Valedictorian29 —dijo bromeando. Hablamos durante unos minutos en su automóvil antes de estar en la entrada de mi casa. Le agradecí por la cena otra vez, pero él insistió en agradecerme a mí, diciéndome que yo había hecho que la cena valiera la pena, no el restaurante. Nos besamos, fue un beso largo, pero suave, cálido y lleno de promesa, luego me llevó a la puerta y me besó otra vez; susurró "Buenas noches. Sueña conmigo, por favor. Sé que yo soñaré contigo”. Seguí viéndolo hasta que llegó a su carro. Hizo una pausa, me dio esa sonrisa tentadora y se deslizó detrás del volante con gracia. Abrí la puerta y entré. Allí estaba mi padre esperando en la sala de estar, haciendo su usual actuación pretendiendo estar demasiado interesado en algo en la televisión como para ir a la cama.

29 Estudiante con el más alto rango académico en una clase que entrega el discurso de despedida en la graduación

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—¿Bien? —dijo, girando hacia mí— ¿Todo estuvo tan bien como parecía? —Sí, al menos para mí. —¿De verdad? —me miró pensativo—. Bueno, me alegro por ti, entonces, Kristin. Te mereces cosas buenas. —Y tú, papá. —Oh —dije— no está lloviendo. Al parecer, fue sólo una pequeña llovizna y el cielo está despejado. Kane quiere llevarme de picnic mañana. —Clima loco. He oído que estaremos diez grados por encima de lo normal mañana. Picnic a principios de noviembre… supongo que lo disfrutarán. ¿A dónde irán? —Pensábamos ir al lago Foxworth, si está bien para ti. —¿El lago de Foxworth? Hay varios tipos de maleza. —Es interesante. Kane piensa así. Supongo que yo también, ¿está bien? —Sólo se alejan de la obra y los restos. Hago separar con una cerca todo esto, pero hay todavía mucho para hacer alrededor de ello. —De acuerdo —dije, besándolo y deseándole buenas noches. Subí con prisa para ir a la cama. Sin embargo, el pensamiento de volver a Foxworth, me llevó al diario de Christopher segundos después de que me había cepillado los dientes y deslizado debajo de la manta. ¿Era un desafío? Era casi como si llegara a donde había estado mi familia, familia perdida, casi como si fueran atrayéndome hacia ellos con este diario y lo que habían dejado atrás, sobre todo los secretos. …Tal vez, porque no tenía muchos desafíos intelectuales que hacer o cómo hablar con los adultos, comencé a pensar más acerca de nuestra abuela. ¿Qué la había convertido en el monstruo que vimos? ¿Fue simplemente el casarse con un hombre muy duro, fanáticamente religioso? ¿Cómo fue su juventud? ¿Cómo llegó ella a casarse con un hombre? ¿O fue ella quien le indujo?

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Varias veces, Cathy y yo la atrapamos espiándonos. Ella abría un poco la puerta y nos observaba como si estuviera esperando encontrarnos haciendo algo impío que nos hubiera prohibido. Entonces, comencé a pensar que tal vez ella realmente ahora tenía curiosidad sobre nosotros, no pensando en hacernos mal, pero preguntándose cómo podíamos ser niños atractivos e inteligentes y ser nacidos de lo que ella llamaba “un acto pecaminoso”. Incluso me preguntaba si ella no creía que cambiaríamos de forma o algo, que nos convertíamos en otras criaturas, una vez que la puerta estaba cerrada. Raramente nos espió cuando estuvimos en el ático. Un día, mamá nos dijo por qué su madre no estaba interesada en subir la estrecha escalera hasta el ático. Dijo que era claustrofóbica ya que ella había sido encerrada en un armario cuando era una niña. Al parecer, fue una forma de castigo que sus padres habían utilizado. Entonces, nuestro encierro no le era tan desconocido. Cuando ella se enfrentaba a nosotros, estaba obsesionada con preguntas sobre nuestra sexualidad. Había llegado a ser casi un canto religioso para ella. ¿Tocamos nuestras partes íntimas? ¿Nos miramos el uno al otro desnudos? ¿Niños y niñas usan el baño juntos? Hacía las preguntas como un interrogador de la policía, pidiendo respuestas rápidamente con la esperanza de atraparnos en la mentira o que uno de los gemelos confesara algo pecaminoso que estuviéramos cubriendo. —Apuesto a que su marido nunca la ve desnuda —le dije a Cathy—, no creo que él quisiera. —¿No comparten una habitación? —No lo sé, pero si lo hacen, probablemente ella se pegue la ropa interior. Los ojos de Cathy se iluminaron. Por fin teníamos algo ridículo. —No, la tiene clavada —ella dijo. —¿Cómo tendrían hijos? —reflexioné.

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—Con los ojos vendados —sugirió. Pensé que era una idea inteligente. Los gemelos pensaban que habíamos enloquecido. No tenían idea de lo que nos hacía reír mucho. Una vez, mientras estaba pintando, necesitamos agua y Cathy bajó las escaleras corriendo por ellas. Cuando regresó, describió cuán enojada estaba nuestra abuela sobre que ella me obedeciera. Olivia le advirtió acerca de ser tan obediente y seguir mis órdenes. Cathy dice que la abuela le comentó que yo sabía más sobre el mal que mi hermana, porque el macho de la especie nació sabiendo mal, y sólo le llevaría a la condenación. —Ja —dije—, tanto para su estudio de la Biblia. Adán no fue el que escuchó al diablo en el paraíso, fue Eva. Obviamente nunca leyó Macbeth de Shakespeare, fue Lady Macbeth quien consiguió a matar al rey. Nuestra abuela es completamente opuesta a la verdad. Las mujeres tienen una influencia mayor en los hombres que los hombres sobre las mujeres. ¡Mira cuánto consiguió mamá gracias a papá! —Tú podrías decirle todo eso, yo no —dijo Cathy—. Si ella dice qué es bueno para mí, lo hare —Cathy asintió con la cabeza, pero pensé que su mirada era un poco diferente. ¿Ella lo creía así? ¿Esperaba que algo malo vendría de mí? Cuán fácil es sembrar sospecha, pensé. Tal vez nuestra bisabuela había hecho lo mismo con nuestra abuela Olivia, y ahora ella lo estaba pasando a nosotros. Bajé el diario y pensé en las ideas que la abuela le había puesto en la cabeza a Cathy sobre Christopher y los hombres en general. Ella me parecía demasiado joven para comprender, y aún de la manera que Christopher lo describió, pensé que fue en ese momento donde se volvió más consciente de su propia sexualidad incipiente. Seguramente fue difícil para una niña de su edad, estando tan limitada y rara vez teniendo oportunidad para hablar con su madre en privado. A pesar de que Christopher había dejado claro que ni él ni Cathy se avergonzaban de su desnudez porque su madre no estaba avergonzada de

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ella, tenía que llegar un punto donde se sintiera diferentemente. ¿Christopher lo revelaría? ¿Cathy diría algo para avergonzarlo o hacerle sentir culpable? Lana, Suzette y yo nos revelábamos cosas muy íntimas acerca de nosotras mismos unas a otras. A las tres nos hacía sentir mejor sobre nuestra persona, nuestros cuerpos y nuestros sentimientos para saber que todos tenemos pensamientos y experiencias similares. No maduramos al mismo tiempo, pero los cambios nos comenzaron a ocurrir a cada una de forma casi igual. Lana fue la última de las tres en tener su primer período, pero Suzette y yo habíamos descrito lo suficiente para que ella supiera exactamente qué esperar. Entre las madres de Suzette y de Lana, la de Lana parecía ser la más mojigata y reacia a responder preguntas y discutir las cosas. Lana dijo que ella prácticamente de había cerrado a decir “vas a aprender sobre esto en la escuela.” Yo le dije más cosas que mi tía Bárbara me había dicho. Ella comparó notas y reveló fantasías sexuales, sonriendo sobre el tiempo. El punto era que, tenemos cierta confianza acerca de nosotras mismas. Nunca tuvimos miedo de lo que estaba sucediendo. Nunca sentíamos que estábamos colgando por ahí en algún tipo de salvaje montaña rusa de emociones. ¿Cómo habría sido estar en un ático con mi hermano, un hermano mayor y hermana, una madre que prácticamente nunca estaba y una abuela que quería creer que su propio cuerpo era un vaso del pecado? Nadie que no hubiera estado allí con los niños, especialmente con Cathy y nadie que no tuviera este diario tendría alguna idea de lo que provocaría su madre al encerrarla en un ático justo cuando estaba a punto de volar su feminidad. Había diferentes clases de lágrimas en mis ojos cuando recogí el diario otra vez, lágrimas de compasión y piedad y lágrimas de rabia, tantas que no creía poder leer otra página, pero tomé aliento, limpié mis ojos y di vuelta a la página. Desde las primeras líneas, parecía que tal vez había algo de esperanza.

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Capítulo 27

D

espués de esta tarde, todos nosotros miramos con sorpresa cuando la abuela Olivia entró en la habitación. Excepto para espiarnos, ella rara vez

aparecía en cualquier momento, casi siempre en el desayuno, almuerzo o cena. Ninguno de nosotros se quejaba de no verla, pero no pude evitar preguntarme si no estábamos siempre en su mente de una manera u otra. Creo que ella estaba convencida de que nos había escondido bien, pero incluso si uno de sus sirvientes sospechaba algo, yo dudaba de que él o ella alguna vez se atrevieran a cuestionarle acerca de ello. Parecía tener control de todo y de todos los que estaban relacionados a esta mansión. Por supuesto, eso hacía que yo mismo me hiciera preguntas, preguntas que nunca diría en voz alta frente a Cathy. Si nuestra abuela tenía mucho poder, ¿Por qué no simplemente le decía a su marido que nosotros estábamos aquí y que de ese modo sería? ¿Cómo podría un anciano enfermo presentar mucha oposición? A mí me parecía sana y fuerte. Seguramente depende de ella para cada bocado que come y todo asunto que tiene que ser hecho legalmente para la familia Foxworth. Probablemente todo fuera cierto, me dije, pero quizá quería vernos sufrir, castigar a mamá y probarnos para ver si éramos tan malos como sospechaba. ¿Cuánto tiempo necesitaría para satisfacerse? ¿Qué no había pasado ya bastante tiempo? ¿Qué más quiere ella de nosotros y de mamá? ¿Era su manera de asegurarse que seríamos condenados después de todo? ¿Qué niños en nuestro apuro no habrían roto una o varias de sus reglas preciosas ya? ¿Siempre está ahí afuera, al otro lado de esa puerta esperando para saltar? Ella no nos puede odiar, no nos conoce, pero seguramente odiaba la idea de nuestra existencia. Yo realmente creía todo esto, razón por la cual me quedé asombrado cuando ella entró en la habitación en este momento.

