La Cajita Come-Miedos_ Descubre - Belen Pineiro

38 Pages • 7,734 Words • PDF • 643.9 KB
Uploaded at 2021-09-24 15:51

This document was submitted by our user and they confirm that they have the consent to share it. Assuming that you are writer or own the copyright of this document, report to us by using this DMCA report button.


La cajita Come-Miedos AYUDA A TU NIÑO A VENCER SUS TEMORES

Belén Piñeiro Copyright © 2015 by Belén Piñeiro. All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, distributed or transmitted in any form or by any means, including photocopying, recording, or other electronic or mechanical methods, without the prior written permission of the publisher, except in the case of brief quotations embodied in critical reviews and certain other noncommercial uses permitted by copyright law. La Cajita Come-Miedos/Belén Piñeiro. —1st ed. ISBN 978-1519139191

Contenido Presentación ........................................................................... 1 Introducción ........................................................................... 3 Historia del Miedo ................................................................. 5 Señales no verbales del miedo............................................... 7 El miedo en la infancia .......................................................... 9 Evolución del miedo en la infancia..................................... 15 Nuestra actuación ante los miedos ..................................... 21 Miedo ansiedad y fobia........................................................ 23 Cómo enfrentarse a los miedos infantiles .......................... 27 La cajita Come-Miedos de Guille ....................................... 31 Indicaciones a tener en cuenta de “La Cajita Come-miedos”. 39 Conclusiones ........................................................................ 48 Para saber más… ................................................................... 51 i

Presentación

¡Bienvenido a un nuevo libro de Maestra de Corazón! Antes de nada, permíteme darte las gracias por tu confianza en mi trabajo, espero que disfrutes mucho con la lectura de este libro y, sobre todo que adquieras herramientas útiles para la educación de tus hijos. Para comenzar, me gustaría presentarme y que conozcas un poquito más sobre mi trabajo. Me llamo Belén Piñeiro, tengo 32 años y trabajo con la primera infancia desde el año 2006. Durante este tiempo he ejercido como educadora en diferentes países, tratando de aprender lo mejor de cada uno, centrándome sobre todo en el apasionante mundo de las emociones. Gran parte de mi trabajo se ve reflejado en mi web: maestradecorazon.com y, sobre todo, en mi primer libro: Educar las emociones en la primera infancia, una completa guía con teoría y práctica donde aprenderás todo lo que necesitas para enseñar a los

niños el conocimiento y posterior gestión de sus emociones. Actualmente me dedico a ayudar a padres y educadores a aprender cómo trabajar con sus hijos y/o alumnos el desarrollo y los conflictos que generan las emociones. Los temas que trato habitualmente son: Desarrollo y conocimiento de las emociones en la infancia. Gestión y tratamiento de la frustración. Técnicas de relajación y autoconocimiento infantil. Gestión y tratamiento del miedo en la infancia. En mi página web encontrarás el apartado de consulta, desde donde podrás hacerme llegar todas tus dudas respecto a la educación de los más pequeños. También puedes escribirme directamente a: [email protected]

Introducción Me llamo Belén Piñeiro, soy educadora infantil, profesora y experta en Educación Emocional. Actualmente me dedico a enseñar a padres y educadores la mejor forma de trabajar con sus hijos y/o alumnos su desarrollo y gestión de sus emociones a través de mi página web: http://maestradecorazon.com, donde publico artículos semanalmente acerca de temas educativos y donde además tengo mi consulta para padres y educadores que desean saber más acerca de la Educación Emocional y Social. Las dudas que recibo de manera frecuente son acerca de los siguientes temas: Gestión y tratamiento de la ira. Gestión y tratamiento del miedo. Técnicas de relajación y autoconocimiento infantil. El temor es algo frecuente en la mayoría de los niños, forma parte de un desarrollo cognitivo normal, por lo que no en la mayoría de los casos no debemos preocuparnos más allá de darle unas pautas adecuadas para su superación y que éste no alcance un grado que lo convierta en paralizante. Si bien es cierto que ciertos temores forman parte de la infancia, el tener herramientas para afrontarlos, nos ayudará a crear una buena base de autoestima, que será fundamental para el desarrollo de nuestra personalidad y nos aportará seguridad y confianza en nuestras posibilidades. Este libro tiene la intención de ayudarte a conocer más sobre los miedos infantiles y mostrarte una herramienta eficaz para superarlos. Y, sobre todo, para ayudarte a estrechar lazos con tu hijo, para animarte a disfrutar de una tarde en su compañía.

Muchos padres y educadores se ven desbordados por la falta de herramientas de actuación ante situaciones concretas y los miedos infantiles son e invito a hacer un pequeño recorrido por los contenidos de la web y a escribirme ante cualquier duda.

Historia del Miedo El ser humano, desde que tiene conciencia como tal, cuenta con una serie de emociones innatas, entre las que se encuentra el miedo, que tiene como función alertarnos del peligro. Esta emoción ha sido clave para nuestra supervivencia desde la prehistoria, pero actualmente su utilidad se ha visto en entredicho, ya que en muchas ocasiones, si no sabemos gestionarla, puede llegar a paralizarnos ante un peligro que no es real. Pero, ¿qué ocurre en nuestro cuerpo cuando aparece el miedo?