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Llevaba cargando una vasija de barro con crisantemos amarillos, ¡crisantemos amarillos reales! Ella caminó hacia Cathy y puso la olla en sus manos. La boca de Cathy cayó abierta. Los gemelos estaban fascinados. Dio un paso adelante, debatiéndose entre agradecer o preguntar por qué ella nos lo estaba reglando. —Aquí hay algunas flores verdaderas para su jardín falso — declaró. Cathy me miró, indefensa por un momento. Articulé un "Gracias", y ella comenzó a darle las gracias. Nuestra abuela miraba cómo titubeaba agradecimiento tras otro. Ella estaba estudiándola, para ver si Cathy era capaz de agradecer por algo, si tenía modales. ¿Eso fue todo, un experimento, otra prueba? Me sorprendió tanto como Cathy, que la abuela tomara nota de lo hacíamos en el ático. Ella dio vuelta para mirarme, y por un segundo, pensé que había alguna señal de bondad humana en ella. Era como si el amor hubiera subido a su garganta como un eructo y tuviera que sacarlo, quizás era porque ella no quería estar aquí. Tal vez, se odió a sí misma por tener siquiera un ápice de sentimientos hacia nosotros. Se marchó sin decir otra palabra. Cayó el silencio. Estábamos esperando un zapatazo, que cayera una gota o algo, pero no pasó nada. Los gemelos se acercaron a las flores. Había pasado tanto tiempo desde que habían visto algo de la naturaleza real, viva y hermosa, algo que les hiciera sentir que estaban en el mundo otra vez. Carrie quiso sostener la olla. Cathy se la entregó con cuidado, y los gemelos se cernían sobre ella como si fuese una mascota. —Los pondremos en la ventana, de este modo conseguirán sol de la mañana —dije. —¿Qué demonios es esto? —Cathy preguntó de repente al darse cuenta de lo que había sucedido—. ¿Ella cambió? ¿Mamá hizo algo

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para cambiar su opinión acerca de nosotros? ¿Decidió que algo le gusta de nosotros? —No sé —contesté—. Vamos a esperar a ver qué más hace. —Tal vez nosotros no estaremos encerrados aquí mucho más tiempo —dijo Cathy. Todo su comportamiento cambió. Su rostro se iluminó. Pude ver que volvía a hacer sus planes para cuando estuviéramos en mundo otra vez. —Lo primero que voy a hacer es buscar un teléfono y llamar a mis amigos. Probablemente pensaron que estábamos secuestrados por extraterrestres. Y quiero comer un enorme helado de chocolate antes que cualquier otra cosa. Quiero ir al salón de belleza con mamá y hacerme un lavado de cabello y un corte. Quiero ir de compras y conseguir unos zapatos nuevos, nuevos vestidos y blusas. Quiero… —Cathy —dije bruscamente. Los gemelos estaban empezando a escuchar. Asentí hacia ellos—. Los harás llorar otra vez. Volteó a verlos y luego la puerta. —Será mejor que ella no se esté burlando de nosotros — amenazó— sería mejor que no. La idea ni siquiera se me había ocurrido, pero ¿qué pasaría si Cathy tenía razón? ¿Era tan cruel para hacernos esto? Ya había sido bastante cruel para hacernos algo más. ¿Mamá sabía acerca de estas flores? Quizá tenía la esperanza de desequilibrarnos y causarnos un mal de los que ella afirmaba que sufríamos. —No pensemos en ello —dije—, vamos a tomar un día a la vez. —¡Un día! ¿Por qué no lo dices de la manera que es, una semana, un mes? —Muy bien, cálmate —dije—. Por favor. —Ella mordió su labio inferior y se fue a cuidar las flores.

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A pesar de estar teniendo las mismas emociones conflictivas que Cathy, obviamente sentía mi necesidad de aprender más y descubrir lo que este ramo de flores significaba, pero tenía problemas para mantener mis ojos abiertos. No era porque estaba leyendo demasiado. Pude leer toneladas de historia y ciencia, en comparación con lo mucho que había leído del diario y no había estado tan soñolienta. No era la lectura tanto como la implicación emocional. Mientras leía, yo me sentía más tensa. Como si me fuera vaciando. Sutilmente, en tantas maneras pequeñas, había entrado en Foxworth y vivido junto a Christopher, Cathy y los gemelos. Sentí que estaba allí, invisible, justo al lado de ellos, viendo y sintiendo lo que ellos estaban viendo y sintiendo. Lo de todos, pero principalmente el tener que cuidar de su hermano y hermana, que eran más frágiles y estaban confundidos, era simplemente una carga demasiado pesada para llevar. Christopher no estaba cediendo ante ella, pero podía sentir su fatiga. Todos los adolescentes quieren apresurar sus vidas, creyendo que tienen la edad adecuada para hacer más cosa y ser más independientes. Hemos querido cargar con responsabilidades de los adultos. Siempre envidiando a personas mayores que parecen tener mucho más control de sus propias vidas, hasta aquellos que no habían ido a la universidad, pero todavía vivían en casa. No tenían ningún toque de queda, no hay reglas más allá de las que ellos se establecen y ciertamente con menos regaños y castigos que tolerar. ¿Quién entre nosotros ha querido ser más joven? ¿Quién quiere estar informando que vamos a tomar una ducha, cuándo vamos a comer y a dónde vamos a ir y para qué? ¿Quién quiere que todas nuestras decisiones las tome otro, estando sólo ansiosos por un cumpleaños más y día festivos? ¿Quién se quejaba ahora de fingir con las muñecas? No, ninguno de nosotros deseaba ser más joven. De una manera real, Christopher y Cathy habían sido arrastrados años cuando fueron encerrados en Foxworth. Todo lo que hicieron y tuvieron estuvo

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estrictamente controlado. Incluso la poca independencia que habían comenzado a disfrutar antes de llegar a Foxworth se desvaneció. Ellos tenían que comer, bañarse y dormir cuando se les indicaba. Estaban siendo sometidos a más escrutinio que cuando tuvieron la edad de Cory y Carrie. Fue difícil para Cathy porque ella estaba a punto de convertirse en una señorita, y difícil para Christopher porque él ya estaba años luz más maduro que la mayoría de los niños y realmente tenía serias ambiciones. Por otro lado, mientras estaban siendo manipulados y tratados como si fueran bebés, Christopher y Cathy fueron forzados a ser más como los padres de sus hermanos gemelos. Tenían que cuidar de ellos como sus padres, y sobre ellos recayó la responsabilidad de su salud y felicidad. En cierto modo, estaban siendo tirados en dos direcciones diferentes. Tuvo que haber sido agotador. ¿Qué habría hecho yo? Sólo podía pensar en que cada vez estaba más cansada, mis ojos se cerraron como dos ventanas con persianas siendo cerradas de golpe. Me dormí con el diario en la mano y no desperté hasta que oí a mi padre llamando a la puerta. —Voy —contesté y puse rápidamente el diario debajo de la manta mientras me sentaba. —¿Estás bien? —Sí, yo solo… —¿Leíste demasiado? —preguntó, de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, mirando hacia y asintiendo con la cabeza. —Probablemente —dije. —Hoy tengo una reunión con el arquitecto y el nuevo propietario, lo haremos en el almuerzo. —Está bien. Oh, haré el picnic con Kane en el lago de Foxworth —le dije recordando.

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—Bueno, el meteorólogo pronostica un buen cambio. Tendrán buen tiempo —dijo—. Tengan cuidado, no se acerquen al sitio. —No. —Recuerda que tu tío Tommy viene mañana. No hagas otros planes. Estará sólo aquí por una noche. —No lo haré. No puedo esperar a verlo. —Bien, tal vez aleje otras cosas de tu mente durante un tiempo —me miró, y luego la cobija hacia donde estaba mi mano izquierda, como si pudiera ver el diario a través de ella. Luego asintió con la cabeza y salió. Se me ocurrió que a lo mejor no se preocupaba tanto porque estuviera leyendo el diario. Tal vez, mi padre se preocupaba más que los otros padres, porque él y yo éramos los únicos en esta familia inmediata ahora. Los demás tenían alguien con quien compartir la carga de la preocupación. Al igual que Christopher tenía un peso mayor, mi padre también lo adquirió en cuanto mi madre murió. Sin embargo, mi padre nunca fue opresivo o controlador. No era obsesivo sobre el cuidado. Realmente creo que confía más en mí de lo que otros padres confían en sus hijos. La muerte de mi madre no había creado ningún conflicto entre mi padre y yo. Nos había hecho más dependientes entre sí. Yo no quería ser más cuidadosa conforme fuera más grande. Como Cathy, yo quería disfrutar de ser joven, pero debido a cómo amaba a mi padre, no podía ser rebelde, molesta, descuidada y derrochadora. Incluso tuve cuidado de ser cambiante. Sabía cómo mi padre era sensible sólo por las expresiones de mis pensamientos o cualquier agudeza en mi voz. Mantenía gran parte de mis quejas como podía sumergidas bajo una sonrisa, pero a veces sentía que podría explotar. Muchas veces fui testigo de mis amigas cuando lloriqueaban o un hacían berrinche frente a sus padres y madres. Imagino que no podía hacer eso a mi padre. Ninguna de mis amigas hacía las compras para sus familias. Sólo Lana, de vez en cuando mencionaba que cocinaba cualquier cosa bajo

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determinada cocción. Estaban mimadas, por lo que no dependían de ellas para algo realmente importante. Sólo se encargaban de mantener sus habitaciones limpias y organizadas y de que cualquiera de sus amigos que las visitara estropeara alguna parte de sus hogares. Todos tenían licencias de conducir y tenían sus propios coches o coches de sus padres a su disposición. Nadie parecía querer ambicionar algo más y todos tenían dinero necesario para lo quisieran hacer. Creo que la mayor diferencia entre ellos y yo, a pesar de sus posesiones y privilegios, es que todavía pensaban como niños. Yo lo fui también, por supuesto, pero fue diferente. Mi padre y yo manteníamos una relación madura y con mutuo respeto. Creo que la razón de esto es que él me había mostrado cuán vulnerable podía ser. Vi su dolor; él fue honesto sobre esto. Nosotros fuimos equitativos al respecto, esto provocó que el amor el uno por el otro creciera fuerte. Fui confidente de sus pesadillas sobre perderme y él lo fue de las mías sobre perderlo. Parece extraño pensarlo, pero lo que nos hizo sentirnos solos era saber que estábamos los dos y cuánto podíamos hacer. Saqué el diario de la cobija y me pregunté si Christopher y Cathy crecieron más fuertes o más débiles juntos. ¿Iba a poder su amor muto protegerlos a todos o finalmente su infelicidad los alejaría? Christopher fue lo suficientemente inteligente como para comprender los peligros, ¿pero Cathy? ¿Él quería que ella se diera cuenta de lo vulnerable y trágico que se había vuelto? Probablemente no, pero ¿cuánto tiempo podría él ocultarlo? Y ¿qué haría él cuando llegara el momento cuando ya no pudiera mentirse a sí mismo y menos a ella? Papá tenía razón, pensé, cuando me levanté para vestirme. Tenía que tomar unas vacaciones de todo esto. Yo estaba en una montaña rusa emocional. Mi cabeza estaba girando con pensamientos y preguntas. Además, tenía que disfrutar de mi día con Kane y mi tiempo con el tío Tommy. No podría hacerlo si no les daba mi completa atención.

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Papá era lo suficientemente sabio como para sugerirlo, y sin embargo, incluso después de que había puesto el diario fuera de la vista, sabía que no lo había dejado. Ni por un momento. No era fácil. Me apresuré en la planta baja para prepárame el desayuno. Después, pasé mucho más tiempo soñando qué ponerme. Pude mirar mi armario de verano, porque iba a estar más caluroso que de costumbre otra vez, pero siempre estaba en un dilema sobre qué color me complementa mejor. No podía depender de la opinión de mi padre. En sus ojos, cada color se veía bien en mí, y no importaba cómo llevara mi pelo, era perfecto también. Había tenido una limitada experiencia con mi madre, por supuesto, pero estaba segura de que ella sería más crítica y útil si estuviera viva. Realmente no había quien pudiera sustituirla. Nunca confié en los comentarios de mis amigas sobre mi ropa y mi cabello. Los celos tenían una forma de crianza muy fea en la cabeza, incluso entre amigos muy cercanos. Tengo que confesar que yo también sufrí de ellos, cuando los ojos se me llenaban de envidia. Nunca lo admito, especialmente si un hombre hace la acusación, pero creo que es natural entre el mismo sexo estar celosos unos de otros. Incluso las hermanas podrían no ser totalmente veraces, particularmente si son cercanas en edad. Traigo la rivalidad entre hermanos para agregar a nuestra competición natural. Y tampoco podía depender de las vendedoras en almacenes o tiendas. Tenían otra motivación para los elogios y críticas: vender algo más caro para obtener una mayor comisión. Me preguntaba si mis amigas, que a menudo se quejaban de sus madres por una razón u otra, sabían qué suertudas eran por tener a alguien con ojos honestos para ayudarlas a verse y sentirse mejor. Todo el mundo da tanto por sentado hasta que pierde algo. Otra vez, me imaginé como Cathy. Ella prácticamente era huérfana, con una madre viéndola crecer en ese ático y un hermano en que tendría que confiar y que le aconsejaría, pero él tampoco podía ser totalmente honesto. No podría decirle cuánto le faltaba o con qué se vería mejor aún si

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fueran libres. Tuvo que mantener la calma para que los propios gemelos se quedaran tranquilos. A pesar de mi plan para ser de otra manera, no podía evitar la profundidad de mis pensamientos, que casi no oí a Kane en la puerta, golpeando y presionando el timbre. Me parecía estar debajo del agua, en lo profundo

y

oscuro…

me

apresuré

a

saludarlo,

disculpándome

profusamente, y se quedó allí con una sonrisa tonta en su cara. —Me gustaría saber que soy parte de esos pensamientos tan profundos —dijo una vez que yo terminé. Me pregunté si podría serlo algún día y me fui a conseguir a conseguir cosas para nuestro picnic—. ¿Realmente la pasaste bien anoche? —preguntó Kane cuando estábamos en camino hacia Foxworth. —Oh, bastante. —Yo también —vi la manera en que me observaba. —¿Qué? —Luces… distante. ¿Estás segura de querer hacer esto hoy? —Sí, Kane. Lo siento si parezco distante. —¿Todo está bien? Digo, no quiero ser preguntón, pero… —Todo está bien. De hecho, estoy emocionada. Mi tío Tommy vendrá a visitarnos; es el hermano menor de papá y vive en California. Sólo estará una noche, pero ya lo estoy viendo. —Eso es lindo. Me habías hablado de él —dijo y sí, lo había hecho—. Cielos, espero que tengas ese tipo de entusiasmo si alguien te pide que les hables acerca de mí —comentó cuando había terminado. —Veamos, pero sí eres una historia que apenas se está iniciando — dije, y se rió. Por delante de nosotros se cernían los árboles de la propiedad Foxworth. Parecían centinelas haciendo guardia en los recuerdos. ¿Podría mi padre realmente llegar a la destrucción y reconstruir una casa completamente nueva, conduciendo lejos a los fantasmas? Yo sabía que iba a ser mucho más difícil que lo que él llamaba "poner lápiz labial en un

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cerdo". Sea cual sea el diseño, la casa será totalmente diferente de Foxworth Hall. Probablemente sería algo moderno. Y luego habría cambios en el paisaje. Papá ya ha mencionado algunas cosas como una piscina, tal vez una pista de tenis y un pasillo mucho más grande. Nadie que fuera lo suficientemente viejo recordaría la mansión Foxworth original o incluso la segunda, nadie pensaría en ella si veían la casa nueva. —¿Sabes algo de lo que va a reemplazar Foxworth? —preguntó Kane, como si él pudiera leer mis pensamientos. —Mi padre tendrá una reunión con el arquitecto y el propietario hoy. —Apuesto que va a ser espectacular. —Sí —dije—, espero que lo sea. Nos estacionamos y bajamos nuestras cosas del picnic. Tenía una manta. No pude evitar mirar hacia atrás, a los cimientos limpios, mientras caminaba junto a Kane por el bosque camino al lago. Estaba segura de que los niños de Foxworth nunca fueron capaces de dar este paseo. Papá tenía razón. Era un hermoso día de picnic, con apenas una brisa ligeramente fresca. El cielo era de un azul profundo, haciendo las esponjosas nubes se vieran más blancas. Perecía que no había viento que las moviera. Parecían pegadas contra el fondo azul claro. Quizá estaban dormidas, pensé y sonreí para mis adentros, recordando cómo solía asignar significados a sus diferentes formas. Algunas se veían como animales, otras como montañas y colinas. Una vez pensé que una negra nube parecía bruja. A veces les ponía nombre y me emocionaba si volvía a ver una de la misma forma, como si sólo volvieran por mí. —¿Por qué estás sonriendo? —preguntó Kane. —Estaba pensando algo que solía hacer cuando era pequeña. Darles nombres a las nubes, identificarlas como cosas. —Lo hacía de vez en cuando, incluso ahora —dijo y sonreí—. Lo hago —insistió—. Incluso Kane Hill se aburre a veces.

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—No es aburrimiento, eres imaginativo —dije—. Cuando se es joven la imaginación no tiene fronteras. Me miró extrañamente por un momento. —¿Qué? —Lo que más me gusta de ti es que, cada vez que estoy contigo, es como desenvolver un regalo sorpresa —dijo—. ¿Qué tal por ahí? —señaló un área abierta no muy lejos del borde del lago—. Se ve bastante plano. —Está bien. Extendió la manta, la alisó y ayudó a diseñar nuestro almuerzo picnic. —Tengo que hacer una confesión —dijo. —¿Qué? —Nunca he estado en un picnic. He estado en un safari en África, pero fue como tener un hotel moviéndose con nosotros, y las tiendas eran bastante elaboradas. Toda la comida fue preparada para nosotros, pero vimos cosas increíbles y tomamos buenas fotos. —No he ido de picnic desde... desde que era muy joven —él asintió con la cabeza y sirvió un poco de jugo de manzana que trajimos en un termo. Entonces, se quitó su chaqueta, la dobló y la colocó para que yo la usara como almohada. —Gracias —dije y me recosté. —No le dije a ninguno de mis amigos que haría esto. —¿Te avergüenza? —No. Quiero empezar a tener algunos secretos —dijo con esa sonrisa pícara característica. —Puedes descansar en mí, si quieres. Soy suave en algunos lugares. —Yo diría que eres suave en todos los lugares —dijo hablando rápidamente. Miramos fijamente el cielo, silenciosamente. Sentí su mano tomar la mía y las estrechamos. —¿Puedes sentirlo? —¿Cuál?

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—El movimiento de la tierra —me reí y luego pensé, ¿lo estaba imaginando? —Creo que puedo. Nunca lo había sentido o pensado hasta ahora. —Cuando estás con alguien que realmente quieres, como yo lo estoy contigo ahora mismo, todo lo que hayas visto antes, cada color, cada forma, todo, de verdad parece diferente. Mira… —¿Mirar qué? —Lo nuevo. Me sonrió y se sentó otra vez, me incliné para acariciarle el cabello. Él cerró los ojos. —¿Qué sucede? —pregunté. Abrió los ojos y me miró curiosamente— . ¿Qué pasa? —Tú y yo nos hemos conocido durante mucho tiempo, pero de repente esto —se encogió de hombros y luego se detuvo— ha cambiado. —¿Qué? ¿He cambiado? ¿Por qué? ¿Cómo? —O debería decir que yo he cambiado. —¿De qué manera? —Dejé de ser frívolo para ser... más maduro, más serio. Y cuando eso me sucedió, me sentí atraído por ti y no fue sólo por tu buena apariencia, parecía que siempre habías estado ahí y me entendías —dijo. Esperé a que él dijera más, pero sólo movió la cabeza—. Creo que no tiene ningún sentido. —Lo tiene y me alegro —dije. Me senté, dio vuelta y me besó, fue suave pero largo. Me recosté y se extendió a mi lado. Nos besamos otra vez. Sus labios estaban en mi cabello, mis ojos, mis mejillas, hasta mi cuello. Yo también lo besaba y poco a poco, cada beso se volvió más exigente. —Kristin —susurró. Yo estaba segura que pudo ver el “sí” en mis ojos, el “sí” que fue haciendo eco a través de cada parte de mí. ¿Realmente estaba lista? ¿Es mi momento? ¿Podría sentir esto especial con otro chico? ¿Debía cruzar el río grande?

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La resistencia que había en mí, esa que venía del miedo y de una incertidumbre acerca de lo que era correcto y lo que estaba mal cuando estás con alguien por quien sientes afecto profundo, se estaba debilitando. Tal vez él lo sintió. Rápidamente fue encontrando su camino debajo de mi ropa, tocándome como si estuviera presionando botones invisibles en mi cuerpo, ablandándolo, moldeándolo. Mi respiración se aceleró. Me sentí capturada, pero voluntariamente. Sabía lo que iba a suceder y no me resistiría; sólo me impulsó a ser más intensa. —Te quiero —dijo— mucho —¿eran esas las palabras mágicas, la llave para el reino?—. ¿Tú también me quieres? El “sí” de mi cuerpo llegó a mis labios, pero antes de poder decirlo, imaginé ver a un adolescente parado a pocos pies de distancia, mirando hacia abajo con una separación casi científica. Christopher, pensé, nos mira así y mi cuerpo se apretó cuando el niño no apartó su mirada e incluso sonrió. —Lo quiero hacer, pero no estoy lista todavía —susurré—. Por favor, entiende. Se detuvo y supongo que notó la forma en que yo miraba por encima de él, por lo que llamó su atención. Se volvió temeroso, preguntando si alguien estaba allí, quizá mi papá. Podía sentir la pasión retroceder como una marea saliente. Se sentó detrás, pasó hacia atrás su cabello y respiró. —No sé si me puedo mantener indiferente cuando estoy contigo, Kristin —él dijo. —No creo que sea malo —susurré—.Hay que darle tiempo al tiempo —él asintió y sonrió. —Bueno, no ha habido daño —dijo, trabajando en recuperarse rápidamente—. Me he hecho voraz de otra manera. Estoy muriendo de hambre —encendió

su iPod y altavoces bluetooth. Miró otra vez en la

dirección que yo había estado buscando. —¿Viste algo que te asustara?

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—No —contesté rápidamente, me senté y comencé a desenvolver nuestros bocadillos. —Pienso que pudiste ver uno de los famosos fantasmas Dollanganger —bromeó. Lo miré —¿Y qué si lo hice? ¿Querrías que nos fuéramos? —No sé si me da miedo. Aunque yo haría lo que tú quisieras —agregó. ¿Él lo haría? ¿Eso era lo que provocaba la pasión y el afecto juntos, la confianza? ¿Estaba dispuesta a correr el riesgo para averiguarlo? No. Vio que pensaba en algo. —¿Qué? —preguntó. Alcé la vista hacia él. Todavía no, me dije. No era sólo yo. Era Christopher a quien también arriesgaba. Sacudí mi cabeza y le di su sándwich. Él entrecerró los ojos por un momento y luego sonrió y miró hacia el agua. Esto seguía siendo un lugar especial, pensé, tal vez más especial para mí. Después de comer, caminamos alrededor del lago y hablamos, nos revelamos más y más de nosotros mismos. De vez en cuando, se paraba y me besaba. Cuando volvimos a nuestra manta, me preguntó otra vez si mi familia sabía lo que realmente había sucedido aquí cuando los niños fueron encerrados —No, no lo creo —dije—. Por lo menos, no todavía. Él sonrió con curiosidad pero parecía entender, sabía que no debía hacer cualquier otra pregunta acerca de Foxworth. Después, anduvimos un rato sin rumbo, como si ambos quisiéramos prolongar el día.