Como toda emoción, ésta viene seguida sensaciones y manifestaciones fisiológicas. Entre las más comunes, se encuentran las siguientes: Ritmo cardiaco acelerado Sudoración excesiva Tensión muscular Sequedad de garganta y boca Sensación de nausea en el estómago Necesidad de orinar y defecar Respiración rápida y entrecortada Temblores Dilatación de las pupilas Aumento de la presión arterial

Señales no verbales del miedo Ponerle nombre a lo que nos sucede no siempre es fácil, y menos todavía para los niños pequeños. Para ellos no es difícil confundir los nervios, con el miedo. O decirnos que se encuentra mal, que le duele la barriga, cuando en realidad, lo que le sucede, es que está asustado. Por eso es importante que ante la duda, los adultos permanezcamos atentos ante las siguientes manifestaciones: Es importante saber reconocer sus formas de manifestarse, ya que éste será el primer paso para saber regularlo. Psicosomáticas : La ansiedad que genera el miedo se manifiesta a través de tics, como morderse las uñas, bruxismo (apretar los dientes o hacerlos rechinar), guiños, etc. Fisiológicas: Pérdida o retroceso en el control de esfínteres, disminución del apetito, dificultad para conciliar el sueño. Proyectivas: Representaciones a través de sus dibujos, relatos o juego simbólico. Psicológicas : Reacciones que no forman parte de su forma habitual de actuar: Tendencia al aislamiento, susceptibilidad, agresividad...

El miedo en la infancia Como hemos indicado anteriormente, el miedo es una emoción básica, común en todos los seres humanos. Venimos “programados” genéticamente para desarrollar una serie de miedos evolutivos, normales durante toda la infancia. En pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño cumplen una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial (no alejarse de la figura de apego, no entrar en sitios oscuros, etc.). Estos miedos “normales” irán cambiando a lo largo de la infancia y desapareciendo progresivamente. Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y de sus padres. El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.). Por eso es fundamental saber distinguir la frontera entre un miedo “normal” y un temor o miedo patológico. Ante cualquier duda, siempre será conveniente realizar una consulta con un profesional de la salud. Además de la predisposición genética para desarrollar ciertos miedos evolutivos, existen otros factores que influyen de forma determinante sobre los mismos. Factores ambientales que influyen en el desarrollo de los miedos Patrones familiares Los adultos somos el modelo de imitación de los niños, por lo que no es extraño que según algunos estudios, los padres con tendencia a ser miedosos y/o con más trastornos de ansiedad suelen tener hijos con

miedos o ansiedad, en mayor proporción que los padres “normales”. Algunas teorías explican esta hipótesis en base a que los hijos buscan y captan la información sobre la reacción emocional de sus cuidadores ante situaciones de incertidumbre. Las expresiones faciales de los demás son poderosos estímulos que evocan sentimientos muy similares en nosotros mismos (Teoría de la Mente). Hay un dicho que utilizo mucho en mis charlas: “No te preocupes porque tu hijo no te escuche, te observa todo el rato”. Por eso tenemos que prestar atención al modelo que le ofrecemos a la hora de enfrentarnos a nuestros temores. Si observamos a un padre y a un hijo viendo la televisión es muy fácil darse cuenta de que probablemente realicen las mismas expresiones ante las imágenes que observen. Los niños nos imitan en todo. ¿Quién no ha visto a un bebé llevarse un teléfono móvil a la oreja y emitir sonidos antes de comenzar a hablar? Ellos son nuestro reflejo. Información negativa (instrucciones verbales) Una información negativa sobre alguna situación o estímulo concreto puede ser una fuente que genere el temor. La capacidad de convicción vendrá condicionado por lo relevante que resulte para el niño la persona que emita la información. Es muy habitual oír a los padres frases como: “No toques eso, ¡es peligroso!”; “no subas ahí, !te vas a caer!. Con expresiones como éstas, lo que estamos haciendo es trasladar nuestro miedo a los pequeños y enseñarles que la forma de enfrentar los miedos, es evitarlos. Hace unos años, la mamá de Antía, una niña de mi clase, vino a una tutoría preocupada porque su hija tenía temor a quedarse sola. La madre me transmitió durante todo nuestro encuentro una sensación de angustia y preocupación constante. “No puedo salir de la habitación en la que se encuentra ella, si lo hago comienza a llorar”. Tras finalizar la tutoría, salimos del despacho y acompañé a la mami a la puerta del edificio escolar. Allí se encontró con su hija, que esperaba en el jardín

con su abuela. Nada más verla, la mamá comenzó a advertir a su pequeña de todos los peligros que había en el jardín: “Antía, cuidado con el escalón! ¡No toques las plantas! ¡No pises el barro, te vas a caer!” La mami enviaba mensajes a su hija constantemente de todos los “peligros” que acechaban en el entorno a la pequeña y ésta buscaba la aprobación de su madre antes de realizar cualquier acción con el medio, para saber si era segura o no. A pesar de su buena intención, la mamá de Antía había traspasado a su hija todos sus temores y la había convertido en una niña totalmente dependiente de ella, necesitándola como “detector de peligros”. La niña sentía que vivía en un entorno rodeado de amenazas y que su madre era la única que podía advertirla de ellos. Con esto no pretendo decir que no haya que avisar a los pequeños ante un peligro, por supuesto que hay que hacerlo. Pero quizás debemos centrar más nuestra atención en las cosas que los niños sí pueden tocar/hacer/explorar. Mi consejo es que al llegar a un sitio nuevo le muestres a tus hijos todas las posibilidades que le ofrece el lugar para conocer cosas nuevas o con las que se divertirá, en lugar de focalizar nuestra atención en los peligros que nos rodean. Condicionamiento Un niño que de pequeño sufra un accidente cayendo al agua es muy probable que después tenga miedo e indique rechazo con la simple visión de una piscina o el mar. Este miedo es uno de los más fáciles de reconocer. Hace un tiempo, al poco de iniciarse el curso escolar, mi compañera de aula y yo, comenzamos a preparar la primera fiesta de cumpleaños del curso. Una de nuestras alumnas, Emma, cumplía dos añitos. Así que desde primera hora de la mañana, nos dispusimos a decorar la clase con diferentes adornos: Colocamos guirnaldas, serpentinas, y mientras inflábamos unos globos, llegó a clase Miguel, uno de nuestros