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Capítulo 28

C

uando regresé a casa, vi que papá aún no regresaba, pero no invité a Kane a pasar. Alguien me esperaba arriba en mi habitación. Incluso lo imaginé mirando entre las cortinas. Él sabía dónde había estado. Pensé que podría ser capaz de leer una docena de páginas antes de que mi padre volviera a casa.

…Por un instante, pensé que ya no podríamos mantener un registro del tiempo. Los días flotaban uno tras otro como si el reloj se hubiera vuelto gigantesco. Tanto que los segundos y minutos parecían tan pequeños como para notarlos. Las hojas de los árboles caían en tonos amarillo, café y rojo. Parecía que había sucedido de la noche a la mañana. Nunca antes había tenido un efecto increíble sobre nosotros cuatro, incluso más en Cathy que en los gemelos o yo. —¡Hemos estado aquí dos meses! —susurró casi para sí misma cuando nos paramos por la ventana—. ¡Dos meses! Yo podía sentir la tensión del edificio en ella y sabía que si no hacía o decía algo inmediatamente, podría reventar de histeria y gritar. Tenía que mantenerla atareada, distraerla. De repente sonrió. Cory y Carrie la miraron confundidos y luego me miraron a mí, ¿qué era lo divertido? —¿Qué? —pregunté. —Solía pensar que la clase de historia era aburrida, pero te aseguro que me gustaría estar aburriéndome ahí, ahora —ella fijó sus ojos en mí. Parecía que estaban listos para lanzar dardos. —Entiendo —dije—. Lo que tenemos que hacer es dejar de perder el tiempo.

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—¿Dejar de perder el tiempo? ¿Qué crees que hemos estado haciendo? ¿Cómo se llama todo esto? —dijo levantando su voz un poco más. Pensé que ella ya estaba al borde. Tuve que pensar. —Me refería a que debemos prepararnos para cuando salgamos de aquí. —¿Salir de aquí? —Seguro. Mira, mañana añadiré una barra a la zona que hemos decorado. Empezarás a practicar el ballet nuevamente. Todos los días —insistí. —No lo haré. Pareceré una tonta si practico vestida en un ático. —¿”Parecer una tonta”? ¿Quién? Es estúpido. —Estúpido. ¿Soy tonta? Claro que soy estúpida. Tú eres el que nació con todo el cerebro en esta familia. Eres el genio. —¿Cathy? —¡No! —gritó y corrió fuera del ático y bajó por las escaleras. Los gemelos se asombraron, y Carrie empezó a llorar. —¿Cathy se enfermó? —cuestionó Cory —No, no. Nadie está enfermo —les dije—. Vamos, vamos a animarla. Sostuve sus manos y me siguieron. Vi cómo estaban de asustados. Estuvimos así cerca de una hora, rotos como congeladas muñecas de Dresden, pensé. En la planta baja, Cathy estaba boca abajo en la cama, sollozando. —Hay que darle algo para que vuelva a ser feliz —comentó Cory. Cathy lo oyó, pero no dejó de llorar. Cory la empujó y ella se volvió para mirarlo. —Aquí, Cathy —dijo y le entregó su libro de cuentos de Peter Rabbit—. No tienes que leérmelo —añadió. Ella dejó de sollozar. Carrie dio sus lápices de colores. Cathy los tomó y me miró. Me senté en la

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cama y vi como si cosiera los desgarres de su corazón. Limpió sus lágrimas y abrazó a los gemelos. —Estoy bien —dijo—, todo está bien. Gracias, Cory; gracias, Carrie. Los besó y sonrió, y ellos se volvieron a ocupar con otros juguetes y libros. Esperó un momento, se acercó y tomó mi mano. —Todo va a estar bien —dije—, lo prometo. Ella asintió con la cabeza. Estaba tranquila otra vez, pero sabía que no me creía por más que intentara convencerme, ya tampoco podría ser un confidente. Escuché a papá entrar a la casa; cerré el diario y lo guardé debajo de mi almohada. Cuando me miré en el espejó, parecía que había estado llorando. Qué raro, pensé. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo había hecho. Era casi como... casi igual a Cathy ahora, tenía la sensación de que lo había hecho y lo sentía demasiado. Me sentía poseída. Cuando oí los pasos de mi padre en las escaleras, me apresuré en el cuarto de baño a lavar mi cara. Él llamó a la puerta abierta de mi dormitorio —Hey —dijo cuando entró en el cuarto de baño—. ¿Cómo fue tu picnic? —Fue divertido, y tenías razón. Fue un día perfecto para ello. ¿El nuevo dueño va a hacer algo sobre el lago, limpiarlo, reparar el muelle? Es tan hermoso así, pero podría serlo aún más. —Todo lo anterior —dijo mi padre—. Este va a ser el proyecto más grande que he hecho. Lo que duplica la ayuda. Voy a tener copia para mostrársela a un arquitecto dentro de unas dos semanas. Voy a limpiarme un poco para pensar en la cena. ¿No tienes una cita? —No, tienes toda mi atención —dije. Él inclinó su cabeza. —¿Oh?

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—La multa, papá. Tuvimos un buen rato. Te dije que quería tener todos mis deberes hechos esta noche, así que puedo pasar más tiempo con tío Tommy y… —Él asintió con la cabeza. —Es muy pronto para estar diciéndole lo que puede y no puede hacer, ¿no? —Nunca es demasiado pronto para decirle a un hombre lo que puede y no puede hacer —dije y parecía que estaba teniendo la mejor risa del día, incluso la semana. Como siempre, puse la mesa y no me dejó ayudar con nada cuando estaba preparando una cena para nosotros. Pensé que iba a abordar acerca de mi creciente relación con Kane, pero él no hizo una sola pregunta. En cambio, habló sobre su nuevo proyecto. Pude ver que estaba más emocionado que por cualquier otra cosa que hubiera hecho, y no simplemente porque fuera la más cara y más grande residencia en la que nunca había trabajado. Le agradaban el propietario y el arquitecto. Mientras comíamos, describió la nueva mansión en detalle, señalando lo que a él le parecía brillante sobre el diseño. —Eran muy educados acerca de las opiniones —dijo—. Quieren crear algunos efectos de agua, también. Sabes, pequeños estanques y fuentes y una piscina de pebble tec con una bañera de hidromasaje. Me encanta la sugerencia para el azulejo exterior, y ¡oh, la planificación del paisajismo es fantástica! Crea este enfoque casi mágico a la propiedad. No simplemente recto, también curvado, con setos y una iluminación interesante. No habrá nada como eso por aquí —se inclinó hacia mí—. El padre de Kane va a estar bastante celoso. —Más de lo que su madre podrá estarlo, lo entiendo. —Sí, seguro —él dijo. Desde que murió mi madre, siempre parecía tratar de evitar referirse a las madres de los niños de mi edad. —Eres como un niño con un nuevo juego de Lego —le dije. —Creo que es cierto.

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—¿Qué es cierto? —Los hombres vuelven todo juguetes —me miró por un momento y luego sonrió—, tu madre solía acusarme de eso —dijo—. Creo que mientras te tenga a ti, la tendré a ella —Entonces siempre será así —dije. —Hecho, siempre y cuando no vayas a la universidad, donde conocerás un príncipe azul y te mudes a algún otro estado o continente — bromeaba, pero sentí que esto era un miedo real para él. ¿Era lo mismo para otros padres con sus hijas o era especialmente del mío? No imagino que yo no le eche de menos, tal como él me extrañe a mí, aunque estaba convencida de que quien se enamorara reemplazaría al otro. Había leído tan rápido en el diario la parte sobre la muerte del señor Christopher, que realmente no digerí lo traumático debió ser para Cathy. Leyendo entre las líneas que escribió Christopher, me parecía que ella obviamente fue más cercana a su padre que de su madre. Era natural para ella estar enojada en el mundo debido a la muerte de su padre, pero después ser encarcelada en la casa de los abuelos que ella no quería, que incluso no sabía de su existencia, tuvo que afinar su rabia. Christopher no lo había dicho todavía, pero estaba segura de que, en el fondo de su corazón, él estaba terriblemente decepcionado de su madre por ser tan ajena a su condición económica después de la muerte de su padre y por ponerlos donde estaban ahora. Limpié los platos de la cena, ollas y sartenes y luego fui a hacer mi tarea. De vez en cuando, hice una pausa y miré el diario. ¿Estaba apresurando mi trabajo para poder volver a él? Si mis calificaciones sufrieran por el diario, mi padre tendría otra razón para regañarme por leerlo, pensé, y me esforcé para concentrarse en historia, matemáticas, ciencia y las otras asignaturas. Cuando terminé, ya era tarde. Mi padre ya había dicho buenas noches. Sin embargo, después de que me preparé para dormir, resbalé el diario por debajo de la almohada, prometiéndome que leería sólo unas pocas

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páginas. Pensé que probablemente me estaba volviendo como los niños Dollanganger. Me estaba mintiendo a mí misma cuando dije que podría limitar lo que leía, incluso durante una hora, mientras yo estaba en la misma habitación con este diario. Se había convertido en una puerta mágica que me permitía entrar en el ático de Foxworth. …Cathy no tenía idea de lo que había hecho, pero una tarde, poco después, cuando mamá estaba a punto de salir, le deslicé una nota: "Mamá, tienes que hacerme un gran favor. Tienes que conseguirle a Cathy sus trajes de ballet, leotardos, zapatos y tutús que hagan juego. Rápidamente". Ella leyó la nota y me miró. Entendió lo que quise decir, cuán cercana estaba la ruptura de Cathy y lo difícil que sería que continuara cooperando con sus esfuerzos para recuperar la aprobación de su padre. La próxima vez que ella vino, trajo consigo una caja. Ella había deslizado hábilmente una tarjeta con las palabras "De Christopher". Tenía razón sobre el cambio que traería. Puse la barra y Cathy fue a su práctica de ballet, reviviendo todo lo que había aprendido. Los gemelos se sentaban a verla durante horas, fascinados con sus ejercicios. Tuve que admitir que nunca me había dado cuenta de cuán elegante y hermosa era Cathy hasta que vi su baile en el ático. Qué irónico. Tomó esta terrible situación para hacerme mirarla realmente y hacerme pensar en ella como si estuviera al borde de alguna grandeza. Ella fue floreciendo delante de mis ojos. Una vez me sorprendió mirándola tan atentamente como los gemelos, y ella de repente flotó por el piso. O eso pareció. Quería que yo bailara con ella. Pensé que podría escaparme diciendo que no estaba interesado en el vals, pero encontró los argumentos perfectos y me tenía ahí. Protestado acerca de mi propia torpeza, pero me había convertido en un proyecto para ella. Me enseñaría cada danza que pudiera, incluso el rock and roll. —No es para mí —dije—. No puedo ser alguien que no soy.

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Vi lo decepcionada que estaba, pero no podía, incluso aquí arriba. Yo le distraje sugiriendo que trabajáramos en nuestro jardín del ático y cambiáramos las hojas que habíamos creado por la estación. Los gemelos estuvieron en el ático, y pasamos horas cambiando la estación, como si nos hubiéramos convertido en la misma naturaleza e igual de potente. Se volvió amarillo y marrón y rojo justo como afuera de la mansión. Por un tiempo, había logrado mantener todo bajo control. Las quejas y reclamaciones fueron disminuyendo. Sabía que Cathy estaba conmigo, ayudando, dirigiendo a los gemelos, y así podría durar hasta que mamá tuviera éxito. Pero también sabía que Cathy anhelaba relacionarse. Necesitaba a sus amigos mucho más que yo. Ella estaba naturalmente llena de preguntas y planes, sueños y fantasías. Normalmente, yo ignoraba todo esto. Odiaba mentir, pero estaba claro que ella lo necesitaba desesperadamente. Así durante horas, me acostaba junto a ella en nuestro pésimo colchón y hablábamos de nuestro futuro. De alguna manera, la conversación siempre terminaba en el tema de quién sería el hombre adecuado para ella y la mujer correcta para mí. Quedó claro en estas conversaciones que Cathy ya no sentía respeto por nuestra madre. La acusaba de ser estúpida y egoísta, y tuve que defenderle continuamente. Pude ver que no le importaba lo que dijera, Cathy se aferraba a sus sentimientos. Ella rabiaba todavía por dentro, su ira sólo estaba tomando una breve siesta, lista para saltar en cualquier momento. A pesar de que estábamos en una especie de limbo, que temía porque pude ver a los gemelos perder el interés en muchas cosas como salir, me di cuenta que nos estábamos deslizando en un lugar más y más oscuro. El marchitamiento de las flores reales me dio miedo, porque yo soñaba con que nosotros también nos marchitaríamos. Cathy lo sintió.

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Tuvimos una idea, fue más de Cathy que mía, arrastramos uno de los colchones viejos hacia las ventanas del este, así que podíamos bañarnos con algunos rayos de sol. —¿No todos los seres vivos lo necesitan? —preguntó. No quería hablar de esas criaturas que viven en la oscuridad total, porque diría que era exactamente en lo que nos estábamos volviendo. En cambio, arrastré el colchón allí. Cathy me preguntó si no sería mejor estar desnudos a la luz del sol, “así nuestros cuerpos se beneficiarían más”. Nunca tuvimos miedo de estar desnudos delante de unos a otros, pero estábamos más grandes, los cambios habían llegado antes de lo que había anticipado; pero no quería adentrar en eso, así que acepté, y nos desnudamos. Intenté no mirar los cambios en el cuerpo de Cathy, el espeso vello púbico, el brote de sus pechos, la curva de sus nalgas y la suavidad de sus piernas, su musculatura y forma gracias a sus prácticas de ballet. Ella ahora estaba mirándome demasiado, pero me resistí a bajar mis manos y cubrirme. Tenía miedo de que esa parte actuara por cuenta propia. De pronto, los gemelos fueron a hacerme preguntas acerca de nuestras diferencias sexuales. Nunca había estado Cathy más interesada en mis torpes intentos para hacer que todo pareciera insignificante. Quería saber más sobre la experiencia sexual masculina e intenté cambiar de tema, pero pude ver que esto fue sólo el principio. “Mamá, pensé, sácanos pronto de aquí” Tuve más problemas intentando dormirme después de leer esto. El interés de Cathy en el sexo se había reflejado en el propio. Estaba más cerca que nunca de darme cuenta plenamente con Kane. Mentiría si dijera que no había fantaseado con él varias veces durante las últimas semanas, sobre todo ahora. En un sueño, me vi tumbada en el ático de Foxworth, pero en vez de estar desnuda junto a Christopher, estaba al lado de Kane. En este sueño, habíamos decidido hacer lo mismo y ver cuánto tiempo podíamos

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resistir sin tocar al otro. Ambos cerramos nuestros ojos, pero estaba segura que su corazón latía tan fuerte y rápido como el mío. De vez en cuando, uno de nosotros abríamos los ojos y observábamos. Finalmente, lo hicimos al mismo tiempo. Él sonrió. —Kristin —susurró y comenzó a tomar mi mano. Se la di y nos abrazamos por un largo momento. Se volvió hacia mí y me volví hacia él. Con sus labios más cerca, y nos besamos, sólo nuestros labios se tocaron. Y retrocedimos. —Me estoy muriendo por dentro —susurró. —No mueras —dije, y él sonrió y se movió más cerca ahora, sus piernas contra las mías, su estómago con el mío, y sus labios paseando suavemente sobre mi rostro, mi cuello y mis pechos. Pude sentir su creciente excitación entre mis piernas; piernas que también se relajaron rápidamente. La mujer en mi interior me empujaba. Estaba creciendo más indefensa, pero con una impotencia que da la bienvenida. —Oh, Kane, debemos tener cuidado —dije. —Lo sé. Estoy listo —dijo. Estaba preparado. Mi última razón para resistir cayó lejos. Estaba dando la bienvenida, se dibujó en mí. Fuimos sellando nuestros labios, pegados uno al otro como si no temiéramos quedar fuera de la Tierra. Creo que realmente grité en mi sueño.

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M

Capítulo 29

e desperté con la palpitación de mi corazón y escuché por un momento, anticipando que mi padre venía a ver lo que estaba mal. La puerta se abrió y se cerró, pero la casa

estaba en completo silencio. Probablemente lo imaginé, me dije y me relajé de nuevo. Tenía casi miedo de cerrar mis ojos. Mi cuerpo era como un arco tirado hacia atrás, listo para ser lanzado. Fue una lucha, pero de alguna manera, el sueño finalmente se filtró hasta deslizarse debajo de mis párpados y me hundió en un reposo tan profundo que tardó más de un toque o dos de luz del sol entrando por mi ventana para despertarme. Desde que tuve el día libre en la escuela por reuniones de profesores, mi padre no tocaba la puerta, pero yo sabía que él ya estaba trabajando en el desayuno, en la planta baja. Pude escucharlo moviéndose. Pensé por un momento y luego recordé que el tío Tommy vendría hoy. Me vestí rápidamente y bajé las escaleras. —Creo que cuando una mujer se vuelve mayor, necesita dormir más tiempo por las mañanas —dijo papá, mientras batía huevos. Nadie los cocinaba más sabrosos. Se volvió hacia mí. —¿Es porque tienen más sueños o qué? —¿Tú no los tienes “o qué”? —le dije y se rió. Miré la mesa. Había tres lugares puestos —¿Quién viene a desayunar? —Llamó Tommy. Él estará aquí en cualquier momento. Nos sorprendió. Él voló ayer por la noche, se alojó en el hotel del aeropuerto y se levantó temprano. Creo que él sólo quiere un buen desayuno para un cambio —dijo mi padre. —Tú siempre fuiste un buen cocinero, ¿verdad, papá? —Sí, aunque mi padre no podía superarlo. Era un tipo pasado de moda. Hice todo lo viril que esperó que yo hiciera, trabajé con él, fijé las cosas alrededor de las casa, me uní a diferentes equipos, lo que cualquiera

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habría hecho a mi edad, pero disfrutaba más estar en la cocina con mi madre. Ella tenía un montón de pequeños trucos pasa cocinar, y nunca los olvidé. Realmente vas a estar comiendo huevos de la abuela hoy —dijo. El timbre sonó. Prácticamente volé para atender. —Creo que estoy en la casa equivocada —dijo tío Tommy cuando abrí la puerta—. La Kristin Masterwood que recuerdo era un patito feo —se rió y me tomó entre en sus brazos. —¡Hola, tío Tommy! —Lloré después de que él besó mi mejilla y yo a él. Dio un paso atrás y sacudió la cabeza. Entonces, él me miró y meneó la cabeza otra vez. —¿Qué? —Estoy sorprendido de que no haya una línea de muchachos esperándote en la puerta. —Detente ahí —dijo papá detrás de mí—, esto no es uno de tus conciertos de Hollywood —lo abrazó, y tío Tommy asintió con la cabeza hacia mí. —No estoy exagerando mucho, Burt y algo me dice que ella tiene equilibrio cuando se trata de su ego —y después miró a papá—. Tú, por otra parte, no has cambiado mucho —se volvió hacia mí—. Siempre he pensado que tu padre es un duro viejo cascarrabias, a pesar de ser sólo tres años mayor que yo. —Tú tampoco has cambiado mucho, ya seas un hombre de primera, yo ya veo unas hebras furtivas de cabello gris. El tío Tommy tenía el cabello ondulado, castaño oscuro, con buen estilo. Nunca diría que era más guapo que mi padre, pero él tenía un brillo travieso en sus ojos avellana que, probablemente, estimulaba a la mayoría de las mujeres a perseguirlo. Estaba más delgado y una pulgada o un tanto más alto. Mi padre siempre dice que el tío Tommy tuvo suerte. Siempre andando con estilo, siempre combinando sus camisas, pantalones, zapatos y calcetines como si esperara a ser fotografiado, incluso a las primeras horas

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de la mañana. Hoy en día sólo llevaba un suéter azul claro y una camisa blanca con un par de pantalones azul oscuros y zapatos negros. De repente, como un mago, él sacó una pequeña caja con papel de regalo rosa. —Encontré esto en el avión ayer por la noche —dijo, dándomelo— y pareció que podría ser algo que te gustaría. —¿Qué? —lo tomé cautelosamente— ¿Encontrarlo? —¿Dónde está tu maleta? —papá le preguntó. —En el coche, voy por ella más tarde. Tengo hambre, saben cómo pueden ser que los alimentos en el avión. —Nunca los comí —papá estaba mirándome rasgar el envoltorio del regalo y abrir la caja pequeña. Había un collar de oro con un colgante que tenía un rubí en el centro y diminutos rubíes que la rodean. —Me acordé de que te gustan los rubíes —dijo mi tío—. O eso creo. —Es muy bello, tío Tommy. Gracias —dije y lo abracé. Miré a papá. Ambos sabíamos que me gustaban los rubíes porque eran los favoritos de mi madre. Estaba luchando nuevamente contra las lágrimas de felicidad. Pudieron verlo. —¿Cuándo comemos? —preguntó el tío Tommy. —Ahora, ve a lavarte —ordenó papá, siempre siendo el hermano mayor. Mi tío sonrió y entró en el baño. Yo seguí a papá a la cocina. Se detuvo y me miró por el collar. —Aquí —dijo tomando el control, murmurando bajo su aliento— “lo encontró en un avión”. Un cuentista siempre será un cuentista. Retrocedí al pasillo y me miré en el espejo de la pared cerca de la puerta delantera. Entonces me apresuré a la cocina cuando el tío Tommy entró —Muchas gracias, tío Tommy. Es hermoso. —Ahora lo es. Está en ti —dijo y se sentó detrás de la mesa—. Así que, cuéntame todo. ¿Cómo va la escuela? ¿Cuántos novios tienes? ¿Qué tan regañón es mi hermano?

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—No tanto como voy a ser ahora que estás aquí —dijo papá, y ambos rieron. Me ayudó a servir las tostadas, huevos y el tocino, y serví café en la taza de mi tío —La receta de mamá, por supuesto —dijo tío Tommy cuando tomó su primer bocado— Ella cocinó para mí hasta su último día en esta tierra —me dijo. —¿Y quién está cocinando para ti ahora? —preguntó papá —Sin duda, tú no. —Yo tengo algo de… ayuda doméstica —replicó y me dio una sonrisa traviesa —Lo supongo. Fue el mejor desayuno que habíamos tenido durante mucho tiempo, no porque sólo desayunara con mi padre, pero pude sentarme y tener público recordando sobre sus padres, hablaron de crecer juntos y cosas que habían

hecho,

que

habían

provocado

en

mis

abuelos

alegría

y

consternación. —Nunca permitas que tu padre te convenza de que él era un ángel porque era mayor que yo —dijo tío Tommy. —Contigo en la casa, incluso Jack el destripador se vería como un ángel —papá dijo y comenzó a contar más historias sobre bromas que el tío Tommy había cometido y cuántas veces tuvo que salvarlo de meterse en problemas reales. Ambos estaban tan entretenidos que ninguno notó que me retiré de la mesa y comencé a lavar los platos. Era raro sentir mucho apego a mi familia. Noté cómo se cuidaban de hacer referencia a cualquier cosa de mi madre, pero era imposible no hablar de ella. —Creo que la extraño más que tú —tío Tommy le dijo a mi padre—. Ella era quien podía hacerme sentir culpable por ser irresponsable. —Ella podía —confirmó papá. —Era y probablemente todavía lo es.