alumnos. Tan sólo con verlos rompió a llorar y a gritar desconsoladamente, no había forma de calmarle. Llegó con su mamá de la mano y se abrazó a ella mientras le suplicaba salir de la clase. Ella nos explicó, que siendo muy pequeñito le había reventado un globo muy cerca de su cara. Ese susto provocó que nunca más quisiese acercarse a un globo, ni tan solo verlos. Aunque Miguel terminó el curso jugando con globos (de forma todavía prudente), ese día no celebró el cumpleaños de Emma con nosotros. También debemos añadir como posible generador de miedos en niños, otras experiencias vitales desagradables o traumáticas, como presenciar malos tratos, peleas o situaciones que le impacten emocionalmente (accidentes, muerte de algún ser querido, etc.). En el peor de los casos, estos miedos pueden derivar en trastornos clínicos como fobias específicas, ansiedad generalizada o estrés posttraumático. Igualmente es desaconsejable la visualización de programas de televisión, películas u otros que contengan imágenes violentas o de terror cuando el niño aún no presenta una edad adecuada para separar nítidamente la ficción de la realidad. Y finalmente, aunque cada vez es menos frecuente, queda señalar la transmisión cultural, a través de la escucha o lectura de mitos, cuentos y creencias, con los que ya desde la infancia temprana se construyen significados de temor. Todavía quedan familias que para conseguir que el niño se vaya a la cama, coma todo lo del plato, u obedezca alguna orden es atemorizado con que “viene el lobo” o “el hombre del saco”. Sobra decir que este tipo de prácticas tampoco son nada recomendables. CAPÍTULO 4

Evolución del miedo en la infancia Como hemos visto, el miedo es algo típico de casi todos los niños; sin embargo, éste va sufriendo cambios a medida que los niños van creciendo, siendo habitual que durante cada etapa evolutiva existan algunos temores propios de ese momento, que van desapareciendo en la siguiente etapa, a medida que aparecen otros. A continuación veremos qué miedos corresponden generalmente a cada edad. Al final de este capítulo, verás una tabla con toda esta información esquematizada, para que te sea más sencillo relacionar cada etapa con sus temores correspondientes. 15

Primera infancia.El niño de 0 a 1 año suele responder con llanto a los estímulos intensos y desconocidos, así como cuando cree encontrarse desamparado. Los diferentes estadios de desarrollo conllevan asociados la preponderancia de un tipo u otro de miedos. Según algunos autores, los bebés no comienzan a manifestar el sentimiento de miedo antes de los seis meses de vida. Es a partir de esa edad cuando se produce una mayor adaptación del niño a su ambiente y la aparición del miedo es un signo de madurez en su desarrollo. Hacia esta edad, los 6-8 meses, los niños comienzan a dar sus primeros pasos hacia la autonomía, como permanecer sentados alejados de sus progenitores o adultos de referencia, o el comienzo del gateo. Es propio de esta edad, que aparezcan los temores hacia las alturas, los extraños y otros. A esta edad también surge la ansiedad de separación de la figura de apego. Cualquier padre/madre que haya dejado a su hijo al cuidado de otros ha tenido que sufrir alguna vez la escucha de su llanto desconsolado. Entre el año y los dos años y medio se intensifica el miedo a la

separación de los padres a la que se le suma el temor hacia los compañeros extraños. Cuando trabajaba en la escuela infantil, era muy común que los primeros días los niños tuviesen miedo al comportamiento de sus compañeros. Es muy importante ofrecerles nuestra comprensión y apoyo ante sus temores, ya que si no se gestionan adecuadamente, estos pueden perdurar, en algunos casos, hasta la adolescencia y la edad adulta, tomando la forma de timidez. Es en esta etapa, cuando empiezan también a surgir los primeros miedos relacionados con pequeños animales y ruidos fuertes como pueden ser los de una tormenta. Etapa preescolar (2,5-6 años).Se inicia una evolución de los miedos infantiles. Se mantienen los de la etapa anterior (extraños, ruidos, etc.) pero van incrementándose los posibles estímulos potencialmente capaces de generar miedo. En paralelo al desarrollo cognitivo del niño pueden entrar en escena los estímulos imaginarios, los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, o algún personaje de cine o televisión. La mayoría de los miedos a los animales, de los que hablaremos más adelante en nuestro cuento, empiezan a desarrollarse en esta etapa y pueden perdurar hasta la edad adulta. De 6 a 11 años.El niño alcanza la capacidad de diferenciar las representaciones internas de la realidad objetiva. Los miedos serán ahora más realistas y específicos, desapareciendo los temores a seres imaginarios o del mundo fantástico.Toma el relevo como temores más significativos el daño físico (accidentes) o los médicos (heridas, sangre, inyecciones). Puede también presentarse, dependiendo de las circunstancias, temor hacia el fracaso escolar, temores a la crítica y miedos diversos en la relación con sus iguales (miedo hacia algún compañero en especial que puede mostrarse amenazador o agresivo).

El miedo a la separación o divorcio de los padres estaría ahora presente en aquellos casos en el que el niño perciba un ambiente hostil o inestable entre los progenitores. Preadolescencia. Se reducen significativamente los miedos a animales y a estímulos concretos para ir dando paso a preocupaciones derivadas de la crítica, el fracaso, el rechazo por parte de sus iguales (compañeros de clase), o a amenazas por parte de otros niños de su edad y que ahora son valoradas con mayor preocupación. Suelen también aparecer los miedos derivados del cambio de la propia imagen que al final de esta etapa empiezan a surgir. A continuación, te facilito una tabla de consulta, donde te será fácil localizar los temores más frecuentes de cada etapa evolutiva. Etapa evolutiva Primer Año Bebé (0-12 meses) Miedos más comunes - Pérdida de apoyo paterno (táctil o visual) - Sonidos fuertes - Las alturas - Objetos amenazadores (que aparecen repentinamente) - Separación del adulto de referencia Observaciones Son temores fundamentalmente instintivos, ligados a necesidades fisiológicas primarias. Comienzo niñez (12 - 36 meses) - Miedo a los extraños - Separación del adulto de referencia - Animales - Tormentas, mar... Etapa preescolar (3 - 6 años) - Oscuridad - Soledad - Animales - Seres fantásticos/imaginarios Niñez media (6 - 11 años) - Miedos escolares - Daños físicos, muerte - Sangre y problemas de salud - Miedo social: A perder amigos; al ridículo; no tener amigos... Hacia los 2 años el temor a la separación de su adulto de referencia se intensifica. Normalmente coincide con la aparición del miedo a otros niños o compañeros. Predominan el temor a la oscuridad y quedarse sólo (al irse a dormir). También son muy comunes los temores a animales y seres fantásticos como monstruos, fantasmas, etc. Tienden a disminuir los miedos a seres fantásticos y adquieren importancia los miedos sociales y académicos.