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Hubo un silencioso momento y luego tío Tommy le dijo a mi padre lo que a menudo me decía después de verme largamente. —Ella se parece cada vez más y más a ella, Burt. —Lo sé. —Lo que es una suerte. Ella pudo haber terminado parecida a ti. —Podría —dijo papá—. Lleva tu maleta al cuarto de huéspedes —le dijo— Te llevaré a dar un paseo para mostrarte el sitio de mi nuevo proyecto. Miré agudamente. ¿Iba a llevar al tío Tommy a Foxworth? —Sí, mencionaste algo acerca en el teléfono. Suena muy grande. —Y lo es. —Muy bien, ¿la princesa vendrá también? —preguntó. Me miró y yo miré a papá. —No hay forma de que tú o yo pueda detenerla —dijo papá. Él observó alrededor y vio que ya había terminado en la concia mientras ellos estaban hablando—. Buen trabajo —dijo—. Sólo tengo un llamado a hacer, Tommy. —Genial, desempacaré y me preparo —fue a su coche y regresó con su maleta. Entonces él me siguió hasta la habitación—. ¿Cómo ha estado él? —preguntó cuándo estábamos lo suficientemente lejos para que mi padre que no escuchara. —Se mantiene muy ocupado —dije—. Él está bien, desearía que se relajara más, pero… —Pero él es quien es. ¿Y qué tal tú? ¿Feliz? —Sí, tío Tommy y más a causa de tu visita —le dije. Él me abrazó y fui a mi habitación para cambiarme los zapatos y ponerme algo más cálido. Hoy estaba nublado y la brisa que llegaba del norte sugirió que nuestro corto veranillo, como diría mi padre, “tenía insuficiencia cardíaca”. Yo bajé lista antes que ellos dos, sabía que eso no sorprendía a mi padre. Y después, todos nos metimos en el Belleza Negra. —No puedo creer que todavía tengas este cacharro, Burt. Iba a llamarte porque algo como esto era necesario en un set de película. Si fuera

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un caballo —me dijo— tu padre habría tenido que cruzar con una hembra para tener otro. —Muy gracioso. Lo único que has mantenido es tu bobo sentido del humor. —Se vende en grande hoy en día. —Por eso nunca voy al cine —respondió el papá. No pensé que podría estar más cómoda que estando entre ellos, pensé y deseé que pudieran pasar más tiempo juntos, pero mi padre nunca quería hacer el viaje a California. Le decía al tío Tommy que era como salir del país. Bromeamos unos a otros hasta Foxworth, y entonces papá empezó a explicar el proyecto y por qué iba a ser el trabajo de construcción más grande que jamás había tenido. Cuando se detuvo en el área despejada, vi la reacción del tío Tommy. —Vaya, tú nunca sabrás lo que fue —él dijo. Se volvió hacia mí—. Estuve aquí una o dos veces cuando eras una niña, una niña muy pequeña. Salimos de la camioneta, y seguí a papá y tío Tommy mientras caminábamos alrededor del sitio; papá hizo una pausa para describir lo que iba a ser construido. Por supuesto, habló con mucho más detalle de lo que el tío Tommy necesitaba para entender lo que iba a sustituir la segunda mansión Foxworth, pero tío Tommy no se quejó. Mantuvo su sonrisa suave, amorosa, echando un vistazo hacia mí de vez en cuando, con ese brillo en los ojos. La verdad es que estaba escuchando más a las descripciones de mi padre que mi propio tío. Había una cosa arriba que no iba a ser un ático. Serían los espacios necesarios para los servicios públicos, pero nada parecido a lo que había estado allí antes. —Hay edificios más pequeños para instalaciones de almacenamiento y equipos —continuó papá, y entonces comenzó a diseñar el plan general para el paisajismo, piscina, cancha de tenis y jardines—. Uno de esos chicos ricos de Hollywood oirá sobre esto, vendrá a ver y hará una oferta, seguramente; y no creo que el propietario quiera vender, aún si la oferta es imposible de rechazar —tío Tommy se rió y luego se apoyó susurrándome:

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—Nunca lo vi tan entusiasmado. Después, papá nos llevó alrededor para mostrar al tío Tommy algunos de los otros cambios en el área inmediata. Una vez más, tuvo una alta nota de orgullo en su voz. No me había dado cuenta que mi padre de verdad amaba donde vivíamos. De vez en cuando, pasaba adelante y él se jactaba con el tío Tommy sobre cosas, cosas que mi madre tal vez mencionaría, qué sorprendida y contenta estaría.Después, le enseñó al tío mi escuela, y por supuesto, el lugar donde trabajaba. Yo sabía que a pesar de cuánta diversión provocaba Tommy, papá también estaba orgulloso de él y quería presentarlo. Fuimos al comedor de Charley, donde sabía que estaban algunos de sus compañeros, y presentó a mi tío a aquellos que nunca lo habían conocido. —Qué te digo —dijo tío Tommy cuando por fin llegamos a una cabina para ordenar— realmente hay muchos otros países además de este. —No están mal. Sin embargo, creo que me quedaré donde estoy. —Tú no aprobarías la ciudad, de todos modos —le dijo y pasó a hablar de sus abuelos y otras historias. Cuando volvimos a casa, tío Tommy hizo unas pequeñas llamadas. Yo fui a mi habitación a darle los toques finales a mi tarea, leí unos capítulos de historia y luego me relajé. Tío Tommy nos llevó a cenar. Pensé que él sólo bajaría a ver televisión con mi papá, pero él insistió. Golpeó la puerta de mi cuarto. —Oye —dijo— ¿estás ocupada? Dejé mi libro de historia —No sólo doy retoques —dije. Entró y miró alrededor de mi habitación. —Pensé que los adolescentes estaban para ser desordenados. —No con un padre que estuvo en la marina de guerra —dije, y se rió. —No dejes que te engañe. Así era antes de entrar en la marina —él se sentó a los pies de mi cama—. Mi hermano dice que has estado leyendo una especie de diario que descubrieron en los cimientos de Foxworth. —El diario de Christopher, sí.

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—¿Christopher? ¿Uno de los niños que fue encerrado en la casa durante años? —Sí, ¿papá te ha hablado de él? —Está preocupado que estés involucrándote demasiado en algunas cosas muy sucias, cosas terribles de esos niños que fueron traicionados por quienes amaban y los protegían. Le dije que eres demasiado inteligente para ser dañada por estas historias y por peores cosas que fueron hechas y se muestra en la pantalla de estos días, pero él se siente como... bueno, las cosas son más duras, porque es él y siempre está preocupado, está haciendo lo que debe hacer un padre. —No voy a lastimarme por leer el diario de alguien, tío Tommy, es de quien estuvo preso con su hermano y hermanas. Quiero entender lo que pasó, y no sólo porque eran primos lejanos de mi madre y míos —él asintió con la cabeza. —No puedo culparte por ser curiosa. No quería decirle que había ido mucho más allá de la curiosidad, porque entonces, él se preocuparía junto con papá. —Siempre fue un cuento fascinante para la gente de aquí —añadió. —¿Que una vez hablaste con alguien que sabía más sobre lo que realmente sucedió allí, no? —Alguien que quería alcanzar Hollywood. Dijo que sabía la verdad, pero hay que recordar que era información de tercera mano. No dudo que haya algunas personas bastante chifladas con eso de la mansión original, fue cruel, de hecho, pero lo que realmente sucedió ha sido tan distorsionado y exagerado que va más allá de la realidad, probablemente. ¿Y cómo es en el diario? —Creo que es honesto. Estoy sólo a medio camino a través de él. A veces, es como tomar medicina amarga. Pero puedo manejarlo —agregué con firmeza. Él asintió con la cabeza. —Estoy seguro de que así es. —¿Qué sabes tú realmente?

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—¿Realmente saber? Yo no diría que sé algo. Como dije, me dijeron algunas cosas por... —Una persona que fue amable con un criado. Papá me dijo. —Oh, lo hizo. Bueno, de lo que sí podemos estar seguros es que los niños estuvieron encerrados durante años —declaró—. Es verdad. Si alguien deliberadamente los envenenó o de casualidad a ingirieron algún veneno para ratas es desconocido. Lo único que puedo decirte es que este sirviente llegó a creer que su abuela le había dicho a su esposo que estaban allí, y él había insistido en mantenerlos encerrados. A este sirviente no le gustaba su madre y cree que ella fue aun sabiendo que esos niños no serían libres tan fácilmente. Pero eso es sólo la opinión de este hombre sobre ella. Supongo que el punto es, ¿qué diferencia hace ahora, Kristin? ¿En realidad, no tienes cosas mejores que leer? —No —dije firmemente—. Necesito leer esto hasta el final —asintió —Está bien. Pero no hagas más preguntas sobre ello. Se siente como si… —¿Estuvieras traicionando a mi madre, que nunca quiso hablar de ello? —Exactamente. Miré hacia otro lado. —De alguna manera, creo que ella quiere que lo lea, pero probablemente hubiera sido nuestro secreto —se puso de pie, sonriendo. —Quizá. Cada quien tiene unos pocos. Mira, si te confunde o profundizas en ello y necesitas hablar con alguien, me llamas ¿sí? —Por supuesto —dije. —¿Quién sabe? Tal vez haga una película ello —levantó las manos al instante—. Es broma. Aunque el secuestro de las personas y ser rehén, por alguna razón, siempre es una posibilidad de Hollywood —Estoy segura de que Christopher no escribió su diario para ese propósito —dije—. ¿Sabes si sigue vivo o dónde estará hoy? —No —contestó rápidamente.

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—¿Puedes buscar por mí? ¿Preguntarle a un detective local? —Vivo del mundo imaginario, Kristin. Los detectives que conozco son Sam Spade y Philip Marlowe. Enamórate de algún chico y olvídate de todo eso —aconsejó. —Eso es lo que hago cada vez que debo enfrentar algo desagradable: enamorarme... por cinco minutos —agregué y se echó a reír. Entonces me abrazó. —Vamos a tener una gran cena y trabajar para convencer a tu padre de que te deje venir a verme en Hollywood. —Creo que es lo que más le asusta —él se rió, me besó otra vez y salió. Me quedé ahí en silencio, por un momento. Y luego susurré “No te preocupes, Christopher. No voy a dejarte.” Casi como alguien que jura sobre una Biblia, toqué el diario después de decirlo, y luego fui a la ducha y me vestí para la cena. Nada se mencionó sobre Foxworth o el diario durante la cena. Tío Tommy trabajó en que mi padre que me dejara ir a Hollywood durante una de mis vacaciones de la escuela. Pude ver lo difícil que fue para papá apartarnos incluso un poco de tiempo. Había sido como cuando fui a visitar a tía Bárbara. Yo temía por lo terriblemente difícil que sería para ambos cuando llegara el momento de irme a la universidad. Sin embargo, a regañadientes prometió pensar en ello. Incluso vagamente sugirió que él también podría ir. El resto de la noche fue entregado a sus recuerdos y hablaron de la tía Bárbara. Vagamente planearon encontrarse pronto, tal vez para celebrar el próximo cumpleaños de tía Bárbara. Papá dijo que podría ceder e ir a Nueva York para eso, y tío Tommy viajaba a menudo a Nueva York por negocios. Él nos trajo al restaurante y nos llevó a casa. Ambos habían bebido un poco y pensé que eran divertidos, especialmente mi padre, que estaba luchando por no parecer un poco borracho. Él no tenía que decirme, yo sabía que se encontraba así porque estaba con su hermano y ellos no se habían visto en mucho tiempo. Su cariño mutuo era palpable. A veces, mis