Preadolescencia (11 - 13 años) - Sociales - Escolares - Auto-imagen - Económicos - Políticos Aparecen los miedos relacionados con la autoimagen, y factores económicos y políticos. Se mantienen los sociales y escolares.

Nuestra actuación ante los miedos Tanto los niños como los adultos tenemos miedo. Sin embargo, a pesar de ser algo común en todos los seres humanos, parece que la sociedad lo omite, lo ignora. Es algo que no está bien visto. Desde pequeños recibimos mensajes del tipo: “los valientes no tienen miedo” o “los chicos no lloran” o sentencias similares que condenan esta emoción. Cuando un niño expresa que tiene miedo, habitualmente sus padres tienden a empujarle a enfrentarse a él. Generalmente a ninguno le gusta que su hijo sea un miedoso y se le tache de “cobarde”, por lo que tienden a forzarle a realizar aquello que los niños temen. Aquí llega la primera pauta: Lo primero que necesitas hacer para afrontar los miedos de tu hijo, es aceptarlos. Si te cuesta hacerlo, recuerda que el miedo es un aliado educativo. Enseña a los niños a ser prudentes, a conocer sus límites y a medir las consecuencias de sus actos. Lo que realmente debe darnos miedo es un niño sin miedo (permíteme la redundancia). Ante un niño imprudente no nos podemos permitir ni un descuido. Teo, un alumno que tuve hace unos años desde los 12 hasta los 36 meses era así, un completo temerario. Un día llegó a clase con unos pegotes grises en el pelo, al verlo así, le pregunté a su padre qué le había sucedido y me dijo que había saltado de sus brazos a una hormigonera, en plena calle, cuando estaban parados en un semáforo, delante de un paso de peatones. Al niño le había llamado la atención y quería ver qué era aquella masa gris dentro de un tubo. La buena providencia quiso que, en ese momento, no estuviese en funcionamiento. En clase, era habitual verlo trepar y saltar de la cuna, e incluso llegamos a cogerlo “in fraganti”, tratando de trepar hacia la ventana. Era “Juan sin miedo”, mil ojos vigilándole no eran suficientes.

Por un lado me encantaba ver la seguridad que transmitía este niño, la confianza plena en su entorno, la alegría y el entusiasmo que transmitía, pero por otro era absolutamente necesario marcarle unos límites, por su propia integridad física y la psíquica de sus padres y educadores. Así que ten siempre presente que el miedo es vuestro aliado. Sólo es necesario “domesticarlo un poco”.

Miedo ansiedad y fobia Todos hemos sentido miedo en más de una ocasión. El miedo es una emoción que surge cuando interpretamos una situación como peligrosa, como cuando un coche está a punto de atropellarnos. El miedo tiene como objetivo alertarte y empujarte a tomar medidas para evitar el peligro, como huir, luchar o pedir ayuda. Por ejemplo, si vas caminando por el bosque y te parece ver un lobo, es muy probable que interpretes la situación como peligrosa y sientas miedo. Pero entonces te das cuenta de que te has equivocado, y no se trata de un lobo sino de un perro que, además parece tener un comportamiento amistoso. Entonces interpretas la situación como segura y el miedo desaparece. Por tanto, tu interpretación de la situación es muy importante a la hora de determinar lo que sientes. Así pues, el miedo es la respuesta ante una situación real (que estás viviendo) que interpretas como peligrosa. La ansiedad, en cambio, es la respuesta ante una situación imaginada, que no está sucediendo ahora mismo, sino que es algo que va a ocurrir o que crees que podría ocurrir en el futuro y que es interpretada como una amenaza, que puede ser tanto física (la posibilidad de tener un accidente de tráfico), como psicológica (quedar en ridículo delante de todos). Es decir, la ansiedad se produce cuando miras hacia el futuro y piensas que vas a vivir una situación que crees que tendrá consecuencias horribles para ti. Así pues, de nuevo, es tu interpretación de la situación la que determina lo que vas a sentir, solo que, en este caso, la situación aún no ha sucedido. La ansiedad está producida por las “horribles” consecuencia que algo podría tener de llegar a producirse. Una fobia es un miedo intenso a algo a lo que la mayoría de las

personas no le temen, pues no supone una amenaza real o bien la probabilidad de que la situación llegue a ser un peligro es muy baja. Por ejemplo, el miedo a volar en avión. Aunque existe la posibilidad de que éste se estrelle, la probabilidad de que ocurra es extremadamente baja y la mayoría de las personas consideran la situación lo bastante segura como para llevarla a cabo. Cuando la reacción de miedo es extrema, puede producirse un ataque de pánico. Durante el ataque de pánico, además de sentir un miedo intenso, se produce una sensación de presión en el pecho, aceleración de la frecuencia cardiaca, sudoración, mareo, temblor y sensación de falta de aire. Algunas personas se sienten LA CAJITA COME-MIEDOS 25

como si estuvieran en un sueño, como si lo que les está ocurriendo no es real y no tuvieran control sobre su cuerpo, o tienen miedo de tener un ataque cardiaco como consecuencia del pánico. Lo importante es que uno pueda convivir con sus miedos sin dejar de hacer nada de lo que haría si no los tuviera. Si el miedo no nos paraliza estamos dentro de los límites de la normalidad. Por el contrario, en el momento en el que una persona deja de divertirse, de salir o de quedar con sus amigos por sus temores nos encontramos ante un caso patológico. Eso ya no es normal. Trasladando este supuesto al ámbito infantil, se trataría de niños y niñas que influidos por sus miedos, dejan de ir a campamentos escolares, no quieren ir al colegio, dormir fuera de casa, dejan de ver a sus amigos o se pierden las clases de baile o fútbol. Ante casos como estos tenemos que ser conscientes de que se trata de un caso de fobia infantil y que debemos consultar a un especialista si nuestra ayuda no muestra resultados. CAPÍTULO 7

Cómo enfrentarse a los miedos infantiles Está bien, hasta ahora hemos aprendido que el miedo es nuestro amigo, que tiene una función que nos es sumamente útil y que forma parte del desarrollo habitual de cualquier niño. A partir de aquí, tenemos el conocimiento necesario para poder combatirlo en las situaciones que consideremos que hace falta nuestra implicación. ¿Qué hacer para ayudarle a superarlos? Aquí tienes las pautas a seguir: Aceptarlo. Tu niño no es menos que nadie ni peor que otro por tener miedo. Recuerda que tú también tienes miedo. Y yo, y todo el mundo es una emoción básica que todos tenemos en común. Si pierdes el control, trata de no mostrárselo a tu hijo . Si tu niño tiende a ser miedoso es recomendable que no te vea a ti preso del pánico o paralizado por 27 28 BELÉN PIÑEIRO

el temor ante una situación. Eres su ejemplo a imitar, no lo olvides. Comprensión y paciencia . Serán tus mejores aliados: empatiza con él y recuerda que será algo pasajero. No le ignores. No le ridiculices. No le critiques. Ayúdale a prepararse poco a poco . Cuando un niño muestra temor a alguna situación, la tendencia natural es pedirle que se enfrente a ella, para tratar de superarla. Pero ante niños muy temerosos, deberemos ofrecerles nuestra ayuda para afrontar esa situación, poco a poco, sin presionar o forzar. Habla con él. Profundiza en el tema . Para esto sirve el

“Cuestionario de los Valientes”, que tienes al final del libro. Expresar su miedo, hablar de él y, sobre todo, sentirse comprendido y protegido, es tremendamente beneficioso. Crea un ambiente cálido y de confianza y permite que se sincere. Ambos saldréis ganando. Ofrécele estrategias. La “Cajita Come-Miedos” es una de ellas. No podemos enfrentarnos a una situación si no sabemos cómo hacerlo. Dotarle de herramientas es imprescindible para superar el miedo. LA CAJITA COME-MIEDOS 29

Si es grave, busca ayuda de un profesional . Si tu niño presenta una fobia y has agotado todos los recursos a tu alcance para ayudarle a superarla, acude a un profesional. CAPÍTULO 8

La cajita Come-Miedos de Guille

31

Es viernes por la tarde, Guille acaba de salir del colegio y se va preocupado para casa... La semana que viene la clase realizará una excursión a la reserva de animales* de la ciudad y a él le dan mucho miedo. Sólo de pensar que estará cerca de leones y tigres, empieza a temblar, siente como su corazón late más rápido y comienzan a sudarle las manos. Guille llega a casa dándole vueltas a la cabeza... ¿Qué puede hacer ante una situación así? Nuestro amigo decide coger un papel y anotar sus posibles opciones:

Puedo decirle a mamá y a papá que no quiero ir a la excursión, que me duele la barriga. Ir a la excursión y evitar ver a los animales que me den miedo... ¡serían muchos! Contárselo a mamá y a papá y probar el método de La Cajita ComeMiedos del que nos ha hablado la maestra en clase. ¡Puede ser divertido! Tras recapacitar unos minutos, Guille decide hablar con su mamá y su papá y explicarles el Método de la Cajita Come-miedos que la profe les había enseñado para combatir sus temores. Su mamá se mostró muy contenta de que Guille confiase en ella para contarle su miedo a los animales, y por mostrar esa valentía para querer superarlo. El Método de La Cajita Come-Miedos le pareció interesantísimo, salió del salón y volvió con la caja en la que venían guardados los últimos zapatos que se había comprado. Miró a su hijo y sonrió: -¿Qué más necesitamos, Guille? Además de la caja, la seño nos ha dado esta lista con lo que nos hace falta: Una caja de cartón. Unas tijeras o cúter Pegamento Una huevera Un rotulador negro o azul Material para forrar la caja: o o o o o o

Papel de seda Papel pinocho Papel de regalo Revistas viejas Acuarelas Gomets...

o ¡Lo que tú consideres, deja volar tu imaginación! o Folios y ceras o rotuladores para dibujar Para decorar la caja, la mamá de Guille pegó corazones de muchos colores y diferentes tamaños en toda la superficie. Era muy cariñosa, por lo que realmente a Guille no le sorprendió que le gustasen. Él, sin embargo, prefirió realizar figuras de animales, y pegarlas alrededor de la caja, ya que estos eran, de alguna forma, los responsables de esta actividad. Mientras pegaban sus figuras, realizaron el siguiente paso del Método, respondieron juntos al Cuestionario de los Valientes, para profundizar un poco en los miedos de Guille. Con la ayuda de su mamá, le resultó mucho más sencillo de lo que pensaba. Cuestionario de los valientes Verbalizar el miedo: ¿A qué le temo? Yo, Guille, tengo miedo a los perros y a otros animales grandes, como los monos, las jirafas y los elefantes.

¿Cuándo lo siento? Cuando se acercan a mi rápidamente o hacen ruido.

¿Por qué? Me da miedo que me ataquen y me hagan daño y no me dé tiempo a escapar.

¿Qué ocurre cuando tengo miedo? Quiero irme a casa con mi mamá y mi papá, porque sé que ellos me protegen de cualquier peligro. Me siento indefenso, inseguro.