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ojos se llenaban de lágrimas. Yo sólo podía imaginar a mamá junto a mí sonriéndome. El desayuno pasó muy rápido a la mañana siguiente. Tenía que ir a la escuela. Y tío Tommy debía tomar su vuelo. Los tres nos negamos a decir adiós. Se redujo a un simple "nos vemos pronto." Besos y abrazos, susurros del tío diciéndome cuán orgulloso estaba de mí y su oferta de estar siempre para mí y por hoy, seguirme en su coche hasta la escuela. Intenté mantener mis lágrimas enterradas debajo de mis párpados, pero algunas escaparon. Me senté en mi coche en el estacionamiento para tomar respiración y mis ojos parecían inyectados de sangre. Kane me vio y levantó las manos para preguntar por qué sólo estaba sentada allí. Bajé y fui con él rápidamente. —¿Qué? —dijo. —Nada. Sólo mantén mi mano cuanto tiempo puedas. —Dime qué tan fuerte y lo haré —dijo, y caminamos a la escuela. Hice mi mejor esfuerzo para concentrarme en mi trabajo y participar en conversaciones con Kane y mis amigas, pero probablemente cualquier persona podía ver que estaba preocupada. Cuando volví a casa, sabía que mi estado de ánimo estaba más oscuro, pero mi padre hizo de todo para empujarlo lejos. Hizo su pan de carne especial para nosotros y habló sin cesar sobre el trabajo. Era inteligente. Pensé en ponerme a trabajar. Conseguir estar muy ocupada hace que no te des cuenta que estás triste incluso por un tiempo. Y luego empuje hacia dentro la esperanza y los sueños tan pronto como fue posible. Así es. No quería leer el diario de Christopher hasta la noche siguiente; cuando papá se fue a la cama, hice mi tarea, hablé con Kane y después me metí debajo de las cobijas. Llegué hacia el diario y susurré, “Aún estoy aquí, Christopher. Todavía escuchándote.” …La otoño vino corriendo alrededor de nosotros, una temporada de frío a diferencia de cualquiera que pudiera recordar, quizás porque

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nos quedamos atrapados en un lugar frío. Sin una estufa o un incluso un calentador eléctrico en el ático, a veces pudimos observar nuestro propio aliento. Mamá tenía miedo de traer un calentador eléctrico, miedo de los incendios y no había manera de tener una estufa sin una chimenea. Su solución fue traernos ropa interior pesada. Se fue haciendo más difícil encontrar nuevas formas de divertir a los gemelos. Se me ocurrió jugar al escondite, y se convirtió en la principal distracción. Realmente, el ático siempre estuvo lleno de muchos escondites. Los gemelos amaban el juego, pero un día, Carrie se volvió aburrida y desanimada. Podía ser muy caprichosa y decidió volver hacia abajo a la habitación pequeña. (Cuando todos estábamos en ella, era claustrofóbica. Necesitábamos el ático.) Después de ella, llamamos a Cory. Queríamos terminar el juego, pero él no salió, y no pudimos encontrarlo. Al principio, pensé que era gracioso. Mi hermanito nos había burlado. Pero poco a poco, comencé a tener más miedo. No era capaz de sostener esto tanto tiempo. De todos modos, él no permanecería en el juego sin Carrie. Se me ocurrió una posibilidad aterradora. Se había metido en uno de los baúles y la tapa se había atascado. Llamé a Carrie y ella subió nuevamente al ático. En un frenesí, comenzamos abrir cajas y baúles, y finalmente lo encontré encerrado en uno. Estaba helado y azul por la falta de oxígeno. Mi corazón golpeaba con la posibilidad de que moriría justo ahí. Recordé lo que debía hacer y lo metí en un baño caliente rápidamente. Poco a poco, se volvió más consciente. Sentí que le estaba resucitando.Cuando se dio cuenta de lo que había sucedido, empezó a llorar por mamá, como cualquier niño haría. Cathy me miró. Ahora yo era el que estaba desesperado, porque no podía conseguir a mamá para él. Y entonces, mi hermana de repente, casi instantáneamente, maduró frente a mis ojos.

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—Seré tu mamá —dijo a Cory. Él se aferró a ella, aceptó, y le cantó una melodía de cuna que mamá solía cantarle. Vi la tranquilidad retornar a su cara. Conforme observaba, sentí un gran anhelo dentro de mí, algo que no había sentido durante mucho tiempo, un anhelo de tener familia, amor y protección.Me senté en la mecedora, y los demás se unieron a mí. Los abracé. Cathy reclinó su cabeza contra mi hombro, y los gemelos se aferraron a mis brazos. —Estaremos bien —susurré—. Nuestro tiempo llegará. Y cité a Eclesiastés: "Hay un tiempo para cada cosa y una temporada para todas las actividades bajo los cielos". —¿Para nosotros también? —preguntó Cathy. —Sí, haremos nuestro sacrificio. Vamos a llegar a través de esto, y luego vivir y disfrutar de una vida abundante, llena de todas las cosas que hemos soñado —y me mecí. Los gemelos se quedaron dormidos. Y Cathy cerró sus ojos, antes de quedarse dormida, susurró: “Pero debemos esperar a que un hombre viejo muera. Tenemos que desearlo.” Por supuesto, tenía razón. Me parecía mal, pero cuando vi el reflejo de nosotros aferrándonos unos a otros, pensé que no era malo querer que alguien tan oscuro y odioso muriera.

Dejé el diario y me fui a dormir deseando que ese hombre viejo muriera pronto. Realmente era la primera vez que le deseaba el mal a alguien y me asustó un poco. ¿Y si la lectura del diario me estaba convirtiendo en alguien que no quería ser? ¿Estaban justificados temores de mi padre? Yo sabía que me estaba volviendo tan temperamental como Cathy en el diario. No puedo evitarlo. Cada vez que hacía una pausa en el trabajo de clase o estando sola, aunque fuera sólo un minuto, volvía la visión de los niños temblando, aferrándose unos a otros, marchitándose lejos como las flores. Me sentía

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tan frustrada para ellos. Por supuesto, mis amigos no tenían idea de que tenía una nube negra que se cernía sobre mí.

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E

Capítulo 30

l problema para mí fue el contraste entre la sensación de dolor en el diario y ver a mis compañeros riéndose sobre las cosas más tontas, discutiendo por nimiedades y creciendo su impaciencia

conmigo porque no reía de las cosas que ellos pensaban que eran graciosas y porque yo no tenía el mismo entusiasmo por la diversión que estaban esperando los fines de semana. Nadie estaba en sintonía con mi depresión creciente, excepto Kane. Aun así, durante días, trató de ignorarlo, contando chistes y entonces un día, él me sorprendió con un anillo que hacía juego con el collar de rubíes que tío Tommy me había comprado. Le platiqué cómo tío Tommy me lo había dado. —Me encontré esto en la acera —dijo cuando tuvimos unos momentos juntos en el almuerzo. —Oh, Kane. —él me miraba al desenvolverlo. No pude evitarlo, en cuanto vi lo que era, empecé a llorar, y lloré tanto que tuve que saltar y correr al baño. Lana y Suzette llegaron después de mí. Estaba sentada en el inodoro y sollozando mientras observaba en el anillo en mi mano. —¿Qué sucede? —preguntó Lana. Ella golpeada en la puerta—. Kane está conmocionado. Piensa que hizo algo terrible. Me mordí el labio inferior y traté de tragar nuevamente mis lágrimas, sequé mi cara con la ropa y abrí la puerta del baño. Ambas se hicieron hacia atrás como si pensaran que podría explotar o algo. —¿Qué pasó? —Pidió Suzette. Por supuesto, yo nunca diría por qué estaba llorando. Estaba completamente segura de la razón, pero abrí mi mano y les mostré el anillo. —¡Es hermoso! —dijo Lana—. ¿Por qué te pusiste histérica? —Tío Tommy me compró esto —dije, mostrando el collar—. Era la joya favorita de mamá. Kane me compró el anillo para combinarlo.

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Ambas fijaron la vista en mí. —Así que… —dijo Suzette después de mirar a Lana. —Es difícil de explicar, no tengo mucha familia —agregué. Eso parecía satisfacerlas. Se movieron adelante para abrazarme, y durante unos instantes, sólo las tres estuvimos una junta a la otra. Tal vez, no necesitábamos estar encerrados en una especie de ático para estar terriblemente solos. —Gracias —les dije—. Lo mejor sería volver y darle las gracias. —Podría haberse suicidado ahora —bromeó Lana. —Lo dudo —dijo Suzette— no es de ese tipo. Él sólo dice, 'siguiente' y pasa a otra persona. —¿Cómo sabes? —le pregunté. —Apostaría por ello —sus ojos se ampliaron—. ¿No cruzaste el río, verdad? —preguntó Lana—, ¿Lo hiciste? —Sólo mi peluquero sabe —dije. —¿Qué? —Miró a Suzette. Me reí. —Mi papá tiene este libro sobre antiguos anuncios y era el lema de un tinte de cabello, pero puede significar más, si tú me entiendes. —¿Entender? ¿Dormiste con él o no? —exigió Suzette. —Figuradamente —dije y salí. Quedaron pasmadas, estaba segura. Me alcanzaron antes de llegar a la cafetería. —Es mejor que nos digas —advirtió a Lana—. Somos tus mejores amigas. Sólo les sonreí y me apresuré a unirme Kane, que todavía se veía sorprendido. —Lo siento —dije y me senté al lado de él—. Ayúdame a ponérmelo. —deslizó el anillo en mi dedo—. Muchas gracias. Es hermoso, Kane. —Y entonces, le di un beso, pero no rápidamente y no como besas un familiar. Pude escuchar las conversaciones de alrededor detenerse. Él sonrió.

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Ninguno de nosotros dijo nada. Comimos y hablamos con nuestros amigos. Para mí, fue como salir del agua fría y oscura por un tiempo. Pero no pasó mucho tiempo antes de que yo pensara en la pobre Cathy. Ella probablemente nunca llegó a experimentar este sentimiento sincero. Incluso después de que ella saliera de aquel ático. Más tarde, justo antes de la cena, le mostré a mi padre lo que Kane me había dado. Pude ver cómo se sorprendió, estaba impresionado. —El primer anillo que le di a tu madre estaba fuera de una caja de Cracker Jack. Fue una broma, pero ella lo conservó mucho tiempo. Podría estar en un cajón. —Es lo que dices, no lo que es —le dije y sus ojos se ensancharon. —Tu madre no hubiera dicho algo tan diferente. Miré lejos rápidamente. Sin llorar, no esta noche, me dije. Papá estaba trabajando muy tarde todos los días, así que preparé la cena. Dos veces durante la semana, sin embargo, tenía que cenar con el propietario y el arquitecto. Él quería que fuera, pero le dije que tenía que hacer mi tarea y no se preocupara, pues no me importaba comer sola. La segunda noche, sin embargo, le pregunté si podía invitar a Kane. —Por supuesto —dijo—. Solía ser que se ganara a un hombre a través de su estómago, pero parece que lo has hecho ya. Nunca te lastimará, estoy seguro —me dijo. Se rió, pero pude sentir la vacilación en su voz y su risa. Imaginé que le parecía que Kane y yo estábamos moviéndonos demasiado rápido en nuestra relación, y aunque probablemente no lo dijera en voz alta, se preguntaba hasta donde habíamos llegado. Para estos tiempos, si te citabas con alguien más de dos veces, probablemente ya habías tenido relaciones. No le iba a decir a nadie, especialmente a mis amigas, pero me impresionó ver que Kane no era exigente. Al principio, me dije que él me respetaba de verdad, pero últimamente, me dije que tenía sentimientos profundos por mí, más de los que nunca había tenido por otras muchachas con las que había salido y esa era la verdadera razón de su paciencia.