¿Cómo me siento? ¿Cómo responde mi cuerpo? Comienzo a sudar; respiro más rápido; me duele la barriga; tengo ganas de ir al baño; noto como mi corazón late más deprisa y siento mi cuerpo en tensión, muy “apretado”.

¿Qué cosas podré hacer si este miedo desaparece? Podré jugar con Toby, el perro de mi tío Juan y mi tía Lola. También ir a la excursión de la semana que viene con mi clase, y ver cómo viven muchos animales en su hábitat natural. Pasear con mis papás y mi hermanito por el parque sin tener miedo de los perros que caminan con sus dueños.

Tras hablar sobre sus miedos, Guille se sentía mucho mejor: ¡Bravo, cariño! - exclamó su mamá muy orgullosa. Ahora tienes que ponerle cara a tu miedo. Dibújalo, y en cuanto esté terminado, se lo daremos de comer a la Cajita Come-miedos, para que no vuelva a molestarte. Sí, ¡eso haré! Aunque la profesora ha dicho que de vez en cuando puede escaparse... No te preocupes. Si eso sucede tan sólo tienes que pedirle educadamente que vuelva a su sitio. El miedo sirve para avisarte de los peligros... pero hay veces que se equivoca, y te alerta de una amenaza que, en realidad, no existe. Así que cuando eso suceda, explícale que en ese momento no le necesitas y pídele que regrese a su lugar. Guille se esforzó en plasmar bien su miedo en su dibujo. Diseñó un monstruo muy simpático, con muchos colores y una cara divertida. Después de haber construido la caja con su mamá y de haber respondido al Cuestionario de los Valientes se sentía mucho mejor y ya no le producía tanta inquietud pensar en la excursión de la próxima semana. Dobló con cuidado el papel y lo introdujo en la gran boca de la Cajita Come-miedos. Mamá y él acordaron que cuando el miedo desapareciese y Guille disfrutase con los animales, cogerían el dibujo de la caja y lo enterrarían en el jardín de la casa de los tíos Juan y Lola. Seguro que a Toby, su perro, le encantaría participar, excavando con sus patitas. Hasta ahora, siempre que se había acercado a Guille para jugar, éste rompía a llorar y se escondía detrás de su madre. Pero, a partir de ahora esperaba que las cosas cambiasen. La noche antes de la excursión, Guille estaba un poco nervioso. Ya en la cama, su mamá le leyó un cuento, le dio un beso de “dulces

sueños”, y antes de salir de la habitación, se aseguró de que el miedo de Guille permaneciese en su sitio. -¿No se ha escapado, verdad, mamá? -No, cariño. Quédate tranquilo, sigue aquí. Descansa, ya verás como mañana disfrutas de la visita a la reserva natural, verás como viven muchas familias de animales y aprenderás muchísimo. Y si el miedo aparece, ya sabes lo que tienes que hacer. A la mañana siguiente, Guille se levantó temprano para preparar su mochila para la excursión, estaba muy emocionado, algo nervioso, pero con ganas de afrontar la aventura que le esperaba. Antes de irse miró de reojo su Caja Come-miedos para comprobar que todo estaba en orden y que su miedo no había ido a ningún sitio. Un par de horas después, por primera vez, Guille disfrutaba de una excursión que tenía como protagonistas a los animales. Vio, junto a sus compañeros a cebras, ciervos, serpientes... incluso a dos elefantes. Y tan solo una vez el miedo se escapó de su caja y vino a visitarle, cuando su grupo se acercó a los monos y los vio moverse muy rápido trepando por los árboles y haciendo ruido mientras jugaban. Pero nuestro amigo ya sabía qué tenía que hacer y le pidió mentalmente a su miedo que volviese a su cajita, en su habitación. “Gracias, miedo pero te has equivocado, ahora mismo no te necesito. Estoy seguro con mi “profe” y mis compañeros. ¡Los animales no son ninguna amenaza! Vuelve a mi Cajita Comemiedos! Cuando Guille le contó a su mamá cómo había ido su día, esbozó una gran sonrisa y le dio un abrazo enorme. Estaba muy feliz de ver que su pequeño al fin disfrutaba con los animales. Ese fin de semana, Guille y sus papás fueron a pasar el día a casa de sus tíos, Juan y Lola. Toby se acercó, como siempre, olisqueándolo

todo y moviendo su colita. Esta vez, Guille se atrevió a acariciarlo. Era muy suave y tenía unas orejas largas y peludas. Toby le lamió la cara, juguetón, y Guille comprendió que era verdad, que sólo quería jugar. Semanas después Guille recordó la promesa que había hecho con su mamá. ¡Era hora de enterrar su miedo a los animales! Toby fue el primer encargado de excavar un gran agujero en su jardín, Guille el de introducir su miedo y su mamá y sus tíos los de taparlo después. El miedo a los animales, se había ido para no volver. Fin *El miedo a los animales es uno de los más frecuentes durante la infancia, por eso he decidido utilizarlo de ejemplo en la historia, aunque creo firmemente que donde mejor están los animales es en su entorno natural. Indicaciones a tener en cuenta de “La Cajita Come-miedos” Procedimiento: Escogeremos una caja de cartón para convertirla en nuestra “Cajita come-miedos“. Si tiene tapa, perfecto, sino podremos realizar una pequeña ranura con unas tijeras o un cúter, a modo de “buzón”, para introducir nuestros miedos en ella. Es importante explicarle al niño para qué vamos a utilizar esta caja, en qué la vamos a transformar y acto seguido que dejemos volar su creatividad. Trataremos de generar un ambiente cálido, de confianza y seguridad. Mientras decoramos la caja, o justo después de terminarla, profundizaremos un un poco más en el temor del niño, tratando de dar respuesta a las siguientes cuestiones: Pedirle que verbalice su miedo. ¿Cuándo lo siento? ¿Por qué? ¿Qué ocurre cuando tengo miedo? ¿Cómo me siento? ¿Cómo

responde mi cuerpo? ¿Qué cosas podré hacer si este miedo desaparece? Una vez terminada la cajita, procederemos a darle unos folios o tarjetas en las que expresará sus temores. En este momento sus miedos saldrán de su cuerpo y se plasmarán en el papel, que después será guardado en la caja. El hecho de tomar conciencia de ellos, de verbalizarlos y exteriorizarlos es tremendamente beneficioso. Una vez procederemos a darle unos folios o tarjetas en las que expresará sus temores. En este momento sus miedos saldrán de su cuerpo y se plasmarán en el papel, que después será guardado en la caja. El hecho de tomar conciencia de ellos, de verbalizarlos y exteriorizarlos es tremendamente beneficioso. El dibujo: Cuando un niño dibuja está exteriorizando una gran cantidad de emociones que no se expresan sólo al través del contenido del mismo, sino también durante su ejecución. ¿Cómo sujeta el lápiz? ¿qué presión realiza en el papel? ¿dónde empieza el dibujo? ¿qué espacio utiliza? ¿qué formas predominan? Importante: Antes de adentrarnos en la interpretación de las ilustraciones infantiles, cabe recordar que ésta no constituye un método científico y está sometida a errores de apreciación. No obstante, su interés reside en que resulta de gran utilidad para detectar posibles problemas en los niños de una forma poco intrusista, ya que ellos lo viven como un juego y al mismo tiempo, reflejan muchas de sus vivencias que sería más difíciles de expresar de otra forma. Veamos qué pueden indicarnos estas cuestiones: Sujeción Deberemos prestar atención a si ésta es suelta o apretada. En el primer caso, el niño muestra una motricidad libre y relajada; en el

segundo refleja una contracción muscular como consecuencia de tensiones que pueden ser de diversa índole. Un estado de miedo continuado, puede expresarse de esta forma. Esta valoración la realizaremos en niños de 6 años en adelante. Si tiene menos de 5 años o no dibuja habitualmente, es normal que todavía no maneje bien las pinturas y que por eso presente más tensión de la habitual. Presión Indica el estado de vitalidad, de resistencia y de fuerza física, por lo tanto, nos expresa mucho del carácter del niño. Un trazo fuerte demuestra exuberancia, impulsividad, entusiasmo y necesidad de movimiento. Un trazo débil, con poca presión sobre el papel, es signo de personalidad sensible, con un bajo nivel de autoestima y poca tolerancia ante la frustración. Espacio Normalmente el dibujo debería situarse en el centro del papel, en sintonía con su modo de percibirse en el centro del mundo. Es un egocentrismo completamente natural. Las representaciones simbólicas situadas hacia la izquierda suelen estar relacionadas con un hecho del pasado, evocando un recuerdo o parte de nuestra historia. Las situadas a la derecha muestran el futuro, un deseo, una esperanza, la meta a alcanzar. Trazo Observaremos si es seguro o tembloroso, dudoso. Un trazo firme demuestra confianza en sí mismo, seguridad y autocontrol. Un trazo incierto, por el contrario, muestra búsqueda de aprobación, la necesidad de sentirse seguro y reconocido por parte del adulto.

Forma En general, las formas redondeadas demuestran un estado de tranquilidad y serenidad, mientras que las formas puntiagudas o angulosas reflejan reticencia, inquietud y nerviosismo. Los ángulos son muestra de un sentimiento de defensa ante un ataque. Los círculos, las líneas poligonales o los puntos, son manifestaciones de su forma forma de percibirse en el mundo y de expresarse. El círculo refleja adaptabilidad. El ángulo tensión, inquietud. Las líneas poligonales reflejan dificultades en las relaciones sociales. Los puntos son reflejo de emotividad. Tachones y borrones En caso de ser numerosas y muy marcadas con frecuencia son síntoma de un nivel bajo de autoestima, de falta de confianza en sus propias posibilidades. Los colores La mayoría de los dibujos de los niños suelen ser una mezcla de múltiples colores. Sin embargo, en ocasiones hay un tono que suele repetirse o predominar sobre los demás en sus ilustraciones. Si es así, es de interés para los padres conocer el significado asociado a ese color, ya que puede revelarnos información sobre cómo se encuentra el estado de ánimo del niño en ese momento o si hay algo que le preocupa o inquieta. ¿quieres saber qué significan esos colores cuando aparecen, de forma mayoritaria, en los dibujos de los niños? Naranja . Si este color naranja predomina en los dibujos de tu niño es porque estamos ante un niño sociable y activo que necesita el contacto con la gente y que se mueve con rapidez e impulsividad. Probablemente tenga más dificultades para concentrarse en una tarea y para disfrutar con las actividades más relajadas.

Azul . El azul es el color de la calma, del sosiego y del equilibrio. Los niños más tímidos e introvertidos utilizan este color como predominante en sus dibujos, aunque también indica que se trata de un niño sensible y reflexivo. En algunos casos, el exceso del color azul en algunos dibujos puede esconder un trastorno como la enuresis. Verde . Del mismo modo que el azul, el color verde nos habla de un niño tranquilo y con mucha sensibilidad. Sin embargo, esa tranquilidad se puede tornar en rebeldía e inadaptación si lo utiliza para dar color a cosas que no son verdes. Rosa . El color rosa no es exclusivo de las niñas. Niños y niñas por igual utilizan este color más que otros cuando se trata de niños soñadores a los que les gusta vivir en mundos imaginados. Puede indicar la necesidad de escapar de la realidad o bien ser un signo de creatividad. Amarillo . Este color que puede llegar a ser muy llamativo nos habla de un niño sociable, alegre y vitalista. Sin embargo, si la utilización del color amarillo es excesiva, el dibujo nos puede estar contando acerca de tensiones en su entorno o de conflictos emocionales. Rojo . Es un color muy frecuente en los dibujos infantiles por su intensidad. Utilizado con moderación, nos habla de un niño con una gran energía y muy apasionado. Pero si se utiliza en exceso puede indicar cierto desequilibrio, hostilidad y también agresividad. Marrón . El color marrón es el color que más utilizan los niños responsables y prudentes. Si lo utiliza en exceso hay que estar pendientes de que el niño no se esté perdiendo la infancia abrumado por responsabilidades no adecuadas para su edad. Violeta. Este color, que simboliza la espiritualidad, puede indicar que estamos ante un niño dominado por la melancolía. Utilizado como color predominante en un dibujo, nos habla de la insatisfacción vital del niño, algo que debemos frenar cuanto antes.