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Sin embargo, una parte de mí seguía sospechando. No pude evitar sentir que Kane era mucho más sofisticado cuando se trataba de sexo. Era muy brillante y muy perceptiva, pero recordé que me estaba volviendo algo retorcida y astuta. Por lo menos, así me sentía. Vino justo después de la escuela y me miró mientras preparaba una lasaña vegetariana. Él se sentó en la cocina, me sentí extasiada, como si estuviera haciendo un increíble experimento de química. —No creo, de hecho, que mi madre pudiera cocinar lo que estás haciendo —dijo. —Estoy segura de que ella podría si quisiera. —Yo no. —Quizá tú deberías decirle que lo haga. —Quizá. Me detuve y volteé a verlo con admiración, estaba sentado y su rostro era muy blanco. Él sonrió suavemente, sus ojos cálidos y amorosos. —Mis amigas creen que vas a romper mi corazón —dije. —Dame el cuchillo que tienes en la mano. —¿Por qué? —Haré juramento de sangre —no pude evitar sonreír. Se levantó y vino a besarme y eché hacia atrás mi cabello. —Me gustas, Kristin. Mucho más de lo que cualquier otra chica me haya gustado antes. Te diría que te amo, pero me temo que lo dudarías. —Dilo de todos modos —le dije. Él amplió su sonrisa. —Kristin Masterwood, yo, Kane Hill declaro que te amo. Cuando estoy lejos de ti, se me olvida lo que estoy haciendo. No escucho a nadie más hablarme. Cuando cierro mis ojos sólo te veo a ti. Estás conmigo cuando duermo y eres lo primero que pienso cuando me despierto. Si pudiera saltar todo el tiempo entre hoy y el día en que pueda casarme contigo y cuidar de ti, lo haría. Nos besamos.

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—Permite que termine de preparar la cena —dije suavemente. Sus palabras se habían llevado mi aliento. Apenas pude pronunciar más que un susurro. Hormigueaba cada parte de mi cuerpo que había tocado, con esa anticipación de sus labios y los dedos deslizándose con cariño otra vez. Él asintió con la cabeza y dio un paso atrás. —Iré a tu habitación y empezaré con alguna tarea, te dejo sola para no distraerte. Voy a estar muy hambriento. —Eso estaría mejor —dije. Caminó lentamente hacia fuera, hizo una pausa en la puerta, sonrió y luego subió a mi habitación. Nunca me había sentido tan contenta, más feliz. Seguí la receta de mi padre al pie de la letra, medí los ingredientes cuidadosamente y luego puse la lasaña en el horno. Después de eso, trabajé en la ensalada y calenté un poco de pan. Obtuve un poco de mi yogurt favorito congelado. Planeaba poner algunas frutas en él y rodearlo con el jengibre que encajaba perfecto para el postre. Estaba segura de que juntos tendríamos una gran cena; terminé de poner la mesa y luego subí para reunirme con Kane y quizá empezaría mi propia tarea, pero cuando caminé a través de la puerta del dormitorio, me detuve como si estuviera entre una pared de vidrio. Kane estaba acostado en mi cama. Y en sus manos estaba el diario de Christopher.

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EPÍLOGO

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—Me aburrí con mi tarea de historia. Realmente me sentí cansado, así que me recosté sobre la cama y tu almohada me resultó muy dura. No hablé. Todo lo que podía hacer era mirar. Cada músculo de mi cuerpo se sentía bloqueado. Lo puse nervioso y se cubrió con el diario. —Así que moví la almohada y vi esto. Al principio, pensé que era tu diario, y te juro no iba a abrirlo, pero luego me di cuenta de cuán viejo era y naturalmente me dio curiosidad. Te ves muy molesta, Kristin. No quiero... —¿Qué tanto leíste, Kane? —Sólo la primera página. ¿Qué es esto? Quiero decir, ¿de quién? ¿De algún antiguo novio de tu madre o algo? —preguntó y bajó el diario. Lo recogí. —No —dije. Mi mente se tambaleó mientras trataba de pensar en diferentes cosas que podría decir. ¿Debía hacer algo? ¿Sabría enseguida que yo no estaba diciendo la verdad? Me senté a los pies de la cama, todavía aturdida. Se reincorporó. —Lo siento, Kristin, —dijo. Sacudí mi cabeza. —No es tu culpa. Yo probablemente habría hecho lo mismo si ocurría en tu dormitorio —miré el diario—. Hubo muchas veces que casi te dije sobre esto, pero había prometido a mi padre no decirle a nadie sobre él. —¿Por qué? —Es complicado. Es algo que tiene que ver con nuestra familia, pero… de hecho él no está de acuerdo con que yo esté leyéndolo. —Oh, bueno. Prometo nunca mencionarlo. Lo miré, ¿podría confiar en él? ¿No todo se reduce finalmente a la confianza? ¿Qué relación podríamos tener si no había confianza entre sí? —No habría ninguna manera que pueda herirme peor que esto, Kane.

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—Entiendo. Nunca haría nada para dañarte, Kristin —él sonrió—. Estoy todavía dispuesto a jurar con sangre. ¿Por qué exactamente tu padre es tan inflexible acerca de él? —De acuerdo —dije decidiéndome en decirle la verdad—. Cuando mi padre fue por primera vez a inspeccionar los cimientos de Foxworth, yo lo acompañé y uno de sus empleados encontró una caja cerrada. Pensaron que habían encontrado algo valioso, como joyas o dinero, pero cuando la abrieron, esto estaba en ella. —¿Foxworth? ¿Quieres decir que diario perteneció a alguien que vivió allí? —Alguien que no quería vivir allí. Es el diario de Christopher Dollanganger, cuenta su historia acerca de lo que sucedió en el ático —la cara de Kane se iluminó con sorpresa y emoción. —Nunca creí más en eso. Pensé que todo era exagerado y distorsionado. —La base de la historia es verdad. Cuatro niños fueron encerrados en la casa y pasaron años en el ático. Christopher era el mayor. He leído aquí poco a poco —dije, indicando mi lugar favorito—. No es fácil de tomar. —¿Es por eso que tu padre no quiere que lo leas? —Sí. Él teme que tenga un efecto negativo sobre mí. Son, como sabes y a menudo te recuerdo, parientes lejanos míos —Kane se sonrió. —No veo cómo podría dañarte. Es sólo el diario de alguien. —Es más que eso. No hay ninguna manera de que tú o cualquier persona lo entienda hasta que haya leído. —Vaya, de lo poco que leí, parece que está bien escrito. Él seguro fue un niño muy inteligente. —Muy inteligente. —Me gustaría leerlo, también —dijo Kane—. Contigo, quiero decir. Tendría que llegar hasta donde vas, por supuesto. —¿De verdad?

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—Seguro. Es obvio que es importante para ti, y lo que es importante para ti, lo es para mí, pero supongo que también soy muy curioso. —No sé. —Es mejor tener otra opinión acerca de todo, Kristin, y por lo que cuentas, tu padre no va a leerlo. —Duramente. —Así que… —Tenemos que leer aquí. Nunca fuera de mi casa. —Dime algo difícil de hacer —respondió. —Te diré qué. Una vez que llegues hasta donde estoy, leeré en voz alta para ti. Está escrito por un niño, por lo que te pretenderé ser él. —¿Quieres hacerlo? —Absolutamente. Va a ser más... interesante para ambos. ¿Qué es lo que siempre nos dicen en clase de literatura? Que te tienes que identificar con el personaje, ser cuidadoso sobre él o ella, para realmente disfrutar o entrar en la historia. —Sí. Llegó hasta el diario. —Vamos a hacerlo la manera correcta —dijo. Nos observamos largamente—. Vamos a hacer esto secretamente, me imagino. —Absolutamente —contesté—. De lo contrario mi padre se molestaría conmigo. —Entonces tengo otra idea —y por la forma en que me observaba, un escalofrío recorrió mi espalda. —¿Qué? —susurré. —Leeremos sólo cuando estés sola en casa. Sobre todo después de la escuela, y también los fines de semana mientras tu padre esté trabajando en su nuevo proyecto. —Sí, por supuesto, pero… —miró el techo y asintió para sí mismo. —¿Qué? —le pregunté.

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—Y para entrar en la historia, realmente entrar en ella, lo leeremos en tu ático —dijo. No asentí inmediatamente. La idea era excitante y aterradora para mí. Kane estaba en lo correcto. No tanto en la historia, sino que la situación la volvería dramática rápidamente, ¿de verdad quería profundizar tanto en ella? Ya me había identificado tan de cerca con Christopher y Cathy que temí lo que él temió, lloré cuando ella lloró y sentí la claustrofobia que ambos sintieron. Mi ático no era tan grande de ningún modo, pero todavía estaba cerrado y lleno de recuerdos. Al igual que los niños Dollanganger tuvieron que mantener lo que estaban haciendo en secreto por su abuela y su madre, nosotros debíamos mantener secreto lo que estábamos haciendo por mi padre. Nunca le había ocultado algo tan serio como esto a papá. ¿Qué secretos le ocultaba? ¿Lo que había comprado para su cumpleaños y Navidad? Él sabía todo lo que hacía en la escuela y todo lo que me ocurre. Él conocía a cada uno de mis amigos. Claro que no le contaba lo que las niñas me contaban, ni tampoco le había dado los detalles de mis citas, sobre todo con Kane, pero estos no eran secretos gracias a mi independencia y feminidad. Él no esperaba saber o escuchar nada de eso. Lo más importante, quizá, era que nunca le había desobedecido. Y ahora lo había hecho diciéndole a Kane sobre el diario y cómo lo obtuve. De alguna manera, al final tuve que creer en mi corazón que mi padre lo entendería. —Mi ático no es como el que se encuentra ahí. Quiero decir, probablemente ni siquiera es una décima parte —se encogió de hombros. —Es como lo establecen en una película. Los escenarios son sólo sugerencias de cómo fueron los lugares en verdad, pero nosotros nos encargamos de darle sentido. Era una idea extraña, pero pensé que Christopher lo aprobaría. Kane quería comprender plenamente lo que habían experimentado. Asentí lentamente.

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—Está bien. Empezaremos mañana después de la escuela. Ahora sólo quiero volver a nuestra cena —dije. —¿Necesitas ayuda? —No, he hecho todo. Al igual que todo hombre, preguntas después — añadí, y se rió. —Está bien. Empezaré a ponerme al día. Llámame cuando quieras que baje —él dijo. Tuve que sonreír. Él ya estaba en esto tanto como yo. —Ponlo debajo de la almohada cuando te llame. —Sí, mamá —dijo. Sentí la sangre fluir en mi cara. Cathy Dollanganger acababa de ponerse en los zapatos de su madre con firmeza y tal vez para siempre. Asentí con la cabeza y comencé a salir de la habitación. Miré hacia atrás… él estaba en mi cama, y aunque pareciera tan loco, pude verlo. Vi a Christopher Dollanganger. Esperando. A mí, para unirme con él en el ático.

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Sobre el autor. V. C. Andrews Una de las autoras más populares de todos los tiempos, V.C. Andrews ha sido un fenómeno best seller desde la publicación de Flores en el ático, encabezando la famosa saga de la familia Dollanganger, que incluye Pétalos al viento, Si hubiera espinas, Semillas del ayer y Jardín sombrío. Hoy en día, más de setenta novelas de V.C. Andrews han sido vendidas en el mundo y traducidas a veinticinco idiomas.

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El diario de Christopher_Secretos de Foxworth

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