CAPÍTULO 9

Conclusiones Espero que tras leer este libro, te quedes con una sensación de tranquilidad y que cuentes con más recursos para ayudar a tu hijo a superar sus temores. Sobre todo espero que recuerdes que con tu ayuda, esto será una etapa más en su desarrollo y que no tiene por qué desembocar en mayores consecuencias. Ante todo, te animo a crear su Cajita Come-Miedos y a intentar que tu pequeño hable de sus miedos y a que disfrutéis de unos momentos juntos, que reforzarán vuestro lazo afectivo y que le hagan sentir que puede confiar en ti y expresarte sus emociones, sin sentirse avergonzado o ridiculizado por ello. Que seas su apoyo será el pilar fundamental para superar éste temor y cualquier otro a lo largo de su vida. Ojalá que este libro sea una herramienta útil en su educación. Recuerda que ante cualquier duda o sugerencia, puedes escribirme a través del formulario de contacto de http://maestradecorazon.com. Te invito a 48

visitar mi espacio, donde encontrarás un montón de herramientas, tips y actividades educativas que te ayudarán en la mayor y más importante tarea de tu vida: La educación de tus niños. Si este libro te ha arrancado una sonrisa te pido que lo valores con 5estrellas en amazon. De esta forma ayudarás a más padres y educadores a beneficiarse con su lectura y a mí me hará muy feliz leer tu comentario al respecto. Tu feedback es fundamental para continuar haciendo mi labor. Gracias por ayudarme a educar niños felices. Gracias por valorar este libro con cinco estrellas

Cuestionario de los valientes ¿A qué le temo? __________________________________________________________ __________________________________________________

¿Cuándo lo siento? __________________________________________________________ __________________________________________________

¿Por qué? __________________________________________________________ __________________________________________

¿Cómo me siento en ese momento? __________________________________________________________ __________________________________________

¿Cómo responde mi cuerpo? __________________________________________________________ __________________________________________

¿Qué cosas podré hacer si este miedo desaparece? __________________________________________________________ __________________________________________________________ ________________________________________

Para saber más… Si deseas ampliar tus conocimientos acerca de los temores infantiles, te recomiendo hacerte con alguno de los siguientes libros, serán de gran ayuda para padres y madres que quieran saber más acerca del miedo en la infancia y también del conocimiento y gestión de otras emociones. Si me estás leyendo desde tu ebook, puedes pinchar sobre cualquiera de los títulos para acceder a su compra. Además recuerda que en Amazon puedes acceder a la lectura de los primeros capítulos de los libros totalmente gratis. Berazaluce, E; Diego, E. (2003). A qué tienen miedo los niños. Madrid, España. Síntesis. Corral, S. (2009). ¿Qué puedo hacer cuando me da miedo irme a la cama? Un libro para ayudar a los niños a superar sus problemas para dormir. Madrid, España. TEA Ediciones. 51

Crist, J. (2004). Cómo superar los miedos y preocupaciones: Una guía para niños. Barcelona, España. Oniro. Ferrerós, M. L. (2008). Tengo miedo. Las claves para afrontar con éxito los miedos en la infancia. Barcelona, España. Editorial Planeta. Frankard, A; Van Nieuwenhoven; (2004). Miedo a nada... Miedo a todo... Barcelona, España. Editorial Grao. Gutierrez, A., Moreno, P. (2012). Los niños, el miedo y los cuentos. España. Desclée De Brouwer. Lacalle. V. (2009). Inteligencia Emocional para niños y adolescentes. España. Gesfomedia.

Marina, J. A. (2006). Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía. Barcelona, España. Anagrama. Marina, J.A. (2014). Los miedos y el aprendizaje de la valentía. Barcelona, España. Ariel. Martínez, M; Herrador, M. (2015). Niños sin miedos. Estrategias para ayudar a tu hijo a ser un adulto sin pánico. Barcelona, España. Tibidabo Ediciones. Méndez, F. J. (1999). Miedos y temores en la infancia. Madrid, España. Ediciones Pirámide. LA CAJITA COME-MIEDOS 53

Piñeiro, B. (2015). Educar las emociones en la primera infancia. Teoría y guía práctica para niños de 3 a 6 años. Amazon Media. Cuentos y libros infantiles redomendados para niños miedosos: Machado. A. M. (2005). Algunos miedos. Madrid, España. Anaya. Rius, R. (2005). Marcos ya no tiene miedo: un cuento sobre el miedo a la oscuridad. Editorial SM. Satrapi, M. (2009). Los monstruos tienen miedo de la luna. Barcelona. Norma Editorial Wigand, M. (2001). Cuando tengo miedo: Cómo enfrentarte a lo que te asusta. San Pablo.
La Cajita Come-Miedos_ Descubre - Belen Pineiro

Related documents

38 Pages • 7,734 Words • PDF • 643.9 KB

5 Pages • 81 Words • PDF • 894.3 KB

289 Pages • 108,274 Words • PDF • 1.6 MB

101 Pages • PDF • 64 MB

156 Pages • 70,029 Words • PDF • 766.7 KB

18 Pages • 848 Words • PDF • 1 MB

316 Pages • 66,583 Words • PDF • 6.6 MB

90 Pages • 33,584 Words • PDF • 536 KB

9 Pages • PDF • 3.4 MB